martes, 15 de marzo de 2022

La falsa historia de las dentaduras devueltas 11 años después a su supuesto dueño

 

La falsa historia de las dentaduras devueltas 11 años después a su supuesto dueño

Por Adán Salgado Andrade

 

Este relato, da cuenta de cómo es frecuente que se hagan virales historias “reales”, sin que aquéllos que las divulgan, se tomen la molestia de verificar si son ciertas.

Titulada “La verdadera historia, que se volvió viral, de unos dientes postizos, que engañó al mundo”, firmada por Matt Reynolds, publicada por el portal Wired, hace el recuento de cómo un hombre de Inglaterra, Paul Bishop, quien hace 11 años visitaba España, por una borrachera, vomitó, y entre la comida y el vino expulsados, se le fue su dentadura, la que nunca recuperó, hasta, supuestamente, años más tarde, cuando “le fue enviada por correo” (ver: https://www.wired.com/story/false-teeth-viral-story/).  

Bishop, no habría esperado nunca que alguien se tomara la molestia de regresarle esa placa dental, de la que ni siquiera se acordaba, hasta que le llegó un sobre con ella. El sobre era, supuestamente, del Centro Nacional de Biotecnología, CNB, la institución española que guarda los genomas de personas.

El sobre lo enviaba José Juan Sánchez Serrano, empleado del CNB, quien le decía que las placas “habían sido halladas en un contenedor de basura y se había secuenciado su genoma, el que coincidió con su nombre, Paul”.

Y así, sin realmente verificar los hechos, los cuales, parecían en extremo improbables, distintos medios, hasta la televisión inglesa, publicaron la “proeza”, de que luego de 11 años, los dientes le hubieran llegado a Bishop.

Sin embargo, Reynolds, el autor de la nota en la que me baso para este artículo, no estuvo convencido.

Para comenzar, trazó una ruta de análisis: “Consultar a la CNB, si allí trabaja José Juan Sánchez Serrano, a dentistas y a un experto en medicina forense”.

Por otro lado, tanta fama había adquirido Bishop, que hasta le envió una carta a la reina Elizabeth II, “para que lo visitara en el club de hombres, en donde él trabajaba. La reina, amablemente, declinó, pero lo felicitó”. Dice Reynolds que también quiso ver si esa carta, con la respuesta del Palacio de Buckingham, era real, así como la carta que Bishop, afirmó, que le había enviado a la reina, “pues de eso dependía darle credibilidad a él”.

En efecto, sí había enviado una carta a la reina y, también, le habían respondido de Buckingham, “así que con eso, comprobé que Bishop era fiable”.

Luego, investigó si José Juan Sánchez Serrano trabajaba en la CNB. “Sí, trabajé allí hace años, pero ya no. Y, no, yo no envié esa carta”, le respondió a Reynolds, cuando éste le preguntó si él la había enviado.

Por otro lado, tampoco fue cierto que la placa dental se hubiera hallado en un bote de basura y que se hubiera enviado a la CNB, como le dijo Susana de Lucas, jefa de cultura científica de esa institución. “No, para empezar, no tenemos un banco de datos de ingleses, a los que podamos identificar mediante su ADN, eso es falso”. Y también le dijo que los sellos que llevaba el sobre, no correspondían a los de la CNB.

Consultó, además, con Denise Syndercombe Court, profesora de genética forense, en el King’s College London, la que le dijo que no era posible extraer ADN de una placa, luego de once años de estar en la basura. “No, solamente que usted hubiera obtenido una muestra con un cotonete, en el momento en que Bishop hubiera vomitado su placa y que usted hubiera la hubiera mantenido congelada tantos años, sólo así, habría sido posible”.

Por otro lado, la placa enviada, “ya no le quedaba a Bishop. No sólo eso, sino que tenía catorce dientes y a Bishop, sólo le faltaban seis. O le habían puesto implantes o, simplemente, no era la placa que había perdido”

Para estar todavía más seguro de que se trataba de un engaño, Reynolds le pidió a Bishop fotos de los timbres postales del sobre enviado. Consultó a Correos, la agencia postal de España y le dijeron que las estampillas estaban descontinuadas, pues eran de Juan Carlos I y las actuales, eran de Felipe VI, las que comenzaron a producirse en el 2015. “Además, el costo de 10.15 euros, que era el de las estampillas usadas, estuvo vigente sólo hasta el 2018, así que ni en eso había congruencia”.

Cuando Reynolds le comentó directamente a Bishop todo lo que había estado indagando, éste, le respondió que estaba perplejo, “no tengo idea de quién haya hecho un engaño tan elaborado”.

Pero sin tomar en cuenta tantas consideraciones, la “falsa historia, se publicó como cierta. Sólo un medio le preguntó a Susana de Lucas, si ellos habían enviado el sobre y como ésta le respondió que no, se abstuvo tal medio de publicarla”.

Así pues, este es un buen ejemplo, de la forma en cómo se hacen muchas de las historias virales, que damos por “ciertas”.

Y de ésas, están llenas las redes.

Pero en este caso, Reynolds, usó la lógica y el sentido común, para refutarla.

Y es lo que deberíamos de hacer, cada que enfrentemos algo que resulte hasta inverosímil y no continuar difundiendo una mentira.

 

Contacto: studillac@hotmail.com