La minería marina provocará daños permanentes al fondo oceánico
Por Adán Salgado Andrade
El explosivo crecimiento de autos eléctricos, considerados como la panacea para acabar con la contaminación ambiental (algo completamente falso, pues estimularán más el extractivismo de los metales para sus baterías, hasta del mar, como veremos), está a punto de provocar que ya sea un hecho, en julio de este año, 2024, que se expidan las primeras licencias a voraces empresas mineras para que comiencen a destruir el fondo marino con gigantescas máquinas, en busca de los nódulos que contienen manganeso, níquel y cobalto para la elaboración de los millones de baterías que se requerirán para hacer tanto auto eléctrico, AE, cuya producción, del cuerpo y las baterías, que es por procesos de combustión, contaminará todavía más al polucionado planeta (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/09/los-autos-electricos-no-son-la-panacea.html).
Las voraces mineras aseguran que sus procesos son “sustentables”, pero nada hecho por el ser humano en la actualidad es “sustentable”, pues se piensa que el crecimiento puede ser así, “sustentable”, sin límites, siendo que vivimos en un planeta con recursos limitados (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/05/no-es-posible-el-crecimiento-economico.html).
Como ya se está previendo que no alcanzarán los minerales como el litio o metales como el cobalto, que existen en las minas terrestres, para hacer tantos AEs, naciones como las depredadoras China o Estados Unidos, están presionando a la “Autoridad Internacional del Fondo Marino” (ISA por sus siglas en inglés), para que autorice esa muy destructiva y contaminante actividad, que ya está por iniciar en islas-nación como Nauru o las Islas Cook, ejerciendo acciones de control neocolonialista empresas canadienses o estadounidenses (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/08/la-mineria-marina-ademas-de-depredadora.html).
Y la ISA, “resignadamente”, dice que es “inevitable esa acción”. Y eso que pertenece a la ONU ese inútil organismo (ver: https://www.cnbc.com/2024/02/19/critical-minerals-regulator-says-deep-sea-mining-is-a-matter-of-time.html).
Recientemente Jason Chaytor, geólogo del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) inspeccionó un viejo sitio en donde se inició una operación de minería marina en 1970, descubriendo que los efectos, luego de más de 50 años, son permanentes, como expone el artículo del portal digital The Post and Courier, titulado “Sacado de la profundidad”, firmado por la periodista Clare Fieseler, en donde inicialmente indica que “científicos hallaron un sitio de minería marina ‘perdido’ en las costas de Carolina del Sur. ¿Qué secretos oculta?” (ver: https://www.postandcourier.com/news/special_reports/deep-sea-mining-south-carolina/article_8aeed6fa-b6f4-11ee-aacc-f75a9a3ce382.html).
Una foto inicial muestra uno de tales nódulos, que se forman durante millones de años, por acumulación de minerales y metales que circulan en el fondo marino. Parecen piedras de río, lisas por la acción marina, durante tanto tiempo de estar entre el sedimento.
Dice Fieseler que en 1970 un barco de la empresa Deepsea Ventures, el R.V. Deepsea Miner, inició una operación de dragado profundo, con una especie de cuchara mecánica, que operó durante varios días, arrastrándose por el fondo marino, sacando miles de los nódulos. “La empresa había gastado $15 millones de dólares en una actividad que parecía extraída de la ciencia-ficción y esperaba obtener billones en ganancias”, dice Fieseler.
Por aquél entonces, al calor de la Guerra Fría, metales como el cobalto, el manganeso o el níquel eran vitales para las armas nucleares y esa empresa quiso ser un abastecedor para el Pentágono, dice Fieseler, pero su acción no prosperó, a pesar de que le pidió a Henry Kissinger (1923-2023), quien en ese entonces era Secretario de Estado de Richard Nixon (1913-1994), que empleara sus influencias, con tal de que se aceptaran las operaciones de Deepsea Ventures. “Pero en lugar de eso, Kissinger realizó una operación secreta para rescatar un submarino soviético que supuestamente cargaba misiles nucleares, del que sólo recuperaron la mitad, sin los misiles”.
Hubo un oceanógrafo en ese año, Chris Garside, quien trató de ver qué efectos ocasionaría esa operación, pero no tuvo gran apoyo. Y cuando la operación se canceló definitivamente, quedó en el olvido y la empresa quebró. Garside murió en el 2003 y también quedó en el olvido
Hubo algunos intentos de ver qué efectos ocasionó ese minado, uno, en 1974 y otro, en 1982, pero por la falta de fondos y de equipos adecuados, tampoco se pudo concluir nada.
Pero los documentos de esos estudios, que extrajeron muestras del fondo, quedaron en las bodegas del USGS. Y de allí, el mencionado Jason Chaytor, las desempolvó, pues algo sabía de ese inicial sitio, en donde se había realizado minería marina profunda “y comenzó a considerar que sería importante ver los efectos que había causado ese dragado profundo”.
Eso fue en el 2019 y tras discutirlo con sus jefes, se le autorizó la partida para hacerlo, “pero llegó la pandemia y lo interrumpió todo”.
Chaytor vio muy importante realizar ese estudio, en vista de que la “nueva fiebre”, como señalé antes, está por comenzar. Y afectaría severamente a las llanuras abisales, que están entre los 4,000 y 6,000 metros de profundidad, en donde se concentran esos nódulos, pero también en donde se encuentra concentrada la mayor biodiversidad marina. Por la profundidad a la que se encuentran, no han sido bien estudiadas, por lo que sería una estupidez iniciar la minería marina en un ecosistema del que se conoce tan poco (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Abyssal_plain).
Fue hasta el 2022, que Chaytor y sus colegas viajaron a la Blake Plateau, el sitio en donde se había practicado el primer minado en el profundo lecho marino en 1970.
Usaron vehículos submarinos robotizados, que viajaron durante varios días, tomando un total de 500,000 fotos del lecho marino.
Una vez analizadas esas fotos, Chaytor y sus colegas se quedaron estupefactos. “Parecía como si hubieran estado ayer”, declara Chaytor, al ver los daños ocasionados por el dragado. Una foto, muestra una sección de 51 por 5.5 metros, en la que aparecen marcas, “como si fueran huellas de tractor, en donde no ha crecido nada, mientras las áreas contiguas, en donde no se dragó, aparecen llenas no sólo de nódulos, sino de esponjas, estrellas y otras especies”, dice Chaytor.
Desde que descubrió esa permanente destrucción, ha tratado de difundirla. Hasta organizó una conferencia, hizo posters explicativos, pero, terminado el evento, “los guardias procedieron a desalojar rápidamente a la gente”
Kris Van Nijen CEO de Global Sea Marine Resources, subsidiaria del gigante del dragado belga DEME, citado por Fieseler, desestima los hallazgos de Chaytor, “pues fueron hechos con tecnología pasada de moda. Nuestro rover (el aparato extractor), sopla aire bajo los nódulos, elevándolos y recogiéndolos, mientras se desplaza por el fondo marino, siendo un método más sustentable”, se jacta.
Es una idiotez, pues sólo imaginen, con ese soplado y el traslado del aparato, de todos modos se provoca el llamado smog marino, al levantarse arena, que va a dar a las branquias de peces y a los orificios de tantos animales que los emplean para respirar. Pero para esos CEO’s, eso no importa, son inevitables “daños colaterales”.
Lo que sucede es que ya están ansiosos por destruir el fondo marino, en busca del oro oceánico, con tal de llenarse de millones de dólares, euros, libras… lo que sea. Como dije, para ellos, los daños colaterales, en nombre de la “civilización”, son inevitables.
Por eso es que grupos ambientalistas, dice Fieseler, como Greenpeace o el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF, por sus siglas en inglés), están oponiéndose férreamente a que se minen los mares, llevando campañas de concientización en todo el mundo de los peligros que acechan.
Se afectarían también organismos como los pastos marinos que, se acaba de descubrir, sirven para retener entre sus raíces a los peligrosos metales pesados que llegan al mar por la actividad minera terrestre (ver: https://hakaimagazine.com/news/seagrass-can-stash-away-dangerous-heavy-metals/).
Aunque algunas empresas automotrices, como BMW o Volvo, afirman que no usarán materiales obtenidos del fondo marino para fabricar sus baterías. Bueno, eso ya es algo de, llamémosle, consciencia industrial.
“Bueno, no porque yo expuse esto y no me telefoneen demasiado, no quiere decir que no sea útil. Es la naturaleza de la ciencia”, se lamenta Chaytor, en vista de que no ha tenido mucha repercusión su trabajo. Claro, hasta las propias mineras boicotean su trabajo, como la mencionada Global Sea Marine Resources.
Y hasta los mezquinos países que ya autorizaron esa depredadora actividad, como Noruega, que se declaró totalmente a favor y eso que es un país “de primer mundo, consciente”.
Sin embargo, está seguro Chaytor que en unas décadas, los científicos de entonces, apreciarán su trabajo.
Pero quizá sea demasiado tarde, cuando ya los océanos, llenos de basura de todo tipo y turbios, por tanto minado de su fondo, sean grandes, muertas extensiones de agua lodosa.
Contacto: studillac@hotmail.com