sábado, 25 de enero de 2025

La adecuada falta de atención psicológica convirtió a un adolescente en asesino

 

La adecuada falta de atención psicológica convirtió a un adolescente en asesino

Por Adán Salgado Andrade

 

Muchos tiroteos en escuelas de Estados Unidos, que han dejado muertos y heridos, han sido cometidos por adolescentes, quienes han sufrido discriminación y hostigamiento, por parte de sus “compañeros”, además de tener muchos problemas con la familia y su entorno social. Por ejemplo, el que se efectuó en Columbine, Colorado, en abril de 1999, fue consumado por Eric Harris y Dylan Klebold, quienes tenían una íntima amistad y se quejaban de que eran muy hostigados en la escuela High School a la que asistían. Prometieron vengarse “ejemplarmente”, según se halló en correos electrónicos y notas que dejaron. Hasta ese momento, fue el tiroteo escolar más fatal, dejando doce estudiantes y un maestro asesinados y 24 heridos (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Eric_Harris_and_Dylan_Klebold).

En esa situación, también influye mucho que casi todas las escuelas en la actualidad, comparten un modelo que es copiado del sistema post-industrial de producción, en donde a los alumnos, se les concentra en un salón, como se hace con los obreros, y se les impone un “instructor”, el maestro, para que les “enseñe”, justo como el capataz, que obliga a los obreros a realizar una acción dentro de la fábrica (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/12/con-tratos-autoritarios-e-inhumanos.html).

Si la escuela no es liberadora, también contribuye bastante para que los estudiantes se estresen (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/09/la-escuela-debe-de-ser-liberadora-para.html).

Cuando un estudiante muestra signos de agresividad, generalmente no se considera que puede tener problemas en su casa o en su entorno. Se le expulsa y ya. Por ejemplo, en octubre del 2023, un alumno de secundaria de Coahuila, apuñaló a su maestra por la espalda, con una navaja. Se sabe que la mujer se burlaba de su aspecto y lo hostigaba bastante. Pero, además, la reacción de Asaid, el alumno, no fue espontánea, sino que llevaba arrastrando varios problemas familiares y escolares. Fue su violento estallido (ver: https://www.infobae.com/mexico/2023/10/11/vincularon-a-proceso-al-alumno-que-apunalo-a-su-maestra-en-coahuila/).

Y en Estados Unidos, cuando un estudiante muestra un comportamiento “violento” o extraño, simplemente se le esposa y lo llevan a hospitales. A los policías que lo arrestan, les viene sin cuidado si ese estudiante tiene problemas familiares que hayan propiciado tal comportamiento (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/12/en-eeuu-se-esposan-estudiantes-que.html).

Justamente eso fue lo que llevó al adolescente Axel Rudakubana, hijo de inmigrantes ruandeses, nacido en Cardiff, Inglaterra, a cometer un atroz crimen el 29 de julio del 2024, día en que asesinó sádicamente, con cuchillo, a tres niñas e hirió a otras, cuando poseído por un acumulado resentimiento, entró a una academia de baile, con un cuchillo de 20 centímetros. El “sádico ataque”, como fue calificado por la fiscal acusadora, Deanna Heer, llegó al extremo de que Rudakubana las acuchilló muchas veces y con tanta fuerza, que “hasta los huesos les fracturó” (ver: https://www.theguardian.com/uk-news/2025/jan/23/southport-attacker-axel-rudakubana-jailed).

Pero ese acto tan salvaje fue el extremo, en una serie de incidentes que tuvieron lugar desde unos cinco años atrás, en el 2018, cuando Rudakubana, comenzó a quejarse de “hostigamiento racial” por sus compañeros de escuela. El análisis lo hace Josh Halliday, en un artículo de The Guardian titulado “Axel Rudakubana: de ‘modesto estudiante’ a asesino de Southport”, en el que explica que una “cadena de eventos que aparentemente comenzaron en la escuela hace cinco años, llevaron al asesinato de tres niñas en un atroz acto” (ver: https://www.theguardian.com/uk-news/2025/jan/25/axel-rudakubana-from-unassuming-schoolboy-to-notorious-southport-killer).

Una foto de Rudakubana abre el artículo y, en efecto, el chico, de raza obscura, se ve bueno, no parece el infame asesino que acuchilló a tres pequeñas con terrible saña.

De por sí, en Inglaterra, por la dificultad de conseguir armas de fuego, se emplean cuchillos en muchos asaltos y asesinatos y han ido aumentando (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/el-alarmante-incremento-de-crimenes-con.html).

Su acción fue excelente pretexto para que grupos de supremacistas y extremistas protestaran violentamente, menos de tres horas después del ataque, alentados con falsas noticias por redes sociales, que exacerbaron la violencia que llevó a destrozos de inmuebles y autos. Se culpó del ataque a “musulmanes barbones”, uno de los cuales blandía un cuchillo, amenazando con clavarlo en la espalda de un niño. Ese mensaje, creado con Inteligencia Artificial, había sido visto por 900,000 personas en tan poco tiempo y por eso la reacción de miles de enajenados fue tan rápida. Bajo el grito de “¡Debemos de proteger a nuestros niños!”, se lanzaron a las calles a destruir cuanto pudieran (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/08/ataque-con-cuchillos-nines-ingleses.html).

Pero independientemente de que el brutal asesinato fue cometido por un hijo de inmigrantes africanos, lo que queda claro es que la falta de atención a Rudakubana fue el detonante.

“En octubre del 2019, Rudakubana, de 13 años en ese entonces,  hizo una llamada anónima a la línea de atención a niños del NSPCC (la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad a Niños, por sus siglas en inglés), admitiendo que tenía ideas asesinas porque lo hostigaban. Dijo que había llevado un  cuchillo a la escuela en diez ocasiones y se había preguntado ‘¿Qué tendría que hacer si quiero asesinar a alguien?’”.

Esa fue “una llamada de auxilio” dijo su abogado de oficio, Stan Reiz, que culminó con la homicida acción. Y ello, le valió que fuera sentenciado a 52 años de prisión (ver: https://www.theguardian.com/uk-news/2025/jan/23/southport-attacker-axel-rudakubana-jailed).

Su historia es de constantes expulsiones de escuelas, nunca permaneciendo mucho tiempo en alguna. Y cuando la policía le preguntó porqué había llevado un cuchillo a la escuela, dijo, sin preámbulos, “’para usarlo’, con la honestidad con que un niño lo diría”.

Otro día, regresó a la escuela Range, de donde lo habían expulsado, y atacó con un bastón de hockey a otro alumno, rompiéndole la muñeca.

Y fue arrestado, a los 13 años, por el ataque y por cargar un arma blanca. Llevó un programa de rehabilitación (no podía estar en la cárcel, por ser menor de edad), “que terminó en el 2021”.

Sus compañeros sabían de su afición por videos extremos y en una ocasión, “una maestra lo reportó a Prevent, el programa gubernamental para evitar la radicalización, pues lo había sorprendido mirando un  video extremo de un baño de sangre en un tiroteo en una High School de Estados Unidos. Fue entrevistado por oficiales contraterroristas, pero no pasó de allí pues determinaron que no tenía una ideología firme”.

La pandemia lo volvió más solitario. Obtuvo un manual de al-Qaeda para preparar una sustancia venenosa con aceite de ricino. Y dos veces más, fue reportado a Prevent, una, por subir reportes del fallecido dictador libio Muammar Gaddafi (1942-2011), glorificándolo. Otra, porque estaba revisando cómo habían sido los ataques terroristas del 2017 en el London Bridge, cuando una van con tres hombres fue lanzada contra la multitud. Luego, sus ocupantes descendieron y se fueron a la zona del mercado Borough, en donde acuchillaron a varias personas, hasta que fueron abatidos por policías. Dejaron ocho fallecidos y 48 heridos (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/2017_London_Bridge_attack).

Podría pensarse que fue muy exagerado que un compañero y una maestra lo hubieran reportado a Prevent por alabar a Gaddafi o revisar lo de los atentados terroristas, pero como ya tenían antecedentes de su comportamiento errático, fue que lo hicieron.

También con su familia, tenía comportamientos erráticos, por lo que cuatro veces sus padres llamaron a la policía. Y en otra ocasión, ésta, lo halló en un autobús, con un cuchillo, negándose a pagar el boleto. Fue su segundo arresto, “pero sólo lo llevaron a su casa y le dijeron a sus padres que mantuvieran los cuchillos fuera de su alcance”.

Era claro que algo lo hacía sufrir, pero nunca se le dio ayuda psicológica adecuada, ni al parecer sus padres platicaban con él.

Y en otra ocasión, se puso furioso porque su padre le prohibió usar su laptop y llamó a la policía para que lo “controlaran”.

Por lo visto, ni sus padres ya podían con él. Debieron, supongo, haberlo internado en una clínica mental, para que le dieran la ayuda adecuada y hasta medicamentos que requiriera, pero nada hicieron, ni las autoridades. Los policías simplemente lo arrestaban y lo llevaban a su casa, seguros de que se calmaría.

Compró por línea semillas de ricino para hacer veneno, siguiendo el manual de Al-Qaeda, además de embudos, matraces y anteojos de seguridad, “para preparar suficiente veneno y realizar un ataque terrorista”.

Para febrero del 2023, ya tenía un año sin asistir a la escuela y no recibía ya ayuda psicológica, “aislándose cada vez más y más en la obscuridad de su soledad”.

Y de lo que más hablaba era del genocidio cometido en Ruanda, entre abril y julio de 1994, en el cual más de 600,000 tutsis fueron asesinados por los hutus, una horrible carnicería de la que ya hasta una cinta se filmó (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Hotel_Rwanda).

Su padre, Alphonse, participó en el Ejército Patriótico de Ruanda, “que combatió a los hutus y, finalmente, terminó con el genocidio”.

Otro problema es su autismo, el que quizá agravó sus problemas mentales, y quizá por eso fuera que no le hicieran mucho caso (ver: https://www.theguardian.com/uk-news/2025/jan/20/axel-rudakubana-a-ticking-timebomb-who-murdered-three-girls-in-southport).

“Y aunque la gente se preocupaba por él, nunca lo tomaron en serio o nunca supieron qué hacer con él. De haber sido un estudiante modesto, se convirtió en un atroz asesino. Y muy probablemente pase el resto de su vida encarcelado”, concluye Halliday.

En efecto, seguramente nadie pensó que el muchacho iría acumulando tanto resentimiento, y que se convertiría en un brutal asesino.

Así que cuando veamos algo así, comportamientos erráticos, en conocidos, en familiares, mejor escuchémoslos, ayudémoslos, démosles un consejo.

No vayan a terminar como Rudakubana.

 

Contacto: studillac@hotmail.com