Los edificios de súperlujo inspirados en autos costosos
Por Adán Salgado Andrade
A los ricos y superricos se les convierte en una enfermedad la acumulación de riqueza.
Y no les afecta nada. Durante la pandemia, mientras todos estábamos encerrados, sin trabajo, muchos, además de ganar mucho más, se divertían de lo lindo en sus yates e islas privadas paradisíacas (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/08/los-superricos-se-vuelven-mas-ricos-y.html).
No les importa el resto de la `población, con tal de que sus ganancias sigan creciendo. La gente puede estarse muriendo de hambre, justo como sucedió en la pandemia, y ellos seguirán buscando cómo hacer buenos negocios (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/08/el-mezquino-capitalismo-salvaje.html).
Se construyen yates de súperlujo, como el que mandó a construirse Jeff Bezos (Nuevo México, 1964), que costó $500 millones de dólares, el cual tenía mástiles tan altos que se los tuvieron que remover, para que cruzara un viejo, histórico puente y, luego, volvérselos a ensamblar (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/se-tiene-que-quitar-un-viejo-puente.html).
Prueba de que siguen como si nada, a pesar de que el mundo se está desmoronando en todo (climáticamente, socialmente, continúan las contaminantes guerras, depredación y contaminación crecientes, incremento de la violencia, aumento de todo tipo de basura, sequías, inundaciones…), es que hay ya una nueva tendencia que muestra a los excesos que están llegando. Esa es diseñar y construir altas torres de condominios de súperlujo, inspiradas en autos costosos, como Porsche, Mercedes-Benz, Bentley, Bugatti o nada menos que el icónico Aston Martin, hecho muy famoso por el legendario agente secreto James Bond, el 007 (quien en la última entrega, la de Daniel Craig, No Time to Die – Estados Unidos, 2021 – muere. La pregunta es: ¿resurgirá?).
Esos excesos, los expone el artículo de The Guardian, titulado “¿Un paraíso a la 007 o unas vacaciones de jóvenes en Marbella? Dentro de los obscenos penthouses diseñados en estilo Aston Martin, de Miami”, firmado por Olivier Wainwright, quien subtitula su trabajo, diciendo que “La marca de autos británica, ha incursionado en el creciente mercado de la lujosa ‘car-quitectura’, abriendo una torre temática en Miami, alardeando que tiene todo, salón de baile, helipuerto, piscina infinita, todo ofreciendo a los millonarios una excelente vista de nuestro asfixiante mundo que se colapsa” (ver: https://www.theguardian.com/artanddesign/2024/may/01/007-paradise-aston-martins-residences-miami-penthouses-helipad).
Abre el artículo la foto de ese esperpento para ricos. Ubicado en Miami, Florida, puede describirse como una construcción incompleta: Visto de frente, parecería un largo rectángulo al que le hubieran cortado una sección de la esquina izquierda, formando una “J”. Son 66 pisos los que tiene. La sección que “falta”, llega hasta el piso 53, por lo que se puede ver. En ese piso está la alberca (se aprecia muy grande) y espacios para descansar y tomar el sol, como si tal alberca estuviera en tierra firme. En el tope del edificio, está el helipuerto. ¡Lascivamente majestuoso!
Otras fotos muestran los suntuosos, soleados interiores, supuestamente decorados en el estilo Aston Martin, con manijas en color y diseño, como las del icónico auto. Los interiores, blancos, con algunas partes grises, muy iluminados, espaciosos, sin cortinas, pues ¿quién puede estar de mirón con pisos tan altos, sofás blancos de piel, macetas con plantas de sombra (mudos testigos del Reino Vegetal de tanta suntuosidad), gruesas columnas, que van a lo largo del edificio, mesas de centro, luces LED que deben de iluminar perfectamente todos los espacios por las noches, mesitas de centro, alfombras grises, emulando a las del Aston Martin… en fin, ¡todo un paraíso de acero, concreto, vidrios, materiales sintéticos!...
Otra foto, muestra el spa con el que cuenta cada uno de los 391 exclusivos condominios “sólo para muy exclusivos conocedores”.
Cada uno de esos penthouse triplex (de tres secciones) costará $60 millones de dólares “desde donde un superrico podrá disfrutar las maravillosas vistas del mar, desde lo alto, admirando las brillantes aguas, desde Biscayne Bay hasta el Océano Atlántico”, dice Wainwright, irónico.
Dice Wainwright que Aston Martin decidió entrar al mundo de los bienes raíces, debido a sus problemas financieros. Una firma financiera argentina, G&G Business Developments, de la familia Coto, fue la que se acercó a Aston Martin, contactando a Marek Reichman, el jefe de diseño de la firma automotriz (sólo vean, no importa el nivel de crisis económica de un país, en este caso, Argentina, para que haya superricos “argentinos” haciendo siempre buenos negocios, como hace, por ejemplo, Carlos Slim en Estados Unidos, por ejemplo).
Cita Wainwright a Reichman, quien señala que “estamos penetrando las vidas de nuestros clientes. No sólo en los autos que ellos manejan, pero en el lugar en que viven, en el lugar en el que les gustaría que los vieran. Los rodeamos con los materiales, el aroma, la sensación, las pieles y la destreza en la manufactura de la marca de autos que ellos aman”.
Y, claro, los que se sientan James Bond’s y tengan el dinero para hacerlo, pueden adquirir uno de esos lujosos condominios (o los que quieran, para revender, ¿no?) “y por dos millones de dólares adicionales, pueden también hacerse de uno de los 47 exclusivos Aston Martin DBX o DB11, pues si pueden comprar el condominio, no es mucho más el dinero que pagarán por el auto”, dice Reichman. Pues no está errado en sus consideraciones, pues ¿qué son dos millones de dólares más, si previamente se pagaron sesenta y seis? Al tipo de cambio actual, estamos hablando de casi $1262 millones de pesos, unas 1800 casas de interés social (de las de $700,000 pesos, digamos). ¡Vaya desigualdades!
Reichman fue persuadido porque la firma argentina lo convenció de que sería una buena inversión, “que necesitábamos con urgencia, si queríamos librar la quiebra. Y así ha sido, pues, por increíble que parezca, ya se han vendido casi todos los departamentos y la “inversión ha sido multiplicada con creces”
Y no es el único edificio temático inspirado en un auto. Está la Porsche Design Tower, también en Miami, la que viene equipada con elevadores que pueden subir a los dueños de cada condominio a su respectivo, con todo y su auto, “para que ni siquiera se bajen de ellos y lleguen directamente” (ver: https://pdtowermiami.com/).
O la Mercedes-Benz Places, ubicada en Dubái, un edificio largo, de terminación ovoide, que trata de emular la línea de ese lujoso auto (ver: https://www.dubai.mercedesbenzplaces.com/).
O las Bugatti Residences, también inspirada en esa legendaria, lujosa marca de auto. En su página de internet (https://bugattiresidences.com/), indica que “nacidas de la fluidez de la Naturaleza, las Residencias BUGATTI, son diseñadas con vivacidad inventiva e inigualable opulencia. La fachada se caracteriza por líneas fluidas y sutiles curvas, reminiscentes de la Riviera Francesa – un sitio para descansar, inspirado en el corazón de la metrópolis”. Es indescriptible, en efecto, parece un extraterrestre o una medusa, pero a esos niveles de extravagantes diseños llegan los arquitectos, con tal de atraer a clientes que busquen, en efecto, la rareza, con tal de destacar socialmente, que no digan que son de las masas de los ricos.
Las Bugatti Residences y las Mercedes-Benz Places son obra del millonario árabe y desarrollador Muhammad BinGhatti, “quien heredó el negocio de construcción de su familia en el 2014 y lo continuó, inspirado por la serie de televisión Top Gear, y se dijo que un día vería su apellido en edificios de lujo”.
Otro desarrollo es el Bentley-branded tower (su sitio de internet, https://bentleyresidencesmiami.com/#home-4, muestra interactivamente la lujosa fachada, que emula el bordado de los asientos de piel), en donde todo, desde las toallas hasta las cabeceras de las camas, llevarán la “B” de Bentley.
Ese par de desarrollos son debidos a Gil Dezer, “quien también posee seis torres que llevan el nombre de Trump. Ocupa Dezer un penthouse de cuatro pisos en lo alto de su torre Porsche, desde donde puede disfrutar la vista de once de sus autos favoritos”. Wainwright cita a Dezer, quien describe los niveles de suntuosa cursilería a los que un rico puede llegar: “Desde mi recámara, puedo ver dos autos, desde mi cocina, puedo ver otros dos y otros siete, desde mi cueva (sala). Para mí, es como si fuera un coleccionista de arte con un Da Vinci: no lo almacena, lo coloca en la pared”. En efecto, en un artículo de CNN style, se muestran fotos de los excesos de Dezer (ver: https://edition.cnn.com/style/gil-dezer-billionaire-cars/index.html).
Dice Wainwright que es de esperarse que se generalicen esos proyectos, pues, citando a Liam Bailey, jefe de investigación de Knight Frank, dice que “los ricos con al menos $30 millones de dólares, crecerán a 750,000 en todo el mundo, así que habrá más compradores de casas de millones de dólares, pero las marcas de ropa, de relojes y de autos de lujo, deben de tener cuidado, pues es un mercado muy peleado y si no tienen cuidado, fácilmente perderán clientes, si incursionan en los bienes raíces”.
Concluye Wainwright, muy convenientemente, diciendo que “y debemos de mencionar el daño planetario. Estas moles generadoras de demasiado carbono, hechas de concreto, acero y vidrio, monumentos de la era del automóvil, se ven como grotescos anacronismos de otra época, la última expresión de nuestros tiempos del motor de combustión interna. Pero, bueno, esos ricos deben de agradecer que podrán admirar a sus súperautos desde el sofá, mientras el mundo se colapsa, más allá de sus piscinas infinitas”.
Y esperemos que sus súpertorres también sean a prueba de fuego, para que los protejan cuando este mundo se fría por la catástrofe climática que, en gran parte, aquellos superricos habrán provocado.
Contacto: studillac@hotmail.com