Porqué las plantas se volvieron carnívoras
Por Adán Salgado Andrade
Los mitos de los antiguos exploradores, difundieron falsedades, que nadie podía comprobar si eran ciertas o no, pues era muy difícil viajar, ya no se diga por tierra, sino navegar por frágiles embarcaciones.
Uno de tales mitos fue el de las plantas carnívoras. Algunos de tales exploradores, salían con el cuento de que había enormes plantas carnívoras que hasta a hombres devoraban. El autor estadounidense James William Buel (1849-1920), publicó en 1887 su libro Land and Sea (Tierra y Mar), una imagen que mostraba a nativos de algún remoto lugar selvático, contemplar cómo uno de sus compañeros era devorado por los numerosos tentáculos del mítico árbol Ya-te-veo. Obviamente, eran patrañas, usadas para incrementar el interés en las obras que escribían aquellos exploradores y acrecentar su fama.
Esa imagen la emplea el artículo del portal ArsTechnica, escrito por Stephanie Pain, titulado “Cómo se convirtieron las plantas en depredadoras”, en el que describe cómo ese tipo de plantas, siempre han fascinado (ver: https://arstechnica.com/science/2022/04/how-plants-turned-predator/).
De hecho, son plantas algo caras. Por ejemplo, una atrapamoscas, pequeña (Dionaea Muscipula), cuesta unos 300 pesos.
Abre el artículo con una foto de una Drosera Rotundifolia que tiene atrapada a una mosca en uno de sus tallos. Lo hace mediante pegajosa savia que secreta.
Señala Pain que “debido al naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882), la gente conoció que había plantas que atrapaban y digerían insectos. Gracias a su publicación llamada Plantas insectívoras, de 1875. Y en 1880, su libro El poder del movimiento en las plantas, inspiró tantas historias de horror de plantas comehombres, pero también el interés de muchos biólogos, para entender a plantas que tenían esas cualidades”.
Es cierto lo que dice Pain, que la ciencia, muchas veces, es empleada para inventar tantas historias fantásticas que nos deforman la realidad. Por ejemplo, la idea de que había habitantes en la Luna, fue alimentada por el filme Le voyage dans La Lune (Viaje a la Luna), de 1902, dirigido por el director francés Georges Méliès (1861-1938), quien, a su vez, se basó en la obra de otro francés, Julio Verne (1828-1905), De la Tierra a la Luna, publicada en 1865 (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/A_Trip_to_the_Moon).
Haciendo a un lado los mitos sobre las carnívoras, en la actualidad, varios investigadores han tratado de establecer porqué dichas plantas, evolucionaron de tal forma. “Y gracias a los avances en la ciencia molecular, los investigadores ya entienden cómo una atrapamoscas se cierra tan rápido, por ejemplo, y cómo se transforma de un ‘estómago’ que secreta jugos que deshacen a un insecto y, luego, en un ‘intestino’ que absorbe lo que queda de su presa. Pero la gran pregunta estaba sin responder: ¿cómo la evolución equipó a estos seres con los medios para comer carne?”.
Hay fósiles de esas plantas, “sin embargo, casi no proporcionan pistas. Pero el biofísico Rainer Hedrich, de la Universidad de Wurzburg, en Alemania, ha logrado identificar, mediante secuenciación genética, que ciertos genes de las plantas, simplemente, han cambiado sus funciones. Como dice Victor Albert, ‘es más simple, durante la evolución, cambiar el objetivo de un elemento, que crear algo nuevo’”
Es claro. Por ejemplo, el ser humano modificó sus brazos y piernas, para ser bípedo. Los brazos, se acortaron y las piernas, se alargaron. O que ciertos mamíferos marinos, hace millones de años, modificaron sus aletas para caminar por tierra firma, cuando comenzaron a emerger del agua.
Así que las fanerógamas, “han evolucionado en los 140 millones de años de existir. Se han adaptado unas doce veces”, afirma Tanya Renner, una bióloga evolucionista de la Penn State University.
Como muchas plantas crecían en pantanos y tierras fangosas, no podían acceder al fósforo y al nitrógeno, elementos que les eran vitales para subsistir. Los insectos, poseen ambos, “así que las plantas, se fueron adaptando para atraparlos”
Actualmente, “hay unas 800 especies de plantas carnívoras, las que se valen de todo, savia pegajosa, filamentos venenosos u hojas que cierran, para atrapar a sus presas. Una de ellas, la Venus atrapamoscas, puede vivir tres semanas de un insecto grande, pero si captura más, produce más hojas y más trampas”.
Mediante variadas técnicas, como la genómica, transcriptómica y proteómica, “se ha podido ver cómo esas plantas, simplemente, han cambiado características que antes usaban para defenderse de bacterias u hongos que las atacaban. Enzimas como las quitinasas, ahora las emplean para romper los exoesqueletos de los insectos. Las proteasas, disuelven las proteínas y la fosfatasa, la emplean para absorber el fósforo de sus presas. Todas esas encimas, antes las empleaban como mecanismos defensivos”.
Y en lugar de emplear sus raíces para adquirir nutrientes, “ellas, emplean genes en sus hojas, que transportan nitrógeno y potasio, vitales para su sobrevivencia. Y esos genes, sólo se activan, una vez que la presa está lista para digerirse. Emplean jasmonatos, que son hormonas de las plantas formadas por lípidos. Esas sustancias, comienzan a producir enzimas y genes transportadores. Es la forma en que se adaptaron los jasmonatos, que antes eran usados como mecanismos de defensa de las plantas”.
Y casi todas las que han analizado, funcionan similarmente, excepto las pinguiculas, conocidas como butterworks, que funcionan de distinta manera”.
Así que, de esa forma, la Naturaleza se ha ido adaptando a los cambios.
Pero a lo que no se está adaptando, es al brutal ritmo de depredación y contaminación que la “civilización” está ocasionando. La selva amazónica de Brasil, por ejemplo, de tanta destrucción que está sufriendo – megaincendios forestales, desmedida tala, sequías, megaminería – ya está perdiendo su capacidad de recuperación (ver. http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/03/la-amazonia-brasilena-ya-no-se-esta.html).
Y la biodiversidad, ya está en su sexta masiva extinción (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).
Así que se necesitaría que las plantas carnívoras, evolucionaran al nivel de que les fuera posible engullir a personas y que se comieran a todas las del planeta.
Sólo así, eliminarían el peligro que las llevaría a ellas a su extinción.
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