Trump y la
política del Far West
por Adán
Salgado Andrade
El empresario estadounidense
Jay Gould (1836-1892), el clásico yanqui self-made,
o sea, formado por su propio esfuerzo,
llegó a dominar el negocio de los ferrocarriles, justo cuando este medio de transporte
se expandía por todos los Estados Unidos (EU), como forma de garantizar el
control total de los territorios arrebatados a los indígenas, primero, y luego,
a México. Su padre, Jason, era un
granjero y Gould decidió que eso no era lo suyo, así que aquél lo llevó
a una escuela local, en donde lo abandonó a su suerte, con cincuenta centavos y
una bolsa de ropa. Gould aprendió contabilidad y su primer empleo fue
administrar el negocio de un herrero. Aprendió también contabilidad y
agrimensura y poco a poco fue ascendiendo tanto en empleos, así como en
ambiciones. Los historiadores lo consideran el clásico ejemplo del empresario
que no tenía ningún tipo de escrúpulos para lograr sus objetivos, incluso, como
muchas veces hizo, esconder oro para subir su precio o matar a sus “enemigos”,
si era necesario. Una muy ilustrativa frase que usaba cuando enfrentaba
problemas de huelgas en sus empresas era que “Puedo alquilar a la mitad de los
obreros de este país para que asesinen a la otra mitad”. Tan ambicioso era que,
justo por su especulación con el oro, fue que provocó un viernes negro el 24 de septiembre de 1869, cuando los mercados
financieros estadounidenses tuvieron una brutal caída y las ganancias bajaron
de 65 a 35% (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Jay_Gould).
Gould era, pues, un
verdadero representante de su tiempo, aquel
del Far West, cuando la mayor parte
de los problemas se arreglaban a balazos, tal y como lo hicieron ladrones
famosos como Billy the Kid o Jesse James.
Y, a fin de cuentas, no
es de sorprender, ya que EU es un país cuyos obscuros orígenes tuvieron que ver
con las mezquinas ambiciones de gambusinos, ladrones, tramposos y otros
personajes de dudosa calaña, que ocuparon tierras de nativos, como apaches o
sioux, como si fueran suyas, sólo por el hecho de la superioridad militar. Lo
mismo hicieron con el territorio arrebatado a México años después (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2015/06/en-torno-los-obscuros-origenes-de.html).
Esa es justamente la
tradición que recoge Donald Trump, arreglarlo todo mediante prepotentes órdenes
que salen de la realidad, combinado, claro, con su megalomaniaco deseo de poder
(Hay evidencia de que en una conversación telefónica que tuvo con Enrique Peña
Nieto, además de decirle que no necesitaba a México, lo amenazó con enviar
tropas, si no podían los soldados mexicanos con el narcotráfico. Ver: https://es-us.noticias.yahoo.com/pena-nieto-reganado-y-humillado-por-trump-en-llamada-telefonica-224908063.html).
Esa prepotencia más
propia de un cowboy arreando al
ganado, que de un “presidente” la ha aplicado en sus logros empresariales, marcados siempre por una tendencia a lograrlo
todo y a abarcar cuanto sea posible.
Para comenzar, sus
negocios no se limitan a EU, sino que abarcan varios países: Escocia, Emiratos
Árabes Unidos, Israel, Indonesia, Canadá, Seúl, Panamá, República Dominicana,
India, Filipinas y Uruguay, así que es hipócrita que diga que los empleos se
los “llevan” muchas empresas de EU, si él mismo tiene tantas inversiones fuera.
Justo porque en Dubái, capital de Dubái, uno de los Emiratos Árabes Unidos,
Trump tiene hoteles y edificios o en Indonesia, en donde también posee buenos
negocios, fue que no impidió la entrada de ciudadanos de esos países, también mayoritariamente
musulmanes.
La mayor parte de sus
negocios son los bienes raíces, como torres de oficinas, y suites de lujo,
además de hoteles y campos de golf, programas de televisión, cursos de
“superación personal” (por cada conferencia que ofrece recibe un millón y medio
de dólares), pero también ha incursionado en la elaboración de vinos, agua
embotellada, perfumes, línea de ropa y, por supuesto, eventos mediáticos, tales
como los concursos de belleza de Miss Universo y otros.
Además, su logo y
nombre pueden alquilarse, con tal de que eleve el “prestigio” el hotel o
desarrollo inmobiliario que pagará el derecho a portar el logo de The Trump Organization. (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/The_Trump_Organization).
Es de familia tanta
ambición, pues su abuela, Elizabeth, fue la iniciadora del negocio de los
bienes raíces, ya que gracias a una pequeña fortuna que su esposo Frederick le
dejó al morir él en 1918 de influenza, fue que la viuda dividió el terreno en
donde tenía su casa y construyó departamentos que de inmediato vendió. Era tan celosa de su deber de cuidar los
negocios de la familia, que aun a sus 70 años, seguía recogiendo,
personalmente, las monedas de las lavadoras que se alquilaban en los edificios
de departamentos que los Trump fueron poseyendo con el tiempo. O sea, que la
señora no perdonaba ni los quarters.
Esa avaricia, combinada
con un espíritu de prepotente superioridad, fueron inculcadas en su nieto
Donald, quien no sólo administró muy bien el negocio sino que lo ha ido
ampliando a la par de sus megalómanas ambiciones, incluso, la de coronarse como
presidente de EU, justo porque representa a la mitad de estadounidenses que,
como él, sienten que su país debe, nuevamente, convertirse en el centro de la
atención mundial.
Se calcula la fortuna
de Donald Trump en $3700 millones de dólares (mdd), de acuerdo con la
publicación Forbes (http://www.forbes.com/profile/donald-trump/).
Eso explica por qué se asignó sólo un dólar de sueldo anual como presidente.
Hay que reconocerlo, es una muy populista, pero efectiva medida, que aquí
tendrían que hacer algunos de los mafiosos que están en el poder.
Tampoco ha tenido empacho
Trump en eliminar lo poco bueno que Obama, su antecesor, hizo, tal como el
seguro médico universal, el bautizado como Obamacare,
ni tampoco en echar atrás medidas como la de prohibir la construcción de dos
oleoductos a través de tierras sagradas de la tribu sioux Standing Rock. Trump pretexta
que son creación de empleos, pero no podía dejar de lado los muy fuertes
intereses económicos de los barones energéticos, sus aliados políticos (ver: http://heavy.com/news/2017/01/trump-dakota-access-pipeline-executive-order-dapl-standing-rock-no-keystone-investment-energy-transfer-partners-kelcy-warren-donation/).
El trato que está dando
a esos nativos estadounidenses es similar al que recibían en el siglo 18,
cuando por la expansión territorial y colonialista de EU, los criminales
invasores los trataban peor que a animales salvajes. En el libro Shadows at Dawn (Sombras al amanecer, Penguin Books), escrito por Karl Jacoby,
se describe la cotidiana barbarie y violencia con que se trataban a los apaches
que quedaron en Arizona, luego de que ese territorio, antes mexicano, fue
robado por aquél país a México: “En los 1860’s, la mayoría de los colonos en el
territorio habían adoptado la política de asesinar a todos los apaches que se
encontraran. Era la rígida regla, en todo el país, de disparar a estos salvajes,
nada más encontrarlos. En la de mente muchos arizonianos, el elusivo carácter
de los apaches, justificaba tales acciones… En una ocasión, después de que
varios mineros ingleses emboscaron a una partida de indígenas, uno de los
participantes cortó las cabezas de cinco de los apaches asesinados en el sangriento
encuentro y empleó sus sesos para curtir una piel de venado, comportamiento que
molestó a algunos de los mineros, pero a otros los hizo reír a carcajadas”.
Esas y otras brutalidades cuenta Jakoby en su muy recomendable libro, justo una
recolección de la barbarie ejercida contra los nativos estadounidenses y que,
al parecer, el megalómano Trump trae en su maldita genética.
Por otro lado, sus
absurdos intentos de hacer America Great
Again, lo está llevando a confrontarse con muchas corporaciones, que tienen
fuertes intereses en lugares como China o México, por supuesto. Empresas como
Ambarella, fabricante de semiconductores, u otras tecnológicas, como Marvell o Diana
Shipping Inc., Safe Bulkers, Star Bulk Carriers Corp., Golden Ocean Group,
Navios Maritime Partners, Broadcom Ltd., Qualcomm Inc., NXP Semiconductor,
Texas Instruments, AMD, Apple, Intel, NVIDIA, Western Digital, Eastman
Chemical, PerkinElmer, Coach, Tiffany & Co., 3M, GoPro Inc., MacDonald’s
Corporations, son algunas de las empresas que tienen muy fuertes intereses
asentados en China y que, si Trump siguiera con sus absurdas ideas
proteccionistas de que todo se haga en EU, muy fácilmente muchas de ellas
quebrarían, como Ambarella, que sostiene el 90% de sus operaciones con ese país
(ver: http://www.cbsnews.com/news/trump-china-trade-war/).
El hecho de que Trump prohibió
a Ford construir una nueva planta en México, ya ocasionó que tal empresa
reporte pérdidas por $200 mdd por tan absurda medida (ver: http://www.milenio.com/negocios/ford-planta-mexico-perdidas-cuarto-trimestre-trump-milenio-noticias_0_891510913.html).
Justamente si esa o
miles de empresas estadounidenses (y de otros países, claro), establecen
maquiladoras o armadoras en México, es por el bajo costo de la mano de obra que
pagan. Tal medida lo único que ocasionará es que los automóviles
estadounidenses eleven sus precios y no sean tan competitivos como los coreanos
o japoneses. Matará Trump con sus equivocadas (para el capitalismo salvaje)
medidas a las automotrices y a muchas otras corporaciones. Por eso ya hay gran
preocupación entre éstas.
Justamente el TLCAN
(Tratado de Libre Comercio de América del Norte) se hizo para beneficio no de
México, sino de las empresas estadounidenses que vieron ventajas en no pagar
aranceles, pues al trasladar su producción aquí y reexportarla a EU, aumentan
bastante sus ganancias. Y el “déficit” comercial que menciona Trump que tiene
EU con México, no es con el país, sino con las corporaciones que han sabido
sacar ventaja de tan nefasto tratado.
Para México el TLCAN ha
significado irnos desindustrializando, la caída del campo, la privatización de
nuestro petróleo, de nuestras aguas, de nuestros aún vastos recursos. Así que
si Trump lo elimina, pierden sus corporaciones, no el país. Particularmente es
en la producción alimentaria que estamos mucho peor con el TLCAN, pues ya
importamos más de la mitad de los alimentos que consumimos, incluso maíz, algo
vergonzoso, pues México es el sitio originario de ese básico cereal (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2007/12/apertura-total-del-agro-mexicano-al-tlc.html).
Eso podría ser una
medida positiva, pues, como bien dice el vox
populi, no hay mal que por bien no venga. Forzosamente se tendrían que
diseñar medidas económicas que nos hicieran más autosustentables, comenzando
con la producción agrícola (ya no importaríamos tantos alimentos de EU),
incrementar la petroquímica construyendo más refinerías, impulsando nuestra
investigación científica y tecnológica, pero, sobre todo, mirando hacia el sur,
hacia países latinoamericanos como Bolivia, Ecuador, Brasil, Colombia o
Venezuela. Si en lugar de habernos integrado al TLCAN lo hubiéramos hecho al
Mercosur, en su momento, no tendríamos estos problemas. Y si históricamente nos
hubiéramos aliado más con Latinoamérica que con EU, seguramente estaríamos en
mejor posición y no a merced de un país mayoritariamente racista y enfermo de
poder, como Trump.
Ya Evo Morales declaró
que México debe de mirar y asociarse más al sur. Eso debemos de hacer (ver: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2017/01/27/evo-morales-convoca-a-mexico-a-mirar-mas-al-sur).
Y no pasemos por alto
que su promesa de “construir el muro”, debería de haber sido la de terminarlo, ya que el muro ya existe en
muchos lugares, pues desde 1994 se inició su construcción, en la era de Bill
Clinton, y ha seguido desde entonces. Analistas estadounidenses realizaron un
estudio de factibilidad y hallaron que nada menos que la cementera mexicana
CEMEX podría resultar muy favorecida para la conclusión del muro, que se haría
similar al que rodea a los palestinos en Gaza y Cisjordania, mediante paneles
prefabricados de concreto, nada más para que se vea que no hay escrúpulos para
el capitalismo salvaje, (ver: http://www.marketwatch.com/story/company-best-positioned-to-benefit-from-a-trump-wall-is-mexican-2016-07-15).
El enclave neocolonial
llamado “Israel” mantiene a los palestinos como prisioneros en campos de
concentración, rodeados de altos muros que los separan de los judíos, con tal
de que aquéllos no “les ocasionen problemas” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/04/el-holocausto-palestino-manos-de-israel.html).
Por algo fue que Trump
no tuvo empacho en declarar que los mexicanos son para los estadounidenses,
como los palestinos lo son para los judíos. Vaya más racista y xenofóbica
declaración. Es absurdo que, en pleno siglo veintiuno, cuando en otros lugares
se han derribado muros, como el que separaba a las dos Alemanias, se erijan
nuevos. Y eso no garantizará que EU sea más seguro. Al contrario, será más
odiado dicho país por sus acciones aislacionistas y proteccionistas.
En fin, Trump puede
hacer con su país lo que quiera, pues finalmente fue elegido “democráticamente”.
Lo que no debemos
permitir es que la mafia en el poder de este país tome al megalómano como una
cortina de humo para tapar todos los otros graves problemas que está ocasionando,
que por tantos años se hayan practicado políticas entreguistas y sumisas,
beneficiadoras solamente de los intereses de las gansteriles corporaciones que,
en contubernio con las mafias políticas, han llevado a este saqueado país a la
ruina económica, social, ecológica, tecnológica, alimentaria, cultural… que
padecemos. La violencia y la impunidad imperantes son consecuencia de tanto
oprobio, y si no lo entendemos en estos cruciales momentos, puede tal mafia
aprovecharse para renovar su maltrecho, maquiavélico poder.
Finalmente, aquí
tenemos muchos Trumps mexicanos de
los cuales preocuparnos y deshacernos.
Contacto: studillac@hotmail.com