Una asistente personal de un millonario platica
su estresante experiencia laboral
Por Adán Salgado Andrade
Muchas personas piensan que la oportunidad de sus vidas es entregándose por completo a un trabajo, por muy matado y acaparador que sea. Sienten que si dan todo de sí, quedarán muy bien con el empleador.
Fue lo que sucedió con Carrie Sun, una mujer de 29 años que trabajó dos para un millonario que administraba un fondo de riesgo, que ella llamó Boone R. Prescott y a su empresa Carbon (para evitarse problemas con empresas y compañías implicadas). Todo eso lo explica en su artículo “Era la asistente personal de un billonario de un fondo de riesgo. Casi me mató”. Agrega como subtítulo que “me lo vendieron como una oportunidad única en la vida, pero mientras las demandas del trabajo se incrementaron, también los costos personales” (ver: https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2024/feb/24/i-was-a-hedge-fund-billionaires-pa-it-nearly-killed-me).
Sun fue excelente en matemáticas y finanzas en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts, por sus siglas en inglés). Y comienza comentando cómo cuando cumplía seis meses en el cargo, que por contestar un mensaje de Boone, al estar entrenando en la caminadora del gimnasio de la oficina (procuraba hacerlo todo allí, con tal de optimizar tiempo y ser lo más eficiente posible), tuvo un descuido y cayó, hiriéndose rodillas y barbilla. Y eso fue porque quería estar al tanto de cualquier mínimo mensaje que Boone le enviara, aunque fuera una trivialidad. Seis meses antes, un conocido la invitó a trabajar con Boone, diciéndole que era la “oportunidad de tu vida. Nunca más podrás tener otra así”. Y la sometieron a muchos exámenes, bastante difíciles varios de ellos, pues el trabajo requería de una persona muy eficiente, porque sería la asistente personal de un millonario, que si sequía al ritmo de enriquecimiento que estaba teniendo, “sería billonario cuando llegara a la edad de Warren Buffett”.
La sometieron a 14 rigurosas entrevistas, una de una hora con Boone, otra con Elizabeth, su esposa, otra con Gabe, analista de software de Boone, otra por Skype, de psicología, con el coach ejecutivo de Boone, cubriendo sus antecedentes familiares, historia de vida, valores y sueños. “además de referencias, ocho de las cuales fueron elegidas de mi página de LinkedIn”.
“Me ofrecieron lo que les pedí de salario, asegurándome que recibiría constantes, sustanciales incrementos”
Todo eso fue para asegurarse que Sun fuera muy eficiente. Por eso, se esforzó. Le contestaba todos sus mensajes, hasta los más simples, como cuando le compartió un correo con fotos de sus hijos. “Fue uno de los primeros que me envió. Como no se lo respondí, me pidió que, en adelante, le contestara todos y eso fue lo que hice. Lo dejé en el más alto de mis preferidos, mi prioridad de mis prioridades”.
Evitó decirle que el accidente en la caminadora fue porque le contestó un mensaje. “Quería evitar fallarle. Toda mi atención era para él”.
Incluso cuando tuvo que interrumpir una junta para darle un mensaje personal, le preguntó a una empleada que ya llevaba tiempo trabajando allí, cómo tenía que hacerlo. “Me dijo que lo condensara en una nota de post it y que entrara con mucha seguridad y se la entregara. Así lo hice, pero como me vio un tanto insegura, me aclaró que debía mostrarme más energética, así, como una modelo de Victoria Secret. Y le prometí que me esforzaría mucho más”.
Y cuando llegó el día del cumpleaños de Boone, como a él le gustaba el hockey, hasta contrató a dos jugadores profesionales como sorpresa. Quería algo muy especial para él. “Y aunque no lo logré del todo, pero estuvo contento platicando con los jugadores, a quienes les preguntó cómo era posible que mejorara él en su juego y le dijeron que ‘Practicando Boone, practicando’. Pero el pastel, en forma de pelota de hockey, por el que me había esforzado tanto, además de que costó mucho, no fue probado por nadie, se fue a la basura completo. Me dio lástima tanto desperdicio”.
Para Sun, quedar lo mejor posible con Boone, no fallarle y no cometer errores, era toda su vida. “Mis esfuerzos eran quedar bien con él, con su esposa, con sus hijos, con sus ejecutivos estrella”.
Pero comenzó a sentir mucho la presión y a cometer errores. “Hubo un fondo que la empresa administraba, que comenzó a fallar, no subía, a pesar de los esfuerzos de Carbon porque mejorara. Además, vi que un fondo de esos, recibía muchos privilegios, tales como el pagar menos impuestos que un empleado normal, recibir mejores tratos en líneas aéreas, privilegios en muchas empresas, cosas que la gente común nunca recibía. En verdad, eran cosas muy alejadas de las masas”.
En efecto, Sun se dio cuenta de los privilegios que viven los ricos y que los alejan muchísimo de la gente común, que hasta paga más impuestos que aquéllos ricos, “inconsistencias que me di cuenta por trabajar con un millonario”.
Comenzó a fallar tanto y a cometer varios errores, que empezó a acudir al psicólogo, quien le advirtió que “el trabajo te está matando”.
No soportó más la presión y luego de dos años, un día entró a platicar con Boone, de que dejaba la empresa, que no aguantaba la presión”. “Mira, Carrie, yo tuve que soportar diez años la presión, hasta que me adapté”, fue lo que le dijo el millonario. “Tú, debes de pasar por lo mismo”. Sun prometió que probaría un mes más para ver si se adaptaba, “pero no, al final, regresé, diciéndole que no podía seguir dando mi vida por su empresa y por él, que no insistiera, que prefería vivir, que morir en el intento. Y lo borré de mis contactos preferidos, lo bloqueé para nunca más recibir de nuevo sus molestos, inoportunos mensajes”. https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2024/feb/24/i-was-a-hedge-fund-billionaires-pa-it-nearly-killed-me?utm_source=eml&utm_medium=emlf&utm_campaign=MK_SU_SOINewsletterCanvas27022024&utm_term=Email_RCUpsell&utm_content=variantA
La vida regresó para Sun.
Dejó de ser una autómata personal de Boone. Fue la mejor elección de su vida.
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