Crecen los libros prohibidos en Estados Unidos
Por Adán Salgado Andrade
Con la muy conservadora presidencia de Donald Trump en Estados Unidos (2017-2021), ese país ha sufrido un fuerte retroceso en todo, a pesar de que los demócratas, con Joe Biden, retomaron el control, pero por muy corto margen. Con Trump, se profundizó el racismo, se incrementaron los ataques de odio, se afianzó la posesión de armas – inalienable, anacrónico derecho “constitucional” –, se echaron atrás programas para combatir el cambio climático – Trump es ferviente negacionista de que el cambio climático sea una acción del hombre –, se afianzó el supremacismo, se penalizó de nuevo el aborto y se ha retrocedido en la enseñanza, sobre todo, en las escuelas elementales, en las que se han prohibido ciertos contenidos, como, por ejemplo, que se hable de la teoría evolutiva y que, más bien, se diga que somos una “creación divina”, como la corriente “creacionista” ha estado impulsando (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2007/11/el-supremacista-diseo-inteligente.html).
Y es justo el conservadurismo educativo, el que ha ido creciendo. No sólo en que está prohibido en varios de los estados dominados por republicanos, impartir ciertos temas, como la cuestión racial, sino que también se prohíbe que se hable de diversidad sexual, pues son estados en que sólo se concibe como diversidad, la de mujeres y hombres, nada más.
Así que los libros que traten esa temática, de inmediato, son censurados, tanto por retrógradas “padres de familia” así como por las “autoridades escolares”.
En el artículo de Associated Press, titulado “El activismo crece en toda la nación, en respuesta a la censura escolar”, firmado por Heather Hollingsworth y Hillel Italie, se expone ese retroceso, que ha llevado a prohibir que ciertos libros existan en las bibliotecas de escuelas, pues “atentan” contra la “decencia y las buenas costumbres” (ver: https://apnews.com/article/entertainment-arts-and-entertainment-lifestyle-education-florida-62616d5f02b1045e734234c583c3f203).
Se menciona el libro “Ojos Azules” (The bluest eyes) de la escritora afroestadounidense Toni Morrison (1931-2019). La novela, publicada en 1970, la primera de Morrison, cuenta la historia de Pecola, una chica afroestadounidense que, como todo mundo consideraba fea, desarrolló el deseo de tener ojos azules. Puesto que la historia contempla racismo, incesto y violación infantil “ha habido distintos intentos de prohibirla en las escuelas” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/The_Bluest_Eye).
Por su importancia, la novela se ha adaptado a obras teatrales. Yo la leí hace años y me pareció un buen recuento de lo que ha significado para los afroestadounidenses vivir en Estados Unidos (EU). No tendría porqué censurarse, pero como la historia la manipulan los grupos en el poder, para su conveniencia, no quieren que se sepa la verdad.
El mencionado artículo, comienza señalando a Stephana Ferrell, una retrógrada madre que protestó en la directiva escolar del condado Orange, en Florida, contra la novela gráfica Gender Queer: A Memoir (Género indefinido: una memoria), escrito por el cartonista Maia Kobabe (EU, 1991), quien se considera ni hombre, ni mujer y emplea pronombres neutrales (e, para referirse a he o she, por ejemplo. Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Maia_Kobabe).
De hecho, en efecto, al ver sus fotos, no es posible precisar que sea mujer u hombre. Por ello, consideró vital escribir su biografía. “He recibido muchos correos de gente que me agradece haber escrito esto, lo que ha significado para ellas y ellos, que les ha ayudado a entenderse o a sus seres queridos a entenderlos mejor y a conversar sobre temas que antes, no habrían considerado” (ver: https://www.nbcnews.com/nbc-out/out-life-and-style/author-gender-queer-one-banned-books-us-addresses-controversy-rcna8991).
Sin embargo, para la ignorante Ferrell, se trata de un libro “pornográfico que sólo promueve la pedofilia”, como fue secundada por Yael Levin, vocero de la ONG No left turn in education (No a una educación izquierdista), quien agrega que “no estamos hablando de libros que estén en librerías o tiendas de libros, sino en las bibliotecas escolares, que son pornográficos y con contenido pedófilo”.
Allí están ese par de puritanos. Seguramente, no se ponen a pensar, por ejemplo, en tanta pornografía que es muy fácilmente asequible por el internet, que tanto niños como adultos pueden ver, sin problemas y que, sin una verdadera educación sexual, producen un gran daño psicológico, como expuso la periodista Annie Lord en un reciente artículo, explicando que su muy temprano contacto con la pornografía, a los 13 años, le produjo un fuerte daño psicológico, del que apenas, a sus 26, está superando (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/la-pornografia-deforma-la-sexualidad-y.html).
Son gente hipócrita. Me recuerdan al personaje que la hace del padre en la cinta mexicana “El castillo de la pureza” (1972), dirigida por Arturo Ripstein (DF, 1943). Ese hombre, personificado por el excelente actor mexicano Claudio Brook (1927-1995), buscaba educar “muy puros” a sus tres hijos, no hablando se sexo, por ejemplo. Sin embargo, tanta censura, llevó a la hija y al hijo mayores a explorar por ellos mismos tal sexualidad, sosteniendo relaciones incestuosas entre ellos. Además, el papá era un hipócrita que acudía a prostitutas, mientras frente a su reprimida familia se mostraba como poseedor de una conducta “intachable”. No sólo eso, sino que los mantenía a base de una dieta vegetariana, pues decía que la carne era “asquerosa”. Pero se salía a la calle a comerse sus tacos de carnitas. Así debe de suceder con Ferrell y Levin. ¡Par de hipócritas!
La censurada novela de Kobabe, se debe a que algunas imágenes son “explícitas”, mostrando sexo oral o contacto físico entre un adulto y un niño. Kobabe mism@ reconoce que algunas de las imágenes, “pudieran no ser apropiadas para niños de escuelas elementales, pero como están dentro de un recuento integral, sólo buscan explicar mejor la experiencia de crecer fuera de las normas heterosexuales. Debemos de reducir la vergüenza que sienten los adolescentes sobre el sexo”.
Tiene razón, pues una sexualidad mal encauzada, ha llevado a tantos delitos sexuales, sobre todo, de hombres contra mujeres, siendo el más extremo de todos, la violación y el asesinato de una mujer por parte de un macho-misógino, quien es un frustrado sexual, incapaz de haberse ganado su amor.
Sin embargo, organizaciones como PEN (Poetas, ensayistas y novelistas), American Civil Liberties Union (ACLU) y la NCAC (El centro para la atención de los niños, por sus siglas en inglés), están buscando contrarrestar que se censuren libros como los mencionados, pues es “atentar contra la libertad de expresión y los derechos civiles”.
Markus Dohle, CEO de la progresista editorial Penguin Random House, “donó $500,000 dólares para un fondo para la defensa de libros, en convenio con PEN. También el Hachette Book Group ha donado a PEN, el NCAC y la barra de autores, para defender a libros censurados”, anotan las reporteras.
Citan a Vera Eidelman, de la ACLU, quien dice que no debe de permitirse que los comités escolares remuevan libros de las bibliotecas de las escuelas, simplemente porque no les gusten las ideas contenidas en tales obras. “El problema es que nuestras definiciones de vulgaridad o de lo que es apropiado para cierta edad, no son claras, pero así se usan para censurar algo”.
Es cierto, pues, en mi caso, hace poco, publiqué el citado artículo de Annie Lord. Como estaba incluido en el título la palabra “pornografía”, en un inicio, fue censurado por el buscador Google. Ya, luego, fue sometido a “revisión” y se retiró tal censura. Así debe de suceder con lo que comenta Eidelman, con las definiciones de, por ejemplo, obscenidad o explícito, pues dependiendo del medio que divulga una imagen, por ejemplo, un libro sobre sexualidad – o como la citada obra de Kobabe –, se consideraría pornográfica, si no se toma en cuenta el medio que la difunde.
En Pensilvania, también se han iniciado acciones para adquirir los libros censurados. “El Penridge Improvement Project, tiene la iniciativa de adquirir libros prohibidos, incluido ‘La granja’ de George Orwell, o ‘Heather has two Mommies’, de Leslea Newman o ‘This is my America’, de Kim Johnson y colocarlos en bibliotecas gratuitas, distribuidas por todo el distrito de Kutztown”.
Absurdo que se censure a la clásica obra de George Orwell (1903-1950), que no es más que una metáfora, hecha con animales, para que las clases oprimidas se rebelen contra sus opresores. Orwell afirmó que era su forma de protestar contra la opresión que el “estalinismo ejerció en la Unión Soviética”, pero es claro que puede aplicarse a cualquier régimen totalitario (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Animal_Farm).
El libro de Newman (EU, 1955), se considera “una de las primeras historias dirigidas a niños sobre la situación LGBTQ, que ganó gran atención y fue publicado en 1989. Heather, es una niña que tiene dos madres lesbianas, su biológica y la otra, compañera de la primera. La niña, está triste porque no tiene papá, pero en la escuela le dice su profesora que eso no importa y que todos sus compañeros entienden que eso es normal, y ya es feliz” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Heather_Has_Two_Mommies).
En tanto que la obra de Johnson, escritora afroestadounidense, es sobre las injusticas legales en Estados Unidos, sobre todo, hacia los afroestadounidenses (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/This_is_My_America).
Es claro que no sólo la ultraconservadora derecha estadounidense, quiere censurar la diversidad sexual, sino hasta los conflictos raciales, retirando las mencionadas obras de Morrison y de Johnson.
Pero sí apoyan, como hizo Trump, a la violencia supremacista. A ésa, se le permite todo (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/11/los-racistas-supremacistas.html).
Muchas personas, como Katie Paris, fundadora de Red, Wine & Blue, defienden que no sean censurados los libros. “Está bien si alguien no desea que sus hijos lean determinado libro, pero no tienen derecho a prohibirlo a los de otras familias”, afirma, correctamente. “Y no deseo que los que censuran libros, les quiten la oportunidad a mis dos hijos de que los lean”.
Otro libro que se trató de censurar fue “Stamped: racism, antiracism and you” (Marcado: racismo, antirracismo y tú), escrito por Ibrahim X. Kendi (EU, 1982), afroestadounidense activista, y Jason Reynolds (EU, 1983), escritor y poeta afroestadounidense. En este caso, la defensa fue hecha por Meenal Mcnary, de la Round Rock Black Parents Association (Asociación de padres negros de Round Rock), “quien habló con niños que lo habían leído, y aunque para algunos fue algo traumático su contenido, en general, tuvieron buenas opiniones”. Gracias a su acción, el libro sigue en las bibliotecas escolares.
Esa obra, usa un estilo humorístico, para exponer a los jóvenes lectores, el pasado racista “que los libros de texto han omitido” (ver: https://www.nea.org/professional-excellence/student-engagement/read-across-america/find-your-book/stamped-racism).
Lo expuesto no quedará sólo en censurar libros. Lo más grave es que Estados Unidos, se divide cada vez más: los supremacistas, tipo Trump, que quieren “defender” a sus país de todo lo que no sea blanco y los progresistas, que incluyen, incluso, a los supremacistas.
Por desgracia, está cobrando tanta fuerza el conservadurismo, que se prevé que, nuevamente, Trump u otro retrógrada, tome el poder (Biden, no ha hecho muy buen papel, pero, al menos, se ha alejado de la incendiaria retórica y retrogradas acciones de Trump).
Se pudiera pensar que el regreso al conservadurismo en Estados Unidos, no repercutiría fuera de ese país. Pero sólo pensemos en lo que haría de nuevo Trump, estando en el poder. Quizá, entre otras cosas, consideraría a México “tan peligroso” – como hizo en su momento – que ordenara una invasión, estilo Rusia a Ucrania.
Ya vivimos en tanto surrealismo, que todo puede suceder, ¿no creen?
Contacto: studillac@hotmail.com