Se extiende el empleo de la IA en universitarios australianos, egresando muy deficientes
Por Adán Salgado Andrade
Se tiene la (falsa) idea de que los países “desarrollados” cuentan con una educación universitaria de calidad, de que los egresados de sus universidades son gente con muy altos estándares. Probablemente eso se daba antes, cuando los métodos de estudio requerían de verdaderos esfuerzos por parte de los estudiantes (lectura de muchos libros, elaboración de trabajos y ensayos, consultando varias fuentes bibliográficas, elaboración de tesis, proyectos de verdadera investigación). Quizá todavía haya algunos estudiantes que realmente se esfuerzan por aprender todo lo que sus carreras les tengan que enseñar.
Pero en la actualidad, a medida que han ido avanzando las tecnologías computacionales y de la información, las habilidades mentales que antes hacían a muchos estudiantes excepcionales, han ido ejerciendo un proceso de atrofia mental, que los lleva ya no a investigar y aprender, sino, simplemente, a buscar la información de la tarea que se les demande en clase, copiarla, pegarla y enviarla o imprimirla (el método de search, copy, paste, print, como les he comentado a mis estudiantes, desde que hace años, eso se ha venido haciendo, pero nunca como en la actualidad).
Pero, ahora, ni siquiera tienen que buscar la información, pues usando ChatGPT, por ejemplo, sólo teclean lo que deseen saber y listo, el programa da una respuesta. Y si la quieren mejorar, sólo vuelven a solicitar una nueva, mejorada, y aquél, lo hace (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/01/chatgpt-permite-conocer-temas-muy.html).
Con el surgimiento de los modelos LLM (Large Language Models), como el mencionado ChatGPT, que posibilitan a la mal llamada Inteligencia Artificial, IA, (que no es ni inteligencia, ni artificial, sino que se trata de simples programas de entrenamiento redundante que hasta se equivocan), ahora ya los estudiantes que gustan de engañar a los maestros, realizando las tareas con el menor esfuerzo posible, tienen todavía más fáciles sus años escolares. Pero lo que no se ponen a considerar es que cuando estén trabajando, no tendrán a la mano a uno de esos programas de IA para que engañen a sus jefes en sus tareas (a menos, claro, que se trate de aplicaciones específicas para las labores desempeñadas, que incrementen sus habilidades profesionales, como, por ejemplo, la IA aplicada a interpretar radiografías, que pueden detectar lesiones muchas veces imperceptibles para los doctores).
Esas trampas universitarias masivas, ya están en todas las universidades (entre mis estudiantes, detecto cuando algo fue hecho con el ChatGPT, por ejemplo, pues no tiene nada que ver con el tema o artículo que les encargué preparar o leer). Pero que hasta en las de países “avanzados” se dé tan recurrentemente, da cuenta de la grave penetración que está teniendo la IA hasta en los estudios universitarios que, se supondría, formarían, si no en excelencia, sí, muy bien a sus estudiantes.
Es lo que expone el articulo de The Guardian, titulado “’Nadie está ciego para no verlo’: engaño masivo con IA, coloca la integridad de las universidades australianas en riesgo, claman académicos”, firmado por Caitlin Cassidy, quien subtitula a su trabajo diciendo que “personal y estudiantes dicen que si se falla en el control del masivo uso de la IA, existe la amenaza de que los títulos no sirvan para nada” (ver: https://www.theguardian.com/australia-news/article/2024/jul/31/universities-australia-cheating-issues-ai-chatgpt).
En efecto, de qué sirve poseer un título universitario, si se obtuvo engañando a los profesores con trabajos “elaborados” mediante el ChatGPT… ¡de nada!
Recuerdo, muy bien, una historia que me contaba mi padre, el profesor Froilán Salgado Álvarez, sobre dos licenciados, quienes trabajaban uno frente al otro. Uno, era muy bueno, pero no tenía título, se había ganado su reputación con la experiencia de años. El otro, era muy malo, pero tenía título. Cuando salían de sus oficinas, se encontraban en la calle. Y el que tenía título, le gritaba al otro “¡Adiós, licenciado sin título!”, a lo que el otro, le reviraba “¡Adiós, título sin licenciado!”.
Eso, justamente, va a suceder, podrán presumir de que tienen un título miles de egresados, pero no tendrán la capacidad para ejercer su profesión, pues dicho título fue obtenido mediante engaños. No habrá diferencia entre los que solían acudir con los que hacían títulos falsos (algunos, hasta los podían registrar en el banco de datos oficiales de títulos), como decían, cínicamente, en la Universidad de Santo Domingo (era en esa plaza del Centro de la capital, que concentraba a impresores en donde podían hacer esos fraudes).
Inicia Cassidy señalando que los “académicos australianos dicen que los están presionando para que aprueben a cientos de estudiantes, sospechosos de plagiarismo y otras formas de engaños, con tal de mantener los ingresos de sus universidades, lo que amenaza la integridad y la reputación internacional de todo el sector”.
Se está dando una combinación de los tradicionales engaños, que ahora se fortalecen con el empleo de la IA, “lo que está llevando a devaluar las licenciaturas, convertirlas en simples dulces caros”, como dice un académico.
Una académica entrevistada por Cassidy, señala que “estaba desalentada al hallar que más de la mitad de sus estudiantes habían usado IA en su primera tarea para todos sus trabajos o una parte, un gran incremento con respecto al 2023. Ella piensa que pueden ser más, pero no hubo repercusiones o muy mínimas. ‘No estamos sometiendo a los estudiantes a un estándar. No es justo para cualquiera que piense que un título es algo valioso. Muchos, no lo son en este momento. Son una prueba de que se pagó por tenerlos”.
También agregó que actualmente Australia depende mucho de estudiantes extranjeros, “así que muchos profesores están presionados para que aprueben a estudiantes, con tal de que los ingresos continúen”.
Y eso me recuerda otra anécdota de cuando trabajé en una universidad particular, en la carrera de Sociología. Una vez, la coordinadora, se me acercó, para pedirme que no podía aprobar a un estudiante que llevaba muy buenas calificaciones, “pues no ha pagado”. “Pues tú le tendrás que decir que por tus instrucciones, no puede aprobar”, le comenté, molesto. En cambio, a otro, que era muy malo, pero que estaba al corriente con todos los pagos y cuotas, me rogó que lo pasara, pues “es que su papá me pidió que lo pasara, por favor”. No duré mucho en esa universidad, sujeto a ese tipo de absurdas presiones. Y comprobé lo que siempre he pensado, que las universidades particulares son meros negocios, que si no producen, se cierran. Recientemente, en Estados Unidos, se ha dado el cierre de muchas universidades particulares, pues se ha ido reduciendo la matrícula al punto de ya no ser costeables (ver: https://apnews.com/article/college-closing-university-of-arts-philadelphia-7c884439f16f24d99a61544381f49c23).
La citada profesora agrega que “nadie es ciego. No es ambiente social o educacional, es algo que debe de darse. Un título de maestría, ya no vale, ni siquiera, lo que un bachillerato solía ser”.
Si hasta aquí se dan esos engaños, plagios. Mi hermana, la Doctora en Comunicación Eva Salgado Andrade, ha revisado tesis “doctorales” en las que varias páginas son simples plagios, que hasta las citas copian y ni siquiera tienen cuidado los doctorantes en que dichas citas vayan en orden (por ejemplo, las páginas plagiadas comienzan en la cita, digamos, 56, cuando la anterior era la 75, pongamos).
“Muchos de mis estudiantes, más del 80 por ciento, son extranjeros, con dificultades para hablar el idioma. Pero, aun así, me daban ensayos perfectos, obvio, hechos con IA”, continúa la maestra, quien tiene 30 años laborando.
Pero no puede reprobarlos, ni detectar realmente si usaban IA, pues los métodos de detección, como el Turnitin, fallan.
Lo más que puede hacerse, señala Cassidy, es que se someta a los estudiantes a un concejo académico, para investigar si usaron IA, pero si lo niegan, como lo hacen muchos, “nada se puede hacer”.
“Pero ya no se trata de si realmente se requiere detectarlos, sino que no se quiere detectarlos. La maestra señaló que un miembro de su departamento le dijo, explícitamente, que ‘necesitamos pasarlos, por favor’”, dice Cassidy.
“Ya no podemos reprobar a los estudiantes. Los departamentos no quieren reprobados, pues sólo quieren dinero y si usted reprueba a alguien, usted está cortándoles sus ingresos. No puede oponerse. Y aunque los estudiantes sigan engañando, deben de ser aprobados, sea como sea. No podemos seguir sosteniendo esto. Las universidades, como las conocíamos, están muertas. El Covid, casi las mató… y ahora la IA les ha dado un golpe mortal. Hasta les he dicho a mis hijos que tener un título universitario es una pérdida de tiempo”, continúa señalando la maestra.
Otros académicos señalan lo mismo, que por objetar el empleo de la IA con sus departamentos, casi eran despedidos y que tenían que aceptar las tareas, aunque sospecharan que estaban hechas con IA. ¡Qué falta de escrúpulos de esas “universidades”. Así, incluso, están destinadas a su desaparición, pues corren el riesgo de ser sustituidas con IA, la Universidad de la Inteligencia Artificial, y que con una cuota, mensual, no sé, por tres años, permita la titulación de los que estudien en ella. Podría ser.
Cassidy se puso en contacto con autoridades universitarias, las que sólo le respondieron que la IA es una tecnología que evoluciona y que debe de tomarse en cuenta, pero asegurándose que su uso no lleve a decaer el “alto prestigio de las universidades australianas”. Por lo que platican los académicos, ese “prestigio” ya es inexistente.
Igualmente, estudiantes todavía responsables, entrevistados por Cassidy, señalaron que “el nivel de plagiarismo es increíble. Usan sus compañeros el ChatGPT en todo lo que hacen. Y no se sabe si aprendan o no, pero muchos sólo copian y pegan, sin importarles si hubo algún aprovechamiento”.
Y como saben que es muy difícil detectar una tarea hecha con ChatGPT, lo siguen usando.
Y agregan dichos estudiantes que hasta los mismos profesores los alientan a usar IA. “Una estudiante de marketing señala que un maestro le dijo que trabajos de videos, no pueden detectarse, ‘así que los puedes usar, sin problema’”.
Y si los exámenes son en línea, es hasta más fácil que engañen, pues nadie vigila que usen el ChatGPT, “y anotan las respuestas que éste les da”.
También señalaron que, cuando los detectan, los profesores no les dicen nada en absoluto. Claro, prefieren quedar bien con las autoridades, que vean que siguen pasando a sus estudiantes, aunque no sepan nada de su profesión, con tal de que la casa gane.
La doctora Rebecca Awdry citada por Cassidy, por muchos años estuvo advirtiendo sobre el problema del plagio. “No me hacían caso, pero ahora, con el surgimiento de la IA, están aterrorizados. Las instituciones no están haciendo lo suficiente. Dos ensayos y un examen final, son anticuados, necesitamos ser más innovadores. Requerimos que se pueda comprobar que aprenden y también comprobar que tienen conocimientos. No es que sólo repitan, eso no les servirá en el mundo laboral. Necesitamos enseñanza que se acople al trabajo, a los cargos, a los problemas del mundo real. Que realmente se involucren y no que sólo marquen la respuesta correcta”.
Por eso, lo he dicho muchas veces, que un estudiante sea muy brillante, aunque no engañe, no garantiza que será muy bueno en su trabajo, si antes no tiene, como dice la doctora Awdry, una real integración social con su profesión. Como les digo a mis estudiantes, si no usan lo que saben para el beneficio social, de nada servirá lo estudiado.
Pero si ni siquiera se preocupan ya por aprender y todo lo hacen con la IA, en efecto, ya comenzamos a tener muchas más generaciones perdidas, que sólo desperdiciaron su tiempo simulando que estudiaban.
Contacto: studillac@hotmail.com