Las bibliotecas de Estados Unidos son hostigadas por los censores de libros
Por Adán Salgado Andrade
Desde hace años, en Estados Unidos (EU), hay una retrógrada tendencia a censurar algunos libros por gente que, sin haberlos leído, dice que no “son adecuados” para niños y/o adolescentes.
Libros que hablan sobre vergonzosos hechos históricos, homosexualidad, problemas raciales o temas “controvertidos”, han sido prohibidos por “autoridades” de distintos niveles, comenzando por “padres de familia” hasta gobernadores (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/03/crecen-los-libros-prohibidos-en-estados.html).
Obviamente, son obscurantistas ataques a la cultura, la que, por ningún motivo, se debe de censurar. Al contrario, entre más manifestaciones culturales haya, se amplía el criterio y la tolerancia. Esta sociedad cada vez más cerrada e intolerante, lo que menos necesita, son prejuicios y ataques adicionales, a las distintas propuestas de conocimiento que nos engrandezcan.
No ha quedado la censura en prohibir libros, sino que esos modernos macartistas, ahora están enfocando sus ataques a la bibliotecas públicas estadounidenses, en su afán de que eliminen de sus catálogos las satanizadas obras.
El artículo del portal teenVogue, titulado “La presidenta de la Asociación de Bibliotecas de EU, declara que esos lugares están siendo hostigados”, firmado por Mary Retta, expone ese creciente problema (ver: https://www.teenvogue.com/story/american-library-association-president-book-bans-censorship).
Dice Retta que las bibliotecas son espacios “cruciales para aprender y que las comunidades se desarrollen. Pero también están experimentando ataques sin precedente. De acuerdo con datos recientes de la campaña Unite Against Book Bans (unámonos contra la censura de libros), hubo 781 intentos de prohibir o restringir libros y 1,835 títulos individuales desafiados, entre el 1 de enero y el 31 de octubre del 2022. Esto es un gran incremento desde el 2019, cuando hubo 377 desafíos. Un gran número de tales libros, tratan problemas de raza, género, sexualidad e identidad o que son escritos por escritores estigmatizados”.
Como comento arriba, son ataques de personas ignorantes que ni siquiera han leído tales libros, guiadas por otros idiotas que los atacan por simples prejuicios, cerrazón y un dañino ultraconservadurismo, que atenta contra los avances liberadores del conocimiento universal.
En Tennessee, por ejemplo, los mismos legisladores de ese partido dominado por republicanos, quieren forzar a los bibliotecarios a que listen los materiales que ofrecen y que conduzcan reseñas frecuentes para que “aseguren que sus libros son apropiados para cierta edad, algo que aquéllos bibliotecarios consideran absurdo. Pero muchos, han sido atacados o exhibidos públicamente, calificados de pornógrafos o pedófilos por mantener ciertos títulos”.
Por ello, Retta entrevistó a la presidenta de la American Library Association (ALA), Lessa Kanani’opua Pelayo-Lozada para saber su opinión sobre las censuras hacia los libros y qué está tratando de hacer la asociación para evitarlo.
Dice Pelayo-Lozada que, en efecto, están teniendo las bibliotecas múltiples ataques de personas que llegan “no con un título, sino con listas de cientos, que ni han leído, pero que dicen que debemos de eliminar. Y eso se conjunta con la falta de apoyo del gobierno y pocos fondos para apoyar a las bibliotecas. No es fácil administrar una, pues se requiere tener un titulo en biblioteconomía, y un espíritu altruista, pues los salarios son bajos”.
Explica el proceso que se requiere para censurar un libro, si lo amerita. Desde que el censor expone el título. “Le explicamos porqué lo adquirimos y a quién puede servir. Si no está conforme, se forma un comité con personal de la biblioteca y público en general, para que lo lean y emitan su opinión de si se debe o no censurar. Pero el problema adicional es que estamos teniendo a políticos que usan la censura de libros, como acciones de sus campañas para gobernadores o legisladores, como uno de Texas, que quería prohibir 800 títulos, y lo hacen en muy promovidos actos legislativos”.
Claro, esos imbéciles, mafiosos, conservadores “políticos”, quieren reivindicarse ante la mitad de estadounidenses que pugnan por el regreso al conservadurismo, que siguen siendo racistas, que sólo reconocen “dos sexos”, que quieren que se oculten los vergonzosos orígenes de EU y otras infamias. Para esos autómatas sin consciencia, son los actos de, podría decirse, quema pública de libros, al ser censurados.
Dice Pelayo-Lozada que la consecuencia de la censura es que no se tengan libros que ofrezcan distintas ideas a la comunidad, que refuercen el consenso y la unidad social, “además de que se está penando que los bibliotecarios ofrezcan ciertos títulos, como en Oklahoma, en donde se quiere juzgar a empleados que ofrezcan libros sobre el aborto (desde que se prohibió el aborto en varios estados de EU, se están dando esas aberraciones, como, incluso, encarcelar a doctores que lo practiquen). Los exponen públicamente y los acusan de todo tipo de falsedades”.
Retta le preguntó si está sucediendo lo mismo que en las escuelas, en donde, desde hace años, maestros renuncian por bajos sueldos, malos tratos y censura. “Sí, está sucediendo lo mismo con los empleados de bibliotecas que renuncian, sobre todo, de las de escuelas, por bajos salarios. Además buscan empleos en donde no los ataquen, pues sufren de estrés y traumas, a causa de tan infundados hostigamientos, que, en varios casos, han llevado hasta al suicidio”.
Es entendible y grave que prefieran renunciar a promover la cultura, en vista de que cavernícolas mentales hasta los quieran asesinar por “deformar las mentes de nuestros hijos”.
También, critica Pelayo-Lozada que se busque que se quieran asignar “categorías” de edad en la bibliotecas para los libros contenidos, “pues nosotros adquirimos las obras, en base a nuestra experiencia. Que ahora quieran hacerlo padres de familia y autoridades, es como poner en entredicho nuestra experiencia”.
Dice que la ALA ayuda a sus asociados con gastos legales y salarios, en caso de que suspendan sus actividades. Y que a través de campañas como la de Unite Against Book Bans, se oponen a las censuras. “Nos aliamos con editoriales y autores. También, creamos clubes de los libros prohibidos. Sobre todo, hablamos con la gente que los quiere censurar, para ver sus razones y convencerlos de lo contrario. Es esa gente, la que haría la diferencia en que esos libros sigan en nuestros estantes”.
Pelayo-Lozada resalta la importancia de las bibliotecas, “pues son como un tercer espacio en donde la gente puede aprender, socializar, incrementar su cultura, certificar sus estudios GDE (General Educational Development Test, prueba general de desarrollo educativo, para la gente que no estudió una carrera, pero que puede obtener un certificado, demostrando ante la instancia indicada – en México, es la SEP –, que es proficiente en los estudios que afirma tener). La gente va a la escuela o a su trabajo y las bibliotecas, son un tercer sitio en donde puede adquirir todo eso. Podría socializar en un café o tomar clases extracurriculares, pero eso cuesta. Nuestros servicios son gratuitos y eso es muy importante que se conserve”.
Tiene razón Pelayo-Lozada. Para eso han servido las bibliotecas, desde siempre. No sólo las públicas, sino las que tenemos en casa (bueno, los que acostumbramos la lectura), que siempre se aprende algo nuevo, después de leer un libro.
Pero así como van los trogloditas medioevales de EU, de buscar que todo o casi todo se censure, terminarán las bibliotecas ofreciendo solamente la Biblia, como el único libro permitido para leer, igual que claman muchas sectas, los cristianos, entre ellas, que debe de hacerse.
Así, además, se mantendría en la ignorancia a la mayoría de la población, una excelente forma de ejercer un autoritario, despótico control.
Puede parecer absurdo, pero podría suceder.
Contacto: studillac@hotmail.com