viernes, 11 de octubre de 2024

Egresados de universidades inglesas, no hallan trabajo o laboran en cosas sin relación

 

Egresados de universidades inglesas, no hallan trabajo o laboran en cosas sin relación

Por Adán Salgado Andrade

 

Estudiar una carrera universitaria en estos tiempos, ya no garantiza que se vaya a conseguir, con seguridad, un empleo y, mucho menos, una posición. En países como Estados Unidos, los jóvenes prefieren estudiar una carrera técnica, como mecánicos aeronáuticos o plomeros, en lugar de una carrera universitaria, pues declaran que es más fácil y hasta ganan mejores sueldos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/10/estudiar-una-carrera-universitaria-no.html).

En China, igualmente hay mucho desempleo entre egresados de universidades y, por más que se esfuercen y tengan buenos promedios, muchos no consiguen nada (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/08/en-china-como-en-el-resto-del-mundo-hay.html).

Y en todo el mundo, es una tendencia el incremento cada vez más agudo del desempleo, pues el capitalismo salvaje es lo que busca, irse automatizando más y más, prescindir de los trabajadores, emplear a muy pocos. Y ahora, con la así llamada Inteligencia Artificial (que no es inteligente, sino se trata de simples programas de entrenamiento redundante, que se retroalimentan de millones de datos de muchas plataformas), IA, se calcula que un 40 o 50 por ciento de las actividades laborales “son reemplazables” (ver: https://www.jornada.com.mx/2024/10/06/economia/013n1eco).

Así que los problemas de desempleo empeorarán. Lo peor es que el capitalismo salvaje, en su empeño por ir prescindiendo de gente, está disminuyendo a los consumidores, tan necesarios para su existencia. Supongan que una fábrica de autos despide a 5,000 trabajadores de los que tenía y sólo se queda con cien, gracias a la robotización, la IA y otros factores (buscar que la fabricación sea más sencilla y requiera de menos operaciones). Habrán 5,000 consumidores menos. Y como en épocas de crisis, sobre todo, las empresas recortan a más empleados o quiebran, cada vez habrá menos de ese necesario consumo.

Volviendo al desempleo, en países tan aparentemente desarrollados, como Inglaterra, es padecido mayoritariamente entre universitarios egresados. Como una chica afirma, “es como tropezarme contra un muro”. Es lo que expone el artículo de The Guardian titulado “’Como si me tropezara contra un muro’: Los graduados de Inglaterra se esfuerzan por conseguir un empleo en el “insano” mercado laboral, firmado por Jedidajah Otte, quien agrega que un “proceso impersonal y hostil para hallar el primer empleo lleva a muchos a trabajar por un salario mínimo” (ver: https://www.theguardian.com/money/article/2024/aug/29/uk-graduates-struggle-job-market).

Dice Otte que “más del 30 por ciento de graduados de entre 20 y 30 años, trabajaban en empleos que no estaban relacionados con sus carreras o no tenían trabajo en el 2023”.

La situación es similar en México, en donde, incluso, con una maestría o doctorado, no se halla un empleo. Esas personas son víctimas de lo que yo llamo el “síndrome de la preparación universitaria”, es decir, que actualmente, aun cuando se posean grados universitarios, como licenciatura, maestría o doctorado, no es garantía ya, de que se pueda acceder de inmediato al mercado laboral, pues la creación de puestos de trabajo para esos niveles es mucho menor que los que existen para personas con menos preparación escolar (ver: http://archivo.eluniversal.com.mx/primera-plana/2014/impreso/preparados-sufren-mas-desempleo--43966.html).

Refiere Otte el testimonio de Emma (no es su nombre real), que se graduó con honores en una carrera artística, con especialidad en francés, “que ha estado buscando un trabajo relacionado con lo que estudió. Envía cinco solicitudes de empleo cada semana para obtener un trabajo de tiempo completo, pero sólo ha conseguido cuatro entrevistas y una oferta de un trabajo de entrenamiento, de salario mínimo, pero que fue rechazada”.

Dice Emma que “la idea de mis padres de que si trabajas duro, conseguirás lo que quieras, ya no funciona. La esperanza de las viejas generaciones de que si tienes un título y buenas habilidades, te irá bien, ya no es sostenible. Me siento como si me lanzara contra un muro de ladrillos”.

Pues en efecto, se escucha muy desesperado su clamor, pero como señalé arriba, es algo que se generaliza en todos los países. Ya no es garantía el poseer un título para conseguir un empleo relacionado con lo que se estudió. Quizá, como sucede en México, consigan un empleo en un call center, en un Cinépolis, en un McDonald’s… pero no de dentistas, de abogados, de ingenieros…

En una encuesta realizada por The Guardian para ver cómo les va a los graduados, respondieron que los desanima buscar empleo en campos aparentemente saturados, que puede llevarse meses o hasta años, “con compañías que no responden a las solicitudes hechas por línea o que se toman meses sin contestar o que no pudieron conseguir el trabajo porque les dicen que están demasiado preparados”.

Incluso, señala Otte, que graduados que habían obtenido excelentes calificaciones e incluso de carreras como ingeniería, computación, ciberseguridad u otras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM por sus siglas en inglés) que habrían pensado que tenían una gran demanda, “no han conseguido empleo, a pesar de haber enviado decenas o cientos de solicitudes”.

Como expreso arriba, el capitalismo tiende a hacer más, con menos, sobre todo, de trabajadores, tanto los fabriles, como los administrativos. Por eso hay cada vez menos y menos empleos.

Señala Otte que aunque casi todos los estudiantes ingleses hallan empleo de tiempo completo no mucho tiempo después de graduarse (61 por ciento de los cuales lo hallaron 15 meses después), muchos consiguen empleos que nada tienen que ver con lo que estudiaron. “De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas, en el 2023, sólo 60.4 por ciento de los egresados viviendo en Inglaterra, que tenían entre 21 y 30 años, estaban en empleos que requerían altas habilidades, mientras que 26.4 por ciento de este grupo, estaban en empleos requiriendo habilidades medias o bajas y el 5.5 por ciento, estaban desempleados”.

Y las tareas en donde trabajan son en hospitales, tiendas, administración, call centers, suplencia de profesores o en “puestos temporales, percibiendo el salario mínimo, con tal de tener algún ingreso”. Y se enfrentan también con que deben de tener “experiencia”. Esa es otra traba, pues egresados no tienen experiencia, a menos que hayan trabajado durante sus carreras de lo que estudiaron, pero son los menos.

Muchos lamentan no haber aprovechado el año de prácticas en empresas durante sus últimos semestres, para adquirir experiencia, “pero es que no se los pagan y están muy lejos de donde viven. Uno declara que tuvo dos oportunidades de hacerlo, ‘pero tenía que conmutar hasta Londres, lo que me costaba dinero y trabajar de a gratis, no, así no’”.

Eso de que trabajen gratuitamente en empresas para “adquirir experiencia”, también se ve mucho aquí. Pero es una doble explotación, pues son empleados que tales empresas no pagan, lo que es muy conveniente para éstas.

Menciona a un graduado de 25 años, que tiene el título en Lenguas Modernas y Literatura, que hizo cincuenta solicitudes y que terminó trabajando en labores de hospitalidad. Afirma que “la competencia es extrema. Quizá habría podido tener un empleo más fácilmente si hubiera estudiado una carrera técnica y haber hecho a un lado lo que realmente me gusta”.

En efecto, las carreras artísticas o literarias o filosóficas, casi se estudian por el simple amor al arte, pues la demanda, fuera de dar clases, es casi nula. Generalmente las estudian personas que ya tienen otro trabajo o jóvenes que las eligen sin estar seguros de lo que desean estudiar, pero que deben de hacerlo porque “hay que estudiar algo para ser alguien en la vida”, una demanda social que, como ya he dicho, cada vez se cumple menos y menos.

Los que sí han conseguido un empleo relacionado, aconsejan a los otros estudiantes a estudiar habilidades extras, “pues puede ser la diferencia entre que los empleadores los prefieran”.

Por eso yo les digo a mis estudiantes que aprendan todo lo que puedan, pues no saben qué puedan pedirles. Bromeando les digo, a los de ingeniería civil, por ejemplo, que “quizá pidan un ingeniero civil con experiencia en hacer tacos al pastor”. Y he sabido de muchos profesionistas que, en efecto, terminan poniendo una taquería.

También menciona Otte que la encuesta realizada arrojó que los estudiantes extranjeros que hicieron sus carreras en Inglaterra, “han preferido regresar a sus países, pues se dieron por vencidos al no hallar trabajo en ese país”.

Los que habiendo estudiado una carrera en artes, finalmente hallaron empleo fue “gracias a influencias”. Es el caso de Gabriel, de 25 años, egresado de historia y de Inglés, de Londres, quien luego de haber enviado más de 500 solicitudes, “obtuvo un empleo gracias a influencias de familiares”.

Y vaya si están peleados los pocos empleos disponibles, pues según los reclutadores “cada una de las vacantes que requieren de altas habilidades, son demandadas por 86 personas, un incremento del 23 por ciento con respecto al 2022. ‘Hay demasiada oferta de trabajadores’, dijo uno”.  

Por otro lado, Otte señala que la falta de inversión en el sector privado en proporcionar habilidades a los egresados, a lo único que ha llevado es a que estén menos preparados, “como en los negocios, que ahora tienen un 35 por ciento menos de preparación o en el sector primario, 44 por ciento, o en el sector de servicios, 38 por ciento menos”.

A las empresas sólo les interesaría entrenarlos si los negocios van bien. Si no, los dejan a su suerte. Es la ley del capitalismo salvaje. Por eso es que la tendencia siempre ha sido de proporcionar el know how de los empleados a las máquinas o a programas de cómputo. Y ahora, con la entrada de la Inteligencia Artificial, IA, será peor, pues ya muchas empresas están sustituyendo a sus empleados con programas como el ChatGPT u otros “inteligentes”.

Lo peor con esa tendencia es que el capitalismo salvaje está prescindiendo de consumidores, pues cada trabajador despedido, será un consumidor menos, lo que resulta mortal para este sistema de obligado consumo compulsivo (sin consumo, el capitalismo salvaje no existe).

Joshua Morgan de 30 años, que pudo hallar empleo como consultor de sistemas de energía, está contento de haber estudiado una maestría en sistemas de energías renovables, “pero, la verdad, me preocupa que los sistemas de reclutamiento son muy violentos. Me hicieron grabar entrevistas, lo que no te permite presentarte con naturalidad. Hay demasiados filtros y conozco a personas realmente sorprendentes que a causa de esos filtros, siguen buscando trabajo. Yo envié 150 solicitudes y nada más de enviar currículums y las cartas de presentación, te destruye, te desanima. Son procedimientos hostiles, impersonales y condescendientes. Como los empleadores saben que hay muchos solicitantes, te tratan muy mal. Es muy deprimente”.

Claro, en un merado laboral con una sobreoferta (pues se crean pocos empleos en relación al crecimiento de la población activa), en efecto, tratan a le gente como objetos, a ver cuál es el más bonito (sin contar aquí con los que piden mujeres con excelente presentación, lo que significa que estén muy guapas y de buen cuerpo).

Así que ahí tienen, la salvaje competencia por conseguir un empleo entre los egresados de universidades, muy bien aprovechada por las empresas para pagar lo que se les antoje a los pocos que recluten (por eso están incrementándose los llamados “emprendedores”, que buscan autoemplearse en lo que sea. En donde yo doy clases, la FES Aragón, en la explanada central, ya se instituyó que los martes y jueves se instale un “tianguis de emprendedores”, en donde se venden baratijas chinas, chilaquiles, elotes, artesanías… nada que tenga que ver con las carreras de los que allí venden).

A eso nos ha condenado este nefasto sistema, a pelear entre nosotros por la supervivencia.

Y una forma de irnos concientizando, es irnos liberando de todas esas destructivas imposiciones.

 

Contacto: studillac@hotmail.com

      

 

domingo, 6 de octubre de 2024

Cada año, unos mil contenedores caen de barcos cargueros al mar

 

Cada año, unos mil contenedores caen de barcos cargueros al mar

Por Adán Salgado Andrade

 

La explosiva sobreproducción de todo, sean autos, ropa, electrónicos, electrodomésticos, alimentos, materias primas, máquinas, equipos de fabricación, medicamentos, zapatos, envases… ha dado lugar a problemas que antes no existían, como el que se requieran cargueros cada vez más largos y gigantescos para transportar cuantas mercancías deban, desde distintos puertos en distintos países y continentes.

Esos cargueros han ido de medir entre 137 y 200 metros de longitud en 1956, cuando se usaron por primera vez los contenedores (que son las cajas metálicas que miden 6 metros de largo), que apenas cargaban entre 500 y 600, hasta los actuales, los denominados MGX-24, de 400 metros de largo (la longitud de cuatro calles), monstruos que cargan hasta 25,000 contenedores. Todo por ahorrar en costos, tratar de cargar más con menos (ver: https://www.routledge.com/The-Geography-of-Transport-Systems/Rodrigue/p/book/9781032380407?srsltid=AfmBOoo8dbWiZweiMolbuHXwKBIBhl8x2DiFNvjC2zhGeDFoH6I1uFTT).

Esa siempre ha sido la, digamos, prioridad capitalista, ahorrar cuanto se pueda en costos para ganar más. Pero tiene sus desventajas. Por ejemplo, el 24 de marzo del 2021, una de esas moles, el Ever Given, encalló en una de las orillas del Canal de Suez, debido a fuertes vientos que lo hicieron incontrolable. Ya antes, en el 2019, se había ido contra un ferry, en un muelle alemán, también por la falta de maniobrabilidad. Tardaron varios días en desencallarlo en el Canal de Suez y tuvo que pagar una gran multa (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/04/los-sobrecargados-barcos-mercantes.html).

Y esos son los menores de sus problemas. Cuando naufragan, se van al fondo, con todo y carga, lo que contamina muchísimo al fondo marino y al agua que lo rodea, contaminación que eventualmente, se extiende a todo el mar. Y eso, lamentablemente, suma más basura, de todo tipo, a los mares, de por sí muy afectados por el calentamiento global (por eso se han incrementado los potentes huracanes), además de derrames petroleros, radioactivos (el derrame de “agua tratada” de la destruida planta nuclear de Fukushima), enfermedades de animales terrestres, que resultan del escurrimiento de las aguas en la superficie, resultantes de huracanes y tormentas, pues son arrastradas por éstas al mar y otros severos daños que ha ocasionado el sistema depredador y contaminador que nos domina (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/12/naufragios-de-barcos-cargueros-mas.html).

Por si no bastara con tanta basura, los enormes cargueros a los que me referí antes, son presas muchas veces de tormentas que los agitan demasiado y varios de sus contenedores caen al mar. Se calcula que unos mil anualmente, contaminándolo más. Es lo que expone el artículo de Associated Press, titulado “Miles de contenedores se han perdido en el mar. ¿Qué sucede cuando se abren?”, firmado por Christina Larson, Helen Wieffering y Manuel Valdes (ver: https://apnews.com/article/lost-shipping-containers-dali-baltimore-xpress-pearl-68620037992758a714b010345e1937fa).

Abre el artículo un video de un contenedor que cayó desde el 2004, del carguero Med Taipei durante una tormenta y que por casualidad, investigadores encontraron a una profundidad de 1,200 metros, con un submarino de control remoto, cerca de la bahía de Monterey, California, en un sitio que es considerado santuario marino. Los investigadores están estudiando los efectos de ese contenedor y lo que acarreaba en la fauna marina. Está apoyado sólo en uno de sus lados, la mayor parte de su volumen, flotando. Peces y moluscos marinos se pasean alrededor, tomándolo como si ya fuera parte de su medio ambiente. Pero no lo es, es fortuito.

Dicen los investigadores que cuando esos contenedores caen y se desplazan hasta el fondo, irrumpen, matando todo lo que se encuentre debajo de ellos.

Russ Lewis, un ecologista retirado que ahora es voluntario para limpiar las playas de basura, citado por los reporteros, muestra, en un video, todo lo que ha hallado, desde patos de plástico para que los cazadores entrenen (los estadounidenses practican la deleznable actividad de la caza como “deporte”), pelotas de tenis, cascos para bicicletas, pistolas de agua, pantuflas… y todo de indestructible plástico. Han hallado otros investigadores a animales, como tortugas o ballenas, que han muerto por haber ingerido toda esa basura.

Pero también esos contenedores riegan peligrosos químicos que pueden provocar más daños que los objetos plásticos.

Un mapa muestra cómo se desparraman por todos lados los objetos de los contenedores que caen. Un carguero, el One Apus, salió del puerto de Yantian, China, en noviembre del 2020, con rumbo a los estados Unidos, pero el 20 de ese mes, una fuerte tormenta, a la mitad de la ruta, provocó que cayeran 1,800 contenedores. Las cargas que llevaban, se han ido esparciendo desde entonces, pasando por Hawái, el atolón de Midway, la Isla Laysan… hasta llegar a las costas de California, como Long Beach y otras. Estamos interconectados y toda esa basura, al final, se desparrama por todos lados. Cosas como bicicletas, electrodomésticos, juguetes, cascos y demás, llegaron a las playas. Lewis dice que cuando se ve una pantufla, “puedes pensar que a alguien se le perdió, pero cuando ves dos, cuatro, diez… sabes que son producto de un naufragio. Y es muy lamentable, pues no sabemos que efectos vayan a tener en la ecología marina”.

Pero, como señalé, por la necesidad de transportar tantas mercancías debidas a la sobreproducción, un total de 250 millones de contenedores cruzan los mares cada año, “pero más de 20,000 contenedores se han caído de los cargueros cada año en los últimos quince años, un promedio de unos mil por año, aunque algunos expertos dicen que podrían ser más, pues no se llevan registros exactos por la asociaciones de cargueros o las aseguradoras, que aunque tienen cifras exactas, no las proporcionan”.

Como dije, llevan químicos peligrosos, como etanol. “Esos objetos, invaden santuarios de pájaros e islas vírgenes, contaminándolo todo y hasta ocasionando la muerte de especies como aves o mamíferos marinos”, señalan los reporteros.

Lo peor es que son “cápsulas del tiempo que estarán allí por cientos de años”, como señala el biólogo marino Andrew DeVogelaere, citado por aquéllos.

También han soltado las cuentas plásticas que se usan para la fabricación de objetos plásticos, “del tamaño de una lenteja, que son ingeridas por fauna marina, pensando que son alimentos y que los pueden matar. Igualmente han regado ácido nítrico, metanol e hidróxido de sodio y otros químicos de los que no se sabe nada”.

Han hallado tortugas, delfines y ballenas muertos, cuyas bocas estaban llenas de esas cuentas plásticas. “Y sólo son los que hemos encontrado, pero debe de haber cientos de otros animales muertos”, dice DeVogelaere.

Las playas, muchas veces, huelen a los químicos regados, que llegan hasta allí. En Sri Lanka han contaminado tanto el mar, que hasta se han puesto vedas para que no se pesque, pues los peces están muy contaminados.

Además, muchos contenedores flotan varios días y son un peligro para la navegación, pues muchos yates y otras embarcaciones han chocado contra ellos y hasta se han hundido.

Y de todos modos, la mayoría de contenedores no se recupera “y lo que vayan a ocasionar, no se conoce”.

Otro video muestra lo que quedó de un barco, semihundido, todavía con varios contenedores en su cubierta, que ya no se recuperarán, pues saldría más caro a las compañías, pero deberían de hacerlo. Toda esa carga, claro, está asegurada, pero por eso se han incrementado tanto los seguros. Que también, a las aseguradoras les conviene, pues así incrementan bastante el costo de sus, de por sí, caros seguros.

Y las empresas transportadoras, a su vez, incrementarán sus tarifas, que trasladarán a los distribuidores, quienes, a su vez, lo trasladarán a los consumidores finales.

Es decir, de todos modos, no pierden.

Pero quien pierde es el ecosistema marino, cada vez más contaminado.

Así que cada vez será menos saludable alimentarse de pescados o camarones u oros crustáceos, pues ya deben de llevar todo tipo de contaminantes en sus organismos, desde microplásticos, bacterias, químicos…

Lewis dice que “sí, vemos sólo lo que flota y llega a la superficie. Pero no vemos lo que sucede en el fondo marino. Ese será el verdadero problema”.

Pero no importa al capitalismo salvaje.

Sólo importa transportar lo más que se pueda de la depredadora, contaminante, nefasta sobreproducción.

El mar y otros ecosistemas, son lo de menos.

 

Contacto: studillac@hotmail.com