El enajenado fan de Trump, que envió cartas-bomba
Por Adán Salgado Andrade
la retórica de odio que Donald Trump, el racista, mediocre millonario, que se adueñó de la presidencia de Estados Unidos, mediante manipulación de las redes sociales y fraude digital, tiene entre sus seguidores a repulsivos fans, como los “supremacistas”, que le celebran y siguen en todas las mentiras e incendiarios disparates que aquél dice a diario (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/02/trump-y-la-politica-del-far-west.html).
En las recientes protestas contra la brutalidad policial, los violentos enfrentamientos que se han dado entre gente a favor y, aquéllos, en contra, como los supremacistas, se han debido a la retórica confrontacionista de Trump, que alienta a sus energúmenos seguidores a combatir a los “enemigos de Estados Unidos”.
De ello, por ejemplo, resultó que uno de esos enajenados, Kyle Rittenhouse, de 17 años, quien asesinó a dos manifestantes del movimiento BLM (Black Lives Matter), e hirió a uno más, para Trump, sólo se “estaba defendiendo” y claramente, “sólo defendió su vida”. Los videos muestran, claramente, que la gente se le fue encima a Rittenhouse, luego de sus asesinas agresiones (ver: https://globalnews.ca/news/7310331/fact-check-donald-trump-kyle-rittenhouse-video/).
Así que, no es de extrañar, el recuento que se hizo, sobre la forma en que uno de sus enajenados fans, trató de “eliminar” a sus “enemigos demócratas”, una vez que Trump ganó, cuestionablemente, la presidencia.
Es lo que refiere el artículo de Wired “La furiosa búsqueda del bombardero fan de Trump”, firmado por Garret M. Graff, que en el subtítulo dice “Traumado y devoto de Trump, un hombre comenzó a enviar explosivos a los críticos del presidente, al inicio de las elecciones. Y así fue la carrera para dar con él”.
A quien Graff llama, inicialmente, el “hombre perseguido”, nacido en 1961, tuvo una infancia llena de maltrato familiar, era tartamudo, de lento aprendizaje, abandonado por su padre a los seis años, violado por un sacerdote pederasta en la escuela “católica”, a la que lo envió su madre a estudiar, acosado por otros estudiantes, tímido ante las mujeres… lo que lo llevó a desarrollar una adultez problemática. Nunca pudo consolidar algún negocio y en los pocos trabajos que tuvo, duraba poco, debido a su carácter violento.
Para compensar su frágil físico, el “hombre perseguido”, comenzó a tomar esteroides. En cierto momento, ingería 150 pastillas al día, lo cual fue actuando en su, de por sí, trastornado cerebro. Y, debido a su inclinación a ser manipulado, cayó muy pronto en todas las mentiras que Donald Trump, cuando era candidato republicano a la presidencia, estuvo regando por todo Estados Unidos. Al igual que aquél, el “hombre perseguido” se sintió atacado por casi todo mundo.
Por lo que el “hombre perseguido”, decidió defenderlo, por ser, para él, el hombre “ideal” para comandar a su país.
Y eso lo hizo, enviando cartas-bomba a los mencionados “enemigos demócratas” de Trump.
Su “estrategia” fue similar al que una vez empleara el famoso Unabomber, el ex profesor universitario de matemáticas Ted Kaczynski, que entre 1978 y 1995, envió varias cartas-bomba a distintas personalidades de la ciencia, matando a tres e hiriendo casi a 24 personas, pues, según él, estaban contribuyendo a la destrucción del planeta con “ciencia” que sólo lo depredaba. De alguna forma, tenía razón.
Eso lo había declarado en su “Manifiesto a la sociedad post-industrial” que, exigió, fuera transmitido por radio y televisión, para dar fin a sus explosivos envíos. En ese manifiesto, condenaba al capitalismo, como un sistema depredador y contaminante. Y que la “ciencia”, había contribuido muchísimo a esos graves problemas.
Para su desgracia, su hermano descubrió en un viejo baúl ese manifiesto, y dio aviso a las autoridades. Gracias a esa información, fue rastreado y detenido, en medio de un bosque de Montana, en el que vivía minimalistamente. De otra forma, muy probablemente, nunca se habría descubierto su huidiza identidad (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Ted_Kaczynski).
Luego, en el 2001, otro atacante serial envió cartas con ántrax, que dejaron 17 infectados y cinco muertos. “Esos ataques, irrumpieron las oficinas postales y oficinas gubernamentales, por todo el país, seguidos de falsos paquetes y sospechosos polvos blancos, que lograron que bomberos, equipos anti-bomba y contra ataques biológicos, anduvieran por todas las escenas del crimen. El ataque con ántrax, se dio luego de los ataques del 9/11, dejando a muchos estadounidenses con el temor de que al Qaeda, seguía atacando a su país, pero ahora con armas biológicas”, señala Graff.
El caso del ántrax, no se resolvió nunca. Sólo se señaló a Bruce Ivins, un experto gubernamental en biodefensa, quien se suicidó al enterarse que lo habían identificado como sospechoso.
El “hombre perseguido” comenzó sus ataques con una carta-bomba, enviada a la residencia de George Soros, uno de los fuertes críticos de Trump. Eso fue el 22 de octubre del 2018.
El equipo policiaco, encargado de investigar el paquete, dio positivo de que se trataba de un explosivo, así que William Sweeney, el director asistente del FBI en la oficina de Nueva York, dispuso que las investigaciones se hicieran lo antes posible, pues varias cartas fueron halladas en casas de otras personalidades como Hillary Clinton, el actor Robert De Niro o Joe Biden, ex vicepresidente y actual candidato a la presidencia por el Partido Demócrata.
Gracias a que la Oficina Postal de Estados Unidos toma fotos de todos los más de 140,000 millones de paquetes que son enviados cada año, se pudo tener la primera pista.
Haciendo una muy cansada revisión de los miles de horas que requirió examinar tantas fotos, pudo determinarse que una de las cartas-bomba había sido depositada en una oficina postal de Opa-Locka, Florida.
El “hombre perseguido”, usaba una camioneta van Dodge, llena de calcomanías a favor de Trump. Cuando acudió a su inauguración, esa trumpista camioneta fue vandalizada. Aquél, decía que era víctima de persecuciones de la izquierda, que trataba de matarlo. Como trabajaba repartiendo pizzas para la franquicia Papa Jones, un día que se enteró de que un repartidor de aquéllas, había sido asesinado, se sintió víctima y, debido a su paranoia, ocasionada por tanta droga que tomaba, se sintió un próxima objetivo. “Así que debía de combatir a toda esa izquierda que lo quería eliminar”, señala Graff. Un claro signo de que el “hombre perseguido” estaba bastante trastornado.
Como el “hombre perseguido” buscó por Internet cómo fabricar una carta-bomba, nunca pudo, realmente, elaborar una que estallara. Una de las que fueron interceptadas, en la oficina de la representante demócrata Maxine Waters, fue examinada por Christine Marsh, química del FBI, especialista en dispositivos explosivos. “La verdad, no tenía sentido, pues lo que hallé fue algo de pólvora, como la usada en fuegos artificiales, fertilizante y un químico para limpiar el agua de las albercas, así que nada de eso era útil para sus fines”, dijo Marsh a Graff.
Era de esperarse, pues un tipo tan trastornado, no una mente brillante, precisamente, no podía hacer algo como lo que el Unabomber logró en su momento.
Pero gracias a la rapidez con que el caso fue manejado, además de lo descuidado que el “hombre perseguido” fue al hacer sus inútiles cartas-bomba, fue posible dar con él. Se identificó su ADN, así como sus huellas digitales. El ADN, lo proveyeron sus cabellos, de los que las cartas-bomba, estaban llenas, así como de sus huellas digitales.
El “hombre perseguido” se llama Cesar Altieri Sayoc. Fue detenido saliendo de un supermercado de partes automotrices. Presentía, por las noticias, que estaban tras su pista. Pero nunca imaginó lo rápido que actuaron las autoridades judiciales.
Como señalé, gracias a la velocidad con que se movilizaron el FBI y las agencias policiales, fue posible que en tan sólo 80 horas, o sea, tres días y ocho horas después de que se descubriera la primera carta, Sayoc fuera detenido.
Varios de los investigadores, al ver su camioneta llena de mensajes de odio hacia demócratas, se sorprendieron de que no hubiera sido denunciado o detenido antes.
Lo condenaron a veinte años de cárcel, indicando los fiscales que lo juzgaron, que lo que Sayoc hizo, fue obra de un tipo con serios problemas mentales.
Pero una representante del lugar en donde vivía Sayoc, la demócrata Debbie Wasserman Schultz, sentenció que las acciones de aquél, muestran que “las palabras del presidente tienen consecuencias”.
Claro, y en una mente trastornada, mucho peor. Pero Trump niega que incite a la violencia. Así que, o es mentiroso o es un sociópata, que no se da cuenta de sus acciones incendiarias.
Los meses que pasó detenido, mientras duró el juicio, en el Centro de Corrección Metropolitano, de Manhattan, Sayoc le contó a Graff, que se encontró con el Chapo Guzmán, el fallecido depredador sexual Jeffrey Epstein y Paul Manafort “desafortunado ayudante de la campaña presidencial de Trump”. No muy buenos personajes, de los que Sayoc hubiera podido tener buenas influencias y consejos para rehabilitarse.
La sentencia la servirá en la penitenciaría Marion, en Illinois, la que alberga muy peligrosos personajes, como el traficante de armas ruso Viktor Bout, así como a “terroristas” de al Qaeda.
Tiene poco contacto con otros presos, pues está aislado, sobre todo, para evitar la propagación del Covid-19.
Concluye Graff diciendo, irónicamente, que “por su condición de delincuente encarcelado en el estado de Illinois, Sayoc no podrá votar en la venidera elección”.
Sí, por si todavía ese enajenado fan de Trump, quisiera reelegir al loco que provocó sus paranoicas acciones.
Contacto: studillac@hotmail.com