El planeta podría estar más caliente de lo que se piensa
Por Adán Salgado Andrade
Cada año se hace una reunión para ver la forma de no superar el límite del calentamiento global extra, ocasionado por el antropoceno (la acción de la especie humana en el cambio climático) que es de 1.5º C. Más allá de éste, los graves problemas ambientales provocados por la emergencia climática que vivimos, podrían empeorar (serían peores los megahuracanes, las megasequías, los megaincendios forestales, la desertificación, el derretimiento de polos y glaciares, las pandemias, entre otros).
La IPCC (Panel Internacional sobre el Cambio Climático, por sus siglas en inglés), comenzó a medir la temperatura a partir del año 1900, la que se obtenía muy rudimentariamente, mediante embarcaciones que sacaban cubetas de agua del mar (siempre se ha tomado como referente la temperatura del mar), pero muchos científicos dudan que hayan sido exactas, pues los propios barcos, con sus motores, alteraban la temperatura del agua circundante.
Justo eso expone el artículo de Associated Press, “¿Se ha calentado el planeta más de lo que pensamos? Las esponjas marinas podrían estarnos diciendo algo”, firmado por Seth Borenstein, sobre que analizando a las esponjas marinas, las que duran entre 100 y 300 años, un grupo de científicos han determinado una temperatura más exacta, pues son como registros de ésta, la que queda asentada en sus estructuras (ver: https://apnews.com/article/climate-change-warming-sponges-caribbean-391ee1bb3dabb0496f0f2848849418b6).
Abre el artículo justamente una foto de una de las esponjas estudiadas, cuyo exterior no es blando ya, sino cubierto de una gruesa capa calcárea. Mide el espécimen unos 22 centímetros de ancho y, más bien, parecería una roca con una peculiar superficie.
Las esponjas marinas, que son animales, son una especie de fósiles vivientes, que han rondado los mares desde hace unos 580 millones de años y se alimentan haciendo circular agua a través de sus cuerpos, de la cual obtienen nutrientes. En algunas especies, la capa externa de sus cuerpos, se va llenando de minerales, calcificando, a razón de 0.2 milímetros por año, y como en algunos casos extremos, algunas esponjas viven hasta 5,000 años, pueden alcanzar una anchura de hasta un metro. Viven en el fondo marino y son animales muy resistentes (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Sponge).
Así que son muy adecuadas para medir la temperatura, como Malcolm McCulloch, geoquímico marino de la Universidad de Australia Occidental, autor del estudio, ha podido determinar. Está seguro que el cambio climático inició mucho antes, “y estamos atrasados por al menos una década, pues ya alcanzamos 1.7º C de calentamiento y no los 1.5º C que la mayoría de científicos dicen que no debemos de rebasar. En mi opinión, ya los rebasamos”, dice McCulloch, citado por Borenstein.
Y eso explicaría, señala Borenstein, el porqué de la intensidad de los eventos climáticos extremos que estamos viviendo, sobre todo que las temperaturas van ascendiendo y cada año que transcurre es más caluroso que el anterior. De hecho, ya enero de este año, 2024, se determinó que fue más caliente que el del 2023, también provocado por el fenómeno El Niño (que acentúa el calor y la sequía en muchos sitios) y ha ocasionado eventos tan intensos como los ríos atmosféricos que azotaron California y que dejaron fuertes inundaciones en ciudades como Los Ángeles, que a decir de algunos de sus habitantes, “nunca antes habían visto” (ver: https://www.theguardian.com/environment/2024/feb/06/world-not-prepared-for-climate-disasters-after-warmest-ever-january).
No sólo eso, sino que a mediados de febrero, en Wisconsin, Estados Unidos, tuvieron lugar dos intensos tornados categoría F2, con vientos de 220 kilómetros por hora, los cuales destruyeron docenas de edificios, cables eléctricos y otras estructuras. Y es que, en pleno invierno, se dieron temperaturas de 15º C, muy inusual (deberían de estar cercanas a los 00 C o por debajo). Esos fenómenos, normalmente, deberían de darse entre mayo y agosto (ver: https://apnews.com/article/wisconsin-first-february-tornado-storm-7362a8772cd1e953240a1966b2611ec4).
Y con respecto a los huracanes, muchos científicos claman que ya se debe de agregar el nivel 6 a la escala de medición Saffir-Simpson, pues varios de esos eventos exceden los 300 kilómetros por hora (ver: https://eos.org/articles/weve-already-seen-category-6-hurricanes-now-scientists-want-to-make-it-official).
Además, por el citado calentamiento global, las corrientes oceánicas tan necesarias, como la AMOC (Circulación del vuelco meridional, por sus siglas en inglés), se están alentando y podrían hasta desaparecer, lo que ocasionaría graves problemas de temperaturas globales, elevación del mar, así como la afectación de la fauna animal y vegetal oceánica, pues no habría distribución de los nutrientes que tales corrientes acarrean (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/01/el-deshielo-de-polos-de-groenlandia-y.html).
Por si no bastara, casi todo el planeta está en estrés hídrico, como expone el Atlas del Riesgo del Agua (AQUEDUT), el que muestra que padecerán severa sequía gran parte de México, varios estados de Estados Unidos, algunos países europeos, casi toda África, todos los países árabes, gran parte de Australia, algunos sitios de Alaska, de Rusia, varias islas y algunos países de Asia (India, Pakistán, Bután, Myanmar, Mongolia y China). Marca con colores que van del amarillo hasta el rojo intenso, en donde serán las sequías más graves, como puede ve en el mapa digital del sitio (ver: https://www.wri.org/applications/aqueduct/water-risk-atlas/#/).
De hecho, James Hansen, el más prestigiado científico de la NASA, ya dijo que el planeta se está calentando más rápidamente de lo estimado y ya rebasó o está por rebasar el límite de 1.5º C (ver: https://www.theguardian.com/environment/2024/jan/08/global-temperature-over-1-5-c-climate-change).
Por eso el citado estudio buscó una forma más precisa de determinar cuánto ha subido la temperatura global.
Así que McCulloch y su equipo de científicos, tomaron seis esponjas del fondo marino, que se calcula tienen entre 200 y 300 años de antigüedad. Una tenía 320 años, cuando fue recolectada. “Son como catedrales de la historia, de la historia humana, que recogen bióxido de carbono de la atmósfera, temperatura del agua y el pH de ésta”, dice Amos Winter, otro de los científicos que participaron en el estudio, citado por Borenstein.
No es fácil localizarlas, pues se requirió de un equipo especializado de buzos, porque “se encuentran entre 33 y 98 metros de profundidad, en la obscuridad”.
Los elementos que estudiaron que las esponjas han acumulado durante los años, fueron el estroncio y el calcio. Si el agua estaba más caliente (como el mencionado IPCC había estimado), habrían hallado más estroncio, pero si era más fría, abundaría el calcio.
Y, en efecto, hallaron más estroncio, es decir, el agua estaba en los 1800’s, más caliente de lo estimado por el IPCC. Eso significa que el planeta se ha calentado más.
Y es que ya para mediados de los 1800’s, la así llamada “revolución industrial”, con su intensivo empleo del carbón, estaba iniciando la alteración del clima.
Científicos como Michael Mann, citado por Borenstein, que no fue parte del estudio, está de acuerdo con McCulloch, en que el planeta está más caliente de lo estimado, aunque no acepta mucho que se empleen esponjas para determinar la temperatura real que reinaba en esas fechas, “pues puede variar, dependiendo de la región, lo que tales esponjas reporten” (por cierto que Mann, científico estadounidense que desde 1998 publicó un estudio que mostraba un mayor incremento de temperaturas al entonces estimado, acaba de ganar una demanda contra dos estúpidos negacionistas climáticos que afirmaron, sin pruebas, que su investigación era “fraudulenta”. Le tendrán que pagar un millón de dólares por haberlo difamado. Ver: https://www.theguardian.com/environment/2024/feb/09/us-climate-scientist-michael-mann-wins-1m-in-defamation-lawsuit).
Sin embargo, McCulloch defiende su estudio, diciendo que a la profundidad en que se encuentran, la temperatura del mar no está afectada por ciclos calientes o fríos o eventos como El Niño o La Niña, “además de que hemos comprobado que nuestro sistema para medir la temperatura con esponjas, concuerda con las que se han determinado en la actualidad por otros medios (o sea, que si se ha determinado una temperatura de, digamos, 10º C, en el fondo, es la que reportan las esponjas).
El estudio concluyó en el 2020, estableciendo que el planeta se ha calentado 1.7º C más, desde los tiempos preindustriales, “pero podría ya estar elevándose ya a los 1.8º C”, dice McCulloch.
De todos modos, con las crecientes emisiones contaminantes, quizá, en efecto, ya hayamos rebasado el umbral de los 1.5º C, y por eso es que los eventos climáticos cada vez son más extremos y han dejado perplejos, sin palabras para referirse a ellos, a los científicos (ver: https://www.wired.com/story/yes-the-climate-crisis-is-now-gobsmacking-but-so-is-progress/).
Pero así como es de adaptable y cínica la especie humana, seguramente se irá acostumbrando a la nueva muy caliente realidad, hasta que ya no pueda y comience a ser borrada del planeta masivamente.
En el Valle de la Muerte, de California, se alcanzó en 1913, una temperatura de 56.77º C. Y en julio del 2023, fue de 53.33º C. No sería posible la vida con una temperatura tan intensa (ver: https://www.pbs.org/newshour/nation/californias-death-valley-sizzles-near-record-temperatures-as-brutal-heat-wave-continues).
Pero sin llegar todavía a ese extremo, en muchos sitios y países, temperaturas de entre 40º y 50º C, insoportables y hasta mortales, en primavera y verano, ya serán la norma, incluso en los que antes eran fríos todo el tiempo, como en Inglaterra (ver: https://www.theguardian.com/environment/2022/jul/19/day-of-40c-shocks-scientists-as-uk-heat-record-absolutely-obliterated).
Agradezcamos, pues, al depredador y contaminante capitalismo salvaje, por estar haciendo un infierno de este planeta.
Contacto: studillac@hotmail.com