Diez años de guerra civil en Siria, han dejado más pobreza y destrucción
Por Adán Salgado Andrade
Las guerras son la forma violenta que tiene el capitalismo salvaje para alentar el necesario consumo que viene tras la destrucción.
La segunda guerra mundial, fue muy buen negocio, tanto cuando estaba activa, así como cuando concluyó, por la obligada reconstrucción de Europa y Japón, las zonas más destruidas, luego de la derrota nazi. El así llamado Plan Marshall, fue concebido, para que las empresas y bancos estadounidenses, se beneficiaran con los buenos negocios que emprendieron para dicha reconstrucción. El “sueño americano”, fue resultado del gran crecimiento económico que tuvo Estados Unidos debido a esa reconstrucción (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/American_Dream#20th_century).
Sin embargo, la otra cara de la guerra, se da para aquéllos que sufren daños directos por la destrucción, que nada ganan con ver sus casas, edificios, escuelas, tiendas… bombardeadas, que familiares, amigos o ellos mismos, sean asesinados por balas o bombas, que deben de sufrir la escasez de alimentos, de medicinas o por el alto desempleo que se genera.
Es lo que ha sucedido en Siria, tras diez años de guerra civil, durante la cual, los “rebeldes”, apoyados principalmente por Estados Unidos, han combatido a la facción oficial en el poder, encabezada por Bashar Assad, apoyado por Rusia e Irán. Es lo que expone el artículo “ ‘República de colas de esperas’ : 10 años y sigue, Siria es una nación hambrienta”, firmado por Zeina Karam (ver: https://apnews.com/article/syria-10-years-war-f191518cd1b719c1e0b833fadf47da26).
Preceden el texto, fotos dramáticas, de filas y filas de gente, esperando, empujándose y peleando por pan, vegetales, agua, que, recomiendo, revisen. Dan idea de la urgencia social que prevalece.
Y, de hecho, los “rebeldes” casi han sido derrotados, pero a un gran costo, de dejar a la mayor parte del país en ruinas y con escasez de todo. “Las colas se alargan por kilómetros, fuera de las estaciones de gasolina, en las ciudades sirias, con una espera promedio de cinco horas. En las panaderías, la gente se empuja y jalonea para obtener la cuota de dos paquetes de pan, al día, que les toca. En las calles de Damasco, los limosneros acosan a automovilistas pidiendo dinero. Es difícil conseguir medicinas, pañales o leche infantil. Han pasado diez años y aunque el presidente Bashar Assad aún sigue en el poder, apoyado por Rusia e Irán, millones de personas han empobrecido más y la mayoría de los hogares apenas si tienen lo suficiente para asegurar su siguiente comida”.
Aquí, en México, debido a la pandemia, mucha gente se ha visto igualmente en inseguridad alimentaria. Pero siempre habrá, seguramente, algún familiar o amigo a quien acudir, con tal de que la carencia de alimentos, pueda paliarse. Pero en un país, como señala Karam, en donde la mayoría de hogares sufren hambre, ¿a quién acudir?
“Aquí la vida es pura humillación y sufrimiento. Mi esposo, perdió su trabajo, en una tienda electrónica el mes pasado y estamos viviendo de nuestros ahorros, pero se nos están acabando muy rápido. Yo trabajo como maestra de medio tiempo, para que nos alcance un poco más. Tenemos dos hijos y a mi anciano padre, a nuestro cuidado. Todo está muy difícil, no vemos el futuro. No hace mucho, todavía podía conseguir las medicinas para mi padre, de Líbano, pero ahora está igual o peor que aquí. Voy al mercado a comprar lo realmente necesario para cocinar. No me fijo en las cosas que podrían gustarles a mis hijos”, cita Karam a una mujer, quien le pidió el anonimato, por miedo a ser arrestada.
“La década de guerra ha ocasionado terrible destrucción en Siria. Casi medio millón de personas, han sido asesinadas y más de la mitad de los 23 millones de habitantes que había antes de la guerra, desplazados, dentro y fuera de las fronteras sirias, el peor desplazamiento desde la segunda guerra mundial. La infraestructura está en ruinas. A pesar de que el estado ha tratado de suplir combustible, medicina y otras cosas, no ha bastado y la moneda, se ha devaluado mucho. La economía está, igualmente, devastada. Líbano, que era la conexión siria con el resto del mundo, está quebrado. Además, las sanciones de Europa y Estados Unidos y creciente corrupción gubernamental, han sido demasiado. La ONU indica que 80% de sirios viven en la pobreza y 60%, en riesgo de hambruna. La moneda, se ha devaluado brutalmente, valiendo ahora 4,000 libras sirias por un dólar, en el mercado negro, contra 700, hace un año y 47, cuando comenzó el conflicto”.
Es decir, ese país, sólo se sostiene por el sentido de “nacionalidad” de su población y, sobre todo, por el poder represivo de la mafia en el poder (todos los “gobiernos” del planeta, son mafias en el poder, que lo buscan sólo por fines, meramente, de enriquecimiento personal).
“Todo eso, junto, está ocasionando el incremento de la hambruna para cientos de miles de personas”, cita Karam a Arif Hussein, jefe economista del programa mundial de alimentos de la ONU.
“La gente asegura que los precios suben varias veces al día y depende de tarjetas ‘inteligentes’ para asegurar mercancías racionadas y subsidiadas, que incluyen combustible, tanques de gas, té, azúcar, arroz y pan. Para recogerlos, esperan largas filas, frecuentemente empujándose, jalándose y hasta peleando. En las estaciones de gasolina, algunos estacionan sus autos en la noche para mantener su lugar y regresan en la mañana para llenar sus tanques. La gente comparte sus autos o caminan cuando pueden, con tal de ahorrar combustible”, narra Karam.
Ibrahim Hamidi, periodista sirio, que trabaja para el periódico saudita Asharq Al-Awsat, dice de Siria que es una “república de filas”. Y declara que, a pesar de todo el descontento, las personas no están en contra de Assad, “pues no tienen tiempo para pensar en reformas políticas, ni en transición, ni en reformas constitucionales, pues están ocupadas todo el tiempo”. De hecho, fácilmente se reeligió para un cuarto periodo en el poder. “Aunque muchos cuestionan si terminará, por la profunda crisis económica que está enfrentando Siria”, comenta Karam.
En efecto, cuando la población de un país debe de sobrevivir, no se interesa en si hay o no “democracia”. Es una forma de control, el sobrevivir. Así mantenían controlados, por ejemplo, los invasores españoles a los antiguos mexicanos, sobreexplotándolos, hasta que fallecían por exceso de trabajo.
Así se controla ahora al 95% de la humanidad, la que siempre debe de estar trabajando o haciendo alguna tarea, vital para la reproducción del sistema. La ecuación social que yo propongo de trabajar-obedecer-consumir-pagar, en donde debemos de trabajar y obedecer, para consumir mercancías y pagar impuestos, es la que guía-comanda nuestra materialista existencia, con tal de mantenernos en la categoría autómata-consumidor (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2013/09/decadencia-neoliberal-automatas.html).
“Los alimentos han subido 230% en el 2020 y muchos sirios, dicen que se cansaron de buscar comida esencial, pues no está ya disponible. Muchas familias, no han probado carne o frutas por meses. En los mercados de vegetales, la gente compra una sola pieza, pues no pueden adquirir más. El salario mensual de un trabajador estatal ahora es de entre $15 a $20 dólares (315 a 420 pesos), comparado con los $170 (3,570 pesos) de hace un año. En muchas ciudades, muchos planean sus actividades durante el horario eléctrico, pues se corta la electricidad cuatro horas, por cada hora que se tiene y a veces, más. A diferencia de Líbano, en donde los generadores de barrios se han institucionalizado, en Siria, sólo gente pudiente puede emplearlos. En el invierno, como había poca oferta de tanques de gas, muchos recurrieron a viejos y tóxicos calentadores de madera. Y los niños, buscaban entre la basura cosas para quemar. Las simultáneas crisis en Siria y Líbano, se han retroalimentado la una, de la otra. Cuando antes, los libaneses viajaban a Damasco para comprar comida más barata, medicina de calidad, textiles y otros bienes, ahora, las cosas subsidiadas de Líbano, incluyendo combustible y medicinas, son contrabandeados a Siria, exacerbando la crisis económica de Líbano”.
Claro, y para algunos vivales, como los que contrabandean esas cosas de primera necesidad, debe de ser un buen negocio, no buscando satisfacer las necesidades de las personas que las adquieren, sino sus mezquinas ambiciones de ganancias. Así que, primero, la avaricia, que la desesperanza humana.
Un activista, que se hace llamar Omar Hariri, contó a Karam que “las raciones de pan, gasolina, gas para cocinar y diésel, apenas si cubren 10% de las necesidades de la gente. Hacer cola, ya es una forma de vida. Tengo un familiar que tenía su turno para cargar gasolina en enero, luego de dos meses de intenso frío. Tuvo que comprarla antes, mucho más cara, en el mercado negro”. Sí, como dije, el mercado negro, hasta parecería una “bendición” para la mafia en el poder, sabiendo que, si la gente tiene dinero, en ese caro sector, podrá conseguir lo que guste.
Assad culpa a la quiebra de los bancos libaneses, a la pandemia, pero, sobre todo, a las sanciones estadounidenses, de la situación en que se encuentra Siria. El economista sirio Samir Seifan señala que, en efecto, esos factores, estallaron al mismo tiempo. Un diputado se quejó de porqué ni Rusia, ni Irán ayudaban a Siria enviando petróleo y trigo. Claro, porque su “apoyo” ha sido más militar. Y seguramente, parte del gran empobrecimiento sirio, ha sido por todo lo que la mafia en el poder ha adquirido de armas. Las armas, son un lucrativo negocio que asciende a un billón (1,000,000,000,000) de dólares anuales (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/12/ferias-de-armas-exhibicion-de-fuerza-de.html).
Y no hay tolerancia, pues el régimen de Assad, aplasta cualquier crítica. “Se han detenido, al menos, a nueve personas recientemente, incluyendo a un prominente informador televisivo, por haber hecho comentarios que se consideraron subversivos. El régimen trata de aterrorizar, de recordarle a la gente que, incluso, si alguien es leal, no puede criticarlo”.
Las sanciones son ya tan duras, por toda la pobreza que generan, que hasta países árabes que antes apoyaban a los “rebeldes”, cambiaron de postura y ahora exigen el cese de tales sanciones, por lesivas hacia el pueblo sirio.
Dice Hamidi, el periodista, que “en diez años de guerra, el régimen sirio no ha ofrecido una sola concesión. Hay el sentimiento general de que las cosas, se van a poner peor. No hay horizonte, ni esperanza”.
De todos modos, el que conceda o no Assad algo a los “rebeldes”, no mejoraría ya la situación en ese empobrecido, destruido país. A fin de cuentas, los “rebeldes”, de haber ganado, sólo habrían formado otra mafia en el poder, con sus muy particulares intereses.
Y la población, habría tenido que vérselas por sus propios medios, como hasta ahorita han hecho.
Eso sucedió, por ejemplo, en Libia, cuando los “rebeldes”, apoyados por una coalición liderada por Estados Unidos, derrocó y asesinó a Muammar Kadafi, para imponer a un títere “gobierno democrático”. En realidad, fue para hacerse de sus cuantiosas reservas petroleras (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/03/detras-del-rescate-humanitario-en-libia.html).
Libia, está ahora mucho peor, con mafias y guerrillas peleando entre sí por el poder (ver: https://www.abc.net.au/news/2019-10-20/libya-civil-war-gaddafi-eight-years-on/11210742).
Mientras los cambios en un país, no sean determinados e impuestos por su población, basados en sus requisitos económicos, de primera necesidad, medioambientalmente concebidos (es decir, que sea prioritario el medio ambiente), culturales y, sobre todo, espirituales, no serán verdaderos cambios.
Sólo serán apariencias, para beneficiar a los que tomen el poder.
Los países, para sus mafias controladoras, sólo son negocios.
Y el “negocio”, Siria, de Bashar Assad y compinches, está ya quebrado.
Contacto: studillac@hotmail.com