lunes, 21 de marzo de 2022

Con la mutagénesis, se mutan cultivos con peligrosa radioactividad

Con la mutagénesis, se mutan cultivos con peligrosa radioactividad

Por Adán Salgado Andrade

 

La mortífera invención de la ojiva nuclear, fue usada para bombardear a Japón, en 1945, pues Estados Unidos había invertido $2,000 millones de dólares entre 1942 y ese año, en desarrollarla y debía de probarla. Ha sido, hasta la fecha, por fortuna, la única ocasión en que se han usado esas letales armas para atacar a una nación (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/12/dia-de-la-trinidad-el-nacimiento-de-la.html).

Luego, cuando también la URSS, logró robar los secretos estadounidenses para crear un arma nuclear, la carrera armamentista por poseer el mayor número de ojivas nucleares, se aceleró. La energía nuclear, se había convertido en sinónimo de destrucción.

Había, entonces, que aplicarla a un “uso pacífico”. Fue que se desarrollaron los peligrosos reactores nucleares para producir electricidad, y aunque se han alabado sus “bondades”, porque no generan CO2, su operación deja muy peligrosos residuos radioactivos – por el combustible nuclear gastado –, que son letales y algunos duran hasta cientos de años activos, como el uranio 236 (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/11/la-oportunista-muy-peligrosa-energia.html).

Otra, también, muy oportunista aplicación “pacífica” de la energía nuclear, ha sido en la mutación de cultivos, como frutos o verduras. Fue algo que se inició en la época de los 1950’s, cuando irresponsables granjeros estadounidense, aconsejados por “científicos”, enterraban barras de cobalto-60, en medio de sus cultivos, con tal de obtener frutos mucho más grandes que los normales, lo que veían como una “gran ventaja” (ver: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6949362/).

Se habría pensado que la peligrosa práctica de radiar a cultivos, se habría dejado atrás, pues se generan cambios genéticos que son dañinos a la salud, pero como indica el artículo “Sus frutas favoritas, podrían provenir de plantas radioactivas. Conozca los fabulosos jardines gamma”, firmado por Michelle Petersen, no se conocen las plantas mutantes que estarían vendiéndose a diario en los anaqueles de mercados y súper mercados (ver: https://www.zmescience.com/other/pieces/your-favorite-fruits-may-have-come-from-radioactive-plants-meet-the-wonderous-gamma-gardens/).

Es una verdadera infamia, hasta criminal, que se vendan frutas, cereales o verduras radiadas, pues, como dije, pueden tener efectos a la salud. La incidencia de enfermedades crónicas, como el cáncer, han subido demasiado y seguramente entre las causas, están las de ingerir tanta comida procesada y, encima, radiada.

Dice Petersen que “pensamos que comer vegetales y fruta, es una decisión consciente, para tratar mejor a nuestros cuerpos, que tengamos una mejor piel y duremos más años. Pero con el incremento de alimentos genéticamente modificados, ¿qué tan seguros estamos de las fuentes de las que disponemos para nuestras diarias dietas? Usted, puede sorprenderse de escuchar que algunos de los productos ‘naturales’, que coma hoy, pudieron haberse originado de plantas mutantes, desarrolladas en grandes granjas que exponen a las semillas que germinan y al polen a radiación, para mutar su ADN”.

Sí, increíble, como señala el artículo, que esa irresponsable práctica que se hacía en los 1950’s, se siga desarrollando y que no sepamos que muchos “saludables” frutos y vegetales, hayan sido obtenidos por radiación.

Si de por sí, ya también, desde hace años, inmorales empresas como Mosanto, han modificado genéticamente a cultivos como el maíz, con tal de hacerlo “más productivo” y resistente a sequías, lo cual, dista de ser cierto y, al contrario, lo ha hecho para irse apoderando de cereales y frutos, eliminando las especies originales y dejando las alteradas, a las que, incluso, “patentan”. No es más que otra forma del capitalismo salvaje para irse apoderando de organismos vivos y comerciarlos a su antojo. Además, los cultivos transgénicos, se ha comprobado que producen, igualmente, los mencionados males crónico-degenerativos, como cáncer, diabetes, Alzheimer, obesidad, leucemia y otros (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/04/monsanto-arremete-de-nuevo-con-caras.html).

Pero, como se ve, no basta ya con haber creado tantos peligros para la salud y el medio ambiente. No, se deben de seguir agregando más y más, como las mutaciones radioactivas.

Comenta Petersen que luego de la segunda guerra, se “experimentaba en jardines atómicos gigantes”, tanto en Estados Unidos, así como en Europa. Había que convencer al mundo de que la energía nuclear, también “podía usarse pacíficamente”.

“En algunas instancias, esta extensiva experimentación con mutación genética, llevó a cambios en cultivos, como más largas semillas, resistencia al frío y a las plagas, nuevos colores o frutos más dulces, cosas nunca vistas antes en la naturaleza o durante la evolución. Sin embargo, los resultados de estas crecientes instalaciones nucleares, permanecieron en secreto, la mayoría de las estadísticas, sólo conocidas de manera oral. Los resultados, nunca se publicaron y la mayoría de los sitios en donde se localizaban tales jardines, nunca se revelaron”, señala Petersen.

¡Claro, cómo iban a revelar tan obscenos “experimentos”, de los que, muy seguramente, se generaron monstruosos frutos o vegetales!

Pero había que sacar alguna ventaja. Y es lo que ahora se trata de mostrar, “pues se obtuvieron más de 2,000 nuevas variedades de plantas, que hasta se utilizaron en producción agrícola, mas todos son rumores. Pero al menos hay un ejemplo bien documentado, el del Rio Star Grapefruit (toronja), que se desarrolló en el Texas A&M Citrus Center en los 1970’s. Sin embargo, la información varía mucho. Y algunas publicaciones, aseguran que muchas de las especies se comercializaron, en tanto que otras, perjuran que fueron sólo un puñado”.

Lo más probable es que nunca sabremos qué tipo de variedades de frutos, como la toronja tejana, o de vegetales, se obtuvieron mediante la mutagénesis, pero seguramente varias, que ahora comemos y consideramos “muy saludables”. No hay ética, como se ve, en lo que se nos vende, y nosotros, como pasivos consumidores, confiamos en que adquirimos productos “saludables, nutritivos y naturales”.

“Lo que también es seguro es que en 1964, la FAO (Organización para la agricultura y la comida) y la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés), fusionaron sus proyectos para el crecimiento de plantas con radiación, con lo que se convirtieron en el patrocinador global de la mutagénesis”.

Así que nada menos que “confiables” organismos globales, originaron esos aberrantes experimentos y consintieron en que siguieran adelante. Lo dicho, no les importa, realmente, la salud ambiental y social, sólo imponer nuevas pautas de consumo para que la gente siga adquiriendo productos, aunque sean peligrosos para su salud.

Ranjth Pathriana, investigador sobre cultivos radiados, dice que la FAO y la IAEA, “han reportado al menos 3,365 mutaciones, de un total de 220 especies vegetales y que muchos de esos programas siguen activos”.

Y esos programas están activos en países como Bangladesh, Brasil, China, Costa Rica, Egipto, Ghana, India, Indonesia, Japón, Kenia, Nigeria, Pakistán, Perú, Sri Lanka, Sudán, Tailandia y Vietnam, “beneficiarios de esa tecnología, que aunque es poco conocida, ha generado mutaciones muy útiles, de arroz, trigo, cebada, peras, chícharos, algodón, pimienta, girasol, cacahuates, toronja, sésamo, plátanos, mandioca y sorgo. El trigo mutado, se usa para hacer pan y pasta y la cebada mutada, para cerveza y buen whisky. Esas mutaciones pueden mejorar rendimiento, calidad, sabor, tamaño y resistencia a las enfermedades, además de que permiten que las plantas se adapten a diversos climas y condiciones”.

Así que, ¡sorpresa! comemos pan y pasta de trigo radiado y bebemos cerveza y “buen whisky” de cebada radiada.

Claro, siempre habrá justificaciones, lo de los “beneficios”, como se indica que provee esa tecnología “poco conocida”, pero ignoramos qué consecuencias tengan esas modificaciones. Si todos esos cultivos, en sus formas naturales, tienen determinadas características, es porque con esas han nacido y algo debe de producir que los hagan más “resistentes” a sequías, por ejemplo. Esa “resistencia”, alguna manifestación ambiental o a la salud humana tendrá.

Explica Petersen que esos “jardines atómicos” siguen funcionando, como se hacía en los 1950’s, agregando barras de cobalto-60 en donde están esos cultivos, “y los que están más cerca de la barra, mueren, pero los más alejados, son los que modifican sus genes. Y las nuevas especies, son distribuidas a otras localidades, para que se experimente con ellas. China, lo hace desde 1987 y ha obtenido 66 mutaciones”.

Como podría esperarse, esas mutaciones, no están reguladas y varias empresas “las venden, sin advertir en las etiquetas que se trata de productos mutados”.

Pero se insiste en que los cultivos mutantes “han salvado a varios países, gracias a sus bondades, sin que, realmente, se hayan investigado los efectos que provocan a la salud ambiental y humana”.

Por lo mismo, Petersen se pregunta “¿por qué sólo existe un jardín atómico en la actualidad y por qué se oculta y quién lo hace?”.

Evidentemente, deben de estarse escondiendo muchas otras aberraciones, que se están produciendo “para beneficio de la humanidad”.

Que al fin y al cabo, habemos 7,900 millones de seres humanos, con quienes experimentar sus frankenstenianas creaciones.

 

Contacto: studillac@hotmail.com