Las temibles plagas de langostas
Por Adán Salgado Andrade
Uno de los problemas
del cambio climático es que impulsa el anormal crecimiento de algunas especies,
tanto vegetales, así como animales.
Eso se debe a que se
crean condiciones para que ciertas especies se procreen en demasía, sobre todo
si sus depredadores naturales desaparecen o disminuyen en número.
De las miles de
especies animales y vegetales, que constituyen la biodiversidad, algunas se
están extinguiendo rápidamente, tanto que ya se considera la sexta extinción
masiva, de las que se han dado en el planeta. Es decir, se está perdiendo la
citada biodiversidad y eso creará problemas insospechados, que se presentarán
en el momento menos esperado, poniendo en peligro nuestra propia existencia (ver:
http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).
Uno de tales problemas,
lo constituyen las plagas de ciertos insectos que, cuando se salen de control,
suelen ser muy destructivas. Por supuesto que siempre han existido plagas. La
historia da cuenta de varias que, a lo largo de los siglos, han devastado
cosechas y bosques. Pero, como eran procesos naturales, llegaban a su fin sin
la acción del hombre.
Sin embargo,
actualmente, surgen, de súbito, plagas, mucho peores que las que la historia
menciona, pues factores tales como el cambio climático, les favorecen y toman
mucha más fuerza que si fuera en situaciones normales.
Actualmente, algunos
países africanos están sufriendo los embates de una masiva plaga de langostas –
que son una especie de chapulines – de proporciones mayúsculas, nunca antes
vistas, como detalla un artículo de la publicación tecnológica Wired, firmado por Matt Simon (ver: https://www.wired.com/story/the-terrifying-science-behind-the-locust-plagues-of-africa/).
Señala el artículo que
es una de las peores plagas en azotar a ese continente, pues cientos de miles
de millones de langostas están devastando cosechas enteras. “Cientos de miles
de millones de chapulines, en enjambres del tamaño de grandes ciudades, están
destruyendo las cosechas que se interponen en su camino. Es la peor plaga en 25
años en Etiopía. En Kenia, es la peor en
siete décadas” (subrayado mío).
Eso se debe a que las
inusuales lluvias han provocado que haya más vegetación que la normal. Y tanta
comida, permite que en esos lugares se reproduzcan muy rápidamente insectos de
crecimiento acelerado, como las langostas. “El problema empeorará, pues la población
de esos insectos podría explotar en una proporción de 500 veces en junio
próximo. La organización para la Agricultura y la Comida, FAO, considera la
situación que se está dando en el Cuerno de África, como ‘extremadamente
alarmante’ y estima que un enjambre que cubra un kilómetro cuadrado puede
ingerir tanto alimento como el que comerían 35,000 humanos. Granjeros por toda
África Oriental, enfrentan escasez de alimentos, pues la plaga se alimenta
tanto de las cosechas, así como de los alimentos almacenados”, señala Simon.
Consideremos el dato de
cuánto puede comer un enjambre de sólo un kilómetro cuadrado. Ahora,
multipliquemos eso por decenas de kilómetros cuadrados y el problema es de
proporciones “bíblicas”, como señala al principio el artículo. No evita uno
pensar en las “profecías del fin del mundo”, que señalan que será marcado por
plagas, terremotos, maremotos… y no es que se crea en eso, pero son cosas que
están sucediendo. Y, justamente, como se describe más adelante, están alentando
la formación de esos mega enjambres.
Esas langostas son un
tipo especial de chapulines, que gustan de socializar entre ellas, precisamente
para tener más fuerza destructiva y devastadora cuando comen masivamente.
Cuando están “solitarias”, no constituyen peligro alguno, pero basta con que se
unan cientos de miles de millones y hasta se transforman físicamente, con
músculos más fuertes y cambios de color. Son unas 20 especies de chapulines las
que hacen eso, de las 7,000 que se conocen.
La especie que está
actualmente atacando África, tiene como nombre científico Shcistocerca gregaria, justamente por su tendencia a reunirse en
enjambres.
Esa especie es típica
del desierto y está muy adaptada a las condiciones de calor extremo. Y sólo
desovan si hay algo de humedad. Con las lluvias, esos insectos se apresuran a
poner muchísimos huevos en el húmedo suelo, hasta unos 1000 por metro cuadrado.
Al crecer las larvas, tienen suficiente comida por algunos meses. Pero como se
unen, cuando comienza a escasear la comida, de inmediato grandes enjambres se
forman y emigran hacia donde haya qué comer. Y comienzan los problemas para los
campesinos y la gente que viva de la agricultura.
Señala Simon que se
adaptan muy bien, pues, además de cambiar de color, a amarillo, para denotar
ante los enemigos que son “tóxicas”, se alimentan de plantas que contienen
hiosciamina, un alcaloide tóxico que se halla en algunas plantas locales. Con
ese alcaloide sí se vuelven tóxicas. Eso lo hacen para destacar más, lo que no
sucede si están solas. De todos modos, un enjambre de proporciones tan
monstruosas, se nota, incluso, a la distancia.
Como viajan tan lejos
para comer, buscan, sobre todo, carbohidratos, y por eso atacan mucho los
plantíos de granos, pues son su dotación de calorías. Como comen su peso en
alimentos, por eso devoran en horas plantíos completos.
En particular, esta
plaga, como se señaló, es peor que anteriores debido a los cambios climáticos
que se están generando por el calentamiento global. Huracanes intensos se han
dado en lugares en donde, normalmente,
no sucedían. Señala Simon que “En el 2018, las fuertes lluvias que aman las
langostas, se dieron con dos ciclones, en mayo y octubre, que golpearon casi en
el mismo sitio, en la Península Arábiga sudoriental. La tormenta de mayo, por
sí sola, arrojó tanta agua, como para que la vegetación del desierto creciera
por seis meses, que es suficiente para que dos generaciones de langostas se
incuben y se reproduzcan explosivamente”. Cita a Keith Cressman, funcionario de
la ONU, encargado de predecir el comportamiento de las langostas, quien dice
que “Considere que hay un crecimiento exponencial de 20 veces para cada
generación. Así que después de seis meses, como cada generación se lleva tres
meses, usted tendrá un incremento de 400 veces”. Eso sucedía, cuando el ciclón
de octubre, con mucha más agua, agregó más tiempo para que más generaciones se
reprodujeran.
La organización que
preside Cressman, la FAO, constantemente monitorea distintos lugares, para
asegurarse que no haya un repentino surgimiento de una plaga de langostas, pero
como la actual se generó en pleno desierto – mojado por tanta agua –, nadie se
percató, pues “nadie sabía lo que sucedía porque eso era justo en uno de los
lugares más remotos del planeta. No hay nada, ni caminos, ni infraestructura,
ni Facebook, ni nada. Todo lo que usted tiene son masivas dunas, tan altas como
rascacielos”, señala aquél.
Sólo cuando vieron
langostas en el sureste de Omán, fue que Cressman, al final del 2018, dio la
alarma. En enero del 2019, la región comenzó a secarse y enjambres de langostas
comenzaron a emigrar, en busca de comida, a sitios como Irán o el sur de Yemen. Los enjambres fueron surgiendo semana tras semana,
hambrientos, imparables.
Como Yemen sufre una
guerra civil, no estuvo en condiciones de combatir a las langostas, mediante
procedimientos adecuados, hechos por expertos, quienes usan insecticidas
adecuados, que se degradan, luego de que matan a las langostas. No pueden
hacerlo directamente los campesinos, pues es peligroso. Y como llovió abundantemente
también allí, las langostas tuvieron posibilidades extras de reproducirse aún
más. Y de allí, saltaron a Somalia, Etiopía y Kenia.
Señala Cressman que, en
condiciones normales, se puede atacar anticipadamente a una plaga de langostas,
con acciones tempranas, los insecticidas adecuados y personal adecuado. “Una
plaga es como si se combatiera un incendio. Si se localiza el origen con
tiempo, se apagará y ya, pero si se descubre cuando esté extendido por todo el
bosque, es tarde. Así sucede con las langostas”.
Cuando se fumiga, las
personas del lugar deben de desalojarlo durante 24 horas, que es lo que tarda
el insecticida en degradarse. Es muy peligroso para las personas respirar esos
químicos, pues ocasionan graves enfermedades, como cáncer y otros males (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/01/el-fascista-bolsonaro-tambien-permite.html).
Por lo mismo, se usan
ya algunos métodos biológicos, como un hongo que mata sólo a las langostas y
chapulines, el Metarhizium acridum,
para que no sea tan problemática la destrucción de esa plaga.
De todos modos, por
mucho que se les ataque, son especies muy resistentes. Experimentos conducidos
por la Iniciativa Global contra la Langosta, han mostrado que una plaga
australiana de langostas puede sobrevivir más de un mes sin agua. “Así que,
mientras otras especies sufren por adaptarse a un planeta que se calienta
rápidamente, las langostas tendrán la doble ventaja de poseer una fisiología
muy adaptable y que insectos menos afortunados morirán y le dejarán el paso
libre”. Como el cambio climático acelerará la desertificación e incrementará la
temperatura, será muy posible que algunas especies de langostas expandan su
área de influencia. Así que se necesitarán monitorear más regiones desérticas,
señala Simon.
Podemos decir ¡malditas
plagas!, pero, finalmente, la depredación planetaria que estamos haciendo
aceleradamente, contribuye a que tales plagas se fortalezcan. Quizá sean un
mecanismo de defensa de la Naturaleza, con tal de que se coman toda nuestra
comida para que muramos masivamente de inanición, pues nosotros mismos somos la mayor plaga planetaria.
Sería nuestro justo
merecido, por no haber cuidado a este pródigo, gran planeta.
Dios nos está castigando, y son las plagas bíblicas que anuncian
nuestra próxima desaparición.
Contacto: studillac@hotmail.com