Ataques judíos a Gaza, han dejado a miles de palestinos muertos e incontables daños materiales
Por Adán Salgado Andrade
Por la actual pandemia, existen conflictos a los que no se presta atención o muy escasa. Uno de ellos, es el genocidio que están cometiendo los golpistas de Myanmar, quienes, en febrero del 2021, derrocaron a San Suu Kyi, la presidenta legítima, quien había ganado nuevamente las elecciones. Miles de personas han sido asesinadas o desaparecidas. Y los golpistas no tienen límites en la forma tan sanguinaria y violenta con la que pretenden “controlar” las múltiples protestas y manifestaciones que se están dando (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/02/en-myanmar-los-golpistas-estan.html).
Otro drama humano, es el que tiene lugar en Tigray, estado de Etiopía, en donde los intentos independentistas de una camarilla de militares, están siendo aplastados por las tropas etíopes, lo que ha redundado en muertes entre la población civil, por la violencia generada y por la hambruna que ese conflicto está dejando (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/11/guerra-en-etiopia-por-conflicto-entre.html).
Y otro conflicto que ya es añejo, pero que no deja de ser dramático, es lo que sucede en la golpeada franja de Gaza, en donde el neoenclave colonialista llamado Israel, mantiene en condiciones de apartheid a los palestinos que allí viven, además de que son frecuentes las incursiones militares, por cualquier motivo, que han dejado miles de muertos y casas destruidas.
Como señalé, el peso de la pandemia, ha vuelto casi invisibles a esos dramas humanos, en los cuales, por desgracia, la población civil es la más afectada.
Es lo que expone el artículo de la agencia Associated Press, titulado “Durante cuatro guerras, las consecuencias se sienten en un barrio de Gaza”, firmado por Adam Geller y Fares Akram, en el que describen los incontables daños y pérdidas familiares que ha sufrido una familia que habita Gaza, desde hace cincuenta años (ver: https://apnews.com/article/gaza-israel-hamas-war-middle-east-palestinians-e6d44f4e478cced2cfaeac61385020ac).
Varias fotos abren el artículo. En ellas, pueden verse los estragos que bombardeos judíos han dejado en Beit Hanoun, un barrio del norte de la franja de Gaza, habitado mayoritariamente por la familia Nassir. Se observan edificios ruinosos, inhabitables. Sus antiguos moradores, deambulan entre tales ruinas, lamentando que lo que fueran sus patrimonios, estén a punto de caer o ser demolidos, pues son inhabitables ya. Sus caras tristes, resignadas, contemplan las penosas escenas de lo que fueran sus casas o departamentos. Niños con caras tristes, pero algunos, quizá en su inocencia, jugando y hasta sonriendo. No pueden vivir allí, pues todo está derruido y abundan los montones de cascajo, de las demoliciones que se están haciendo. En un video, algunos de esos habitantes hablan. Una mujer llora porque su casa fue destruida por los judíos. “¡No tenemos esperanza, y estamos seguros que otra vez habrá una nueva guerra!”, exclama. Algunos comen entre esas ruinas, resignados a lo que venga. En otra ruinosa habitación, familiares de un joven muerto por los bombardeos, han colgado de una de las paredes su retrato, para recordarlo. Y al llegar la noche, la desolación es mayor, pues no hay electricidad que las alumbre, como si no quisiera mostrarse tanta destrucción. Muchos hacen fogatas, para iluminarse.
En otra foto, se ve a una niña que viaja sobre un colchón, colocado encima de una carreta que jala un burro, “pues sólo así, la gente puede hacerse de un sitio sobre el cual dormir, recogiendo colchones que quedaron abandonados entre bombardeadas viviendas”, anotan los reporteros. Una escuela, ha sido acondicionada como refugio, para todos los que se quedaron sin hogar. Y en otra foto vemos a un recién nacido, quien está siendo cargado por su abuela, que dice que, entre tanta desolación, “este bebé es una bendición de Dios”.
Y los que pueden, han podido rentar una vivienda, con tal de tener un sitio en donde puedan vivir. De todos modos, son varias las familias que no tienen recursos para reconstruir sus viviendas. “Y de nada nos vale, pues quizá en la siguiente guerra, nos las vuelvan a destruir”, declara Zaki Nassir, que habita desde hace muchos años ese barrio y ha perdido a muchos familiares.
“Desde el 2008, más de 4,000 palestinos han sido asesinados en los conflictos, de acuerdo con la ONU. Mientras que algunos eran militantes de Hamas, más de la mitad eran civiles. Miles han sido heridos. Y del lado de Israel, los fallecidos llegan apenas a 106, según las cifras oficiales”, escriben los reporteros.
El problema es que los civiles son los daños “colaterales” de las guerras que ha ocasionado Hamas, al atacar con cohetes a Israel. Son acciones irresponsables, pues los militantes de ese grupo, son los que menos mueren. Se entiende que estén en su derecho de protestar contra la opresión y represión judía, pero los ataques que realizan, son correspondidos por los militares judíos en una proporción mucho mayor, exagerada, dejando cada bombardeo que se hace durante varios días, a cientos de muertos y heridos y miles de casas destruidas.
La gente protesta que Hamas haga esos ataques, pues ellos son los que pagan con muertos o viviendas destruidas, las consecuencias de tales acciones.
“Las guerras han dejado más de $5,000 millones de dólares en daños a edificios de Gaza, caminos, sistemas eléctricos y de agua, casi el doble de la actividad económica anual de la franja. Cerca de 250,000 casas han sido destruidas o dañadas”, añaden los reporteros.
Y explican que, justamente, desde que Hamas, grupo de origen militar, tomó el control de la franja, los conflictos han sido más frecuentes que durante la época en que gobernaba el desaparecido Yasser Arafat (1929-2004), pues la actitud de Hamas ha sido más beligerante, sin ponerse a pensar en todo el daño que sus precipitados ataques ocasionan a sus conciudadanos.
Y como se trata de un país pobre, con cada ataque judío, las cosas empeoran. Muchos sectores destruidos por bombas y metralla, ya se quedan así, ni siquiera se demuelen, pues ya ni para eso hay recursos, a pesar de las donaciones de varios países.
“Pero esto es lo que nos queda, tenemos que vivir”, dice Zaki Nassir, contemplando a su familia, quien deambula en medio del destruido departamento.
Y narra cómo han muerto sus familiares. Uno de ellos, que vivía de transportar mangos en su carretón, fue asesinado por una bomba judía, pues “los militares judíos, decían que estaba transportando misiles, pero sólo eran mangos”, declara, muy triste por el recuerdo.
Y así ha sucedido con todos los muertos civiles, que han muerto porque los judíos han declarado, simplemente, que son “militantes de Hamas”, sin haber ofrecido prueba alguna.
Y como Israel raciona los materiales de construcción, “para evitar que Hamas los use en otras cosas, como túneles subterráneos”, es muy difícil reconstruir, aunque hubiera suficientes fondos.
Lo único que le queda a Zaki es resignarse. “Ya hemos estado aquí un mes, y nada nos ha pasado, pero nunca se sabe cuándo nos vuelva a atacar el ejército enemigo”, dice.
Así que aúnan a su pobreza y a su tristeza, la eventualidad de que se desate una nueva guerra y una bomba los haga pedazos.
Un drama humano, como señalé, casi invisible para el resto del mundo.
Pero para palestinos como Zaki y su familia, es algo cotidiano.
Y han de agradecer a Dios, que amanezcan vivos cada día.
Contacto: studillac@hotmail.com