Las condiciones de salubridad en la destruida Gaza empeoran por basura y drenaje
Por Adán Salgado Andrade
Antes de la infame invasión y destrucción judía, Gaza era una ciudad como cualquier otra, en donde la gente tenía ilusiones, futuro, trabajo, casa, alimentos, agua, servicios, diversión…
Pero ahora, ocho meses después de cruentos bombardeos a diario, tanques y tropas judías invadiéndolo todo, los palestinos sólo tratan de sobrevivir, de no morir por alguna bomba que los destroce, junto con sus casas o la improvisada “tienda de campaña” en donde estén viviendo actualmente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/04/los-gazaties-solo-tratan-de-no-morir.html).
No sólo un 70 por ciento de infraestructura vital, como hospitales, plantas de bombeo de aguas negras, plantas purificadoras, mercados, escuelas… han sido destruidas, sino que, para empeorar las cosas, la basura producida y los escombros, se acumulan en muchos lados, formando enormes pilas, junto a las cuales, tienen que habitar forzosamente los refugiados que buscan alguna zona libre de bombardeos o soldados judíos, para seguir medio mal viviendo. Justamente el artículo de Associated Press, titulado “En el asfixiante calor del verano gazatí, los palestinos están rodeados de aguas negras y basura”, firmado por las reporteras Wafaa Shurafa y Julia Frankel, expone esa dramática situación, que se suma a la serie de crímenes de guerra cometidos contra ellos por los carniceros judíos. Hay que reconocer, también, el valiente trabajo de las reporteras, que desafían el potencial peligro, con tal de dar a conocer al mundo los horrores que están cometiendo los miserables judíos, encabezados por Benjamín Netanyahu. (ver: https://apnews.com/article/israel-hamas-war-gaza-dirt-sanitation-sewage-garbage-d96fbbbc37e7a73acfd0aa47978394c7).
Inicia el artículo con un desgarrador video en donde, al comienzo, hay pequeños caminando por entre pilas de basura y escombros amontonados. Irónicamente, al fondo, hay dos edificios que no han sido tocados por los bombardeos, que se ve que eran de una zona residencial, antes de toda la destrucción material y los casi 38,000 fallecidos hasta ahora (ver: https://www.aa.com.tr/en/middle-east/gaza-death-toll-passes-37-700-as-israeli-attacks-kill-60-more-palestinians/3258679).
También, al fondo, se ve un camión de los que entregan ayuda, como alimentos o agua. Un niño recoge cosas que puedan servir y las mete en un costal. En otra escena, hay “viviendas” hechas con sábanas, junto a un basurero. Un hombre, Abu Shadi Afana, un desplazado, dice que “desearía que el problema sólo fuera sólo el mal olor de la basura, pero hay alimañas ya, como hormigas, cucarachas y moscas que salen del suelo. ¿Cómo es que salen? No lo sabemos. Las ratas caminan entre nuestras piernas, ¿A dónde podemos ir? Mire, esta es la ‘tienda de campaña’ en donde vivimos (muestra una sábana sostenida con palos). Nadie nos proporcionó una. Nadie se interesa sobre nuestro campo de refugiados en términos de comida o agua y, para empeorarlo ¿tenemos que lidiar con la basura? No es justo”. Detrás del hombre de 62 años, sólo se ve desolación y, más lejos, se logra distinguir el mar, quizá lo único que le dé al sitio algo de dignidad.
Otra parte del video es en el barrio de Deir Balah, en el centro de Gaza. Igualmente, improvisadas “viviendas”, hechas de láminas y sábanas, bordean la “calle”, la que es cruzada por una zanja por la que circulan aguas negras. Una chica pasa por el lugar, caminando con resignación, seguida de otra chiquilla. Quizá, a estas alturas, ya hasta se “acostumbraron” a los horrores del genocidio, viendo la destrucción y morir a seres queridos. Esos niños quedarán con traumas que nunca podrán superar (ver: https://tribunemag.co.uk/2024/01/i-always-wake-up-so-scared-terror-and-trauma-in-gaza).
Otro hombre, Jabr Rayhan, desplazado de Jabaliya, dice que han pasado “8 o 9 meses y estamos muriendo por miles cada día”. Mientras habla, se muestra una imagen de una lata de verduras vacía, en medio de un charco de agua infecta y escombros regados. “Nuestros niños están muertos, nuestras familias, están muertas, nuestras casas, ya no existen. A pesar de eso, lo que estamos viviendo aquí, es más difícil, lo que estamos viviendo aquí, en Deir al-Balah y el desplazamiento, es más difícil”. Mientras narra sus penurias, aparece una escena de gazatíes haciendo fila, con bidones plásticos para recibir agua potable. La falta de drenaje ha llenado la calle de aguas negras infectas, que están ocasionando enfermedades. Y deben de caminar sobre ellas, con todo lo que implica, como infecciones bacterianas y por hongos en sus pies que se esparcen hacia el resto del cuerpo, pues el agua recibida, sólo servirá para beber, nada de lavar sus manos o, mucho menos, bañarse. Carretones jalados por burros, a falta de autos, sirven para cargar los bidones. De verdad que los problemas por los que pasamos muchos, no se comparan a los de ellos. Aún así, se les ve platicando o hasta sonriendo. “Hay que sonreír a las penurias”, han de decir. El hombre, de unos 45 años, agrega que “Esperamos que nos regresen al norte y que podamos morir en nuestras casas o en nuestras tierras. Eso, sería mejor que seguir aquí, hacinados y en estas condiciones tan insalubres”. El video concluye con una chiquilla, caminando sobre el agua lodosa e infecta. (les recomiendo que lo vean completo. Muy desgarrador).
“Niños en sandalias caminan sobre agua contaminada con aguas negras y pilas de basura que crecen en los hacinados campos de casas de refugiados para familias desplazadas. La gente vive en improvisadas “tiendas de campaña”, cubiertas con burdas mantas de lona, sin sitios cercanos en donde lavarse las manos, ni baños. En este ardiente verano, los gazatíes dicen que el olor y la suciedad que los rodean, es otra inevitable realidad de la guerra, así como los retortijones por hambre o los sonidos de los bombardeos, los más terribles”, dicen las reporteras.
La guerra ha acabado con las condiciones de la ciudad para disponer de la basura o deshacerse de las aguas negras. Hay otra foto de tres niños caminando sobre una pila de basura, para ver qué encuentran de utilidad.
La ONU ya advirtió que se están incrementando los casos de hepatitis A, caracterizados por una inicial ictericia, que irá avanzando en sus efectos en la persona infectada, hasta afectar el hígado. “Por eso, se incrementan los esfuerzos para construir letrinas y reparar las tuberías de agua potable, para que la de las desalinizadoras que aún quedan, pueda circular por allí”, señalan.
Irónicamente hay un organismo militar judío, COGAT, encargado de coordinar “los esfuerzos humanitarios para mejorar las condiciones sanitarias. Pero no avanzan lo suficiente”. Como señalé, es una ironía que luego de bombardearlos y destruir su ciudad y matar a tantos miles, los militares judíos los “ayuden”. ¡Que, mejor, ya paren esa matanza!
Adel Dalloul, un palestino de 21 años, cuya familia se estableció en una “tienda de campaña”, cerca de la playa de la ciudad de Nuseirat, dice que “las moscas invaden nuestros alimentos. Si tratas de dormir, moscas, cucarachas e insectos andan por todo tu cuerpo. ¡No es vida esto!”.
La temperatura de 32º C no ayuda. Sólo recuerden que esa temperatura la tuvimos aquí, en la Ciudad de México, hace unas semanas y en situación “normal”, era insoportable. Ahora, pónganse en el lugar de esos pobres y lo comprenderán.
Y es una situación que están viviendo más de un millón de palestinos desplazados, que deben de vivir en esos infectos “campos de refugiados”, conviviendo con basura, aguas negras, alimañas y enfermedades. Y si antes ya estaban enfermos, allí se han agravado, sobre todo, por la falta de hospitales, que han sido destruidos o carecen de combustible para funcionar o medicamentos. ¡Y nos quejamos del mal servicio del IMSS o ISSSTE!
Sam Rose, director de la Agencia para Refugiados Palestinos, citado por las reporteras, señala que “La fetidez es suficiente para provocar náuseas de inmediato”. Anwar al-Hurkali, quien vive con su familia también en improvisada “vivienda” en Deir al-Balah, dice que “no puedo dormir por el miedo a los escorpiones y a las ratas. No dejo salir a mis hijos porque me preocupa que se vayan a enfermar por la suciedad o los mosquitos. No soportamos el hedor de las aguas negras. Nos está matando”. Y a sus preocupaciones, debe de sumar el que pudieran los judíos bombardear la zona en donde vive, pues nada respetan esos criminales de guerra. Recientemente bombardearon una oficina de la Cruz Roja y mataron a 22 personas, incluyendo empleados, por ejemplo (ver: https://www.bbc.com/news/articles/cmjj6ej3ne1o).
Como señalé, la ONU estima que 70 por ciento de plantas desalinizadoras y de bombeo, han sido destruidas por los bombardeos judíos. “Aún así, se ha tratado de que las que quedan, funcionen, pero la falta de combustible, lo impide”.
El consumo de agua en Deir al-Balah, “apenas llega a dos litros por día, muy por debajo de los quince recomendados”.
La mencionada COGAT dice que está coordinando esfuerzos para reparar las líneas de agua potable junto con la ONU “y que ya está bombeando un millón de litros por día”. Pero, insisto, es una contradicción que proporcionen ayuda humanitaria y, por otro lado, sigan los bombardeos y las incursiones terrestres. ¡Una aberración!
Pero la mayoría de los palestinos deben de esperar horas para tener algo de agua o la compran, como indica el mencionado Dalloul. “Una ocasión, la compramos a un vendedor, pero descubrimos que estaba salada, contaminada y llena de gusanos. A todos nos dio diarrea, y nos duele el estómago por los problemas gastrointestinales que nos atacan”. Aquí, si nos da una infección, de inmediato acudimos al doctor y nos receta antibióticos que, por lo general, podemos adquirir. Pero allá, sin hospitales, sin medicamentos, sin buena agua o alimentos… ¡es la muerte segura para miles!
Toda el agua contaminada que no es tratada, dice Rose, “va al mar e, inevitablemente, se dirige hacia Israel. Quizá por eso, el COGAT esté coordinando esfuerzos de sanitización, pues les afecta también tanta insalubridad”. Bueno, al menos, no se están yendo limpios. Ya me imagino las protestas de los “felices judíos”, que van a las playas y éstas, estén llenas de aguas negras, que les ocasionarán enfermedades en piel e intestinos.
Dicen que insectos nunca antes vistos, también les atacan la piel y desarrollan sarna. Claro, con tanta insalubridad, todo pueden esperar.
Y, como señalé, el cólera amenaza.
No sólo seguirán muriendo por las bombas o las balas, sino que enfermedades infecciosas prevenibles, si no hubiera tanta insalubridad, también los están matando.
Esa es la terrible realidad, que se agrega a la ya dramática que viven y seguirán viviendo los palestinos.
Dalloul ha perdido la fe de que la guerra cese algún día. “Tengo 21 años. Se supone que mi vida estaría empezando. Pero ahora, sólo vivo enfrente de un montón de basura”.
Sí, en unos meses, su promisorio futuro, se esfumó.
Si hay dioses, todas estas infamias bélicas, climáticas, de depredación ambiental, de pobreza… ¡deben de castigarse!
No vendría mal una extinción masiva.
La humanidad no puede continuar con tantas mezquindades.
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