Las ciudades que se hunden por sobreexplotación de
acuíferos
Por Adán Salgado Andrade
El planeta es todavía pródigo en recursos, a pesar de la acelerada
destrucción y depredación que el capitalismo salvaje realiza para mantener en
funcionamiento su materialista, egoísta sistema económico.
Un muy importante recurso es el agua dulce o bebible, pues sin ella, no
sería posible ya la vida en muchos lugares. Una buena porción de esa agua es la
subterránea, contenida en acuíferos que se recargan gracias a las lluvias. Sin
embargo, el aumento poblacional está llevando a la sobreexplotación de esos
preciados cuerpos del vital líquido, además de que las áreas de recarga son
asfaltadas o encementadas, lo que agrava el problema y que cada vez llueve
menos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/06/las-declinantes-reservas-de-agua.html).
También, el calentamiento global, debido al cambio climático, empeora
la escases de agua dulce en todo el planeta (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
Las consecuencias son que cada año habrá mucho menos agua disponible
para la población que vive de los acuíferos, y el acelerado hundimiento de lo
que sea que esté asentado sobre tales declinantes acuíferos, principalmente
ciudades, que son las que satisfacen sus necesidades hidrológicas de ellos.
Como muchas ciudades del planeta dependen de acuíferos cada vez más
sobreexplotados, ya están sufriendo fuertes hundimientos, como analiza un
reciente artículo de la revista tecnológica Wired,
escrito por Matt Simon (ver: https://www.wired.com/story/jakarta-is-sinking/).
Comienza mencionando el caso de
Yakarta, capital de Indonesia, la cual, en febrero del 2019, sufrió una de
tantas devastadoras inundaciones que la afectan frecuentemente, debido a dos
factores. El primero, que se está hundiendo por el rápido agotamiento de sus
acuíferos y, el segundo, que el nivel de los mares está subiendo debido al
calentamiento global. Es un lugar que, de por sí, se encuentra, o se
encontraba, casi al nivel del mar. Para el 2050, si llegamos, el 95% del norte
de esa capital estará bajo las aguas.
Es un sitio que, como tantos otros, sufren ya las consecuencias del
calentamiento global, combinado con un brutal empleo de sus reservas de aguas
subterráneas, las que, mencioné antes, se agotan rápidamente. Partes de Yakarta
se hunden ya hasta 25 centímetros anuales. Y eso daña toda la infraestructura
urbana, como construcciones, cuyos pisos inferiores ya están cubiertos de lodo
permanentemente, y sus cimientos. Gran parte de la ciudad, por el hundimiento,
está ya bajo el nivel del mar y con tan solo una fuerte precipitación pluvial,
la consecuente inundación es catastrófica. En el 2007, por ejemplo, un monzón
dejó a la mitad de Yakarta cubierta con casi cuatro metros de agua, lo que
ocasionó mil millones de dólares en daños.
No es la única ciudad costera que se hunde, sino que todas aquéllas
ubicadas a la orilla del mar, lo hacen también. Señala el geofísico Manoochehr
Shirzaei, de la Universidad Estatal de Arizona, que “Casi todas las ciudades
costeras en el mundo se hunden, pues están construidas en sedimento flojo,
independientemente del bombeo de agua subterránea. De hecho, el movimiento
vertical de las tierras es tan importante como la elevación del mar, pero
desgraciadamente se le da poca importancia, pues ocurre lentamente”.
Por ejemplo, la bahía de San Francisco se hunde alrededor de 0.178
centímetros anualmente, lo que ni se nota. Se estima que el aeropuerto de esa
ciudad estará bajo las aguas hasta el 2100. Y por eso, no preocupa.
Pero en otras ciudades sí se nota, como la mencionada Yakarta, que se desplaza
verticalmente 25.4 centímetros al año o la ciudad de México, el lugar que se
hunde más rápidamente en todo el planeta, alrededor de 31 centímetros anuales.
El Valle Central de California, la zona agrícola por excelencia de ese estado
de Estados Unidos (EU), por sobreexplotación acuífera, ha experimentado
hundimientos de hasta nueve metros en varios lugares.
Y seguirán desplazándose hacia abajo las mencionadas ciudades y lugares,
pues es un fenómeno irreversible, incluso si se colman los acuíferos de nuevo.
Recientemente hubo una reunión con autoridades de la ciudad de México, en
la cual, Fernando González Villareal, director del Centro Regional de Seguridad
Histórica UNAM-Conagua-Unesco, expuso que el Centro Histórico es el sitio de la
ciudad que más rápidamente se hunde y ya está, incluso, por debajo del nivel
del lago de Texcoco, registrando un hundimiento de 10 metros, lo que lo coloca
como la parte más baja de la ciudad. Y es por lo mismo, sobreexplotación del
acuífero que proporciona parte del agua que requiere tan gigantesca y
problemática ciudad. Señaló González Villareal que el acuífero se recarga en un
volumen de 25 mil litros de agua por segundo, pero se extrae el doble. Además, advirtió,
el hundimiento no es parejo y hay partes que se desplazan más que otras.
Eso provoca daños a edificios, tuberías de agua potable, drenaje y otras
obras urbanas, generando gastos que deben de cubrir los dueños de las
construcciones o, en el caso de la infraestructura de drenaje o redes de agua
potable, la ciudad, con los impuestos de todos (ver: https://www.jornada.com.mx/2019/06/12/capital/032n1cap).
Matt Simon hace un símil de lo que pasa cuando un acuífero se
sobreexplota, comparándolo con una botella llena de agua, la que, si se va agotando,
dejará vacía a dicha botella y con cualquier apretón, su superficie corporal
cederá a la presión y todo lo que esté encima de ella, se colapsará. Eso mismo
sucede con un acuífero agotado.
Incluso, el hundimiento diferencial de la ciudad de México se manifestó
también en los efectos del pasado temblor de septiembre del 2017, durante el
cual, varias zonas sufrieron daños mayores, comparadas con otras, debido a que
están asentadas en zonas más huecas, las que se sacudieron y desplazaron
horizontalmente más que aquéllas. Y si, además, la ciudad de México estuviera
en la costa, ya se habría hundido, debido a la elevación del nivel del mar.
Justo lo que sucede con Yakarta, la cual, aún si detuviera su desplazamiento
hacia abajo, contra la elevación marina, no podría. El irreversible
calentamiento global ya se está manifestando en la elevación acelerada de los
océanos.
Eso dará lugar a éxodos de las personas que puedan cambiarse a otro lugar
de residencia, los llamados refugiados
climáticos, buscando zonas más “seguras”, aunque con todos los problemas
ambientales y desórdenes climáticos, no pude decirse ya que haya un lugar “seguro”
100% (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/los-refugiados-climaticos.html).
En EU, por inundaciones, sequías, incendios forestales, calentamiento
global y otros problemas, miles de personas están desplazándose a sitios “más
seguros”. Sin embargo, con el paso de los años, no habrá “sitios más seguros”,
pues todo el planeta será afectado por uno u otro problema climático, como
señalo antes.
Y los que no puedan moverse de sitios o ciudades que se hundan, seguirán
sufriendo las consecuencias de las inundaciones, tales como el deterioro de sus
casas, los problemas de salud ocasionados por las aguas negras que emanan de
los inundados drenajes, como epidemias por bacterias intestinales y de otro
tipo, además de la falta de agua que se incrementará al irse agotando los
acuíferos.
La mafia en el poder de Indonesia asegura que ya tiene planes para mover
la capital a otro sitio, pero ningún detalle se ha dado de dónde o cómo se
haría ese costosísimo traslado.
En la ciudad de México el hundimiento también tiene duras consecuencias. Lo
vemos cuando, en época de lluvias, muchas zona, de las más bajas, se inundan a
consecuencia de “atípicas”, torrenciales lluvias y drenaje insuficiente – además
de que en ocasiones, éste se bloquea por tanta basura.
Conversando con una persona que recientemente sufrió una inundación, en
la que el agua llegó a cincuenta centímetros, me dijo que todos sus muebles,
como sofás, mesas, los electrodomésticos, como el refrigerador, la estufa o
alacenas de la cocina, las camas o cómodas de las recámaras… sufrieron daños
irreparables. Por fortuna, les fueron restituidos.
Pero, en otros casos, a la gente la dejan a su suerte, como cuando son
poblados alejados de las ciudades los que se inundan (hay poblados de Guerrero,
por ejemplo, que han estado damnificados desde hace años y no han atendido sus urgentes
necesidades).
Y aunque, por el momento, sólo a algunos se les restituyan sus bienes,
tampoco se trata de que se inunden todos los años, pues ni es práctico, ni
digno, ni se les estarán recuperando sus bienes con cada inundación. A la
larga, o emigrarán de allí o su vida será cada vez más miserable y tortuosa. Si
muchos de ellos pensaban que no serían afectados por el cambio climático, esas
inundaciones y sus efectos les están demostrando que sí.
Por desgracia, esos problemas sólo se incrementarán si las mafias
políticas insisten en más de lo mismo, seguir con el irracional crecimiento
urbano, optando por “soluciones” antiecológicas, cubriendo de concreto y
asfalto áreas verdes… en lugar de desconcentrar, crear más áreas verdes de
recarga, captación de agua pluvial… entre otras posibles soluciones.
Lo vemos, nuevamente, con la muy estresada ciudad de México, que crece y
crece y nada se hace por detener tal crecimiento.
Sus problemas, como el hundimiento y la falta de agua, seguirán. Se
estima que para el 2060 el acuífero del que nos surtimos se habrá agotado (ver:
https://www.elimparcial.com/mexico/En-40-anos-se-agotara-capacidad-del-acuifero-del-Valle-de-Mexico-20190512-0060.html).
Quizá sólo así, sin agua, emprenderemos el éxodo a otro sitio.
Necesitaremos una nueva Tenochtitlan, fundada en donde un águila, si aún
hay, se pose, y reeducarnos, no pensar en que lo material sea lo más
importante, que el capitalismo salvaje deje de determinar nuestra frágil
existencia.
Sí, muy utópica solución.