sábado, 17 de agosto de 2024

Cumbres Borrascosas, historia de una extraño, apasionado amor

 

Cumbres Borrascosas, historia de una extraño, apasionado amor

Por Adán Salgado Andrade

 

Las historias de amor normales, sobre todo las hollywoodescas, siguen un formato estándar, en donde los personajes, luego de una serie de dificultades, cumplen con su cometido de estar juntos siempre, un final feliz. Véase, por ejemplo, la cinta estadounidense Pretty Woman, de 1990, dirigida por Garry Marshall, en donde los personajes principales, Vivian (Julia Roberts), una sexoservidora, y Edward (Richard Gere), un rico corredor de bolsa, tras una serie de tropiezos, al final, logran superarlos y permanecer juntos por siempre (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Pretty_Woman).

Pero no es el caso de la novela Wuthering Heights (Cumbres Borrascosas), escrita por la poeta y autora inglesa Emily Jane Brontë (1818-1848), una de tres hermanas muy creativas (las otras dos, Anne, poeta y novelista y Charlotte, igualmente poeta y novelista, también muy aclamadas por la crítica literaria).

La novela de Brontë no sólo es extraña, sino hasta desconcertante, pues al irla leyendo, uno se pregunta ¿hasta dónde pretende llegar la autora? Quizá se explique ello por la vida tan “misteriosa que la propia Brontë llevó a lo largo de su existencia, describiéndose por su hermana Charlotte (1816-1855), como “muy solitaria, con pocos amigos, muy amante de la naturaleza y de las colinas, muy apegada a su perro Keeper, el que nunca recuperó su forma tan agradable de comportarse, tras la muerte de ella” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Emily_Bront%C3%AB).

Su prematuro fallecimiento, de alguna infección pulmonar, combinada con la intratable, por ese entonces, tuberculosis, a los 30 años, culminó con su recluida existencia (por aquellos tiempos, las condiciones tan insalubres en Inglaterra y en toda Europa, mucho más que en otras regiones del mundo, llevaban a muertes prematuras a gente de todos los niveles y condiciones sociales. Un azote eran enfermedades respiratorias, como la pulmonía o la tuberculosis, de las que, seguramente, enfermó Brontë).

Como señalé, esa existencia ayuda a comprender más a la novela de Brontë. De hecho, quizá por su fuerza (muy criticada por su formato por la cerrada sociedad de entonces), fue primero presentada con un pseudónimo, del dúo Ellis y Acton Bell, en 1847, un año antes de la muerte de Brontë, como la primera de tres entregas. Y, ya, en 1851, luego de su fallecimiento, apareció en una edición comercial, completa, con su nombre (muy probablemente bajo iniciativa de su hermana Charlotte, quien siempre se preocupó durante la vida y a muerte de su hermana, de su trabajo poético y literario).

Como describo en el título, es una historia de amor. La edición que leí es en inglés, de la editorial estadounidense Pocket Book Inc., impresa en 1945 (se ve que fue muy exitosa, pues la primera impresión de esa editorial, es de 1939 y así, cada año, hasta 1945). Siempre he pensado que es mejor, en lo posible, leer a los autores en sus idiomas originales, claro, si se conoce el lenguaje nativo.

Comienza en 1821, años después de que los hechos principales se habían consumado, con el señor Lockwood, quien llega a Wuthering Heights, la casa del señor Heathcliff (personaje principal), dueño de esa propiedad, así llamada (Brontë era muy amante de los espacios abiertos y nublados, lo que probablemente haya influido en el nombre de la novela y de la casa de Heathcliff). Heathcliff era propietario de tierras que le rentaba a Lockwood.

Allí, Lockwood conoce a Catherine y a Hareton que, presume, serían familiares de Heathcliff. “No, señor, ella, es mi nuera. Mi hijo murió”. De allí, Lockwood se dirige a Thrushcross Grange (ambos, ficticios sitios ubicados en Yorkshire, Inglaterra), en donde estaba hospedado, víctima de un fuerte resfriado, debido a que recibió muy malos tratos en Wuthering Heights y regresó durante la madrugada en medio de una fuerte tormenta invernal. Durante su convalecencia, la ama de llaves de Grange, Ellen “Nelly” Dean, le platica la historia de Heathcliff y de porqué era un personaje tan taciturno, duro y amargado, así como de Catherine y de Hareton y de porqué ninguno de los tres se había portado amable con Lockwood.

El relato de Nelly comienza con el matrimonio Earnshaw, los propietarios originales de Wuthering Heights. Un día, el señor Earnshaw, que gustaba de viajar mucho, regresa con un rapazuelo, a quien había recogido de la calle, de tez obscura, tímido, al que suplicó a su familia que mantuvieran con ellos, a pesar de la oposición de Hindley, el hijo mayor de los Earnshaw, pero de la gustosa aceptación de Catherine, la hija menor, con quien, desde entonces, Heathcliff llevó una profunda amistad que, sin declararlo, habría de convertirse en un apasionado, contradictorio y obstaculizado amor, con momentos de odio y desprecio.

Dos años después, la señora Earnshaw fallece, quedando la familia muy triste por su deceso.

En tanto, Catherine y Heathcliff, pasado el duelo, jugaban, iban al bosque a admirar a los pájaros, recogían flores, frutos, hacían travesuras, como cuando fueron a la mencionada Grange, en donde vivían los Linton, compuestos por el señor y la señora Linton, y sus hijos, Edgar e Isabella Linton, para espiar a esa familia.

En esa ocasión, un perro de los Linton, mordió fuertemente a Catherine, quien tuvo que reposar varios días en esa casa. De allí, las cosas cambiaron entre ella y Heathcliff, pues los Linton la “refinaron”, la vistieron mejor y Edgar, el mencionado hijo, se enamoró de ella.

Se inició una muy cercana relación entre los Earnshaw y los Linton, unos, yendo a comer a la casa de los otros y dando por hecho el compromiso de Catherine con Edgar.

Hindley, el hermano de Catherine, siempre trató muy mal a Heathcliff, no bajándolo de un vulgar vagabundo, bueno para nada, y que sólo “por mi padre es que permito que sigas aquí, inútil”. Tampoco aceptaba la íntima relación de su hermana con esa “piltrafa”. Y celebró que los Linton, la vieran a ella como una buena opción matrimonial para Edgard.

Un día, el señor Earnshaw muere y la vida para Heathcliff, acosado por Hindley se vuelve más dura, casi insoportable, teniendo que estar como simple sirviente, limpiando los establos, arreglando cercas, cuidando los jardines y hasta siendo golpeado por éste. “Eres un maldito mugroso, te detesto, quisiera que murieras o te fueras ya”. En esas partes de la novela, se muestra el racismo prevalente en aquellos tiempos, y cómo la gente de “sociedad” despreciaba por el color, la apariencia, los modales a las personas “inferiores”. Y a pesar del paso del tiempo, todavía se dan esas mezquindades (he ahí, por ejemplo, a los racistas “policías” estadounidenses, quienes matan por cualquier “falta” a afroestadounidenses o el desprecio de los supremacistas judíos por todo lo que sea musulmán y que por eso los están masacrando en la presente invasión y genocidio cometidos contra Gaza. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/07/las-destrozadas-vidas-de-los-gazaties.html).

Luego, Hindley, realiza un viaje, para irse a estudiar, del cual, regresa casado con Frances, una mujer amable con Catherine, pero que también despreciaba a Heathcliff. Frances da a luz a un hijo, al que llaman Hareton quien, más adelante, también juega un importante papel en la historia, como veremos.

Catherine, ya comprometida con Edgar, cambia algo en su comportamiento con Heathcliff. Por tal razón y por los malos tratos de Heathcliff, un día huye, para beneplácito de Hindley.

“Heathcliff era bueno, pero la vida tan dura que tuvo, lo convirtió en lo que es hoy”, le dice Nelly a Lockwood, en medio de su relato. Ella, había sido ama de llaves de los Earnshaw por muchos años, y vio nacer y crecer a sus hijos. Y conocía muy bien la historia de Heathcliff (por cierto, he de decir que en la literatura se dan muchas libertades, como el hecho de que Nelly relata hasta en el más mínimo detalle la historia, incluso, en la forma de hablar, como la de Joseph, quien era un viejo sirviente de los Earnshaw, que pronunciaba el inglés de forma vulgar y entrecortada. Un relato normal, no sería así).

Catherine se casa con Edward y vive una existencia, si no feliz, tranquila, sin pasión, recordando y extrañando a Heathcliff, “el amor de su vida”. Éste, regresa años más tarde, ya como un respetable caballero, habiéndose hecho de una rica posición, sin explicarse cómo fue que la consiguió (Brontë se ahorra esa parte, lo cual es algo muy recurrente también en la literatura). Pide a Nelly que arregle una visita a Catherine en la casa de Grange. Muy a su pesar, Nelly acepta, y mucho menos Edward, quien no desea que su esposa se encuentre con ese “miserable pobretón”. “Nada tiene que verte, Cathy”, le reprocha él, como así la llamaba. “Pero yo quiero verlo, nada más somos amigos, te lo aseguro”.

Y la reunión se da, aunque Edward lo lamenta mucho, pero soporta la hasta humillación que su esposa le propina con eso. Sin embargo, Heathcliff no se conforma con esa vez. Aferrado como era, pide otra y hasta va de incógnito, cuando Nelly le dice que no y que su “maestro Edward” ya no desea que vaya a ver a Catherine. Se pone Heathcliff violento y amenaza con golpear a Edward, a quien defienden sus sirvientes, pues aquél era muy violento. Según analistas, Heathcliff, estaría basado en el hermano de Brontë, Branwell (1817-1848), pintor y escritor, quien era “alcohólico y opiómano y pudo haber aterrorizado a sus hermanas en sus frecuentes ataques de delirium tremens, que lo afectaban” (ver de nuevo: https://en.wikipedia.org/wiki/Wuthering_Heights).

Isabella, la hermana de Edward, se enamora apasionadamente de Heathcliff, muy extraño, pues cuando eran adolescentes, hasta lo despreciaba, por su mal aspecto y que siempre andaba muy sucio. Edward se opone a esa situación y hasta Catherine, quien se pone celosa de su cuñada. Pero Isabella, se aferra, huye con Heathcliff y se casan, a escondidas de su hermano y de Catherine, sabiendo que se oponían.

Catherine se embaraza y al dar a luz, queda muy enferma y debilitada. Heathcliff la va a ver en su agonía, en donde ella tiene alucinaciones. “Quería escapar por la ventana todos los días. Y un día, que la dejó abierta, cayó una fuerte tormenta, que agravó sus males y la llevaron a la muerte”, continúa Nelly su relato.

Edward llamó Catherine Linton a la hija de ambos, en honor a Cathy.

Isabella, al principio, tan ilusionada de Heathcliff, se decepciona y maldice hacerse casado con ese “monstruo”, que le daba malos tratos y siempre amenazaba con golpearla y matarla. Y lo hacía porque, se entiende sin que Brontë lo diga explícitamente, que era parte de su venganza hacia los Linton, que tan mal lo trataron durante su niñez. De todos modos, ella también queda embarazada de un niño, al que llaman Linton Heathcliff (Linton, por el apellido de Isabella y Heathcliff, porque Heathcliff fue apellidado Heathcliff, a falta de una ascendencia conocida). Ella, sobrevive sólo unos años, pero también muere. Como dije, la alta insalubridad llevaba a la gente a morir a los 30 años o menos, lo que es reflejado en la novela.

Catherine Linton (a quien llamaremos Cathy, para diferenciar de la primera), creció como una niña feliz, heredera del amor por la naturaleza de su madre, con su carácter y muy curiosa “¿Qué hay en esa casa?”, preguntaba a Nelly sobre Wuthering Heights. “Nada que sea de tu interés, Cathy”, respondía el ama de llaves, cuidándose de decirle la verdad, de que allí vivía el desagradable Heathcliff, quien era su tío político. Ya habitaba con Linton y con Hareton, quien era huérfano, pues Hindley y Frances ya habían muerto (él, de alcohólico, quizá también basado ese personaje en Branwell, que murió de tuberculosis, agravada por su alcoholismo y delirium tremens).

Pero, a la larga, Cathy se entera, pues acude a esa casa cabalgando en su pony, y conoce a Linton y a su “tío”, quien ya había concebido otra parte de su maléfica venganza, usando a Cathy. 

Edward siempre tuvo una salud muy frágil (ya lo dije, reflejo de las condiciones generales de salud), y un día muere, para gran tristeza de Cathy, que estaba muy apegada a él a quien amaba “por sobre todo, Nelly”.

Entonces, el infame plan de Heathcliff prosiguió. Llevó por la fuerza a Cathy a vivir a Wuthering Heights y la obligó a casarse con Linton, su mencionado hijo, a quien despreciaba profundamente por “debilucho y porque eres vástago de tu despreciable madre, a la que odié con todo mi corazón y que sólo me casé con ella por venganza”, le espetaba. Cathy, de todos modos, se llevaba bien con su primo, muy frágil de salud, y hasta lo quería, pues era muy amable y leía mucho, como ella (aquí, hay que señalar que era una gran afición, sobre todo entre las clases acomodadas, la lectura del libros, los que eran caros y sólo esas personas, que además contaban con estudios, gracias a los cuales sabían leer, podían adquirirlos, algo totalmente prohibitivo para los pobres, que apenas si sobrevivían).

A Hareton, huérfano como era, Heathcliff lo toleraba, recordándole quizá su propia niñez y los tantos sufrimientos que tuvo.

También odiaba profundamente a Cathy, a la que obligó a habitar Wuthering Heights, luego del casamiento con Linton. Y de muy mala gana, Cathy tuvo que adaptarse a vivir una amarga existencia, al lado de un “monstruo”, que había arreglado el casamiento para quedar como dueño único cuando Linton, como señalé, muy frágil de salud también, muriera y como hombre que era, heredara la Grange. “¡Tú, Catherine, eres mujer y nada podrás reclamar. Linton es el único heredero de tu maldito padre y a su muerte, todo se me quedará!”, le gritaba frecuentemente Heathcliff.

Ella había asumido, al inicio, una actitud resignada, pero, con el tiempo, hasta lo desafiaba. Hareton, que estaba enamorado de ella, hacía todo por complacerla, pero Cathy aparentaba despreciarlo, pues se oponía a todo tipo de hospitalidad dentro de esa casa. Esa parte, Nelly la conoce por la ama de llaves, Zillah, pues Heathcliff se oponía tajantemente a que Nelly fuera a servir a Wuthering Heights.

“Y por eso era que Cathy no quería ninguna hospitalidad de Wuthering Heights, ni de Hareton. Y así es como están ahora. De eso que le cuento, hace unos tres años. Por eso, señor Lockwood, notó usted tanta hostilidad en esa casa”, finaliza esa parte de la historia de Nelly.

Un año después, en 1822, el señor Lockwood, regresa a la Grange, que ya era un hostal. Nelly, ya no estaba allí. Su curiosidad hace que acuda a Wuthering Heights, “pues el día primaveral tan bello, me invitó a salir”.

Cuando llega, evitó ser descubierto y al asomarse por una ventana, vio a dos jóvenes, conviviendo magníficamente. Para su gran sorpresa, se trataba nada menos que de Cathy y Hareton, quienes parecían muy felices, riendo, jugando, “como dos buenos amigos”.

Salieron repentinamente y el señor Lockwood se ocultó, para no encontrarse con ellos, todavía muy agradablemente sorprendido.

Luego, entró por atrás, por la cocina, y se halló de repente con Nelly. “¡Señor Lockwood, qué grata sorpresa, no lo esperábamos, nos hubiera avisado para arreglarse una habitación, como se merece!”, le dijo ella. “No se preocupe, Nelly, me estoy hospedando en la Grange y el motivo de mi visita es para liquidarle al señor Heathcliff mis pasadas rentas de las tierras que me rentó, pues ya no las ocuparé. ¿Ya trabaja otra vez usted para el señor Heathcliff?”. “Así es, ya estoy de nuevo aquí. Ah, pues eso tiene que arreglarlo conmigo o con Cathy”, le respondió Nelly. “¿Y eso?”, preguntó Lockwood, extrañado. “¿Ah, no lo sabe? Es que el señor Heathcliff ya murió, hace unos meses. Desde entonces han cambiado para bien las cosas en Wuthering Heights”, agregó Nelly, ante su estupefacción.

Y ya le narró cómo Heathcliff acudía frecuentemente a visitar el sepulcro de su querida Catherine, y se ponía, incluso, a “platicar” con ella. “Yo sé que allí está, que me escucha. Incluso, excavé en su tumba y vi sus restos y allí está y cometieron un sacrilegio enterrando al miserable Edward junto a ella, una deshonra para ella y para mí”, le decía a Nelly, a la que había pedido, muy atentamente, que regresara a trabajar a Wuthering Heights.

Un día, en sus muchos solitarios recorridos por el bosque, Heathcliff se hiere accidentalmente con su pistola (pues era de armas tomar) y de allí “su salud se fue deteriorando, señor Lockwood”.

Se fue volviendo más solitario, introvertido y obscuro y evitaba a Cathy y a Hareton, a los que veía cada vez más apegados e incluso, sus reclamos hacia el par, habían disminuido.

“Una mañana, lo encontré muerto, señor Lockwood, con los ojos abiertos y una sonrisa, como si hubiera muerto feliz. No pude cerrárselos, pues me sobrecogió su expresión, entre feliz y sombría. Dicen que los fantasmas de Catherine, el gran amor del señor Heathcliff y el de él, vagan por esos rumbos. Muchos me lo aseguran. Yo, nunca los he visto, pero siento su presencia en Wuthering Heights, aunque digan que estoy loca. Y ahora, Cathy y Hareton están muy juntos, son felices y espero que pronto se casen”, finalizó Nelly la última parte de esa extraña historia de amor.

Y en efecto, Cathy y Hareton, simbólicamente, representaron el amor verdadero, tan lleno de obstáculos, entre Heathcliff y Catherine.

Como vimos, quizá la muerte sea una forma de desagravio ante los amores difíciles.

Pero no esperemos a que ocurra y desde ahora, seamos felices con nuestras parejas, con las que quizá pasaremos el resto de nuestras efímeras existencias, entendámonos en todo, no sólo sexualmente, sino intelectualmente, espiritualmente, para que siempre se mantenga saludable la relación, ¿no creen?

 

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