Ni Inteligencia Artificial, ni robots, han sustituido los
empleos de
mujeres y hombres durante la pandemia
por Adán Salgado Andrade
Los cambios
tecnológicos introducidos en distintas épocas del capitalismo salvaje, para
incrementar la producción de los trabajadores, se han hecho para beneficio de
las empresas y de los dueños o accionistas de ellas, no para aquéllos. Al
decadente, contradictorio sistema económico, no le interesa si con eso
disminuyen los consumidores, pues al haber mayor producción con menos
trabajadores, justo eso sucede. Tanto la robótica, combinada con la
Inteligencia Artificial (IA), buscan justo eso, disminuir cada vez más a
mujeres y hombres que estén trabajando, sea directamente en las labores
industriales (los obreros) o en las administrativas (los oficinistas). Y eso,
repito, disminuye el consumo al haber menos gente que compre (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/al-capitalismo-salvaje-no-le-perturba.html).
Pero en esas
consecuencias, no piensa el sistema, en que se autodestruye buscando su ideal
de hacerlo todo con robots e inteligencia artificial y mucho menos gente.
Sin embargo, la actual
pandemia global (como todo ha sido globalizado, hasta un virus ya lo ha hecho
también), ha mostrado muy bien la falsedad de que el hombre ya pueda ser
sustituido por una máquina o que todo sea totalmente computarizado. Un par de
artículos llaman la atención sobre esa problemática.
El primero de ellos,
divulgado por la publicación tecnológica Wired, titulado “If Robots Steal So
Many Jobs, Why Aren’t They Saving Us Now?” (¿Si los robots roban tantos
empleos, por qué no nos están salvando ahora?), firmado por Matt Simon, es una
muy coherente reflexión sobre cómo, al escribir estas líneas, durante esta
pandemia, China, por ejemplo, cerró varias fábricas, pues millones de empleados
fueron obligados a guardar severas cuarentenas y sus trabajos no fueron
sustituidos por robots (ver: https://www.wired.com/story/robot-jobs-coronavirus/).
Enfatiza Simon que “nos han llevado a creer que los robots y
la IA están sustituyendo a los humanos en masa. Pero esta catástrofe económica
está echando abajo a ese mito”.
Describe todo lo que ha
significado la pandemia, pues “El moderno capitalismo nunca ha visto nada como
el Covid-19. En cuestión de meses, el mortalmente contagioso virus se ha
esparcido por todo el planeta, desestabilizando cuanta economía se le
interponga. En los Estados Unidos, en donde el consumo equivale a más de dos
tercios de la actividad económica, el comercio está estancado, pues la gente se
encerró en sus casas, con tal de alentar el contagio. Hoteles, restaurantes y
aerolíneas han sido duramente golpeadas. Delta ha disminuido su capacidad a un
70%. Una de cada 5 familias ha perdido ya su empleo. Y todo eso es por las
vulnerabilidades que sufre el trabajador humano. Cuando nos enfermamos – o si
tenemos que guarecernos para evitar enfermarnos –, el trabajo que depende de la
gente, se paraliza”.
Y luego se pregunta
“¿por qué no nos han salvado las máquinas?”. Muy buen cuestionamiento, pues si
ya todo estuviera tan avanzado robóticamente y en los algoritmos que tratan de
imitar la “inteligencia artificial”, entonces, todo habría sido resuelto,
enviando a casa a trabajadores y trabajadoras, pues los “perfeccionados” robots
habrían tomado todas sus tareas. Sin embargo, no es así, ya que todo eso aún
está en pañales.
Por tantos avances que,
muy pronto, sustituirían a millones de humanos, ciudades como “San Francisco
han sugerido, incluso, poner un impuesto para robots, pues si sustituyen a
alguien con un robot, paguen un impuesto”. Incluso, dado lo grave que eso
sería, se ha llegado a considerar que se dé un “ingreso básico universal”,
sugerido incluso por personas como Elon Musk, muy partidario de la robótica (y
también, actualmente, muy explotador de sus obreros, a quienes, aun en medio de
la pandemia, ha obligado a laborar, justificando que hacer autos eléctricos es “vital”.
Ver: https://www.wired.com/story/sheriff-tells-tesla-not-essential-musk-thinks/).
Pero el nivel
tecnológico de tanto robot dista mucho de que se les dejen actividades de todo
tipo a su albedrío. “Las máquinas están muy, muy lejos de emparejar nuestra
inteligencia y habilidades. Una máquina automatizará parte de su trabajo, no
destruirá su empleo totalmente. Al mover a trabajadores, de las máquinas de
escribir a las computadoras, los hizo más eficientes. Brazos robóticos más
sofisticados y sensibles, laboran lado a lado con personas en líneas de
ensamblaje, sin empujarlas, haciendo el trabajo pesado de levantar cargas y
dejando la manipulación fina a los trabajadores. Las máquinas tienen sus
cualidades y los humanos, las suyas”.
Cita a Julie Carpenter,
una roboticista e investigadora en el Grupo de Ética y Ciencias Emergentes en
el Politécnico de California de San Luis Obispo, quien señala que “Los robots
son muy buenos para aumentar las actividades humanas. Hacen el trabajo que no
queremos o no podemos hacer, y son especialmente exitosos en realizar tareas
que consideramos repetitivas, aburridas o peligrosas, como levantar puertas de
autos en una línea de ensamblaje, por ejemplo”.
Cierto, muchos de los
robots “industriales” están allí para hacer cosas como soldaduras, transportar
objetos pesados y así, pero la mayoría son manipulados o, al menos,
supervisados por personas. Ni la fábrica más automatizada podría estar sin la
supervisión de humanos.
Ejemplifica Simon con
que tareas tan simples como tomar una hoja de papel de una superficie plana,
como una mesa, no puede hacerlo un robot. Eso “se aprende desde niño, a base de
ensayo y error”. Y ni Amazon ha prescindido de los humanos, pues durante la
pandemia, ha debido contratar a cien mil personas, con tal de que pueda
abastecer tanta orden que ahorita se está dando por línea. Sí usa robots, pero
sólo para que carguen cosas pesadas y las repartan entre los trabajadores. No
puede estar sin trabajadores “y aunque con el tiempo disminuya su contratación
de humanos, por ahora, no puede estar sin ellos”, cita a Dean Baker, economista
de la Universidad de Utah.
Señala Simon que ni las
industrias que están muy automatizadas, trabajan sin humanos. “Las automotrices
de Estados Unidos cerraron no porque sus robots puedan contagiarse del
Covid-19, sino porque los humanos, sí. Como señalo arriba, Tesla no quería
cerrar y mandar a descansar a sus diez mil trabajadores, porque “considera
necesaria su función”. La empresa fue cerrada por orden judicial, pero quedó
claro que ni con tanta robotización, puede estar sin humanos.
Todas las actividades
que dependen de que la gente acuda a esos sitios están enfrentando problemas,
ya que la “sana distancia” está imponiéndose. Amazon está contratando gente
porque su sistema de ventas es por entrega a domicilio, pero lugares como
restaurantes, bares y hoteles han cerrado. “4.6 millones de personas podrían
perder sus trabajos en la industria de los viajes. Hay una razón por la que
usted no ve muchos robots trabajando de barman, bueno, dos razones: los robots
no igualan nuestras cualidades manipuladoras y nadie acude a un bar para conversar
con una máquina. Incluso, aunque Silicon Valley ha estado obsesionado
últimamente con que robots hagan pizzas, café y hamburguesas – básicamente,
restaurantes en donde usted no es interrumpido con molesta interacción humana –,
bastantes han fallado aun antes de la crisis del Covid-19”. Sí, eso muestra lo
ineficientes que son los robots aún para esas tareas tan relativamente simples.
Cita Simon nuevamente a
Carpenter, “Sabemos que los robots son excelentes para ciertas cosas ahora,
como trabajo repetitivo. Y eso lo pueden hacer para siempre. Pero lo que no es
tan grande es lo que sea que tenga que ver con un contexto centrado en lo
humano, un contexto cultural”. Cita como ejemplo que quizá nunca se pueda
automatizar a los trabajadores de la salud, como doctores y enfermeras,
“quienes en estos momentos están trabajando hasta quedar exhaustos y enfermando
muchos”. No se puede tratar a los pacientes como objetos inanimados. No
podríamos pensar en que un robot cambiara las sábanas o los pañales de enfermos.
Si lo hiciera, sería con rudeza y quizá hasta podría matarlos. Agrega Carpenter
que “Ya sea físico o emocional, la gente necesita sentir que su dolor es
escuchado, que su implícito sufrimiento es explícito y que les retribuyen esa
situación”. Es cierto, pues basta ver la interacción que se tiene en un
hospital con un doctor o con una enfermera, por más insensibles que sean. Eso
no podría proporcionarlo una máquina, al menos por ahora. Por esa razón, señala
Simon, “no deberíamos automatizar otros trabajos particularmente sensibles,
como trabajo policiaco y la educación”.
Por desgracia, es el uso
militar en lo que más se está aplicando la robótica y la IA, pues allí, a los
diseñadores no les importa que haya una ética bélica, no, la máquina
simplemente debe de matar, como los drones que incursionan en territorio
enemigo y matan, sean soldados o civiles – daño colateral –, como ha hecho el
ejército estadounidense desde hace años (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/05/estados-unidos-asesina-civiles.html).
Dice Simon que ni
siquiera se sabe si se podrán hacer robots que pudieran ser eficientes para las
cuestiones médicas. “En Italia, trabajadores médicos con sobrecarga de trabajo
han estado haciendo decisiones difíciles, priorizando a los que pueden
salvarse. ¿Pero usted confiaría a una máquina la tarea de decidir quién vive y
quién muere? Bueno, ni siquiera hemos podido configurar bien un algoritmo para los
autos autónomos, que pudiera tomar buenas decisiones sobre seguridad y eso nada
tiene que ver con el problema mucho mayor del Covid-19”.
Ejemplifica, citando a
Carpenter de nuevo, con el dilema del tranvía, que si va en una vía en donde
hay cinco personas en un carril y si se cambia al otro, en donde hay sólo una
persona. “Es ese problema, pero millones de veces aumentado”, dice Carpenter.
No puede dejarse a una máquina decidir en cosas tan importantes. Y es lo que se
está viendo actualmente. Probablemente una máquina decidiría que sería mejor
que se murieran todos los enfermos, con tal de, por ejemplo, economizar
recursos, si fuera una prioridad de su programación.
Estamos lejos, en
realidad, de que se creen robots como aquéllos replicantes mostrados en la
cinta “Blade Runner”, de 1982, dirigida
por Ridley Scott, en donde son tan perfectos, que ni se diferencian de humanos.
Pero está claro que para que eso suceda, tendrían esos robots que pensar por sí mismos. No sólo eso, sino
como ha declarado Stuart Russell, pionero de la IA, se necesita una “industria
de valores”, bajo los cuales actuaría la IA, que, señala aquél, permita a un
robot tomar una decisión ética, no sólo lógica. Ilustra su punto con el ejemplo
de un robot cocinero, cuya tarea fuera siempre tener lista la comida. Si se
acabara la comida del refrigerador, podría disponer del gato de la familia para
cocinarlo, con tal de cumplir su tarea. Tomó la decisión lógica, pero no la
correcta. Así sería en la cuestión de la salud (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2015/08/inteligencia-artificial-otra.html).
Hay algunos intentos
por hacer robots que laboren en hospitales, como Tug, que reparte medicinas,
deslizándose sobre ruedas, pero “es sólo una herramienta que libera a las
enfermeras de ese pesado trabajo de andar repartiendo medicamentos y las libera
para que pueda interactuar con los enfermos”. Además, técnicos de la empresa
constructora lo supervisan las 24 horas del día, “para cerciorarse que no falle”.
O sea, el elemento humano es imprescindible (ver: https://www.youtube.com/watch?v=MLZMAW9lqXE).
Concluye Simon diciendo
que no se puede sobrevalorar a los robots y la IA y subestimar a la gente que
nos está liberando de la pandemia en estos críticos tiempos. Creo que es muy
claro eso.
Mencioné arriba que ni
siquiera se ha logrado hacer un algoritmo que realmente haga eficientes y,
sobre todo, seguros, a los transportes autónomos, principalmente los camiones
de carga, como a los largos y pesados tráileres. Un artículo del portal digital
Gizmodo, firmado por Erik Shilling, titulado “The failure of this self-driving
truck Company tells you all you need to know about self-driving vehicles” (El
fracaso de esta empresa de camiones autónomos le dice a usted todo lo que
necesita saber sobre vehículos autónomos), señala que la combinación de una
inversión a muy largo plazo, con la falta de un software plenamente seguro, que
no falle ante imprevistos, hacen que los autos autónomos no sean rentables, ni
siquiera algo que esté muy cercano (ver: https://jalopnik.com/the-failure-of-this-self-driving-truck-company-tells-yo-1842417033).
La empresa Starsky
Robotics es una empresa de transportes autónomos que fue la primera en operar
un tráiler autónomo en una autopista. “Ahora está cerrando y su cofundador
tiene algunas cosas honestas y sensibles qué decir sobre la industria, lo que
es inusual, pues esa industria está llena de charlatanes. Stefan Seltz-Axmacher
cofundó Starsky hace unos cuatro años, llegando a equipar una flotilla de tres
tráileres con equipo autónomo, con lo que podían transitar por estacionamientos
para transportes y, una vez, catorce kilómetros y medio por una carretera de
Florida”.
Pueden parecer modestos
esos logros, dice Shilling, pero eso fue porque la empresa insiste mucho en la
seguridad, la “que no es popular con los inversionistas”.
Seltz-Axmacher dijo que
mientras en su empresa la seguridad era prioritaria, otras compañías han estado
avanzando en “cosas interesantes”, como que un tráiler autónomo pueda cambiar
de carril por sí solo y otras cuestiones, que les interesan más a los
inversionistas.
Y como esos
inversionistas han estado metiendo dinero desde hace varios años, se hartaron y
ya “quieren resultados”. Y consideran que “más seguridad” no es prioritario. Se
ve su egoísmo, que su interés está únicamente en los resultados, en que esas
inversiones rindan frutos. No importa si esos camiones autónomos son o no
seguros, lo importante es que carguen cientos de toneladas de lo que sea. Ya,
si sufren accidentes, no será su problema (ver: https://www.wired.com/story/investors-hit-brakes-automotive-startups/).
Esos contratiempos son
los que contempló Seltz-Axmacher, y son los que también lo desanimaron, pues
trabajar en los detalles para brindar mayor seguridad, es más costoso y en eso,
no quieren meter más dinero los inversionistas. “Concluyo que es un gran
problema para la industria, ya que lograr que una máquina sea tan buena, al menos,
como un humano requerirá billones y billones de más dólares para invertir y
varios años de seguir probando. Y ahora que las firmas de capitalistas
aventureros están al tanto de este hecho, es muy probable que empresas como
Starsky, ya no tendrán oportunidad”.
Eso lo dice con
fundamentos, pues le negaron un préstamo crucial en noviembre del pasado 2019. El
mayor obstáculo, señala Seltz-Axmacher, es que el software de esos transportes
no es inteligencia artificial en acción, sino “una sofisticada herramienta de
reconocimiento de patrones”. En efecto, han fallado los autos Tesla conducidos
con el “piloto automático”, debido a inesperados contratiempos (ver: https://www.vox.com/recode/2020/2/26/21154502/tesla-autopilot-fatal-crashes).
Así que, concluye
Shilling, no se ve que estén prontos los autos autónomos a actuar por sí solos.
Un problema adicional se dará cuando haya un accidente, quién sería el
responsable, la empresa que operara los camiones autónomos, la del software, la
de los mecanismos robóticos… así como cuidan el dinero, seguramente unas
culparían a las otras.
Muchos analistas
predicen que tendrían que hacerse carreteras especiales para vehículos
autónomos, totalmente libres de cuestiones inesperadas, tales como animales
cruzando o deslaves, pero no es eso lo que se espera de un vehículo autónomo. Lo
que se pretende es que se conduzca cual una persona lo estuviera manejando, que
tuviera capacidad para decidir hasta para salvar vidas.
Justamente como ahora
sería deseable, que vehículos autónomos y robots se encargaran de paliar la
crisis, que nos aseguraran que ellos se harían cargo de todo, mientras nos la
pasamos encuarentenados muy a gusto.
Pero esa sería una ideal
situación, más propia de la ciencia-ficción.
Por lo pronto, debemos
de seguir indicando a los robots qué hacer, al igual que lo que debe de pensar
la IA.
Y así, no se trata de
verdaderos avances. Así que no nos sigan engañando con que los robots y la IA están
aquí para “quitarnos nuestros empleos”.
La verdad es que, al
menos por ahora – y por muchísimos años más –, los robots nos necesitan para estar allí y la Inteligencia Artificial,
para que le ayudemos a pensar.
Contacto: studillac@hotmail.com