martes, 20 de marzo de 2018

La muy grave contaminación por plásticos


La muy grave contaminación por plásticos
por Adán Salgado Andrade

Cuando en 1907 el químico belga-estadounidense Leo Baekeland (1863-1944) inventó la baquelita, el primer plástico creado, seguramente no imaginó toda la infinidad de aplicaciones que ese primer material sintético y los que siguieron, tendrían, pues actualmente los plásticos se usan en prácticamente todo, desde empaques y envases para todo tipo de productos y alimentos, utensilios de cocina, hasta material de fabricación en la industria electrónica, la automotriz, la aeroespacial, la farmacéutica, las telecomunicaciones, la juguetera, la cinematográfica… y decenas de aplicaciones más (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Plastic).
Pero tampoco imaginó Baekeland todos los problemas ambientales que los plásticos están ocasionando actualmente, los que no sólo dañan muchos ecosistemas, sino que ya también la salud humana está siendo afectada.
Uno de los factores que más han contribuido a la explosión plástica es la cultura de lo desechable, que, una vez usado o consumido un producto, el envase o el contenedor, simplemente, se tira. También a esto contribuye a que el capitalismo salvaje, ávido de ganancias y de su reproducción, tiende a hacerlo todo menos duradero, que sea alcanzado por la “obsolescencia”, la que, incluso, se programa. Así, millones de productos fallan rápidamente o deben de dejarse de usar pues ya no son “funcionales”. Eso sucede, por ejemplo, con computadoras, impresoras, laptops, celulares, tablets y otros dispositivos electrónicos, los cuales, en su mayoría, también son hechos de plástico. No sólo eso, sino, incluso, artículos “duraderos”, como los automóviles adolecen de la “obsolescencia programada”, que los mantiene útiles por unos cuatro o cinco años, luego de los cuales, comienzan a fallar muchísimo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/10/la-obsolescencia-programada-el.html).
Por lo mismo, la producción de plásticos asciende cada año a niveles verdaderamente alarmantes. De acuerdo con el Worldwatch Institute se producen cerca de 300 millones de toneladas de plásticos cada año y tiende a incrementarse tal cantidad en 4% (se calcula que se han producido 83000 millones de toneladas de plástico desde los 1950’s). Alrededor del 4% del petróleo producido mundialmente es para hacer plástico y otro 4% de tal petróleo es empleado como energía para la manufactura plástica El consumo promedio por persona en Europa o en Estados Unidos (EU), que son las regiones en donde más se consume plástico – por la ya señalada cultura de lo desechable y obsolescente –, es de cien kilogramos, aunque baja en países pobres o con menor desarrollo, a unos 20 kilogramos. Pero como tal producción no va a la par con el reciclaje, muchos de los plásticos desechados van a dar a basureros o, peor, a los océanos. De acuerdo con el Programa Ambiental de la ONU, entre el 22 y 43% de los plásticos producidos anualmente son tirados en basureros o en el mar. Alrededor de 10 a 20 millones de toneladas de plásticos terminan en los océanos, en donde van a dar a los fondos, son tragados por fauna marina o, simplemente flotan. Un estudio conservadoramente estimó que 5.25 billones de partículas plásticas (5.25 millones de millones), las cuales pesan unas 268940 toneladas, flotan por todos los océanos. Y toda esa basura tiene, incluso, un costo, pues se pierden unos $13000 millones de dólares anuales por daños a los ecosistemas, al turismo y por el costo de limpiar tales acumulaciones (ver: http://www.worldwatch.org/global-plastic-production-rises-recycling-lags-0).
Y como la producción de plásticos tiende a aumentar, contra toda lógica, se calcula que para el año 2025, los océanos contendrán una tonelada de plástico, por cada tres toneladas de vida animal, peces, sobre todo. Pero como, de seguir aumentando brutalmente la producción, en el 2050, ésta ascenderá a 1124 millones de toneladas anuales, así que en ese año, habrá más plástico por peso en el mar, que vida marina. Es decir, habremos plastificado al mar, así de terrible (ver: https://www.theguardian.com/business/2016/jan/19/more-plastic-than-fish-in-the-sea-by-2050-warns-ellen-macarthur).

Se han hallado islas "prístinas", solitarias, "paradisiacas", llenas de miles de botellas plásticas en sus playas. Son escenas verdaderamente tristes y dramáticas (ver: https://www.theguardian.com/environment/2017/may/15/38-million-pieces-of-plastic-waste-found-on-uninhabited-south-pacific-island).    

Lo peor es que, en lugar de reaccionar y reducir de inmediato la producción plástica, las corporaciones responsables de tal daño ambiental, nada hacen y el problema se agrava año, con año. No sólo son los envases, por ejemplo, de refresco, sino todo en lo que se ha aplicado el plástico, como en las microfibras, como veremos más adelante.
Las botellas de todo tipo empleadas para guardar, ya sea líquidos de limpieza, medicamentos o alimentos son, por desgracia, uno de los signos de la “civilización” actual, pues abundan los basureros, sean legales o no, en donde, de entre los desperdicios, los más visibles y que más espacio ocupan son las botellas que sirvieron para embotellar agua refresco – sobre todo cuando esas botellas ni siquiera se comprimen, una primera fase para su reciclaje. Abundan las fotografías de “ríos” colmados totalmente de botellas, en lugares como Tailandia o China, por citar algunos sitios.
Y, como señalé, basta con analizar a una sola empresa, Coca-Cola, para medir la magnitud del problema. Esa empresa que tanto presume de “cuidar el ambiente”, produce al año, por sí sola, alrededor de ¡110 mil millones de botellas cada año, 3400 por segundo!, e incrementa tal cantidad en mil millones anualmente. Cada día ¡1800 millones de sus engordantes, enfermantes bebidas son ingeridas. Y como una buena parte se envasan en botellas plásticas, éstas, simplemente, se tiran por los felices consumidores, una vez “satisfecha” su sed (eso es un decir, pues la sed intensa, no se quita con refresco – al contrario, la incrementa – sino con agua. El problema es que corporaciones como Coca-Cola han acostumbrado a que la gente ya no tome agua, sino sólo refresco). Y las botellas que produce esa empresa, tan sólo de refrescos, constituyen el 20% del total, de acuerdo con la organización Greenpeace, por lo que, tan sólo de botellas de bebidas, se producen alrededor de ¡550000 millones anualmente! Como ya señalé antes, una buena parte terminan en los océanos, ya sea flotando, formando vórtices plásticos, siendo tragadas por fauna marina y contribuyendo aceleradamente a la degradación ambiental oceánica (ver: https://www.zmescience.com/ecology/world-problems/coca-cola-plastic-bottles-05102017/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+zmescience+%28ZME+Science%29&utm_content=Yahoo%21+Mail).
Sin embargo, no conformes con eso, muchas empresas han hallado otra aplicación para el plástico. En la cosmetología, por ejemplo, se emplean los llamados microplásticos, usados como exfoliantes en jabones, cremas limpiadoras o pastas dentales. Esas partículas miden menos de cinco milímetros, en su dimensión más larga. Y son particularmente nocivas para el ecosistema marino, que es en donde la mayoría van a parar, pues son ingeridas por la fauna oceánica. El problema adicional es que, por su forma, absorben otros contaminantes, como pesticidas o hidrocarburos, así que, si por sí solas son dañinas, con esos añadidos, lo son aún mucho más (ver: https://www.zmescience.com/medicine/microbeads-study-withdrawn-10052017/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+zmescience+%28ZME+Science%29).
Los mismos plásticos normales, digamos, las botellas, por ejemplo, se van degradando, y se convierten con el tiempo en microplásticos, los que son, igualmente, muy contaminantes y difíciles de recolectar. Son los que se denominan microplásticos secundarios (ver: https://www.zmescience.com/ecology/pollution-ecology/the-down-low-on-microplastics/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+zmescience+%28ZME+Science%29&utm_content=Yahoo%21+Mail).
Pero, para todavía empeorar más las cosas, como la industria textil también se sirve de plásticos en forma de fibras para la confección de prendas, muchas de tales fibras van a dar al ambiente e igualmente terminan en los océanos. Se calcula que un ciclo de una sola lavadora, que esté lavando ropa hecha de telas plásticas, como poliéster, por ejemplo, descarga al ambiente ¡nada menos que 700 mil microfibras plásticas! Así que imaginemos las millones de lavadoras que en este momento están funcionando y lavando ropa sintética y sumaremos aún más contaminación plástica que terminará en los océanos. Y como muchos de esos microplásticos son ingeridos por fauna marina que comemos, pues ya también millones de personas tendrán plásticos en sus organismos. Un estudio reciente concluyó que en el 2014, el europeo promedio podría estar ingiriendo 11000 microplásticos anualmente. Y esa ingesta podría ocasionar enfermedades tales como cáncer, daño hepático, problemas reproductivos y otros males.
Y no sólo están los microplásticos en los mares, sino que como es muy difícil que los sistemas de purificación los retengan, ya están presentes, incluso, en el “agua potable” que sale de los grifos. Y como esos microplásticos atraen bacterias, la calidad del agua bajará mucho. Y también se presentan flotando en el aire. Por ejemplo, investigadores franceses hallaron que sobre París se depositan entre tres y diez toneladas de microplásticos cada año, y que muchos son inhalados por los habitantes de la ciudad. Lo peor es que aún no se cuenta con estudios que determinen el daño a la salud que dicha inhalación provoca en los organismos de quienes los aspiran. (ver: https://www.theguardian.com/environment/2017/sep/06/plastic-fibres-found-tap-water-around-world-study-reveals).  
Y quien pensara que para no estar bebiendo microplásticos del agua de grifo era mejor tomarla embotellada, ¡sorpresa!, un reciente estudio elaborado por científicos estadounidenses halló que prácticamente ninguna marca de agua embotellada, está libre de microplásticos. Se analizaron botellas de marcas de nueve países, México incluido, como Evian, Nestle, Aquafina, Aqua, Dasani, Bisleri, Gerolsteiner, Minalba, Pure Life, San Pelegrino, Wahaha, entre otras, hallándose contaminación plástica en el 93% de las muestras analizadas. El promedio fue de 314.6 partículas por litro de agua, pero algunas llegaron hasta las diez mil. Conclusión, ni el agua de caras marcas es tan pura, como se presume. Quizá allí sea tanto el origen del agua, así como los procesos de embotellado, durante los cuales se desprendan microplásticos. Se deberían de revisar todos los alimentos que se envasan en plásticos. Lo más probable es que no se haga eso, con tal de que el afectado consumidor siga con la creencia de que los alimentos envasados en plástico son “muy higiénicos” (ver: http://www.jornada.unam.mx/2018/03/16/ciencias/a02n1cie).
Otra fuente plástica muy contaminante, son los cubiertos plásticos – de nuevo, lo desechable es el problema –, de los que, tan solo en EU se consumen ¡2000 millones al año! Eso se va a la basura, la mayor parte. Un estudio reciente halló que un 67% de toda la basura producida en la ciudad de San Francisco era tan sólo de los empaques de la comida y bebida (ver: https://www.motherjones.com/environment/2017/07/are-alternate-utensils-for-take-out-an-envrioment-friendly-option/).
Eso lo vemos aquí mismo, cuando pedimos comida en alguna franquicia de comida rápida estadounidense, como KFC o McDonald’s, toda la basura que se genera de vasos, cubiertos y bolsas plásticos. Sí, realmente somos una de las especies más depredadoras y que más basura han generado en este planeta.
Y ni se diga de la contaminación producida por las bolsas plásticas. Las primeras bolsas de dicho material, fueron introducidas en los 1950’s, como una muy “útil y práctica” forma de empacar en los supermercados. Pero de ser una “solución”, han pasado a ser un muy grave problema. Bolsas de plástico y todos los otros desechos plásticos que terminan en los océanos, hacen peligrar a alrededor de 600 especies oceánicas. Se han hallado bolsas en los estómagos de tortugas, las que las confunden con medusas comestibles, en ballenas, además de que 90% de aves, incluyendo albatros y gaviotas comen plásticos regularmente. Dramático y aterrador hasta dónde estamos llevando a este pobre planeta y con él, por supuesto que a nosotros mismos (ver: https://www.huffingtonpost.com.mx/entry/plastic-waste-oceans_us_58fed37be4b0c46f0781d426).
Por desgracia, no sólo el ser humano se “acostumbra” a vivir entre tanto desperdicio, sino la propia Naturaleza lo hace. He visto, por ejemplo, a vacas comer plástico de entre basureros dejados al aire libre. Cuando he cuestionado a sus dueños si eso les hace daño, me dicen que “pues como lo cagan, no les hace mucho daño, pero si no lo cagan, ahí, sí les hace daño y hasta se mueren”.
Y es lo que está pasando hasta con la fauna marina. Una reciente foto ganó un premio de fotografía. En ella, se ve a un caballito del mar que se sujeta a un cotonete para flotar más fácilmente durante su marino recorrido. La mujer que la captó, la californiana Justin Hofman, dice que “deseo que no hubiera sido así”, dado el dramatismo que un delicado ser vivo así, use ya, quizá hasta cotidianamente, basura plástica para trasladarse. Eso es tan sólo una muestra del terrible nivel de contaminación de basura plástica y de todo tipo que existe en el mar (ver: https://www.zmescience.com/science/seahorse-photo-cotton-swab-42342/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+zmescience+%28ZME+Science%29&utm_content=Yahoo%21+Mail).
Y como parte de ese acostumbrarse, ya también, en países como Nigeria, en vista de los millones de botellas que se desechan cada año, ya hasta se les emplea como material de construcción para hacer casas, supuestamente a prueba de fuego, de balas y “ecoamigables”. Nunca se habría podido creer que fueran ecoamigables casas hechas con botellas. La técnica es muy simple, se llenan de arena, todas del mismo tamaño, y se van pegando con algún cementante (ver: http://www.trueactivist.com/nigerians-are-building-fireproof-bulletproof-and-eco-friendly-homes-with-plastic-bottles-and-mud/).
Algo así se intentó emplear aquí para reconstruir las casas de los cientos de damnificados que han dejado tantos recientes temblores, sobre todo en Oaxaca y Morelos, pero, al parecer, no se hizo nada y se recurrió a materiales tradicionales. Y vaya que aquí también tiramos millones de botellas plásticas de todo tipo cada año.
En fin, sean actitudes de dramática adaptación (en el caso de los animales marinos y terrestres que convivan y hasta se alimenten de plásticos) o de cínico “ajuste” a las circunstancias (como hacer casas de plástico), la grave contaminación plástica seguirá, pues así conviene a los intereses del capitalismo salvaje, aunque terminemos ahogándonos entre miles de millones de toneladas de plástico. Así, como un apocalíptico futuro.