sábado, 17 de diciembre de 2022

Los nómadas digitales encarecen y trastornan las condiciones de vida locales

 

Los nómadas digitales encarecen y trastornan las condiciones de vida locales

Por Adán Salgado Andrade

 

El llamado trabajo a distancia, que se hace desde hace algunos años, se intensificó con la pandemia. Muchas actividades, sobre todo administrativas y educativas, se hicieron exclusivamente por línea.

Eso llevó, primero, a que gente buscara trabajo en lugares “paradisiacos”, que contaran, por supuesto, con infraestructura, como sitios cómodos, buen internet y electricidad ininterrumpida, para realizar, desde esos sitios, sus tareas, muchas, muy bien pagadas. Sobre todo, europeos y estadounidenses, son los que se han trasladado a sitios así. Es lo que se llama workation un compuesto de las palabras inglesas work y vacation. Durante la pandemia, el turismo normal, se restringió, en tanto que el hecho por razones de trabajo a distancia, creció (ver: https://nezasa.com/blog/the-rise-of-the-workation/).

Sin embargo, ahora, hay una tendencia a hacer más permanente la estancia de extranjeros, sobre todo, de países “primermundistas”, como Estados Unidos o los europeos. Es lo que se llama nómadas digitales, que es gente que ve la ventaja de trabajar, casi permanentemente, fuera de sus países, en donde pagan rentas más altas, impuestos, dividendos… en tanto que en los países en donde se alojan, no pagan nada o muy poco.

Justo es una tendencia que sucede en Portugal, en donde, desde hace unos años, la mafia en el poder ha establecido zonas potenciales exclusivamente para extranjeros que, supuestamente, contribuyan al “crecimiento y desarrollo de la región elegida”. Pero es algo que no sucede así, al contrario, provoca más problemas a la gente local, pues muchas de esas zonas se están gentrificando (anglicismo que proviene de la palabra gentry, que significa “gente de buena posición”).

El artículo del portal Wired, titulado “Bienvenido a la tierra nómada digital”, firmado por Susana Ferreira, expone lo que ha sucedido en Portugal, en la isla de Madeira. “Una isla portuguesa, creó un pueblo para trabajadores remotos, prometiendo a los inmigrantes una comunidad, y prosperidad para los locales, pero nada se ha cumplido”, dice como introducción Ferreira (ver: https://www.wired.com/story/digital-nomad-village-madeira-portugal/).

Madeira es una, digamos, paradisiaca isla autónoma, perteneciente a Portugal, “ubicada a poco menos de 400 km de las Islas Canarias y a unos 520, de Marruecos. Tiene un área de 801 km2, idioma oficial el portugués y una población de unos 250,769 habitantes, con una alta densidad de 313 habitantes por km2. Su capital es Funchal” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Madeira).

Como se ve, es un lugar pequeño (de unos 28 kilómetros por lado), pero desde hace unos años, sobre todo, por la pandemia, comenzó a crecer para ofrecer servicios de vivienda a trabajadores remotos que la han buscado por su paradisiaca vida y, sobre todo, por las facilidades de que ni impuestos o muy pocos, pagan.

El sitio que más ha desarrollado infraestructura para trabajadores a distancia, es Ponta de Sol, ubicada en la parte sureste de la isla, en donde personas como Gonçalo Hall vieron enorme potencial, por tener buen internet, buena electricidad y sitios en donde pudieran los extranjeros vivir, fuera rentando o comprando casas.

Hall es de Lisboa, y junto con su esposa Catarina, lanzó la Villa Nómada Digital, en el 2021, luego de convencer a las autoridades locales que el proyecto era viable.

Fueron llegando poco a poco extranjeros, polacos, alemanes, estadounidenses. Y algunos locales, como los hermanos Melissa y João Cabral trataron de acercarse a los extranjeros, quienes, al principio, vivían como aislados, pero deseosos de hacer contactos con los locales. Esa empresa, rentó un espacio en el centro cultural John Dos Passos, “en donde, en la planta baja, los nómadas digitales hacen reuniones, conviven, y arriba, son las oficinas, que tratan de ganar los escritorios que están dentro, pues los externos, el reflejo de la luz solar, incluso, durante el atardecer, hace difícil ver los monitores”.

Se estima que hay unos 8,000 de tales trabajadores, pero la mayoría son eventuales y pocos “son los que se quedan, como desearía el gobierno local, sobre todo, para que contribuyeran con impuestos”.

Dice Ferreira que esos trabajadores, más que integrarse a la comunidad, se han vuelto una élite, que asiste a eventos exclusivos, fiestas y reuniones, “en donde los locales, han quedado excluidos”.

Justo por ese elitismo, los locales no ven con buenos ojos a los extranjeros, “quienes han traído problemas, como el encarecimiento de las rentas y las casas. Muchos locales, han tenido que abandonar sus casas rentadas, pues sus trabajos, no les dan ya para pagarlas”

Dice Ferreira que el salario promedio, de 750 euros mensuales, no permitiría pagar rentas que han subido demasiado. “Los precios de las casas, se han incrementado 30 por ciento, en tanto que los lugares en renta, han bajado 42 por ciento al mismo tiempo. La renta promedio en Madeira es de 1,000 euros y en Funchal, particularmente en Ponta do Sol, es mucho más alta”.

Por lo mismo, se ha establecido una especie de resentimiento entre los locales, viendo los privilegios de los que gozan extranjeros que los están desplazando, que ni impuestos pagan, “a pesar de que algunos de estos extranjeros, han buscado establecer vínculos con los locales, quienes no están interesados en trabar amistad o relación alguna. Sólo los que hacen negocios con los extranjeros, están felices, desde los restauranteros, hasta los que rentan casas como Alojamiento Local o por Airbnb”, señala Ferreira.

Se entiende el resentimiento, pues ese proyecto, iniciado por Hall, prometía “prosperidad para los locales, pero no ha sido así, y la mayoría han sido afectados por el encarecimiento de todo, sobre todo, de la vivienda”.

Dice Ferreira que, “recorriendo la isla, se ve el boom de construcciones, muchas, anunciando lujosos proyectos, dirigidos, sobre todo, a extranjeros”.

Claro que para los corruptos políticos que gobiernan la municipalidad de Ponta de Sol, como Célia Pessegueiro, la alcaldesa del sitio, “esos nuevos arribos de gente, han sido como un rayo de sol, en medio de un día nublado”.

No lo dice Ferreira, pero da a entender que Hall, ha hecho “convenios con Pessegueiro, que actúa más como una CEO, que como una política”. Claro, si hay dinero de por medio, a todo han de acceder esos mafiosos corruptos. Pessegueiro, entrevistada por Ferreira dice que “no es cierto que busquemos sólo privilegiar a los extranjeros, no queremos que nuestra gente se sienta excluida por ellos”.

Pero no ha sido así. “Madeira tiene una alta densidad poblacional y la búsqueda de vivienda popular, ha crecido. Hay cinco mil familias solicitando apoyo público para una casa y aunque se ha anunciado un programa para construir viviendas baratas, Edgar Silva, un político de la oposición dice que ‘se ha creado un perverso mecanismo de segregación social, pues la brutal alza de los precios, ha empujado a los locales hacia la periferia’”.

Por otro lado, a pesar de ser una región pobre, del “país más pobre de Europa”, los impuestos, son altos. “Un trabajador que gana 1,500 euros, debe de pagar unos 500 de impuestos y entre más suba el salario, sube la proporción. Alguien que gane más de 75,000 euros al mes, paga casi la mitad. En contraste un extranjero, gracias al programa Visa Dorada, que invierta unos 250,000 euros para algún negocio, pagará sólo veinte por ciento durante diez años. Pero la mayoría lo ha hecho comprando casas, no invirtiendo”.

Y es tan evidente la gentrificación que “han incrementado, a toletazos de policías, los desalojos violentos de locales, 36 por ciento en el 2022. En barrios como Santa Maria Maior, Alfama o Mouraria, 61 por ciento de las casas, están registradas ya como propiedad de la mencionada Alojamiento Local, casi exclusivas para extranjeros”.

Como siempre, se da el trato de reyes a los extranjeros adinerados “y eso, que no sean venezolanos, brasileños, de Cabo Verde, angoleses, nepaleses o de Bangladesh, pues son discriminados, y se han reportado torturas hacia ellos, por parte de la Guardia Nacional, tráfico humano, y esclavitud en los campos agrícolas de Alentejo, lo que demuestra que la distinción entre quién es bienvenido y quién, no, es grave”.

Menciona a la socióloga Beverly Yuen Thompson, quien dice que es una cuestión política, de intereses muy claros, entre políticos y negociantes, “a pesar de que se quiere dar una visión de plena libertad, ese estilo de vida es incierto, desigual y hay abandono tanto público, como de los centros de trabajo. ‘Los nómadas digitales tienen buenos pasaportes y recursos, pero no tan buenos para vivir tan confortablemente en sus países, como viven aquí’”.

Tiene razón, porque muchos no lo hacen tanto por lo paradisiaco, sino porque si ganan, digamos, unos tres mil dólares mensuales en Estados Unidos, les alcanzarán más en Madeira u otro país que ofrezca esas “ventajas”.

También menciona Ferreira que todavía están vivos los recuerdos en la gente, de la dictadura que ejerció Portugal sobre la isla hace años. “Los que accedían a comentarme su inconformidad, me pidieron que no los mencionara, por temor a represalias”.

Ferreira dice que en ese proceso de nómadas digitales, está también la ciudad de México.

Un artículo del sitio euronews.travel titulado “Demasiado turismo: mientras los nómadas digitales invaden la ciudad de México, los locales enfrentan rentas que suben mucho”, firmado por Charlotte Elton, refiere cómo varias zonas de la ciudad de México, en efecto, se están gentrificando, “echando a gente de lugares en donde vivieron por varios años, para dar sitio a construcciones de departamentos de lujo, como en la colonia Roma, que recientemente expulsó a una familia que vivía de un antiguo negocio de comida. Los dejaron sin su fuente de trabajo y ahora, en el sitio en donde estaba su local, se construyen departamentos”.

“Las autoridades locales dicen que hay un influjo anual de más de 800 millones de dólares de extranjeros que llegan a vivir y trabajar en la ciudad de México. Además, tienen la ventaja de que con visa de turistas, pueden permanecer seis meses. Y para renovarla, sólo basta con salir del país y volver a entrar”.

Claro, el dinero lo puede todo, hasta esos privilegios (por supuesto a estadounidenses o a europeos pudientes, no a haitianos, centroamericanos, cubanos o venezolanos).

Señala Elton cómo se han encarecido las rentas en sitios como el Centro “o muy buscados como la Roma y la Nápoles, por gente que en Estados Unidos apenas si podría pagar una renta. Aquí, viven de lujo” (ver: https://www.euronews.com/travel/2022/07/31/overtourism-as-digital-nomads-flock-to-mexico-city-locals-face-rising-rents).

Y es cierto, pues muchas zonas de la ciudad están pasando por ese proceso de gentrificación. En donde vivo, por ejemplo, una vieja colonia, la Valentín Gómez Farías, cercana al centro, muchas casas viejas han sido compradas como terreno (en unos tres millones de pesos, en promedio, una ganga para las voraces inmobiliarias), para construir edificios en donde haya unos diez departamentos, cada uno a unos cuatro o cinco millones de pesos. Multiplican varias veces su inversión.

Y seguramente, muchos son adquiridos por extranjeros (de hecho, en Baja California, muchos estadounidenses seniors se han ido a vivir allí, pues las casas son  mucho más baratas que en Estados Unidos y que con sus pensiones, viven de lujo (ver: https://es-us.noticias.yahoo.com/estadounidenses-mudan-rosarito-vivir-sue%C3%B1o-215400139.html).

Así que ese es otro buen ejemplo de una tendencia muy conveniente para el capitalismo salvaje voraz, que la ve como una buena oportunidad de hacer negocios.

Y que la gente local sea desplazada, como a basura.

 

Contacto: studillac@hotmail.com