Las contaminantes colillas de cigarros
Por Adán Salgado Andrade
Una de las adicciones más comunes es el fumar. La gente, por imitación, sobre todo, comienza a inhalar humo de cigarros, desde la adolescencia. Y lo hacen hasta que el hábito los enferma y mata. Siete millones de personas mueren cada año globalmente por fumar “y si la tendencia actual, no cambia, llegarán a ocho millones en el 2030” (ver: https://www.cdc.gov/tobacco/data_statistics/fact_sheets/fast_facts/diseases-and-death.html).
El fumar, provoca cáncer, problemas cardiacos, embolias, enfermedades pulmonares, EPOC, diabetes, enfisema, así como bronquitis crónica. Y también incrementa el riesgo de tuberculosis, daños oculares y problemas en el sistema inmune, incluyendo artritis reumatoide, además de disfunción eréctil en hombres.
Así que, como ven, es una muy mala adicción, que ocasiona muchos males.
Pero no queda allí, sino que la producción de cigarros, más el humo producido, son muy contaminantes, llegando a emitir unos 80 millones de toneladas de CO2 anualmente. Por otro lado, se deben de cortar 600 millones de árboles cada año para cultivar tabaco – un árbol debe de cortarse para producir 15 paquetes de cigarrillos – “Y desde los 1970’s, se estima que se han perdido 1,500 millones de hectáreas de bosques – selvas, muchos –, lo que ocasiona un 20 por ciento de las emisiones anuales de gases contaminantes, para el único propósito de sostener la adicción al tabaco e incrementar las ganancias de las tabacaleras”.
Pero los problemas no paran, pues las colillas que se tiran casi en cualquier lugar – es común de los fumadores, tirarlas en donde sea –, están contribuyendo a agravar los problemas ambientales. Cada año, los 4.5 billones (4,500,000,000,000) de colillas producidas, que se tiran, agravan la basura plástica, pues son hechas de acetato de celulosa, una especie de plástico. Y terminan, la mayoría, en el mar, “siendo uno de los diez tipos de plásticos más comunes que ya invaden el plástico. Además los químicos que contienen son muy tóxicos para el medio ambiente”.
Y también se emplea demasiada agua en hacerlos, llevándose cada cigarrillo “unos 3.7 litros de agua para hacerlo, en promedio. Globalmente, la industria tabacalera emplea ¡22 mil millones de toneladas de agua cada año! Absurdo, en un mundo cada vez más sediento. Pero, además de usar tanta agua, la contaminan. Se han realizado estudios de que una sola colilla sumergida en un litro de agua, “es suficiente para matar a 50 por ciento de peces de agua dulce o salada, sumergidos en ella por 96 horas” (ver: https://exposetobacco.org/news/effects-of-tobacco-on-environment/).
Esas colillas, como señalé, son un grave problema adicional. La revista digital Hakai Magazine, hace un análisis de los problemas que ocasionan esas colillas que, comenté, se tiran en cualquier sitio. Firmado por Jude Isabella, editora fundadora de la revista, indica cómo ese problema, siempre ha existido e, incluso, cómo “las colillas prendidas, ocasionan incendios urbanos y forestales”.
Dice Isabella que en su niñez, su padre le advertía que “no dejes la ventana de tu auto abierta, pues otros conductores arrojan colillas por sus ventanas y pueden entrar a tu auto y ocasionar un incendio”. “No sé, a la fecha, si sea cierto, por eso, sigo cerrando las ventanas. Pero, sí sé, que muchas aves, acarrean colillas encendidas para hacer sus nidos, que están en los áticos de edificios y ocasionan incendios involuntarios”.
Sin embargo, gracias a campañas advirtiendo sobre esos incendios, “han disminuido bastante”. Y es que también las “cigarreras han hecho filtros (las colillas) que se autoapagan. Pero, de todos modos, el problema persiste, en cuanto a que la mayoría se tiran. Y la respuesta de las cigarreras ha sido en ‘crear conciencia’, de que no se tiren las colillas porque es señal de ‘descuido, es ofensivo, de que se aumenta la basura y porque ello llevaría a incrementar la desaprobación del fumar’, pero no porque las colillas, además de ‘dar mala fama al fumar’, fueran contaminantes”.
Sí, las tabacaleras, en apariencia, combaten, incluso, el que se fume, tratando de hacer campañas “concientizadoras” de los efectos que ocasiona a la salud, pero, por otro lado, sigue su publicidad, mostrando como un estilo de vida, al fumar y a quien lo hace.
Recuerdo los caros comerciales que se hacían en los 1980’s y 1990’s, de la marca Marlboro, producida por Philip Morris, en donde se relacionaba al fumar con la labor de los cowboys, que arreaban miles de toros a sus corrales. La música, incluso, era muy apropiada, lo que, subliminalmente, llevaba a quien los viera, a relacionar hasta con los grandes escenarios naturales a ese hábito. No sólo eso, sino que en los 1950’s, se le daba tanto el carácter de un estilo de vida, que hasta había comerciales de mujeres embarazadas fumando, “por el placer de hacerlo”, sin que se advirtiera que no debía de fumarse en el embarazo.
Dice Isabella que se han hecho estudios sobre los hábitos de tirar las colillas y que “son más los hombres los que las tiran, que las mujeres, aunque éstas, se avergüenzan más por hacerlo”.
Ya hay intentos de reciclar tanta dañina y contaminante colilla, como TerraCycle, que produce tarimas plásticas y otros productos de plásticos reciclados, “pero el reciclaje, nunca estará a la par de la producción de tanta basura plástica, incluidas las colillas. Se han hecho leyes con el objeto de que se produzca menos plástico, pero que tienen poca influencia”.
En efecto, por más que se advierte de los peligros que tanto plástico producido provoca, que sólo se amontona en tiraderos y en los océanos, las industrias petroleras, plásticas y refresqueras, como Coca-Cola, seguirán fabricándolo, como si nada. Y su intención es incrementar su producción, no disminuirla (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/01/las-contaminantes-petroleras-y-coca.html).
En algunos países, como Nueva Zelanda, se quiere llegar a soluciones drásticas, como “prohibir que gente nacida luego del 2008, fume legalmente. Pero siempre se hallarán formas de violar la legalidad”.
Se han realizado campañas en Canadá, por ejemplo, de colocar contenedores de colillas en ciudades, “lo que ha funcionado y ahora, se han puesto más y más”.
De hecho, en la FES Aragón, en donde trabajo, en varios sitios, se colocan cajas de cartón que indican que son para tirar las colillas. Algunos, lo hacen. Sin embargo, se siguen viendo colillas hasta en los salones.
Por eso, indica Isabella, es que debe de haber campañas para que la gente no tire sus colillas en cualquier sitio. “Estudios han comprobado que el prohibir que se fume en sitios como escuelas, incluso, incrementa que se tiren las colillas, pues los que lo hacen, es a escondidas, escogiendo sitios obscuros, árboles y otros furtivos lugares. Por ello, no basta realizar campañas prohibiendo que se fume, sino que también se muestre en infografías todo lo que ocasiona tirar una colilla”.
La conclusión de Isabella es que no se estigmatice a los fumadores, sino ya que han adquirido un hábito muy difícil de suprimir, que se les haga ver todo lo que ocasionan con sus hábitos. “Me he hallado con fumadores que, gracias a esas campañas, hasta cargan con ceniceros portátiles, conscientes de que no deben de tirar las colillas en cualquier sitio”.
También dice que se han hecho campañas humorísticas, en donde, provocando hilaridad, se genera consciencia en los fumadores de que no tiren sus colillas.
Sobre todo, que vean que al tirarlas en las playas, son arrastradas al mar, en donde sus químicos, ocasionan mucha contaminación y muertes de especies. “Sería ideal que no se fumara en playas o bosques, pero quien lo haga, que comprenda las consecuencias ambientales de tirar colillas, que contaminan el hábitat marino y matan a cientos de miles de especies cada año”.
Así que ahí están las muy dañinas consecuencias de tirar las colillas, algo que la mayoría de los fumadores, realiza, pensando que ese “pequeño desperdicio” no hará mucho mal.
Las tabacaleras, hace años, fueron demandadas en Estados Unidos por todos los enfermos y muertes ocasionados por el fumar. Pagaron sus “multas”, pero ya han recuperado con creces ese dinero.
Seguirán siendo el inicio del problema, mientras continúen promoviendo como un “estilo de vida” a ese mortal hábito.
Como ya lo he dicho en otros artículos, en el capitalismo salvaje, primero están las ganancias, que la salud ambiental y humana.
Contacto: studillac@hotmail.com