martes, 14 de febrero de 2023

Las condiciones de miseria en Siria, que padece larga guerra civil, se agravan por terremoto

 

Las condiciones de miseria en Siria, que padece larga guerra civil, se agravan por terremoto

Por Adán Salgado Andrade

 

Más de doce años de guerra civil en Siria, han dejado miseria y varias ruinosas zonas, destruidas por los bombardeos. Los “rebeldes”, apoyados principalmente por Estados Unidos, han combatido a la facción oficial en el poder, encabezada por Bashar Assad, apoyado por Rusia e Irán. Imágenes de filas y filas de gente, esperando, empujándose y peleando por pan, vegetales o agua, dan idea de la urgencia social que prevalece (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/03/diez-anos-de-guerra-civil-en-siria-han.html).

Pero con el intenso terremoto que tuvo lugar el 6 de febrero del 2023, de 7.7 grados de magnitud, las condiciones de miseria para la población más vulnerable de ese país, se profundizarán.

Es conveniente señalar aquí, que tantas víctimas que dejó el sismo, se deben también a la corrupción inmobiliaria, pues la mayoría de las construcciones colapsadas, estaban mal hechas, es decir, no cumplían con los estándares, ni especificaciones de los manuales. En Turquía, a los edificios mal hechos, las corruptas “autoridades” locales, hasta les daban una “amnistía de construcción”, con tal de que pudieran ponerse en funcionamiento. Mezquina y corrupta práctica que ha dejado ya miles de muertos en ese país (ver: https://es-us.noticias.yahoo.com/edificios-deber%C3%ADan-haberse-derrumbado-terremoto-044400344.html).

En Siria, lo mismo ha sucedido, con construcciones que se colapsaron, pues no estaban bien hechas y los materiales empleados eran de pésima calidad. También, los daños “colaterales” son los miles de muertos que ocasionaron esos colapsos. Las obras corruptas matan a mucha gente en todo el mundo, con edificios, puentes, socavones y otras construcciones mal hechas, además de usar pésimos materiales (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/05/la-corrupcion-mata-mucha-gente.html).

Como comenté, en Siria, doce años de guerra civil, han sumido en la miseria a la mayoría de sus habitantes. Sobre todo, son las mujeres, las que más han soportado la carga de buscar la manera de mantener a sus familias, pues muchos de los hombres, como padres o hijos, han muerto por la guerra, ya sea como víctimas o por haber participado en ella.

El artículo de Associated Press, titulado “Para las mujeres sirias, el terremoto agrava los problemas ocasionados por la guerra civil”, firmado por Sarah el Deeb y Fay Abouelgasim, expone las penurias que están pasando muchas mujeres, que sobrevivieron al terremoto, pero cuyo futuro es más incierto que antes (ver: https://apnews.com/article/2023-turkey-syria-earthquake-earthquakes-health-8b4362d0a4392217c598e3f730edffac).

Las fotos que lo acompañan son dramáticas. En una, vemos a Ayesha, madre y abuela de 43 años (no quiso dar su apellido, para no comprometerse, por miedo a represalias, indican las reporteras), cargando a su nieta, cubierto su rostro, frente a una construcción totalmente devastada. Vive en el pueblo de Atareb, en el noroeste de Siria. Dice que “me sorprendo cómo fue que sobrevivimos. Mejor me hubiera muerto, pues no sé qué vamos a hacer, no tenemos futuro”. El edificio en que vivían, quedó destruido parcialmente, como se muestra en otra foto, pero milagrosamente toda la familia, sobrevivió, ilesa. Y no les quedó nada para que puedan tener un sustento, pues el auto de su esposo, que es taxista, quedó aplastado por los escombros. Y la ropa que ella vendía para ayudarse, se destruyó dentro del colapsado departamento.  

Otra imagen muestra a una pequeña, afuera de una tienda de campaña, instalada en un campo “provisional” de refugiados, que deben de tener la esperanza de que la mafia en el poder de ese país, les ayude a tener de nuevo un hogar, lo cual veo muy lejano. Seguramente, se la pasarán mucho tiempo allí.

En más fotos, hay hombres y mujeres, frente a ruinas o sobre ellas, con letreros en los que critican a la ONU, señalando que “La ONU es aliada de Bashar Assad y está asesinando a sirios”. Seguramente aprovecharon tanta divulgación periodística de la catástrofe para mostrar su descontento con el autócrata Assad, apoyado, como dije, por Irán y Siria, pues en circunstancias normales, es probable que no habrían podido protestar. En esa guerra civil, no hay ni buenos, ni malos, sólo se defienden los intereses de las naciones que apoyan a cada beligerante facción, la “oficial”, o sea, Assad, y a los “rebeldes”, cuyos intereses no son por el bien de los sirios, sino de Estados Unidos, interesado en las reservas petroleras y de otros minerales estratégicos que posee Siria.

Otras imágenes muestran a mujeres que deambulan entre tiendas de campaña en un campo para damnificados, esperando ayuda, alimentos, sobre todo, En una foto, se ven a dos chicas, jóvenes, en sus 20’s, bien vestidas, sus rostros, reflejando la preocupación por el incierto futuro que les depara el destino, cada una con las personales desgracias que guerra y terremoto les han provocado, preocupadas, por el momento, de si llegará la “prometida” ayuda. Muy triste escena.

Otra foto muestra a una mujer que es atendida en el hospital de Bad al-Hawah, ciudad siria en la frontera con Turquía.

La foto final, muestra maquinaria retirando escombros en sitios en donde ya no hay más rescates. Quizá vayan apareciendo más cadáveres entre tanto polvo y piedras, que antes eran construcciones rebosantes de gente.

Tanta destrucción, muerte, tristeza, desconsuelo… me recordaron lo que aquí sucedió en 1985, con otro devastador terremoto de 8.1 grados, que colapsó varias construcciones, igualmente mal hechas, pues en esos tiempos era mayor la corrupción inmobiliaria en México, al igual que en Turquía. Por ese entonces, me uní a las brigadas de rescate de sobrevivientes, muy dura labor, pues era agujerear las derrumbadas losas con picos, para descubrir las varillas. Eran secciones de unos cuatro por cuatro metros. Descubiertas las varillas, llegaba una persona que las cortaba con un soplete. Luego, se hacía en el centro otro agujero, para descubrir varillas allí, de las que se sujetaba el gancho de la grúa que levantaba tal sección.

La escena siguiente, era ver si había algún sobreviviente o cadáveres, que fueron las más de las veces, en mi experiencia.

El laborioso proceso se debía de hacer así, cuidadosamente, con tal de evitar más colapsos que pudieran matar a los sobrevivientes. Por eso son tan tardados esos rescates.

Pero, de todos modos, se deben de realizar lo antes posible, con el mayor número de rescatistas disponibles, para repartirse las tareas de sacar con vida al mayor número de personas que se pueda. Recuerden que están sin agua y sin alimentos, además de que pueden estar heridos, muchos, de gravedad.

Pasada más de una semana, ya es difícil rescatar con vida a las víctimas, por esas circunstancias.

La mencionada Ayesha, cuenta a las reporteras que “no tenemos agua, ni electricidad, ni calefacción. Somos doce de familia y estamos apretujados en una tienda de campaña. Ni siquiera alimentos tenemos regularmente. Es tan incierto todo… ¡mejor me hubiera muerto!”, exclama, entre sollozos. Cuida a dos nietos, hijos de uno de sus hijos, que murió por la guerra hace años.

Se entiende su situación, pues ni ella, ni su esposo, tienen forma, de momento, de mantener a hijos y nietos. Si antes del temblor, medio la iban pasando, ahora, no.

Dice la mujer que “no sé cuánto más pueda la gente aguantar. Por la guerra y, ahora, con este terremoto, ya no tenemos futuro. De verdad, mejor me hubiera muerto”, insiste.

Señalan las reporteras lo que comento arriba, que ha recaído en muchas mujeres sirias la carga de mantener a sus familias, a falta de hijos o padres. Han vivido de la ayuda internacional y, con este terremoto, será mayor su dependencia de tal ayuda, si es que llega. Viven de vender alimentos, arreglar ropa, “lo que pueden hacer, que no es mucho”.

“¡Mire, si las penurias son señales de que Dios ama a los sirios, entonces, Dios, realmente nos ama!”, sigue quejándose Ayesha, señalando lo contradictoria que es la fe.

Sí, hasta se duda de que haya un dios, con tantas desgracias que vivimos día a día, guerras, violencia, riqueza mal repartida, desastres naturales, depredación y contaminación ambiental… pareciera que no es un dios, sino una maléfica entidad la que nos “domina”.

El mal hepático que padece Ayesha, no puede ser atendido, de momento, porque los hospitales están atestados de víctimas del terremoto. Y es un mal, muy probablemente ocasionado porf las precarias condiciones de vida en que ha vivido esa mujer.

El campamento en donde “provisionalmente” están viviendo Ayesha y su familia, está en la mencionada Atareb, “ciudad que se encuentra en el último bastión rebelde de Siria. Caminando entre los escombros, es difícil diferenciar cuáles son resultado de los bombardeos y cuáles, del terremoto”, señalan las reporteras.

Seguramente son ambos, edificios bombardeados por el ejército de Assad, que se terminaron de colapsar por el terremoto. Desgracia sobre desgracia, como lamenta Ayesha.

Estimaciones de la ONU, indican que un veinte por ciento de los hogares sirios, son sostenidos por mujeres. “Además, por la pobreza, antes del terremoto, más de siete millones de mujeres sirias de todas las edades, requerían servicios de salud muy específicos, además de atención contra violencia psicológica y sexual. Los matrimonios entre adolescentes, están incrementándose y cientos de niñas y niños no asisten a la escuela. Unos 350,000 embarazos, debido al impacto del terremoto, por la falta de hospitales (muchos de los cuales, se derrumbaron), están en riesgo, señala la ONU”.

Se entiende que, en medio de tanta pobreza, para los jóvenes, la sexualidad sea el único recurso y “distracción” a la mano y por eso es que se casan tan jóvenes. Es algo común entre los sectores más empobrecidos de cualquier país. Y en cuanto a que niñas o niños, no van a la escuela, ¡qué aliciente tendrían de ir a aprender cosas que están totalmente alejadas de su triste realidad! De nada servirá, por ejemplo, que en la clase de biología, les enseñen que se requiere de una buena nutrición para crecer “sanos y fuertes”, si ni siquiera tienen segura una diaria comida.

En la región ocupada por los “rebeldes”, la situación ha sido muy mala, por tantos años de guerra. No hay trabajo, menos para mujeres, o muy poco, pues como esos “rebeldes” están influenciados por al-Qaida, prevalece la dominación machista hacia las mujeres (pues vaya “rebeldes” tan machistas. Así, mejor que la gente siga en la parte del país dominada por Assad, más abierta, digamos).

La ayuda de la ONU, por lo mismo, a esa región, ha sido más lenta, incluso, desde antes de la pandemia. Otra mujer, Halima, de 30 años, tiene dos hijos a quienes ha sostenido como ha podido, pues “a mi esposo, lo mataron casi al inicio de la guerra. Pero ahora, con el terremoto, no sé qué voy a hacer”. El terremoto, agrietó gravemente el sitio donde vive y ella teme que pueda colapsarse, “pero no tenemos donde vivir. Sólo le pido a Dios que si muero, alguien se haga cargo de mis hijos”, dice, llorando también.

El lado rebelde de Siria es el que menos ayuda internacional ha recibido, seguramente por influencia de Assad, “obteniendo apenas $6.4 millones de dólares para la salud, de los $23.3 que se requieren, como indica la ONU”.

Ya los hospitales de esa región, de por sí, estaban saturados, antes del terremoto, de enfermos o de heridos por los constantes ataques. “Las madres, están viviendo en las calles y no tenemos suficientes incubadoras para los nacimientos prematuros”, indica Ikram Haboush, director del hospital de maternidad de Atareb, citado por las reporteras.

Sin embargo, a pesar de doce años de guerra, Ayesha dice que nunca sintieron tanto terror como la noche del sismo. “¡Fue espantoso ver cómo se estaba cayendo el edificio… no, nunca lo que hemos vivido se comparará a eso!”, exclama.

El edificio de al lado se colapsó por completo, matando a todos los vecinos de Ayesha. “Ahora, están en una fosa común, junto con decenas de fallecidos más, en un terreno donado por una persona, pues ya no hay sitio en dónde sepultar a tantos cadáveres, en los panteones municipales”.

Por la guerra, la gente suele irse de las zonas bombardeadas a otras. Cuando aquéllas vuelven a la “normalidad”, se regresan, aunque las casas estén algo dañadas, pero que siguen siendo habitables algunas. “¡Pero el temblor destruyó todo. Es la peor de las tragedias que hemos vivido!”, sentencia la afligidas mujer.

No sólo eso, sino el trágico futuro que les espera, será todavía más cruel.

Contacto: studillac@hotmail.com