Japón arrojará al mar el agua radioactiva “tratada”, con la que ha enfriado a Fukushima
por Adán Salgado Andrade
Luego de arrasar dos ciudades de Japón, con dos bombas atómicas, una, el 6 de agosto y, otra, el 9 de agosto, de 1945, que devastaron a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki y dejaron casi 180,000 muertos inmediatos y varios miles después, por los efectos de la radiación, Estados Unidos, como parte de su Plan Marshall de reconstrucción de ese devastado país, buscó que la energía nuclear, se aplicara a fines pacíficos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/12/dia-de-la-trinidad-el-nacimiento-de-la.html).
Se formó la empresa TEPCO, Tokyo Electric Power Company, en 1951, la que comenzó con plantas eléctricas termales. Pero, como era necesario aplicar la energía nuclear a los citados fines “pacíficos”, en 1971, se puso en funcionamiento la primera planta de energía nuclear, justamente la de Fukushima (ver: https://www.tepco.co.jp/en/hd/about/corporate/history-e.html).
Los frecuentes terremotos que afectan a Japón, que se encuentra en una zona sísmica, han dañado algunas de sus plantas nucleares, como la de Kashiwasaki-Karima, que fue cerrada en el 2007, por el terremoto que sacudió al área de Niigata-Chuetsu-Ok. Y fue abierta hasta el 2009 (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Tokyo_Electric_Power_Company).
Esa planta, está junto al mar, como muchas otras. Se construyen allí, pues se enfrían con el agua marina, sin importar los daños que la contaminación térmica ocasiona a aquél. Desde allí, ya comienzan los problemas (la contaminación térmica, también provoca daños al ambiente ecomarino).
Podría haberse considerado que, por tal terremoto, Japón habría cambiado de parecer, en cuanto a seguir con los reactores nucleares para generar electricidad.
Pero no fue así, pues su insistencia en continuar con la peligrosa energía nuclear, para satisfacer sus necesidades eléctricas, es permanente, como lo es en varios países, que usan energía nuclear para generar electricidad. Esa energía, en primer lugar, es muy peligrosa, sobre todo, cuando hay accidentes de los reactores, que pueden desencadenar una explosión nuclear, la cual, emite fuertes humos radiactivos, como sucedió con Chernóbil, en abril de 1986, que las secuelas dejadas por el estallido del reactor, aún se sienten (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/05/chernobil-un-evitable-desastre.html).
Por otro lado, cuando se agota el combustible nuclear, los mortíferos efectos radioactivos, de varios de sus componentes, estarán activos, en algunos casos, hasta por cientos de miles de años.
Y muchos países no tienen espacio en donde guardar tanto combustible desechado. Como Estados Unidos, que no tiene espacio para almacenar ¡100,000 toneladas! de radiactiva y mortal basura nuclear (ver: https://www.wired.com/story/senators-tryagainto-solve-the-nuclear-waste-debacle/).
Sumen a tanto peligroso reactor, los miles de poderosas bombas nucleares, activas, o sea, listas para que se apriete un botón y cumplan con su masiva y mortífera labor, y es más fácil y potencial, que el planeta se destruya por un Armagedón nuclear (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/07/el-mortifero-legado-nuclear.html).
Además, son comunes los “accidentes” al manejar material nuclear, como el sucedido recientemente en un centro ruso de reprocesamiento de materiales nucleares. El 2 de octubre del 2017, una fuga de peligroso rutenio-106, se pudo captar por varios países. Y provino de Mayak, un sitio localizado en los Montes Urales. Pero, claro, Rusia ha negado vehementemente la fuga (ver: https://www.wired.com/story/a-strange-radioactive-cloud-likely-came-from-russia/).
El cineasta alemán Johannes Jano produjo un muy interesante e informativo documental, titulado The Fukushima Lie, en donde devela la serie de mentiras que la mencionada TEPCO, estuvo diciendo durante muchos años, en relación con los reactores nucleares de la isla. Se han ocultado problemas constructivos, defectos, malos diseños, además de que en cuanto algún funcionario o periodista se atreviera a decir la verdad, de inmediato era boicoteado y atacado, hasta que renunciara a su puesto. Y el “accidente” del reactor de Fukushima, se agravó precisamente por los errores de diseño de un reactor defectuoso desde el principio, además de viejo, pues comenzó a funcionar en 1979.
Por otro lado, en el documental, se da el testimonio del profesor Hideki Shimamura, quien con su equipo de trabajo y los más de mil dispositivos que poseen para el estudio de los sismos, calcularon que el terremoto del año 2011, superó todas las expectativas previas de intensidad y velocidad que se tenían contempladas, midiéndose que rebasó la aceleración de 4000 gal (el gal, es la unidad de la aceleración, expresada en centímetros divididos entre segundos al cuadrado: cm/seg2).
Y aun así, las irresponsables autoridades de TEPCO, estiman, como la máxima intensidad para los diseños de los reactores, apenas 600 gal. Que, de todos modos, de acuerdo con el profesor Shimamura, sería imposible construir un reactor que resista un terremoto de tal intensidad. Es decir que, de seguir operando Japón reactores nucleares para la generación eléctrica, está sobre una bomba de tiempo (el link es: https://www.cultureunplugged.com/documentary/watch-online/play/12135/ZDFzoom--The-Fukushima-Lie-).
No aprendió de sus pasados desastres y errores constructivos TEPCO, pues siguen activas la mayoría de las plantas nucleares.
Y le ha salido caro a TEPCO, el daño ocasionado a Fukushima, pues ha tenido que enfriar con agua marina a los accidentados reactores, con tal de que no estallen. Y toda esa agua, se ha ido almacenando, y ya no tiene espacio esa empresa, para guardarla, por lo que ha decidido darle “tratamiento” y arrojarla al mar, como consigna el artículo del portal digital Gizmodo “Parece que Japón seguirá con su plan de tirar agua radioactiva de Fukushima al océano”, firmado por George Dvorsky (ver: https://gizmodo.com/looks-like-japan-is-going-ahead-with-plan-to-dump-radio-1845391819).
El artículo informa que Japón, tiene contemplado arrojar al océano, más de ¡un millón de toneladas de agua contaminada de la destruida planta de Fukushima. “El agua será tratada para remover algunos – pero no todos – de los contaminantes. Muy entendiblemente, la industria pesquera local, se opone al plan”.
Sí, pues tanta agua, a pesar de estar tratada y contener “algunas sustancias radiactivas de baja radiación”, algún efecto tendrán en el mar cercano a Japón, pero no sólo en esa área, sino en los océanos de todo el planeta. El mar mundial, está interconectado, y en cuestión de días o meses, tanta contaminación se esparcirá por todos lados.
El problema, aduce TEPCO, para tomar tal decisión, es que a diario se generan ¡170 toneladas de agua radioactiva!, que es usada, como señalé, para enfriar los dañados reactores, y evitar que se sobrecalienten y estallen. “A la fecha, la operadora de la dañada planta, TEPCO, ha tenido que almacenar 1.23 millones de toneladas del tóxico líquido en 1,044 tanques cilíndricos gigantes de agua, de unos 14 metros de altura, por 12 de diámetro. Son, realmente, números sobrecogedores y TEPCO anticipa que se quedará sin espacio para nuevos tanques en el 2022”, señala Dvorsky.
Y, supuestamente, TEPCO usará un proceso para limpiar el agua (ALPS), que “quitará casi todos los contaminantes del agua, menos el tritio, un isótopo del hidrógeno, que no puede removerse con el ALPS, pero que es considerado un radionúclido de bajo riesgo, en términos de su potencial para desatar enfermedades como leucemia y cáncer”.
No, pues si nos guiamos por los “estándares”, nada nos hará daño. Es inconcebible que se vaya a hacer eso, pues aunque el tritio no sea “tan radioactivo”, de todos modos, serán cientos de miles de unidades las que contenga tanta agua radioactiva, así que algún daño ocasionarán, tanto a la fauna marina de todo el planeta, así como a los humanos que la ingieran.
De verdad que ese plan, parece uno, de un degenerado, hollywoodesco villano. Es imposible de creer, apegándonos al sentido común.
Desde el 2019, se consideró por las “autoridades japonesas” qué hacer, y el ministro del Medio Ambiente, Yoshiaki Harada, opinó que era la “senda correcta” arrojar esa agua al mar. No toman la opinión de la Woods Hole Oceanographic Institution, publicado recientemente, que señala que “otros potencialmente dañinos contaminantes de esas aguas, tales como carbono-14, cobalto-60 y estroncio-90, pudieran llegar al océano Pacífico”. Es decir, ni el “tratamiento” podría quitar esos peligrosas sustancias.
Pero como tienen el visto bueno de Rafael Grossi, el director general de la Agencia Internacional de Energía Nuclear, sigue TEPCO con sus escalofriantes planes. Grossi ha dicho que “el plan de TEPCO, sigue los estándares globales”.
Y, como señalé, a los pescadores no les convence la “eficacia” del tratamiento de tantos millones de toneladas de aguas tratadas, que podría comenzarse hasta el 2022, una vez que “sea instalada la infraestructura necesaria para hacerlo”.
Sus ventas se verán muy afectadas.
Ya, Surcorea, prohibió comprar pesca de Japón, porque, de todos modos, ha habido agua radioactiva, que se ha ido al mar, desde el accidente. Así que los pescadores, seguramente, desde entonces, han estado vendiendo especies con distintos niveles de radiación, que los consumidores, por desgracia, no tienen forma de medir.
El “gobierno”, dice que se tomarán medidas para “aminorar” los daños que ocasionara a los pescadores. La real medida, sería que no se arrojara esa agua al mar, pues, de hacerse, provocará un verdadero ecocidio marino planetario, por mucho que digan que la traten, a menos que quedara libre de contaminantes, lo cual, por lo visto, no es posible.
Y no sólo es de si los pescadores japoneses o las organizaciones no gubernamentales japonesas se opongan, sino que es un asunto mundial, pues, como dije, tanta agua contaminada, no se quedará sólo en el mar de Japón
Así que, una vez más, el mar, será el basurero de tanto desperdicio que allí se arroja, sea petróleo, aguas negras, llantas, plásticos y microplásticos, fertilizantes, restos de barcos, de aviones… y, ahora, más sustancias radioactivas, incrementando las que ya contiene, desde hace años.
Sumen a eso, que el mar absorbe el 90% del calentamiento global. Todo el calor que el mar planetario ha absorbido, equivale a si éste, hubiera contenido el estallido de la energía de una bomba nuclear de 50 megatones – como la Tsar soviética, detonada en 1961 –, lanzada cada diez minutos, durante 10 años (ver: https://mashable.com/article/ocean-heat-content-rising-atomic-bomb/).
Al haber un mar más caliente, su agua será menos oxigenada, y sus ecosistemas animales y vegetales, se irán agotando.
La catástrofe marina global, y terrestre, están cercanas.
No hemos entendido la importancia que tiene, el mantener al planeta saludable, pues su salud, es la nuestra.
Y cuando ya estén muertos todos los océanos, por tanta basura, contaminación y calentamiento, junto con el resto del planeta, diremos “¡Ay, hubiéramos evitado tanta contaminación y depredación!”.
Pero, el “hubiera”, no existe.
Y ya será muy tarde.
Contacto: studillac@hotmail.com