Los gazatíes sólo tratan de no morir
Por Adán Salgado Andrade
El infame genocidio judío contra Gaza ya lleva seis meses y Netanyahu se jacta de que está lejos de terminar, “hasta que no destruyamos totalmente a Hamas”.
Gaza era, hasta antes de la invasión, una vibrante ciudad. Sus habitantes, como los de cualquier urbe en constante movimiento, trabajaban, estudiaban, tenían negocios, pensaban en promisorios futuros, hacían ejercicio, se divertían, asistían al cine…
Ahora, ¡sólo piensan en sobrevivir, consiguiendo agua o comida como se pueda, y rogando a Dios no ser destrozados por algún misil judío! (bombas que no construye Israel, sino que le son vendidas o entregadas como “ayuda”, sea por Estados Unidos, Inglaterra o algún otro país que actúe como cómplice de esa carnicería).
El artículo de The Guardian titulado “’Sólo pensamos en cómo permanecer vivos’: el horror de la vida diaria para aquéllos atrapados en Gaza”, firmado por Peter Beaumont y Kaamil Ahmed, expone cómo el único presente objetivo para los gazatíes es no morir de hambre, de sed o por un bombardeo judío. Agregan como subtítulo que “con más de 33,000 fallecidos y una creciente hambruna, algunas de las personas atrapadas en el conflicto, hablan acerca de sus diarios esfuerzos sólo para existir” (ver: https://www.theguardian.com/world/2024/apr/07/all-we-think-about-is-how-to-stay-alive-the-horror-of-daily-life-for-those-trapped-in-gaza).
Una foto de varias niñas y varios niños palestinos, haciendo fila para conseguir algo de comida, abre el artículo. Lo sorprendente es que a pesar de tantos sufrimientos, tantas amenazas a sus tiernas existencias, que quizá algunos sean huérfanos, se ven sonrientes, genuinamente “felices”, si cabe esa palabra, a lo mejor porque están siendo fotografiados o porque van a recibir una porción de comida…
Quién sabe, pero se ven contentos, con esas sonrisas tiernas, inocentes, que niños en condiciones normales tendrían.
O a lo mejor es una forma inconsciente de suavizar, atenuar sus múltiples sufrimientos…
Pero el hecho es que están sonriendo…y eso es bueno, que aun en medio de tantos horrores que los judíos les han ocasionado, lo hagan. Un cínico diría que son optimistas.
Yo digo que es una sonrisa de resignación. Sí, ante el dolor, al menos, mostrar una sonrisa, ¿no?
Dicen los reporteros que el promedio de calorías que ingieren los gazatíes es de 250 por día, dos rebanadas de pan para sándwiches, “que es un doce por ciento de la recomendada diariamente”.
Incluso, para los que tienen dinero, no es fácil conseguir comida, menos para los que nada poseen.
Der acuerdo con la ONU, 1.1 millones de personas vivirán una hambruna catastrófica, aunque no siga el conflicto.
Dice una madre, entrevistada por la Oxfam, una agencia británica de ayuda, que “antes de la guerra teníamos buena salud, cuerpos fuertes. Ahora, veo a mis niños y a mí, cómo hemos perdido mucho peso. Tratamos de comer lo que sea, plantas comestibles o hierbas, nada más para sobrevivir “.
Otra madre de seis se refirió en términos semejantes: “sólo se venden plantas en los mercados y muy caras. No hay vegetales, ni frutas, ni jugo, ni lentejas, ni papas, ni berenjenas… ¡nada! La gente sobrevive comiendo geranios”. En una Gaza en ruinas, amenazada constantemente por bombas, la gente repite el refrán que dice “Todavía estoy vivo. Todavía estoy respirando”.
Mohammed Mortaja, uno de los miles de desplazados que viven en la ciudad de Rafa, al sur, dice que “no sé si siento otra cosa más que miedo, tristeza y frustración. Todas las mañanas el sol sale y estás vivo. Tu tarea diaria es mantenerte con vida, buscando agua, comida y escapando de los bombardeos y la ocupación” .
“Sólo trato de sobrevivir, no me importa nada más, no me interesan las noticias. Ni confío en que vaya a haber un cese al fuego. Sólo busco cómo quitarme la sed y el hambre y espero ansioso mi muerte”.
Muy terribles sus palabras, denotan que ya no tiene esperanza y que sólo le interesa sobrevivir, nada más, no le importan los otros. Eso está dejando el genocidio en muchos, un individualismo de sobrevivencia que, a diferencia de los niños sonrientes, está creando autómatas que buscan ver un día más, antes de morir, pues ni esperanzas tienen de salir vivos del conflicto.
Han perecido más de 33,000 personas, más de 13,000 de ellas, niños, algunos de los que, como dije, todavía sonríen.
Fotos de una ruinosa Gaza se muestran. La reconstrucción, si es que se da, tomaría muchos años y demasiado dinero.
Edificios públicos, departamentales, universidades, hospitales, escuelas, infraestructura hidráulica y eléctrica… reducidos a escombros o parcialmente destruidos . Se calcula que un 35 por ciento de todas las edificaciones han sido destruidas o dañadas en la infame ofensiva.
No sólo eso, sino que enfermedades debidas a la insalubridad, por la carencia de agua, drenaje, alimentos adecuados, están surgiendo y también están matando a los gazatíes.
La ayuda alimentaria, para evitar que mueran de hambre está muy restringida. Incluso, hasta los genocidas judíos matan a trabajadores que llevan alimentos, como sucedió con los de la ONG World Central Kitchen, de los que fueron asesinados siete hace unas semanas deliberadamente (ver: https://www.cbsnews.com/news/israel-gaza-world-central-kitchen-strike-jose-andres-direct-attack-aid-workers/).
Señalan los reporteros que muchos funcionarios coinciden en que es inevitable una hambruna, pues Israel ha estado bloqueando las rutas por donde entra la ayuda y, a estas alturas, aunque se abran, no bastará.
Todavía está en pie la necedad del genocida principal, Benjamín Netanyahu, de que quiere invadir Rafa, pues, según él, “sólo así se acabará con Hamas”.
Pero en esa ciudad han sido desplazados 1.5 millones de gazatíes, siendo el único sitio “seguro”, digamos, que queda. Si se realiza una invasión terrestre, no tendrán en dónde refugiarse todos esos gazatíes.
Ahmed Masoud, un activista humanitario, que ahora vive en Rafa, después de que ha sido desplazado seis veces en los pasados seis meses, dice que “he perdido a 40 amigos, mi casa y mi trabajo y quizá hasta pierda mi salud mental. Sólo pienso en permanecer vivo, conseguir agua, comida. Y cuando cae la noche, tememos que nos mate un bombardeo, pues a toda hora oímos los aviones y los drones. Me da miedo que no sobreviva esta maldita guerra. Me sorprende no haber perdido todavía mi salud mental”.
Y de todos modos, no se sienten seguros en Rafa, pues temen que, en cualquier momento, se dé la invasión terrestre con la que tanto amenaza Netanyahu.
Muchos con contactos externos, sólo piensan en pedir dinero para pagar las altas sumas requeridas para escapar a Egipto.
Dice Masoud que “Estados Unidos no sabe nada de una ‘zona segura’ para evacuarnos. No sé, para ser honesto, de qué ‘zona segura’ hablan. Ya estamos acostumbrados a que nos maten, aunque todavía nos dé miedo, a escuchar noticias tristes, a no tener nada ya qué perder. Así que aquí estamos, enfrentando nuestro destino”.
Las negociaciones están estancadas, sobre todo por la necedad de Israel de la “victoria total” sobre Hamas, pero Michael Milshtein, ex alto oficial de inteligencia del ejército israelí y actualmente experto en estudios palestinos de la Universidad de Tel Aviv, citado por los reporteros, dice que Israel sólo tiene dos opciones: aceptar un cese definitivo al fuego y realizar un intercambio de rehenes o, dos, acabar con Gaza, para “aniquilar a Hamas”.
Amos Harel, del periódico israelí Haaretz, también citado por los reporteros, dice que la guerra está estancada, las tropas desgastadas, insensibles, con la sola convicción de que no “hay palestinos. Inocentes. Y está claro que las promesas de Netanyahu de ‘victoria total’, ya no se cumplirán”.
Pero a pesar de que Israel está aislado, continuará un genocidio en el que las únicas víctimas son los civiles de Gaza que están luchando sólo por sobrevivir cada día.
Y quizá sea el plan de Netanyahu, exterminarlos para reocupar su territorio y ampliar, felizmente, a Israel.
Contacto: studillac@hotmail.com