Dando ánimos a empleados de una
tienda minorista
por Adán Salgado Andrade
En
la cinta estadounidense Glengarry Glen Ross (1992), dirigida por James Foley,
estelarizada por Al Pacino, Kevin Spacey y Jack Lemmon, entre otros reconocidos
actores, se plantea que aún en época de crisis económicas, como la que afectaba
a Estados Unidos (EU) en 1990, una de tantas, un agente de bienes raíces debía
de vender costosas propiedades, sin importar todos los esfuerzos que se
requirieran para ello. En la cinta, el gerente, John Williamson (Spacey), ofrece un Cadillac El Dorado, como primer lugar, para quien logre vender más propiedades en dos días, un
juego de cubiertos, para el segundo lugar. “¡Y quien no logre nada, será
despedido!”, amenaza.
Obviamente,
la cinta era una severa crítica a una situación de crisis económica y recesión,
de las tantas que han pasado EU y el mundo durante su historia, en lo que menos
puede estimularse es el consumo, sobre todo de bienes suntuarios, como las
lujosas mansiones que se ofrecían por la firma de vendedores que presenta ese
trabajo fílmico.
Sí,
no es sólo decir “¡Anden, vayan a vender!”, si nadie compra. Por ejemplo,
recientes cifras del INEGI reportan que las ventas de tiendas minoristas en
diciembre del 2018, fueron las menores de muchos años, sobre todo porque la
disminución en el consumo, incluso el necesario, como alimentos, que es
consecuencia de las caídas económicas, ya se está manifestando también
fuertemente en México (ver: https://www.jornada.com.mx/2019/02/27/economia/018n1eco).
Entonces, los esfuerzos que hacen algunas
empresas para tratar de elevar su actividad, como sus ventas, por ejemplo,
resultan, a falte de mejor palabra, cómicos.
Fue lo que presencié en una tienda de la
cadena Walmart, corporación estadounidense de la que ya he escrito antes, sobre
todo que en los lugares en donde se establece, se pierden empleos, muchos más
de los que crea (ver: )http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2013/01/los-negativos-efectos-del-emporio.html).
Coincidí con el inicio del llamado a junta
por parte de la gerente y el “¡Buenos días!”, acompañado de movimientos
corporales francamente ridículos, en el que parecía dirigirse más a un grupo de
párvulos, que a mujeres y hombres adultos. Comenzó el sub gerente con una serie
de recomendaciones, para que la tienda lograra subir sus ventas, tales como “mayor
esfuerzo”, “buena aptitud”, “atención al cliente”… y todas esas recetas que son
empleadas en negocios así para que su personal se “supere”. Claro, que, con
salarios bajos, como los que paga Walmart, los buenos ánimos no sirven de
mucho. Será por eso que ya varios trabajadores han organizado, junto con el
sindicato, que esa empresa suba salarios o se irán a huelga en 18 entidades
(ver: https://www.jornada.com.mx/2019/02/28/politica/013n1pol).
A continuación, vinieron algunos aplausos
sobre “logros” que se hicieron y entró la gerente, una mujer de unos 46 años,
de lentes, bien presentada, la que comenzó, como a manera de reproches, a
mostrarles su falta de “no echarle ganas” a la tienda, como el que no ponían
música “bonita”, que llamara a los clientes, los alegrara, “Sí, miren, que si
es música electrónica, pues que la reconozcan, y así, ¿no?, y que no se escuche
tanto, no se trata de dejarlos sordos, pero, sí, animarlos a comprar”. Luego,
les señaló que no recogían todos los productos que dejaban la gente en, por
ejemplo, las cajas. “Esas son mermas, son pérdidas para la tienda, ¿ven?, y es
dinero que pierde la empresa… por eso es muy importante que hagan sus
recorridos y recojan todo eso”. Luego, les dio cifras. “Miren, en enero sólo
vendimos 3 millones de pesos… ¡estamos abajo por dos millones¡ Debíamos haber
vendido cinco millones, ya los debemos, tres son de las ventas y dos, de las
utilidades. Entonces, debemos de subir como mínimo a cinco millones, chicos!”,
los exhortó a todos, que, imagino son jefes de departamentos o subgerentes. Si son
dos millones sólo de su utilidad, estamos hablando de que es un 40% lo que esa
empresa obtiene de ganancia, muy alta, considerando que la ganancia industrial
es del orden del 10%. Por eso, cada vez más y más empresas dejan de fabricar y,
mejor, se ponen a vender productos chinos. Muy alta, sólo para ser un simple
establecimiento comercial, que para nada fabrica y sólo vende.
La mujer siguió, dando más cifras, que fue
cuando les dio el dato de las ventas anuales de esa tienda en el 2018, que
fueron de “Setenta y cuatro millones… ¿¡y saben cuánto nos piden para este año!?...
¡setenta y siete millones, sin contar la cuaresma, que es la temporada fuerte
que se nos viene! Entonces, ¿qué debemos hacer para que alcancemos esa meta?
¡Pues vender mucho, mucho!”, los arengó y todos corearon.
No quedó todo allí. Les habló de que debía de
mejorarse la comunicación entre ellos y hasta les sacó el “filtro de Sócrates”,
el que dice, que en una ocasión, un discípulo del filósofo quería comentarle
algo sobre un amigo de aquél. Sócrates le preguntó si lo que iba a decir era
cierto, si era bueno o positivo escucharlo y, por último, si le iba a servir a
él saberlo. Como a nada supo responder el discípulo, Sócrates mejor le dijo que
se guardara el comentario. A ese “filtro” aludió la mujer, sólo que ella
comenzó en el orden equivocado, con lo de si lo que iban a decir era bueno y si
era verdad y si servía. “¡Ay, porque si van a salir conque ‘oye, ya sabes que
fulano anda con la gorda de allá… pues mejor no!”, dijo, a lo que siguió
sonora, general carcajada. Así que sólo se requerían comentarios positivos, les
dijo, que sirvieran para aumentar las ventas. Luego, dos empleados mostraron
sus “logros”. Una, enseñó un contenedor plástico para bebidas, que salí en 165
pesos, “con un margen de 42”, la ganancia, supongo. Luego, otro mostró un
muñeco, que costaba sesenta y dos pesos, “con un margen de 25”. Y ambos fueron
aplaudidos muy calurosamente. Por lo que vi, se trata de poner a la venta
productos muy atractivos, que no cuesten demasiado, pero que dejen buena
ganancia. Su “gran filosofía”.
Y por si no fuera suficiente tanta tempranera
estimulación para la “superación personal en las ventas”, entre ella y el subgerente, les enseñaron rápida clase de calistenia. Les dijo que era importante “calentar”
para que estuvieran muy bien para sus actividades. Eran ejercicios de movimientos
de estiramiento laterales, de frente, otros, con brazos levantados y meciéndose
hacia los lados, de respiración y así, como si se estuviera dirigiendo a un
grupo de alumnos de secundaria, muy “amigablemente”.
Sí, quizá con esas pueriles formas la empresa
trate de subsanar sus políticas de salarios bajos y despidos injustificados por
cualquier razón.
Al final de tan “elocuente” forma de decirles
a los empelados que se esforzaran mucho más (o sea, ¡déjense explotar más,
muchachos!), me le acerqué a la gerente y le señalé que si lo que querrían era
que aumentaran las ventas, que evitaran que los guardias (que parecen, con esos
uniformes, los kaibiles guatemaltecos
del nefasto Ríos Montt) intimidaran a la gente que llevábamos nuestras compras
en bolsas ecológicas, pues como no salimos con las contaminantes bolsas de
plástico, nos detienen para revisarnos el ticket de compra. “Eso sólo intimida
y hace que uno no regrese”, le dije. Me respondió que como estaba la tienda en
una zona “muy difícil”, por eso autorizaban “revisiones aleatorias”. Pero le
refute que por eso pasa uno la barrera de seguridad, en donde si llevamos algo
robado, no registrado por la caja, suena. Y ya me señaló que como hay muchas
cosas que no tienen sensores, por eso lo hacen. Quizá se refiera a que la gente
se pueda robar una manzana, a los “robos de hambre” que han llevado a mucha
gente a la cárcel por haber “robado” unas papas fritas o una manzana.
De todos modos, le insistí en que si no
mejoraban eso, esas prepotentes revisiones, ni con todas las tácticas de “superación
personal en ventas”, éstas iban a aumentar.
Y, claro, algo que no advirtió a sus
empleados, que mientras persista esta terrible crisis económica, que ya lleva
años manifestándose, no habrá fórmulas mágicas, ni principios socráticos, que
aumenten las ventas.
Contacto: studillac@hotmail.com