lunes, 12 de diciembre de 2022

Ciudades más densas pueden disminuir contaminación

Ciudades más densas pueden disminuir contaminación

Por Adán salgado Andrade

 

El anárquico crecimiento de la ciudad de México, se ha debido a que intereses inmobiliarios ven muy rentable seguir expandiendo la zona metropolitana hacia la periferia, convirtiendo bosques o tierras agrícolas en ineficientes fraccionamientos que sólo sirven para que sus habitantes salgan muy temprano a su centro de trabajo, enclavado en la ciudad misma, y regresen muy tarde, sólo para mal dormir. Por eso se les llama ciudades-dormitorio, pues sólo mal cumplen la tarea de permitir que la mayoría de sus habitantes, sólo duerman allí. Y si eso se refuerza con créditos públicos para vivienda, hay desarrollos residenciales que ni siquiera sirven para ir y venir. Como se hacen en otros estados, sólo funcionan como casas de “fin de semana”, para ir a “descansar” los viernes por la tarde, sábados y parte de los domingos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2009/02/creditos-gubernamentales-para-vivienda.html).

Esa situación, no sólo hace más difícil la vida para las personas que siguen esa rutina a diario, sino que implica que se multipliquen problemas como el transporte, insuficiente el público en las horas pico, o el tráfico, por tanta gente que usa sus autos desde las zonas aledañas, para acudir a las zonas urbanas en donde se concentran las labores, como el Centro o el sur. Sólo hay que ver cómo avenidas como Ignacio Zaragoza, Tlalpan o Insurgentes, se colman en las mañanas o por las tardes de vehículos, de tanta gente que va y viene a trabajar o a estudiar a la ciudad de México.

Se estima que de los municipios conurbados a la ciudad de México, alrededor de 2.25 millones de personas se trasladan cada día, sea mediante transporte público (un 67%) o auto particular (un 25%). ¡Demasiada centralización! (ver: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2018/EstSociodemo/OrgenDest2018_02.pdf).

Pero los problemas no concluyen allí. Para proporcionar de elementales servicios a ciudades-dormitorio, se requiere infraestructura. Y entre más crezcan, de todos modos – si son fraccionamientos legales, digamos –, deben de contar con agua entubada, electricidad, drenaje, vialidades, alumbrado público, vigilancia… Si se hace un nuevo fraccionamiento para cinco mil personas, tendrá que contar con todo eso.

Además, tanta construcción, contamina, así como todo el transporte para trasladar a la gente, servicios, mercancías… que cada nuevo desarrollo habitacional – generalmente anárquico e ilegal – requiere.

Luego del terremoto de 1985, esta tendencia de desordenado y caótico crecimiento de la ciudad de México, se agudizó más de lo que ya había sido.

Se prefirió que creciera la ciudad a la redonda, aunque desordenadamente, a que si se hubieran reconstruido o hecho nuevos edificios en donde se colapsaron. Pudieron haberse hecho viviendas de interés social, para que la gente de bajos recursos, los ocupara. Pero, como dije, privaron los intereses de inmobiliarias ávidas de fáciles ganancias al hacer viviendas en terrenos agrícolas o boscosos, que obtuvieron casi por nada.

Por otro lado, tampoco se llevaron a cabo los planes – que se hicieron – para descentralizar a la ciudad, que la gente no tuviera que trasladarse demasiado para sus centros de trabajo, escolares, comerciales y así.

Todo eso ha llevado al gigantismo urbano que experimentamos, con caótico transporte público, nefasto tráfico, servicios públicos ineficientes, crecimiento de la marginación social, entre otros problemas. La ciudad ha crecido muy desordenadamente.

No es la única ciudad del mundo en expandirse así, por supuesto. Y son las ciudades de países pobres, las que más crecen anárquicamente, porque, además, casi son los únicos “polos de desarrollo”, dado que los poblados cercanos y estados circundantes, no tienen capacidad para proporcionar los empleos requeridos por millones de personas que los necesitan.

Ahora hay una tendencia, al menos en algunas ciudades europeas o estadounidenses, a redensificar a las urbes. Es la idea de que todo cabe en un jarrito, sabiéndolo acomodar.

El artículo del portal Wired, titulado “Las ciudades europeas se están hacinando más y es una buena idea”, firmado por Matt Reynolds, expone esa tendencia, indicando que “el crecimiento anárquico de los suburbios, ha sido un desastre para el medio ambiente. Pero ahora, ciudades más pequeñas y densas, están imponiendo una tendencia en la vida urbana” (ver: https://www.wired.com/story/europe-cities-populations/).

Reynolds ejemplifica con la ciudad alemana de Leipzig que, luego de la reunificación de las Alemanias, en los 1990’s, comenzó a vaciarse, tanto que en el año 2000 una da cada cinco casas de la ciudad “estaba desocupada”. Fueron demolidas, para hacer nuevos desarrollos urbanos. “Nuevos inmigrantes elegían vivir cerca de la ciudad, en donde estaban sus actividades. Ahora, es una de las ciudades alemanas que más están creciendo, añadiendo un dos por ciento de nuevos habitantes cada año”.

Y lo ha logrado, sin expandirse a las afueras. Dice Reynolds que se ha combinado un diseño más eficiente con nuevas formas de concebir a las ciudades. Por ejemplo, se añaden más áreas verdes, en donde no sólo hay árboles, sino también hay huertos urbanos, muy eficientes para disminuir el efecto isla de calor y para abastecerse localmente de alimentos por quienes los impulsan (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/09/sembrar-huertos-masivamente-en-las.html).

Explica Reynolds, a lo que me referí arriba, de que las ciudades comenzaron, a partir de los 1970’s, a crecer hacia los suburbios. Eso dio lugar a la cultura del auto y las grandes vialidades, como ha sucedido en Estados Unidos, en donde los llamados commuters, son personas que viajan dos o más horas en auto, desde sus casas a sus centros de actividades (en ciudades como Los Ángeles, es un grave problema, pues como ha crecido en la periferia, millones de automovilistas circulan por las autopistas diariamente para acudir a esa, igualmente, hacinada ciudad. En la ciudad de México no son muchos los commuters, pero, sí, los millones que se trasladan en deficiente transporte público).

Cita Reynolds a Chiara Cortinovis, planeadora urbana de la Universidad de Humboldt, de Berlín, quien ha estudiado 331 ciudades, las cuales, se vaciaron entre el 2006 y el 2012, pero desde el 2018, “la mayoría se han redensificado”. “Ha sucedido en lugares como Londres, Estocolmo y Nápoles, lo que significa que estos sitios, tienen la capacidad de absorber a los recién llegados”.

Se tiene una iniciativa de que para el 2050, ninguna ciudad crecerá hacia las afueras. Únicamente lo harán desde dentro, con diseños más eficientes y humanos, “con tal de que hasta sean atractivas”.

Es muy cierto, pues si una ciudad se hace lo suficientemente atractiva como para garantizar no sólo las actividades normales, sino culturales, artísticas y de esparcimiento, la gente no tendría que salir, incluso, de ellas, para tener vidas hasta más placenteras. Yo las llamaría ciudades-crucero de lujo, pues en un crucero, a pesar de estar en altamar, la gente tiene de todo para pasarla bien.

En la actualidad, por fortuna, sólo uno por ciento del área habitable global son ciudades. Además, sería mejor, pues de esa forma, no se invadirían hábitats, que es otro de los graves problemas que ocasiona tanto expansionismo urbano. Por eso, hasta se busca que áreas abandonadas de ciudades se renaturalicen, con tal de que regresen especies silvestres, tanto vegetales, como animales (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/12/muchas-ciudades-estan-recuperando-areas.html).

La ciudad de Nueva York, ejemplo de hacinamiento – aunque deshumanizado, que no es la idea –, aun así, reporta un promedio de CO2  de 7.1 toneladas por habitante al año, comparado con “el promedio estadounidense, de 23.9 toneladas. Lo mismo sucede con Londres, Austria y Finlandia y otras ciudades estadounidenses, que muestran menos contaminación per cápita que otras”.

De hecho, en efecto, hace unos años que estuve en Nueva York, se comprende su densidad poblacional, pues afuera de altos edificios de departamentos y oficinas, los grandes contenedores de basura, situados al frente, se llenaban de desperdicios dos veces al día, las mismas veces que camiones recolectores los vaciaban.

Pone como ejemplo Reynolds de la eficiencia de una ciudad a que “no sería lo mismo que un repartidor de correspondencia las entregue a quinientas personas, que vivan en una compacta unidad, que a las que vivieran en un pueblo de 500 personas, todas alejadas de sí”.

La idea es de que todo esté “a distancia de quince minutos”. Eso haría innecesarios a los contaminantes y ocasionadores de tráfico, vehículos, y haría viable usar más las bicicletas o caminar.

También se refiere Reynolds a la idea arriba expuesta de que los desarrolladores prefieren la creación de nuevas zonas urbanas en la periferia, por ser “más barato y lucrativo”, en lugar de repoblar zonas al interior de las ciudades. Se debe de prohibir ya tal crecimiento (en la ciudad de México, ya hay acciones así, de prohibir nuevas construcciones en la periferia, pero, de todos modos, se siguen haciendo, gracias a la corrupción imperante).

Para lograr proyectos así, tendría que involucrarse más al sector público, que se financien unidades habitacionales hacia dentro de las ciudades, humanas, placenteras, atractivas, que haya fuentes de trabajo y educativas en las inmediaciones, áreas verdes, recreativas, culturales…

Pero, por desgracia, las que planean son las inmobiliarias, que buscan maximizar sus ganancias, construyendo grises palomares, faltos de condiciones que los humanicen, los hagan atractivos y, sobre todo, que sean funcionales, es decir, que estén cercanos a las actividades de los que allí habitarán.

Esos nuevos conceptos de ciudades redensificadas, pero rehumanizadas, son vitales si se quiere que éstas también contribuyan a aliviar el calentamiento global.

De otra forma, nos arriesgamos al gigantismo desmedido, como sucede con la ciudad de México.

Probablemente, de seguir las cosas aquí como van – que es lo más probable, desafortunadamente –, en el 2050, con tanta conurbación, la gente vea a ciudades como Pachuca, Cuernavaca, Puebla o Teotihuacan como nuevos barrios, no como las ciudades alejadas que todavía son.  

 

Contacto: studillac@hotmail.com