martes, 5 de noviembre de 2024

Se incrementa bastante el consumo energético con los cuestionables “avances tecnológicos”

 

Se incrementa bastante el consumo energético con los cuestionables “avances tecnológicos”

Por Adán Salgado Andrade

 

Los cuestionables “avances tecnológicos” (muchos, tienen su primera aplicación en el diseño y construcción de armas), están llevando a incrementos brutales del gasto energético, sobre todo, de electricidad. Por ejemplo, los autos eléctricos (que no son la panacea para los graves problemas ambientales que tenemos, pues fomentarán con creces el extractivismo necesario para minar todos los minerales para sus baterías eléctricas), al requerir electricidad para cargar sus baterías, necesitarán de enormes incrementos en el suministro eléctrico. Sólo consideren si se fueran a sustituir los aproximadamente 1,400 millones de vehículos de combustión interna que circulan por todo el planeta, la electricidad requerida será mayúscula, varias veces más de lo que se genera actualmente.

O la inteligencia artificial, que tan sólo una pregunta hecha al ChatGPT, requiere cien veces más electricidad que una consulta normal por Google y un chip de Nvidia, que hace funcionar a los servidores de los LLM (Large Language Models, que son la base de la mal llamada Inteligencia Artificial), usa 300 veces más energía que el anterior, pues debe de responder más rápido. Se estima que sólo en Estados Unidos, el consumo de energía por utilizar IA se eleve de 3 por ciento del total que representa actualmente a 8 por ciento en cinco años y a escala global, el uso de esta tecnología, genera un gasto energético de 0.5 por ciento, lo cual equivale al consumo total que hace Argentina en un año (ver: https://www.jornada.com.mx/2024/10/06/economia/013n1eco).

Así que se está exacerbando el consumo eléctrico.

Y todo lo que usamos en la así llamada “era digital”, requiere de ese vital fluido y, como señalé, tiende a incrementarse. Es lo que analiza el artículo de The Guardian titulado “¿Preocupado acerca de su consumo de datos? He aquí la huella de carbón que un día promedio de correos electrónicos, WhatsApps y más, requieren”, firmado por Chris Stokel-Walker, quien nos introduce a su trabajo diciendo que “vastos centros de datos se están construyendo en todo el mundo, entre crecientes preocupaciones acerca de los costos ambientales. Así que ¿deberíamos todos de ponernos a dieta con los datos, si no es que implementar una completa abstinencia digital?” (ver: https://www.theguardian.com/environment/2024/oct/31/concerned-about-your-data-use-here-is-the-carbon-footprint-of-an-average-day-of-emails-whatsapps-and-more).

Comienza señalando que hace 20 años el matemático inglés Clive Humby (1955), acuñó una frase crucial: “La información es el nuevo petróleo”. “No se equivocó. Tenemos un insaciable apetito por datos, no podemos detenernos generándolos y, justo como el petróleo, está resultando muy malo para el medio ambiente”.

Lo cual es cierto, pues muchas empresas que prometieron reducir sus emisiones contaminantes, como Google, al contrario, las han incrementado. Esta compañía las ha subido de cinco años para acá en un cincuenta por ciento (https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/07/google-ha-incrementado-50-su-consumo.html ).

Tan sólo el costo de enviar un correo electrónico que “lleve diez minutos escribirlo y tres minutos para enviarlo, leerlo y recibirlo en una laptop, emite 17 gramos de CO2. Y si ese mismo correo, se envía a 100 personas y sólo una lo lee y las otras 99 le echan un vistazo por tres segundos, considerando que no vale la pena leerlo, emite 26 gramos de CO2” (ver: https://carbonliteracy.com/the-carbon-cost-of-an-email/).

Pero consideren que al día se envían más de ¡306,000 millones de correos! en el mundo. Y si tomamos la media de 17 gramos de CO2, por cada uno, solamente esa actividad genera ¡520,200 toneladas de tal contaminante gas efecto invernadero!

Por eso, insisto, toda esta electrificación y digitalización, incrementarán brutalmente el empleo energético. Las energías “verdes”, como la solar o la eólica en Estados Unidos (que pondríamos como ejemplo de la glotonería energética), sólo montan uno por ciento cada una y los combustibles fósiles siguen usándose mayoritariamente, en un 82 por ciento (ver:  https://usafacts.org/just-the-facts/energy/ ).

Por ello es que es ya una exigencia de las corporaciones que nos dominan que regrese la peligrosa energía nuclear, a pesar de los residuos tóxicos mortales que produce, como el uranio 235 u otros, pues la solar o la eólica serán insuficientes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/09/la-glotoneria-energetica-esta.html ).

Todo eso es parte de los millones de toneladas de CO2, unos 45,000, que se emiten cada año. Lo peor es que sistemas naturales que asimilan una parte, como bosques o los océanos, ya están dejando de hacerlo (ver: https://www.theguardian.com/environment/2024/oct/14/nature-carbon-sink-collapse-global-heating-models-emissions-targets-evidence-aoe).

Un país como Finlandia, que se enorgullecía de sus “saludables bosques”, ahora está viendo, con alarma, que ya están dejando de absorber carbono y lo están emitiendo, pues se han degradado (ver: https://www.theguardian.com/environment/2024/oct/15/finland-emissions-target-forests-peatlands-sinks-absorbing-carbon-aoe).

Así que eso, el secuestro de carbón natural, junto con una todavía mayor glotonería energética, incrementarán la depredación y contaminación planetaria.

Señala Stokel-Walker que toda esa información, los correos, las imágenes, los videos… todo lo que vemos por internet, mediante un clic, se almacenan en enormes centros de datos, con tal de evitar la “latencia”, es decir, “lo que tarda esa información en aparecer”.

Pero, además, como son grandes negocios, están construyéndose por todos lados. “Amazon, Google y Microsoft están invirtiendo miles de millones de dólares para expandirlos. La razón es que la demanda de información se está incrementando a niveles alarmantes. Tan sólo los estadounidenses usaron 100 billones de megabytes de datos móviles en el 2023, un incremento récord, con respecto al año anterior, de 36 por ciento, lo que es suficiente para descargar el videojuego Candy Crush Saga (un videojuego de combinación de fichas gratuito, desarrollado por la empresa King, que millones de personas descargan y juegan en sus celulares) 265,000 millones de veces”.

Y todo eso no sólo requiere mucha electricidad, sino demasiada agua para enfriar todos esos centros de información, por la enorme cantidad de calor que generan los cientos de miles de servidores que están trabajando día y noche, sin parar (además, son sistemas redundantes, es decir, que si falla un servidor, otro hará sus funciones).

Tanta electricidad requieren esos centros, que países como Irlanda (parte del así llamado Reino Unido), Holanda y Singapur, han impuesto una moratoria para el desarrollo de nuevos (ver: https://datacentremagazine.com/critical-environments/power-hungry-data-centres-put-pressure-on-irelands-grid).

Y menciona Stokel-Walker lo que señalo arriba, que están recurriendo de nuevo a la peligrosa energía nuclear, pues no les alcanzará con la solar o la eólica. “Microsoft ya firmó un convenio para echar a andar nuevamente al reactor nuclear Three Mile Island en Pensilvania, en tanto que Google ya anunció planes para construir seis o siete nuevos pequeños reactores para satisfacer sus necesidades energéticas”.

La necesaria reflexión es que de nada sirven tantos supuestos ahorros energéticos y “avances” tecnológicos si, a la larga, la contaminación y depredación planetarias seguirán al alza. No es posible lograr un crecimiento económico (y energético en consecuencia) ilimitado, en un planeta con recursos limitados. Es como si quisiéramos desarrollar una planta de maíz más allá de su ciclo normal. Lo cumpliría y terminaría secándose.

Pero como ya estamos tan acostumbrados a emplear el internet, señala Stokel-Walker, lo damos por “un hecho” y no nos ponemos a pensar toda la huella de carbón que emitimos. “No es posible tener un estimado real de lo que contaminamos, pero la ONG Zero Waste Scotland dice que nuestra actividad semanal digital emite unos 8.6 kilogramos de CO2 por semana, unos 448 kilogramos anuales, que equivale a un recorrido de 48 kilómetros en un auto de gasolina, aunque una estimación alemana señala que se emitirían 850 kilogramos por año” (ver: https://www.oeko.de/en/blog/the-carbon-footprint-of-our-digital-lifestyles/#:~:text=If%20this%20energy%20consumption%20is,CO2%20emissions%20per%20year).  

Pero todo eso son conjeturas, aclara Stokel-Walker, pues pocas compañías revelan los gastos energéticos en que incurren y, menos, los de sus emisiones. “Sin embargo, Netflix es muy honesto, porque señala que mirando en baja resolución una hora de su programación, requiere 300 megabytes, pero si se usa alta definición, entonces se incrementa a 3,000 megabytes. Y un streaming en 4K, emplea hasta 7,000 megabytes”.

Aunque energéticamente, señala Stokel-Walker, el streaming “de una hora de Netflix, equivaldría a hervir una jarra de agua, alrededor de 36 gramos de CO2, aunque depende si se mira en un celular o en una pantalla, la cual requiere mucha más electricidad”.

Un grupo de WhatsApp “gasta en promedio 2.35 kilogramos de CO2 por semana, y es mejor usar los emojis, que están instalados en un celular, que los gifs, que se tienen que descargar de centros de información. Y escuchar cinco horas de streaming de música, como de Spotify, rebasa los 288 gramos de emisiones de carbón que emite la fabricación de un CD”.

Y ese CD, piensen, ya está hecho y se puede escuchar muchas veces, no así el streaming, que consume mucha electricidad cada que se emplea.    

Y también aborda lo que ya dije arriba, que el empleo de la mal llamada Inteligencia Artificial, está incrementando alarmantemente el uso de electricidad. “Además, no ha aportado grandes cambios la IA en las búsquedas que hacemos habitualmente, como señala Sasha Luccioni, una activista climática”.

Lo cual es cierto, pues de todos modos los buscadores tradicionales como Google, sirven para el efecto, sin tener que recurrir al ChatGPT, por ejemplo, que sólo se emplea para facilitar ciertas actividades, como la elaboración de una tarea por un estudiante, que sólo formula la pregunta y esa aplicación se la responde rápidamente. Sin leerla siquiera, la copia, la pega y la imprime o envía por correo a su maestro. Eso, lo único que está provocando, es más atrofia mental, está haciendo más inepta mentalmente a la gente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/01/chatgpt-permite-conocer-temas-muy.html).

Por eso, la recomendación de Stokel-Walker es “mayor sobriedad sobre el uso de las aplicaciones. Que se usen menos y se piense más”.

Debe de ser así, pues, como señalé, la gente ya está usando, por ejemplo el ChatGPT para todo, sin pensar en el impacto ambiental que su empleo implica.

Yo mismo estoy teniendo mi huella de carbón al escribir y subir a mi blog este artículo, pero, al menos, busco hacer conciencia sobre distintas problemáticas que están depredando y contaminando más al planeta, como la presente.

Y eso, no me hace sentir tan culpable. Es por una buena causa.

 

Contacto: studillac@hotmail.com