Cuando la “libertad de expresarse” se torna en
mensajes de odio
por Adán Salgado Andrade
El 15 de marzo de 2019,
el supremacista australiano Brenton Tarrant, de 28 años, entró en dos mezquitas
de Nueva Zelanda, con una cámara tipo go
pro, asida al casco en su cabeza, para transmitir en vivo la matanza que realizó en ambos lugares. Tarrant usó el portal
8chan para transmitir su genocida barbarie. Ese enajenado, retomó principios
supremacistas de “superioridad racial” que están en contra de “razas
inferiores”, judíos e islámicos. En su caso, se “vengó” contra islámicos, por
eso atacó las mezquitas.
Pero su propósito de
transmitir su execrable acción, fue posible, como señalé, gracias al sitio
8chan, que, mientras existió (está vetado, por lo pronto, de compañías que permitan
su difusión por Internet), albergó toda clase de extremismos, en nombre de la
“libertad de expresión”.
La revista tecnológica Wired publicó recientemente un artículo
sobre la historia de ese obscuro sitio de Internet, escrito por Timothy
McLaughlin, en el que se narra cómo los objetivos originales de 8chan, que eran
ofrecer un foro abierto para expresar cualquier idea, se deformaron totalmente,
convirtiéndose en un vertedero de odio e intolerancia, aun entre los mismos
usuarios, los que hostigaban a los que no fueran de su preferencia, para que se
retiraran (ver: https://www.wired.com/story/the-weird-dark-history-8chan/).
El sitio fue la idea de
Frederick Brennan, joven que ahora tiene 25 años, quien nació en Nueva York y
sufre la enfermedad que hace a los huesos quebradizos y deformados, la llamada
osteogénesis imperfecta. Sus padres, se separaron cuando él tenía cinco años.
Por su enfermedad, nada
de lo “normal” podía hacer y por eso se enfocó mucho en el internet, en el que,
con los años, se volvió experto. Estudió en la Atlantic City High School, de la
que se graduó con un GPA (Grade Point Average) de 3.0 (el más alto es de 4.0), o
sea, que no fue mal estudiante y nunca tuvo una D, es decir, una nota mala.
Por su condición, usa
silla de ruedas eléctrica, para que pueda desplazarse más fácilmente.
McLaughlin visitó a
Brennan en su casa de Manila, y éste le platicó por qué concibió el 8chan,
sitio que, gracias a sus habilidades de programador, creó.
Brennan era muy
entusiasta del sitio 4chan, que ofrecía una aparente libertad de expresión.
Este sitio es de la clase llamada imageboard,
en el que los usuarios suben imágenes, acompañadas de breves comentarios. Esa
clase de portales se originaron en Japón. Uno de los más famosos es el 2chan,
también llamado Futaba Channel, y es
el que ha establecido gran parte de las normas para los que le han sucedido
(ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Imageboard).
El 4chan, fue fundado
por Christopher “moot” Poole en el 2003, cuando tenía 15 años, un adolescente
“prodigio”, como también lo fue Brennan.
El 4chan, fue modelado,
dice McLaughlin, a imagen del 2chan, y cinco años más tarde, ya era muy famoso.
Notables memes comenzaron a surgir del sitio, además de que fue aprovechado por
el grupo de activistas y hackers Anonymous,
que se ha caracterizado por sus protestas en contra del control gubernamental.
Brennan, al principio,
estaba muy contento con 4chan, hasta que se dio cuenta que Poole lo controlaba
a su antojo, o sea, que no era tan libre.
Y eso lo llevó a fundar
8chan. El “8”, era por el signo de infinito, pero vertical, para dar a entender
que en ese sitio, sí se garantizaba
una libertad infinita de expresión
para los usuarios. En octubre del 2013, fue concebido el portal y la única
restricción, si así se le puede llamar, fue que Brennan pedía que no “se
postee, pida o se de la liga de cualquier contenido que sea ilegal en Estados
Unidos de América y que no se creen foros con el sólo propósito de postear o
esparcir tal contenido”.
Pero eso, como señala McLaughlin,
dejó espacios vacíos, pues cosas como fotos violentas no entraban justo en esa
categoría (fotos de cuerpos descuartizados o de niños abusados por pedófilos,
por ejemplo). También el llamado “doxxing” se permitía, que es dar a conocer
información personal, como domicilio y teléfono de alguna persona, lo que daba
lugar a hostigamientos, en la red, de usuarios
y cosas por el estilo. Todo eso fue generando la faceta obscura y tóxica del
sitio.
Poco a poco 8chan fue
ganando adeptos, principalmente los que fueron abandonando el 4chan,
desencantados del control de Poole.
Pero justamente por su
contenido, fue que varias veces el 8chan se quedaba sin difundir, pues los
prestadores del servicio de Internet lo rechazaban y salía de la red.
También Brennan se fue
haciendo más famoso. La gente respondió bien a una convocatoria para que
pudiera comprarse una silla de ruedas. Trabajaba en Razor Clicks, una empresa
para impulsar sitios de Internet, gracias a la cual, obtenía dinero para
sostener 8chan. Incluso, la agencia noticiosa árabe Al Jazeera, le hizo un
documental en el 2014, “La otra América: Frederick Brennan”, en donde se daba
cuenta de lo difícil de su vida, de su enfermedad, de tantos huesos fracturados
que había tenido por su condición de fragilidad ósea. El mismo año, el New York
Times publicó dos artículos sobre él, uno de los cuales habló sobre la vez en
que Brennan fue asaltado, y la única “ayuda” que recibió de nefastos “policías”
que atendieron el robo, fue la de haberlo trasladado a una estación del Metro y
abandonarlo allí. Brennan tuvo que llegar como pudo, a pesar de su discapacidad,
a su casa.
También escribió para
un diario neonazi, The Daily Stormer,
un artículo sobre que la gente que tenga serias enfermedades, como la de él, no
debería tener hijos, un caso de auto-eugenesia, como él mismo lo dice.
Y aunque 8chan, por sí
mismo y por la fama de Brennan, estaba teniendo éxito, no le dejaba dinero. Al
contrario, era muy caro, sobre todo el pago del ancho de banda, pues cada vez
tenía más y más usuarios. Estuvo a punto de desaparecer.
Fue cuando Ronald
Watkins, hijo de Jim Watkins, un empresario estadounidense, radicado en Manila
(para evadir impuestos), le ofreció acoger a 8chan, en su compañía N. T. Technology. Watkins lo había visto
en el documental de Al Jazeera y, digamos, que lo conmovió.
Fue tan dadivoso con
Brennan que hasta lo llevó a vivir a Manila, en donde le puso departamento.
Y lo único que le pidió
fue el 60% de las ganancias de 8chan. Jim Watkins, el padre de Ronald, lo cambió
a un condominio de lujo. Y Brennan, muy entusiasmado, le entregó todo el sitio
a aquél, incluyendo los servidores. En poco tiempo, Jim Watkins, se hizo
propietario de 8chan.
Pero como sucede en
esas “sociedades”, en las que una de las partes saca ventaja de la otra, pronto
tuvieron Brennan y Jim Watkins diferencias y el primero, decidió separarse,
dejándole el sitio, sin más alegar.
Ya se había dado cuenta
Brennan, además, de que se estaba convirtiendo 8chan en un polvorín, empleado
sobre todo por radicales supremacistas, para postear allí mensajes de odio
contra judíos, latinos, afroestadounidenses, islámicos… y así.
Y como Watkins no tenía
forma de controlar el tendencioso contenido, se le salió de control.
El sitio también fue
usado, antes de que lo cerraran, por el perturbado mental Patrick Wood Crusius,
quien el 3 de agosto de 2019, entró muy bien armado a una tienda de Walmart, ubicada
en El Paso, Texas, en donde asesinó a tiros a 22 personas, casi todas latinas,
e hirió a 24. Vean sus fotos y dista de ser “superior” racialmente (refleja
estupidez, pusilanimidad e indolencia).
Crusius comentó que
admiraba a Donald Trump y hasta formó su nombre con armas. Publicó en 8chan un
manifiesto “blanco nacionalista anti-inmigrante”, alimentado por toda la carga
de comentarios racistas y de odio proferidos durante dos años por aquél nefasto
“presidente”, quien hasta a congresistas ha insultado y les ha dicho que “Por
qué no se regresan y ayudan a arreglar los lugares totalmente rotos e
infestados de crímenes de donde vinieron” (ver: https://www.latimes.com/espanol/politica/la-es-trump-dijo-a-las-congresistas-democratas-vayanse-al-lugar-de-donde-vinieron-pero-todas-son-americana-20190715-story.html).
Véase la forma tan
racista, humillante e insultante con que se refiere Trump a los “lugares
totalmente rotos e infestados de crímenes” de origen, de las congresistas a las
que insultó. Pero, además, las cuatro nacieron en Estados Unidos. Es decir, ese
imbécil, ni siquiera se dio cuenta de lo que dijo, pues ellas son ciudadanas
estadounidenses (Alexandria Ocasio-Cortez, de Nueva York, entre ellas).
Es evidente que esas
peroratas de odio, de racismo, proferidas por un supremacista, aunque no lo
diga que es, han hecho mella en tipos como Crusius y los de otros estúpidos que
se creen “superiores racial y mentalmente”.
Es algo que se ha ido
gestando con los años, el “supremacismo blanco”. Según los expertos, el
problema proviene de la década de los ochenta, cuando en las cárceles se
eliminó la segregación racial y la población negra, alrededor del 60%, se
mezcló con los blancos quienes, como forma de defensa, formaron grupos como la
Hermandad Aria o el Círculo Ario.
Un tal John William King,
señalaba, además, que "los arios son una raza de individuos que se dieron
cuenta de que están en la cima de la evolución humana, que nacieron con
capacidad genética para ejercer enorme poder, liderazgo y conocimiento".
King, junto con dos
cómplices, decidieron formar una “hermandad supremacista” y como “rito de
iniciación”, en 1998, optaron por asesinar a un “negro”, James Byrd, un
vendedor de aspiradoras afroestadounidense, a quien ataron de una camioneta y
arrastraron más de tres kilómetros, hasta que la cabeza de ese pobre hombre, se
atoró en una alcantarilla y se le desprendió. El cuerpo fue hallado en un
agujero, todo mutilado y maltrecho.
Interrogados, luego de
cometer el asesinato, King y sus cómplices declararon no sentirse culpables del
crimen por considerar que los "hispanos, negros y judíos, son traidores
raciales y las mujeres que salen con negros son putas y se les debería colgar
de los mismos árboles de los que se cuelguen a sus novios".
Ya, en prisión, King
se dio a la tarea
de formar sus Texas Rebel Soldiers,
un verdadero grupo de choque, autodenominados como una guerrilla para combatir
y matar a "perros traidores de la raza" (la cinta de culto
estadounidense Blood in Blood out, de
1993, dirigida por Taylor Hackford, muestra muy bien los sangrientos enfrentamientos
que se daban entre los prisioneros de distintas razas de la cárcel de San
Quintín).
Finalmente, King, tras varios
años de juicios, apelaciones y sentencias fue ejecutado con inyección letal, en
abril del 2019. El jurado que originalmente revisó su caso, estuvo formado por
11 blancos y sólo un negro.
De haber cometido King
el crimen en 1955, seguramente, ni a prisión habría ido, como sucedió con los
dos hombres blancos que en ese año asesinaron al joven negro de 14 años, Emmett
Till, porque, supuestamente, le había "coqueteado" a la esposa de uno
de ellos. Till fue golpeado, muerto de un balazo y arrojado al río. Los
asesinos fueron exculpados por un jurado de hombres blancos y, sólo cuando a
uno de ellos un periodista le ofreció dinero por la historia, confesó el
crimen, que quedó impune. Años después los dos hombres murieron sin que la
madre de Till hubiera visto jamás un ápice de justicia por el asesinato de su hijo.
Así que, como puede
verse, la violencia que está retroalimentando el discurso de odio del nefasto
Trump, viene desde hace tiempo, es histórica.
La guerra de secesión
dejó al sur ávido de venganza, de que los esclavos hubieran sido, de pronto,
liberados por el Norte, y había que matarlos, linchándolos por cualquier motivo.
De allí, el surgimiento de grupos extremistas violentos, como el Ku Klux Klan, organización
de asesinos encapuchados, que hasta es glorificado por la señora Margaret
Mitchell en su racista novela “Lo que el viento se llevó”. Esa obra da muy bien
cuenta del origen histórico del supremacismo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/07/lo-que-el-viento-se-llevo-o-los.html).
La cinta estadounidense
“El infiltrado de Ku Klux Klan”, de 2018, dirigida por Spike Lee, da cuenta
perfectamente del discurso de odio que ese nefasto grupo proclamaba en los
1970’s, cuando era dirigido por el nefasto líder supremacista David Duke. La
cinta concluye con escenas reales de las protestas del 2017, en la ciudad de
Charlottesvile, Virginia, en donde se enfrentaron supremacistas y activistas a
favor de la igualdad racial. En ese trágico suceso, uno de los violentos,
enajenados supremacistas, impactó su auto a toda velocidad contra los
activistas, hiriendo mortalmente a una de ellas, Heather Heyer, chica blanca de
37 años que apoyaba la igualdad racial. El imbécil Trump no dio importancia al
enfrentamiento, ni al asesinato, diciendo que ambos grupos tenían el mismo
derecho a manifestarse. Así de nauseabunda fue su declaración.
La facilidad para
comprar armas, es otro de los ingredientes que provocan tantas matanzas, y es
algo que Trump, ni sus secuaces republicanos, desean eliminar. El “inalienable
derecho” de los estadounidenses a poseerlas es algo que nunca se extinguirá,
pues evolucionó con ellos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/07/de-tiroteos-estrenos-hollywoodescos-y_26.html).
Agréguese a eso un portal
como 8chan, para “garantizar la libre expresión”, y se tiene como resultado que
un tipo como Tarrant haya podido “transmitir en vivo” su matanza o que Crusius
haya posteado un mensaje de odio hacia los latinos, mexicanos, principalmente,
a quienes iba a asesinar.
Por eso es que Brennan
dice que ojalá desaparezca 8chan.
Luego de que se peleara
con Watkins, quien fue a su casa a humillarlo e insultarlo (Brennan estaba
desnudo, lo que lo hizo sentirse más vulnerable), se ha dedicado a buscar la
paz en la religión. Se casó y vive con su esposa y dos perros.
Watkins ha tratado de
hacer que 8chan sea lucrativo, pero ningún anunciante se publicitará en un
sitio que promueve matar a latinos, negros y árabes, como señala McLaughlin.
Victor Lorenzo, jefe de
la División de Cibercrimen de Filipinas, anda tras Watkins y 8chan. Watkins
“confía” en que como él es estadounidense, tiene “inmunidad” ante la ley filipina.
Pero Lorenzo dice que está equivocado, pues al residir en Filipinas, sí es
juzgable, tanto Watkins, así como 8chan, por los delitos que se cometan.
“Considerando que el sitio está registrado aquí, claro que tenemos jurisdicción”,
afirma.
En fin, la historia de
8chan y su conversión en un portal de mortal odio, es una advertencia, pues
habrá otros sitios que inciten a la violencia y a matanzas.
Probablemente Trump no
entienda, o quizá lo haga, hasta que un latino, ya harto de sus discursos de
odio, vaya y mate a puros blancos.
Todo es posible en ese
país de locos, armados “supremacistas”.
Contacto: studillac@hotmail.com