Viviendo con crisis y a 38 grados bajo el ardiente, desértico sol de
Arizona
Por Adán Salgado Andrade
Peoria, Arizona. Es julio y de
nuevo he venido a Arizona, racista estado estadounidense el cual, por estos
meses, muestra cuan inhóspito puede ser un lugar desértico, de clima totalmente
seco, en donde rara vez llueve y, cuando sucede, sus habitantes lo celebran
jubilosos.
La pasada ocasión que vine aquí,
era enero, mes que, me dijeron, tiene temperaturas de frías a muy frías,
fluctuando entre los 5 y 10 grados centígrados, ya que desde octubre, el calor
comienza a bajar. Sin embargo, al finalizar febrero, las temperaturas comienzan
a subir muchísimo, llegando a rebasar en muchas ocasiones los 40 grados.
Además, por el clima extremadamente seco, salir a caminar es realmente una
proeza. En la ocasión anterior, como dije, gracias a la templada, incluso algo
fría temperatura (según me dijeron, fue el invierno más caliente que han tenido,
consecuencia, claro, del cambio climático), pude recorrer caminando las vacías
calles de Peoria, ciudad que junto con otras, como Sun City, son habitadas en
su mayoría por seniors, o sea,
jubilados, los que aún no son tocados por la presente, profunda crisis o que
aun tienen suficiente margen económico para atemperarla (sobre la presente
crisis y sus consecuencias en la sociedad estadounidense, ver mis artículos “En
busca de los signos de la decadencia estadounidense” y “De cómo EU pospone su
quiebra y aumenta la pobreza imprimiendo más dólares”. Los links son:
Sin embargo, en estos días, con
temperaturas tan altas, es prácticamente un riesgo de salud salir a pie, sobre
todo para recorrer grandes distancias. Los que salen lo hacen en sus autos o
simplemente permanecen en sus casas con el aire acondicionado a todo lo que da,
con el brutal gasto energético que ello implica, que hace a este estado uno de
los que más electricidad consumen en verano, per cápita, con otros como Nevada,
Texas, Florida o California (de hecho, en varios estados, las temperaturas
rebasan los 300 C). Es obligado el uso del aire acondicionado,
ningún establecimiento comercial puede operar sin climatización. Y si el gasto
de electricidad por casa es elevado, piensen en los millones de kilowatts hora
que se requieren para hacer habitable un cine, un centro comercial, un
restaurante… algunos comercios que operan al aire libre, como restaurantes,
tratan de compensar el que en la calle no pueda haber aire acondicionado,
mediante un sistema de mangueras que arrojan rocío de agua fría, aunque no
parece suficiente, dado que no hay ningún cliente comiendo en las mesas
exteriores y todos se refugian en el fresco, acondicionado interior (sólo al
caer la tarde y atenuada la luz solar, ese sistema es, digamos, práctico). Resulta
absurdo, pues, que dentro de las casas se tenga, por ejemplo, una temperatura
artificial de, digamos, 18 grados, con la cual, al dormir, se requiere dormir con cobijas, mientras que con la
temperatura exterior de 30 o más grados, el dormir casi desnudo, sería la regla
(en México, por ejemplo, también en verano se tienen muy altas temperaturas,
sobre todo en los estados del norte. Y muchas familias, sobre todo las más
pobres, la mayoría, tratan de pasar las noches con ventanas abiertas y
ventiladores que lo único que hacen es remover el caliente aire de las
hacinadas habitaciones. Claro, eso se justificaría que porque siendo pobre, se deben de sufrir esas
incomodidades. De todos modos, las altas temperaturas, más de lo usual
actualmente, son consecuencia del cambio climático inducido por países como EU,
dados sus glotones, desperdiciadores consumos energéticos. Ver en este mismo
blog mi artículo: “¿Más energía o más desperdicio?. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/05/mas-energia-o-mas-desperdicio.html).
Los autos también deben de contar
obligatoriamente con aire acondicionado, y sólo alguno que otro vehículo viejo
circula con todas las ventanas abiertas, para aliviar el calor, pero la “brisa”
que se siente equivale a que de repente abriéramos la puerta del horno de la
estufa para ver si el guisado ya está listo.
También me referí en anteriores
trabajos al alto y desperdiciador consumo de agua que existe en este estado, a
pesar de ser tierra desértica. Es increíble el derroche de ese vital líquido,
tanto por el empleo doméstico, así como por el recreativo, pues en muchos
lugares se cuenta incluso con albercas privadas, por ejemplo. Parte del agua
empleada es surtida por el lago Mead y otra parte, por las cuotas de agua que
nuestro país debe de entregar obligatoriamente a EU cada 5 años (ejemplo de
neocolonialista imposición). El lago Mead, según el Instituto Scripps, tiene
50% de probabilidades de secarse en el año 2021, lo cual ocasionaría, de ser
así, que Arizona no pudiera ser ya habitable. A pesar de esa alta posibilidad,
tanto el desperdicio, así como el alto consumo son una constante. Por ejemplo,
volví a encontrarme con enormes, dolorosas fugas de agua, que forman enormes
corrientes deslizándose aguas abajo, una exactamente en el sitio en que
anteriormente, la pasada ocasión, había surgido una, lo que da idea de la vieja
infraestructura urbana que ya es característica en muchos sitios de este
declinante país (ver fotos 1 y 2).
Y eso que Peoria es de las ciudades,
digamos, mejores, pues viven allí mayoritariamente seniors, como señalé antes y se supone que cuenta con mejores
instalaciones y servicios públicos. Otra señal del suntuoso empleo de la escasa
agua, es que hay, ¡increíble!, enormes lagos artificiales con los que cuentan
los fraccionamientos digamos que más lujosos. Esos ostentosos lagos tienen
incluso letreros de advertencia de que se castigará severamente con prisión a
quien ose hacer uso de ellos, que no sea huésped de esos caros sitios, pues no
vaya a ser que algún sediento indocumentado que pase por allí, ¡se atreviera a
tomar agua o, peor, a darse un chapuzón para refrescarse algo del sofocante y
muchas veces mortal desértico calor! (ver fotos 3 y 4). Da la impresión de que
el estadounidense promedio no se da cuenta o no le importa la catástrofe
ambiental que está por estallar, no sólo en su país, sino en todo el mundo,
debido al calentamiento global y a la escases del vital líquido.
Decidí experimentar en carne
propia qué significa andar en las calles de esta calurosa ciudad, fuera de la
comodidad de la climatización.
Me prestaron una bicicleta y sólo
así me fue posible salir, cabeza cubierta con gorra y lentes obscuros para
evitar el reflejo solar.
En efecto, el aire que pega en la
cara al ir en movimiento, ejerce un efecto aun más abrasador, pues es como si
tratáramos de bajarnos la temperatura con una secadora de pelo operando en la
temperatura más alta, pero de todos modos empleando una bicicleta al menos se
pueden recorrer distancias que caminando sería, como dije, incluso hasta
riesgoso, por el peligro real de una insolación.
Y se podría pensar por lo
referido que todo mundo o está en sus casas, en la oficina o en un
establecimiento climatizado disfrutando de lo lindo… pero no es así. Al llegar
a la esquina de Arrowhead Avenue y Mountain View, ¡un grupo de valientes trabajadores realiza, bajo el
inclemente rayo del sol y con una temperatura de 38 grados, a las dos de la
tarde, labores de mantenimiento y pavimentación! Es verdaderamente increíble,
porque además emplean casco metálico, que debe de incrementar todavía más el
calor, y usan ropa de trabajo como camisas de manga larga y pantalones.
Mirándolos con detenimiento es evidente que todos son latinos, probablemente
mexicanos, ganando siete dólares la hora, si bien les va, y también varios, si
no es que todos, deben de ser ilegales, ya que sólo así puede entenderse que se
sometan a esas condiciones laborales tan extremas. De un vehículo que carga con
el equipo de trabajo, las herramientas y otras cosas, emana en ese momento una
melodía: es una canción ranchera de Vicente Fernández (quien, por cierto, vino
a Phoenix, por estas fechas, a dar su último concierto, antes de retirarse,
según me platicaron), muy probablemente para animar a esos sufridos trabajadores, quienes acaban de colocar una
placa de acero en la bocacalle, sellando sus orillas con asfalto, a manera de
reductor de velocidad (tecnología vial
muy empleada en la ciudad de México, en donde los topes resuelven, rudimentariamente, el problema de los excesos de velocidad).
Aunque quizá sea una forma de resolver la descortesía de uno que otro
automovilista que ha preferido avanzar, a darme el paso, como, eso sí, al
menos, obligatoriamente, deben de hacer los conductores, a la vista de un
ciclista. Un amigo estadounidense, David, a quien le platiqué sobre los
trabajadores que vi, me comentó que todos, en efecto, son latinos, no hay
estadounidenses, pues ninguno, en su “sano juicio”, estaría dispuesto a
realizar un trabajo tan duro y extremo. “Mi hermano se dedica a eso – me
comenta David –, a la construcción, pero él comienza muy temprano a trabajar,
antes de las cinco de la mañana, y a eso de la una de la tarde, deja de
hacerlo, pues el no aguanta trabajar más tiempo bajo el sol”. Claro, pienso,
por eso se prefieren a los latinos, que de todos modos son los que se animan a
trabajar en eso, porque son aguantadores.
Dejo atrás a estos héroes urbanos
y sigo pedaleando, tratando de imaginar el doble martirio, no sólo de aguantar
el inclemente sol y los 38 grados de temperatura, sino, además, estar trabajando con palas, picos,
martillos y gruesa ropa de trabajo.
Más adelante, sin embargo, hay un
joven, ese, sí, sajón, a todas luces, de unos treinta años de edad, portando un
letrero amarillo, montado en un palo de madera que dice la leyenda “Cash for gold”, o sea, que se compra
oro, y abajo viene el nombre de una joyería y su página de Internet. Eso sólo
confirma cuan quebrada está la economía estadounidense, que está siendo más
seguro el atesorar oro, que tener dinero en el banco, ya que el dólar tiende a
devaluarse cada vez más rápido, dado que sólo así el gobierno está posponiendo
la quiebra de EU. Sí, porque para que ese joven esté bajo los ardientes rayos
solares promoviendo que se compra oro, es señal de la codicia que está
despertando de nueva cuenta el atesorar ese amarillo metal, como una forma de
conservar la riqueza, así, como en los viejos tiempos precapitalistas (ver en
este mismo blog mi artículo “De nueva cuenta la fiebre del oro o de cómo EU
está quebrando”. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/05/mas-energia-o-mas-desperdicio.html).
En efecto, en cuanto a la
referida devaluación del dólar, me bastó, por ejemplo, ir al cine, a los Harkins Theaters, para apreciar la
carestía actualmente existente en EU. La entrada en aquéllos, en los horarios menos demandados, o sea, antes de las
seis de la tarde, cuesta siete dólares (unos $95 pesos). Claro, eso es porque
poca gente va al cine en el pleno rayo del sol. Luego de esa hora, el boleto
cuesta nueve dólares con cincuenta centavos (unos $130 pesos. Las funciones 3D
cuestan nada menos que doce dólares con cincuenta centavos, alrededor de 170
pesos). Y si se anima uno a comprar, por ejemplo, un agua, son ¡cuatro dólares!
(me refiero a una botella de medio litro, que en México costaría cinco pesos,
normalmente, allí se pagarían alrededor de $55 pesos). Y los pasados mitos de
que en ese país todo es más barato, actualmente son sólo eso, mitos, pues ni
siquiera yendo a comprar a los outlets (establecimientos
en que todos los productos se venden supuestamente rebajados), se hallan cosas baratas. Por ejemplo, una camisa que en México,
de la misma calidad, costaría unos ciento cincuenta pesos, cuando mucho, en
distintos lugares a los que acudí costaba 25 o más dólares. La ironía del
asunto es que es una camisa Made in China,
ya no es una marca estadounidense. Marcas como Old Navy, que, se suponía, eran estadounidenses, Proud to be made in USA (como rezaba,
rimando, en los noventas, ese comercial lema, enfatizando la hechura
estadounidense), ya no lo es, y en todas las etiquetas de los productos que
vende el establecimiento comercial de dicha marca puede leerse Made in China. Esto, además de haber
acabado con el pasado orgullo sajón de que todo era hecho en EU, pone de
manifiesto otro grave problema, la desindustrialización
que está sufriendo EU desde hace varios años. Corporaciones y empresas
están exportando no solo los blue collar Jobs (los obreros), sino los
white collar jobs (los empleos
administrativos y gerenciales) y los están llevando a países como China,
justamente, con tal de reducir los costos
de producción. Y eso ha llevado, no sólo al efecto desindustrializador
mencionado, sino a que cada vez hay más desempleo, tanto por las propias crisis
económicas, como porque, sencillamente, hay menos creación de empleos en
relación al aumento de la población en condiciones de trabajar. Ver en este
mismo blog mi artículo: “Desempleo en EU, agudizada tendencia del capitalismo
salvaje del incremento en la desocupación”, en donde analizo cómo es la
generalizada tendencia en EU del capitalismo salvaje de ir exportando los
empleos. El link es:
del.html)
Y, retomando lo de la carestía de
la vida, yo mismo comparo cómo realmente se ha devaluado tanto el dólar, al recordar
que, la primera vez que fui a EU, en 1987, a Nueva York, cuando aún había
torres gemelas, claro, era posible comer una buena rebanada de pizza, bastante
llenadora, acompañada de una lata de Coke,
por un dólar con cincuenta centavos, pero cuando actualmente cuatro largos
billetes de un dólar cada uno, apenas
me sirvieron para pagar una simple botella de agua de medio litro… pues, sí,
vaya si se ha deteriorado y encarecido el nivel de vida de ese país, en donde
actualmente uno de cada dos ciudadanos es pobre. En Phoenix, por ejemplo,
ciudad que supuestamente es uno de los nuevos polos de desarrollo urbano estadounidenses, es ya muy común ver a
indigentes pidiendo “give me one quarter,
guy, just one quarter”, muchos de temible aspecto, accediendo por ello a
darles algunas monedas. Y los robos, así como las zonas inseguras abundan por toda la ciudad. De hecho, la sede del
consulado mexicano ubicada en Phoenix, está por ser cambiada a un lugar más céntrico y seguro, pues donde
actualmente se halla, se cometen varios ilícitos, robos, sobre todo, de acuerdo
con testimonios ofrecidos por el cónsul mexicano asentado allí (cifras
recientes revelan que ya hay más de cincuenta millones de estadounidenses por
debajo de la línea de pobreza, los que no tienen ni siquiera asegurada una
comida al día y más de dos millones de personas en condición de calle, cuyos
ingresos, si los tienen, son de menos de dos dólares diarios. Abunda la gente
viviendo en la calle o en coladeras, como, increíble, en Las Vegas (en el
siguiente link pueden ver fotos de varias familias a las que no les quedó de
otra más que acondicionar una cómoda coladera
para vivir: http://www.pateandopiedras.net/category/las-vegas/).
Y es que ya no es suficiente el poseer
una carrera, un título universitario, para tener, ya no digamos trabajo en lo
que se estudió, sino al menos conseguir
empleo.
Otro buen amigo del lugar, Robert
(no es su verdadero nombre), me platica que él ha debido de ir cambiando de
giro, tanto por sus necesidades económicas, como por sus necesidades de vida.
“Mira, yo tengo tres carreras. Primero estudié para ser policía, luego lo hice
para ser detective y actualmente me desempeño como abogado”. Y abunda que
cuando era detective, las llamadas a cualquier hora del día o de la noche para ponerlo
al tanto en cuanto a un caso en particular y requerir de sus servicios,
terminaron con el matrimonio de cuatro años que sostuvo con una mujer que era
arquitecta y que a pesar de ello, estaba mucho menos ocupada que él. “Sí,
realmente ella no aguantó mi vida tan desordenada, y eso mismo me llevó a
reconsiderar lo que yo estaba haciendo”, me dice Robert, reflexivo. Fue que
optó por estudiar leyes y en el 2005 entró a la universidad. La educación
universitaria en EU, es bien sabido, es muy costosa. Tanto universidades
privadas, como públicas, cobran elevadas colegiaturas, las que sólo los
sectores más acomodados de la población podrían pagar por cuenta propia. Sin
embargo, aquéllos deseosos de estudiar, pero que no tengan suficientes
posibilidades económicas, deben de solicitar un crédito gubernamental para
hacerlo (en México, por desgracia, ya se ha estado implantando dicho esquema,
que es más un negocio para los banqueros, que una verdadera solución para los
solicitantes de crédito).
Fue el caso de Robert, cuya
carrera de leyes le costó $200 mil dólares por los cuatro años que duró
estudiándola, cincuenta mil por año. “¡Yo debo de pagar, por el resto de mi
vida, como mil quinientos dólares al gobierno por la deuda que adquirí!”, me
dice, con cierta molestia, aunque en su caso, al menos tiene trabajo. “Ahora
tengo un caso de un hombre que, según él, buscaba en México a niños para que
fueran adoptados aquí, en Estados Unidos, pero todos esos niños, su padres,
gente pobre, eran casi secuestrados, mediante engaños, para traerlos. Hubo una
demanda de una familia y estoy buscando la reparación del daño físico y moral
que ese hombre les provocó”.
Le pregunto que si hay ocasiones
en que se niegue a llevar un caso. “Mira, lo que yo no defiendo son personas que
sean adictos, no, la verdad es que te metes en más problemas, pues no dicen la
verdad del todo y, muchas veces, defiendes mentiras”. Me platica que ha estado
en México, para ver cómo trabajan los abogados mexicanos y le sorprende que,
por ejemplo, por cualquier caso que se esté llevando, se requieran gruesos
expedientes y que además haya que solicitarlos para estudiarlos, que haya que pagar. “Aquí, en cambio,
todo lo obtienes por Internet y es incluso posible que trabajes desde tu casa”.
Aunque él ve como una ventaja que en México un abogado pueda ejercer libremente
en todo el país. En cambio, en EU, no es así. “Aquí, si quiero trabajar en
California, por ejemplo, debo de sacar una licencia para ejercer la abogacía,
además de que debo de certificar que conozco el sistema legal de ese estado”. Pues
sí, algunas ventajas deben de existir en México, a cambio de tener un muy
cuestionable y corrupto “sistema legal”, considero.
También en esta ocasión conozco a
Lupita, una mexicana que está trabajando en Phoenix, con una influyente familia
mexicana, como empleada doméstica, para cuidar de sus hijos pequeños y hacer el
quehacer de la casa. Ella es de los raros casos en que está laborando con una visa
tramitada exprofeso para que pueda tener un empleo en EU, pero sobre todo un
empleo que generalmente desempeñan ilegales. “Este trabajo lo conseguí porque a
una amiga que se lo habían ofrecido, a la mera hora, se echó para atrás, y a la
persona que estaba haciendo los arreglos, le urgía conseguir una persona para
que trabajara con esa familia”. La persona que hace tan rápidamente esos
arreglos es una mujer chicana que opera desde Texas, y a eso se dedica. “Es que
ella conoce a mucha gente y por eso arregla los papeles rápido”, me dice
Lupita. “Sí, como la casa es muy grande, pues siempre hay mucho quehacer,
además de que debo de cocinar”, me platica Lupita, quien es de Matamoros, y que
se animó a venir porque tiene muchas necesidades económicas familiares. “Al
principio, mi esposo no quería, pero le hice ver que necesitábamos varias cosas
y que si yo me venía a trabajar, pues sería más fácil tenerlas”. Sin embargo,
no ha sido fácil para ella vivir en Phoenix, ya que además de lo cansado que le
resulta cumplir con todas las obligaciones de la casa, en su día libre, el domingo,
normalmente se queda, pues además de no hablar prácticamente el inglés, no
tiene amigos con los que pudiera salir, ni se anima a ir a algún lugar, como al
cine, sola. “Así que mejor me la paso encerrada”, me dice, con una resignada
sonrisa.
Otro buen amigo estadounidense es
Peter (no es su verdadero nombre), quien me platica que él era mariner, destacado en una base militar
en Centroamérica, pero su vida cambió radicalmente cuando conoció a su actual
esposa, una centroamericana. “Fue amor a primera vista, sí”. A los pocos meses,
se casaron.. de eso ya transcurrieron quince años y siguen viviendo muy felices
y amándose plenamente. Peter consideró que sería muy peligroso seguir en el
ejército, así que renunció, además de que cambiaron bastante sus ideas sobre el patriotismo. “Yo creo que ser
patriota no es invadir otros países en nombre del gobierno americano, sobre
todo si esos países no nos han hecho nada”,
agrega Peter, de bonachón y dulce aspecto. Actualmente, se dedica a manejar un
camión de reparto de una empresa de mensajería. No se queja, pero me comenta
que su salario cada vez alcanza para menos. “Sí, ahora vas al súper y te gastas doscientos dólares y
realmente sales con pocas cosas”. Por eso, cuando algún vecino se está mudando,
Peter no duda en aceptar algunas de las cosas que aquél se ponga a regalar.
Uno de los mejores testimonios de
los matices tan aparentemente sutiles que
toma el racismo en Arizona, es el que me ofrece Leticia (no es su verdadero
nombre), una chica colombiana que lleva viviendo en ese estado desde 1990. “Me
vine porque me enamoré”. En efecto, se casó con un latino que era ciudadano
estadounidense, con quien tuvo un hijo, el que es su adoración. Ella estudió
medicina en su país. A pesar de que está muy preparada, en Arizona no puede ejercer su profesión, pues
ningún estudio universitario, que nos sea del
mismo estado, es reconocido. “En cambio, si estuviera en Florida, allí sí
podría trabajar como doctora”, me dice, con molestia. Y a pesar de que ya posee
la ciudadanía estadounidense, tiene esa prohibición, como cualquier extranjero
que desee residir y trabajar allí. Eso no es todo, pues además me platica que
es práctica común discriminar a extranjeros, sobre todo a latinos. Ella trabaja
en una organización no gubernamental, que busca ayudar a la gente con adicción
a las drogas a dejarlas. “Mi jefa actual es una afroestadounidense, que, de
verdad, me trata muy mal, me tiene sin hacer nada, me quitó muchas de las cosas
que hacía y si le pregunto qué puedo hacer, nada más me pone una carota y se enoja. Mi jefe anterior era
un gringo, pero ese sí me trataba bien, era buena persona… a veces, te tratan
mejor los gringos que los latinos o que hasta tus mismos paisanos”. Y me
refiere que una amiga de ella, también colombiana, que además de haber
estudiado medicina, tiene maestría y doctorado, con trabajos si pudo
recientemente conseguir trabajo en una high
school. “El director la trataba tan mal, que prefirió renunciar y
actualmente no ha podido encontrar trabajo mi pobre amiga”, me dice Leticia,
suspirando. Y no creo que pueda hallarlo pronto, con la actual, profunda
recesión en la que se encuentra este racista país.
Nuestra platica tiene lugar en un
café. De repente, frente a nosotros pasa un hombre joven, de unos 30 años,
caminando, muy casual, pero portando un arma en una funda asegurada a su
cintura. Leticia y yo nos miramos, sin dar crédito a lo que acabamos de
presenciar, ya que la escena bien podría haberse ubicado en el lejano oeste. Y eso, el portar armas, además de mostrarlas en
público, se da, a pesar de los miles de crímenes cometidos cada año en EU como
consecuencia del enfermizo armamentismo que es inalienable derecho constitucional. Hace unos días, precisamente,
tuvo lugar una nueva matanza, cuando James Holmes, un brillante estudiante de psicología, penetró a una sala
cinematográfica que estaba estrenando Batman
3, disfrazado, según él, del Guasón, y accionó el letal poder de dos
pistolas y dos rifles, dejando 12 muertos y más de 60 heridos. Tanto los
rifles, así como las municiones, los adquirió muy fácilmente, ya que al no tener antecedentes penales, no hubo
mayor requisito para que un armero le vendiera las armas. Las municiones las
compró por internet (ver en este
mismo blog mi artículo: “De tiroteos, estrenos hollywoodescos y lucrativos
shows mediáticos”. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/07/de-tiroteos-estrenos-hollywoodescos-y_26.html).
Pero, aun así, tantas matanzas y
muertos por armas, tienen sin cuidado a los estadounidenses, Ya Obama declaró
que no hará nada que pueda poner en
peligro el sacrosanto e inalienable
derecho de los estadounidenses para tener todas las armas que deseen y puedan
comprar, mucho menos a cuatro meses de las elecciones, no sea que los haga
enojar, especialmente a la NRA (National Riffle Association), la poderosa
organización pro-armas dedicada, justamente, a defender ese divino derecho, y pierda su casi segura
reelección (spots televisivos lo muestran criticando duramente a Mitt Romney,
el candidato republicano, así, muy al mexicano estilo Vázquez Mota… ¿o será, más bien, al contrario, que los panistas
hayan copiado a los estadounidenses tan deleznables “campañas políticas”?).
Así que el hombre que acabamos de
ver, portando, muy orgulloso, su escuadra, una calibre 38, puede sentirse
seguro de que en muchos años por venir, ningún político se atreverá a quitarle
su derecho a presumir que anda muy bien
armado.
“Míralo – me dice Leticia – y ni
quien le diga nada”. Sí, ni siquiera un policía que pasa en ese momento con su
patrulla, quien sólo voltea a mirarlo, con aburrida mirada. Quizá el oficial
lamente que ese día, sea otra jornada más, sin
mucha acción.
Doy las gracias a Leticia por la
entrevista, le deseo muy buena suerte en todo, y me retiro del sitio,
reflexionando sobre todos los profundos contrastes que se viven en este
racista, decadente, desperdiciador, quebrado país.
Contacto: studillac@hotmail.com