miércoles, 17 de abril de 2024

El Metro de la CDMX se afecta mucho por los hundimientos crónicos

El Metro de la CDMX se afecta mucho por los hundimientos crónicos

Por Adán Salgado Andrade

 

La ciudad de México se está hundiendo. Históricamente, fue un error que cometieron los españoles depredadores, quienes pensaron que sólo con desecar el lago en donde estaba asentada la gran Tenochtitlan (sobre peñascos, que no se hundían. Como dijeron en ese entonces era la Venecia de América), podrían construir una nueva.

Así que haberla hecho sobre arcillas compresibles y estar extrayendo durante cientos de años agua de los acuíferos, ha ocasionado que se hunda entre 40 y 50 centímetros por año, algo que se conoce como subsidencia.

Por eso es que muchas obras públicas, como el Metro, están afectadas, por los hundimientos. Si a eso, se aúna la falta de mantenimiento, tenemos accidentes como el de la Línea Doce, del 2021, que, independientemente de errores constructivos, corrupción y otras anomalías, también se debió a los hundimientos diferenciales que afectan, sobre todo, a los tramos elevados de ese importante medio de transporte  (ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Accidente_del_Metro_de_la_Ciudad_de_M%C3%A9xico_de_2021).

Y en lugar de dar un imprescindible mantenimiento integral a todas las líneas, prefirió la señora Claudia Sheinbaum (actualmente una de las presidenciables), una carísima “remodelación” de la Línea Uno, que excedió tanto el presupuesto original, así como el tiempo que inicialmente se había fijado para terminarla (febrero del 2023, pero fue hasta noviembre que volvió a entrar en uso). Como siempre “errores de diseño” (trenes chinos adaptados para túneles y andenes que eran para trenes franceses y que sólo detectaron los constructores cuando ya era demasiado tarde), retrasaron y encarecieron bastante esa corrupta obra (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/05/errores-de-diseno-y-tragedias-en-la-muy.html).  

Como señalé, pudo haber sido mejor dar mantenimiento a toda la red del Metro, sobre todo, a los tramos elevados (como ya se está haciendo con unos de la Línea Nueve), que esa cara “remodelación”, pues puede suceder otra tragedia, dados los crónicos hundimientos que afectan a toda su infraestructura, consecuencia, como dije, de la subsidencia que sufre la ciudad de México.

Es lo que expone el artículo del portal Wired, titulado “El Metro de la ciudad de México, se está hundiendo rápidamente. El de sus ciudades, puede ser el siguiente”, firmado por Matt Simon, quien agrega que “la subsidencia está ocasionando que partes de la Ciudad de México, se hundan y sucede en distintos rangos. Es una mala noticia para su sistema de transporte público que está por todas partes”  (ver: https://www.wired.com/story/mexico-city-metro-sinking-subsidence/). 

Dice Simon que gracias a satélites, científicos pueden medir con exactitud el rango de hundimientos en la Ciudad de México, “la que tiene la red del Metro más grande del mundo, después de la de Nueva York”. Cita a Darío Solano-Rojas, científico de la UNAM que emplea sensores remotos, quien dice que “cuando estás en la ciudad, te acostumbras a ver edificios algo inclinados. Y cuando viajas en el Metro, sientes cómo las vías están disparejas, una extraña sensación. No sabes si es peligroso o no. Piensas que es peligroso, pero no tienes esa certeza”.

En efecto, sobre todo cuando se viaja por los tramos elevados, se experimentan las sacudidas cuando un convoy se va aproximando, como si estuviera temblando, pero ya estamos acostumbrados y lo sentimos como algo normal. Y, en efecto, podríamos pensar que es peligroso, pero por la costumbre, ese temor queda de lado…¡hasta que algo grave llegara a ocurrir!

Solano-Rojas usa datos de radares satelitales con los que ha medido los hundimientos de la ciudad entre el 2011 y el 2020. “No se han dado parejos los hundimientos, pues varían por la zona, pero básicamente se deben a la extracción de agua subterránea”, explica aquél.

Y es la razón por la que muchas ciudades se hunden, como Yakarta, capital de Indonesia, que lo hace a 25 centímetros por año “o el valle de San Joaquín, en California, que se ha hundido casi nueve metros en el pasado siglo, por toda el agua que los granjeros han extraído del subsuelo”, explica Simon.

También comenta que se hunde la Ciudad de México diferencialmente, “y en algunas partes, que están construidas sobre roca sólida, no lo hace”.

Se refiere a sitios como el Pedregal de San Ángel, cerca de donde está Ciudad Universitaria, asentados sobre una sólida capa de roca volcánica, que no se hunden, justamente por esa característica.

Se muestran fotos de algunas estaciones del Metro, proporcionadas por Solano-Rojas, como la de Acatitla, de la Línea A, en donde se indican los daños que ocasionan los hundimientos diferenciales. Por ejemplo, las barreras que protegen a las vías, están derribadas en algunos tramos; las vías están deformadas, como en la estación Oceanía, de la Línea 5.

Y se sienten durante el recorrido, las deformaciones, en cómo va saltando el convoy, que se agudiza porque la mayoría de los trenes, muy viejos algunos, tienen malos amortiguadores.    

“El problema es que los hundimientos no son parejos. Por lo mismo, se deben de estar revisando, sobre todo los tramos elevados, pues más de la mitad tienen problemas. Eso debe de hacerse antes de los 50 años, que se establecen para sus revisiones, con tal de que continúen operando óptimamente”.

Dice Simon que solicitó informes al Sistema de Transporte Colectivo, STC, pero no le proporcionaron nada, a pesar de insistentes peticiones.

Claro, no le iban a dar a un periodista extranjero información sobre algo que hasta en el mismo país se mantiene en secreto, sobre todo las causas reales del referido “accidente” de la Línea Doce.

Los 225 kilómetros de vías del Metro, que van subterráneas, superficiales o elevadas, “en algunos tramos, son muy estables, no se hunden, en otros, hasta treinta o más centímetros, así que nuestro objetivo es revisar el daño que puede ocasionarse. Y como en algunos casos, por las lluvias, hay inundaciones de las vías, también se puede afectar el sistema eléctrico”, dice Solano-Rojas.

Otro problema es que las pendientes a las que trabajan los trenes van incrementándose. Están diseñados para una máxima de 3.5 por ciento (es decir, suben 3.5 metros por cada cien de longitud horizontal), así que las máquinas se fuerzan más, además de que pueden descarrilarse frecuentemente (que es lo que ha sucedido en varias ocasiones).

Manoochehr Shirzaei, experto en seguridad medioambiental del Tecnológico de Virginia, citado por Simon, dice que “la infraestructura está hecha para tolerar cierto nivel de subsidencia, pero no para los niveles que vemos en la Ciudad de México, por ejemplo” .

Solano-Rojas le comentó a Simon sobre el referido accidente de la Línea Doce, diciéndole que “cuando analizamos ese tramo, antes del percance, pensamos que algo iba a suceder, pero no nos pareció una coincidencia cuando ocurrió”. Dice Simon que “es cauteloso Solano-Rojas en afirmar que la subsidencia es lo que provocó el accidente y sólo se han mencionado ‘errores constructivos’, pero no se mencionan los hundimientos”.

Por eso es que el STC no le comentó nada a Simon, pues en gran parte, una combinación de corrupción, más hundimientos, más falta de mantenimiento, fue lo que ocasionó ese terrible “accidente” (si así se le puede llamar a negligencia, irresponsabilidad y corrupción. Probablemente Solano-Rojas no quiso comentar eso con Simon, para no politizar el artículo).

Solano-Rojas espera que con su metodología para detectar hundimientos tempranamente, pueda agilizarse el mantenimiento y evitar problemas mayores o accidentes.

Y no es la Ciudad de México, la única que se hunde. Ya mencioné a Yakarta y hasta Nueva York, por tanto peso de sus masivas construcciones, también se hunde, además del problema adicional  que tiene, de que por el calentamiento global, el nivel del mar está subiendo.

Insiste Simon en que la sobreextracción de las aguas subterráneas, agudizan el problema de la subsidencia. En efecto, ahora que la Ciudad de México se está quedando sin agua, los hundimientos serán mayores, “pues es como una botella de plástico con agua, sometida a presión, que al irse vaciando dicha agua, se va aplastando”.

Por eso, se necesitan crear zonas de recarga de agua, para que los acuíferos se llenen nuevamente y los hundimientos se aminoren, lo que, además, disminuiría las inundaciones, como las que se dan en la Ciudad de México, en época de lluvias (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/10/deben-de-habilitarse-mas-areas-de.html).

Finaliza Solano-Rojas enfatizando que con métodos como el que él emplea para localizar tempranamente los hundimientos, “los gobiernos pueden planear y dar mejor mantenimiento a su infraestructura”.

Quizá si se hubiera estado monitoreando la red del Metro, como lo hace Solano-Rojas, se habría evitado esa mortal tragedia.

Y si no se hace y se prefiere hacer caras y corruptas “remodelaciones” de una sola línea, en lugar de un mantenimiento integral, el Metro de la Ciudad de México seguirá hundiéndose y más “accidentes” terribles, como el de la Línea Doce, pueden suceder.

 

Contacto: studillac@hotmail.com