Se reduciría el consumo de dietas muy contaminantes si se etiquetan con su impacto ambiental
Por Adán Salgado Andrade
Se insiste en que para reducir la contaminación y mantener el calentamiento global a no más de 1.5º C, se deben de reducir las emisiones contaminantes.
No sólo que se deje de usar petróleo o carbón. Un sesenta por ciento de las reservas petroleras que existen actualmente y un noventa por ciento, de las de carbón, tendrían que dejarse sin explotar desde ahora (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/12/una-abogada-de-guayana-lucha-contra.html).
También, ya se reconoce que el híper consumo, que provoca la sobreproducción del depredador y contaminante capitalismo salvaje – sin la cual, no puede sobrevivir –, es también el responsable de tanto calentamiento, pues no es la misma huella de carbón que deja un somalí, que ni agua, ni comida tiene, que un estadounidense o un europeo clasemedieros, con todos los lujos, como grandes casas, autos enormes, desperdicio de comida y otros excesos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/11/por-fin-se-reconoce-que-el-hiper.html).
Y por supuesto que las contaminantes guerras, también aportan una gran cantidad de emisiones contaminantes. Pero ésas, ni siquiera se mencionan en las reuniones que hace el IPCC (International Panel for Climate Change). Es necesario que también se denuncie el gran daño que ocasionan, por las emisiones, no sólo de CO2 o metano, sino de metales pesados a la atmósfera, suelos y mares, por tantas explosiones de bombas y funcionamiento de vehículos militares de todo tipo. Pero como las guerras son necesarias para que la industria armamentista siga pujante, por eso, no se tocan (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/las-destructivas-y-contaminantes-guerras.html).
Tímidamente ya mencionó el IPCC que también se debe de cambiar a una dieta menos contaminante. Y eso incluye que tendría que reducirse drásticamente – o eliminarse –, la producción de carne roja. Es justamente la industria del ganado bovino, la que más contamina. Por ejemplo, las flatulencias de las vacas y borregos, así como su estiércol son responsables del 15% de las emisiones globales. Tan sólo la industria del ganado vacuno y lechero, produce el 65% de todas las emisiones de la industria cárnica (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/01/la-eliminacion-de-la-produccion-de.html).
Pero para miles de millones de humanos, es difícil eliminar su adicción cárnica. Por ello, ahora se está proponiendo que se etiqueten los paquetes de carne roja, bisteces, por ejemplo, con leyendas que indiquen que son alimentos no sustentables, muy dañinos del medio ambiente y que contribuyen, con creces, al calentamiento global.
Es lo que expone el artículo de The Guardian, titulado “Etiquetas sobre el impacto ambiental, podrían ayudar a que la gente consuma menos carne”, firmado por Helena Horton, quien introduce su trabajo diciendo que “información sobre el impacto ambiental, puede persuadir a consumidores a que no elijan comida que tenga una alta huella de carbón, indica un estudio (ver: https://www.theguardian.com/environment/2022/dec/27/climate-impact-labels-could-help-people-eat-less-red-meat).
Dice Horton que las etiquetas del impacto ambiental, en alimentos como la carne roja, “son un medio efectivo para hacer que la gente deje de adquirir opciones que afectan negativamente al planeta, muestra un estudio”
Y es muy grave tal impacto, pues tan sólo en Inglaterra, “alrededor del 85% de las tierras agrícolas, se usan como pastos para vacas o para sembrar cultivos que sirvan para alimentar el ganado. Henry Dimbleby, es representante gubernamental de los alimentos en ese país, y dice que se tendría que reducir el consumo de carne un 30 por ciento, en los siguientes diez años. Pero Greenpeace, afirma que tendría que ser de un 70 por ciento”.
Y es que el impacto ambiental que deja la producción de carne roja, como mencioné, es brutal. Por cada cien gramos que se producen de carne roja, se emiten 87 kilogramos de CO2. La tierra requerida para producir esos cien gramos, es de 370 metros cuadrados. Por eso, una opción, sería la carne vegana, hecha de leguminosas como la soya o el chícharo, que tiene mucho menos impacto ambiental (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/09/la-carne-hecha-con-vegetales-es-mas.html).
Además, se requieren 2,400 litros de agua, para obtener una hamburguesa, que abarca todo el proceso, desde la crianza del ganado, hasta el procesamiento de la carne (ver: https://www.city.ac.uk/news-and-events/news/2019/10/one-hamburger-takes-2400-litres-of-hidden-water-to-make).
El estudio se efectuó con voluntarios a los que se eligió aleatoriamente y se publicó en el Jama Network Open. “Se les pidió a los participantes elegir un menú con menos impacto ambiental, de tres categorías. Uno, que era un etiquetado general de todos los grupos. Un segundo, de alimentos con bajo impacto (etiquetas positivas) y un tercero, con alto impacto (etiquetas negativas)”.
Las etiquetas para los alimentos con bajo impacto, decían que “este alimento, tiene bajo impacto, pues emite pocos gases efecto invernadero”, en tanto que cosas como carne roja, decían “este producto tiene un gran impacto ambiental y emite muchos gases efecto invernadero”.
Y los resultados fueron que 23.5 por ciento de los participantes, disminuyeron sus elecciones de comida contaminante, en tanto que un 9.9 por ciento, incrementaron su elección de alimentos poco contaminantes.
Es decir, que funciona más el etiquetado de alimentos muy contaminantes, que el de los menos, quizá porque la gente que elige éstos, ya esté acostumbrada a ingerirlos.
Claro que, de todos modos, elegir pollo o pescado, tampoco es muy sustentable, sobre todo, los pollos, cuya producción es también muy contaminante (ver: https://www.theguardian.com/environment/2022/jul/14/tesco-chicken-deal-uk-favourite-river-wye-pollution).
La producción creciente de pollo, tan solo en Estados Unidos, “per cápita, genera 404 libras (183 kilogramos) equivalentes de CO2, 1,690 pies cuadrados (157 m2) de hábitat, 15,500 galones (58,673 litros) de agua y 117 libras (53 kilogramos) de estiércol” (ver: https://www.biologicaldiversity.org/takeextinctionoffyourplate/pdfs/ChickenFactsheet.pdf).
Así que multipliquen todo eso por los casi 332 millones de estadounidenses, y la contaminación producida por la crianza de pollos es brutal.
Y es que países justo con Estados Unidos, son renuentes a dejar de comer carne, pero “si se redujera el consumo de carne roja, las emisiones de gases efecto invernadero, disminuirían hasta en un 55 por ciento”.
El resultado del estudio es que si se le dice a la gente de los impactos ambientales negativos de un alimento, “es más efectivo, que si se les informa de que están eligiendo un alimento menos contaminante”.
Así que pongamos letreros en las carnicerías, taquerías y barbacolleras, informando de todo el negativo impacto que comer bisteces, tacos y la gustada barbacoa dominical, tienen en el medio ambiente.
Pero la gente muy adicta, probablemente, ni se sienta aludida.
Sin embargo, quizá sólo cuando se estén muriendo los carnívoros por el brutal calentamiento global, ocasionado por tantas emisiones contaminantes, la de las carnes, entre ellas, vaya a lamentarse no haber dejado de comer sus gustados tacos de barbacoa.
Contacto: studillac@hotmail.com