miércoles, 21 de noviembre de 2007

Especulación y narcotráfico, nuevos grandes negocios del lumpencapitalismo.

Especulación y narcotráfico, nuevos grandes negocios del
lumpencapitalismo.


Por Adán Salgado Andrade.

Sí, en estos tiempos de crisis generalizada del capitalismo, todo se vale, hasta el desarrollo de actividades paralelas medio legales o de plano ilegales, con tal de garantizarse una buena utilidad. Y es que en los tiempos actuales, de continua declinación de la ganancia industrial, se deben de buscar alternativas a la fabricación de mercancías, pues de esa manera se garantiza la supervivencia de las corporaciones. Una de tales actividades es la especulación financiera, cuestión que se ha convertido en una necesidad, más que en una alternativa para ganar más dinero entre varias empresas. Por ejemplo compañías tales como General Electric a través de su división General Electric Capital genera nada menos que el ¡50% de sus ingresos anuales!, calculados en unos $140,000 millones de dólares, así que estamos hablando de que unos $70,000 millones de sus ingresos se deben a la pura y llana especulación. Nos referimos a una empresa que comenzó haciendo focos hace más de cien años. Incluso, empresas tan aparentemente lucrativas como Wal-Mart, considerada la número uno en su ramo en el mundo, con ingresos superiores a los $247,000 millones de dólares en el 2003, también le entra a la especulación, habiendo obteniendo casi $30,000 millones de dólares de tales ingresos gracias a actividades bursátiles en dicho año. Esto es la consecuencia de lo que yo llamo diversificación capitalista, o sea, el hecho de que las empresas para que puedan competir, necesitan variar sus actividades, pues de lo contrario morirán aplastadas por la competencia si sólo se especializan o fabrican una sola cosa. Siguiendo este modelo muchas compañías han sobrevivido. Y es que como la ganancia industrial en general ronda aproximadamente el 5% (es decir, se ganan cinco dólares, por ejemplo, de cada cien invertidos), es muy baja para las necesidades de acumulación. Y por eso se origina la sobreproducción, que se da como consecuencia de que al ser la ganancia individual por cada artículo vendido muy pequeña, se tiene que sobreproducir más, para que el volumen compense las necesidades de acumulación capitalista (esto es, muy simplemente descrito, el origen de las crisis capitalistas, pues se produce más de lo que en realidad se puede consumir). Por ello se buscan otros “buenos negocios”, como la especulación financiera, que consiste en prestar dinero o, como se dice en México, “jinetearlo”, como hacen los bancos, con el dinero ajeno que mantienen en ellos los depositantes y que por ese sólo hecho, al “invertirlo”, ya se está generando una ganancia especulativa. Y esto se hace bajo dos formas principales: prestándolo a una tasa de interés fija o, más riesgoso aún, comprando acciones de empresas o, menos riesgoso, adquiriendo papeles de inversión gubernamental, como los CETES (los certificados de la tesorería expedidos por el gobierno mexicano) o los famosos Bonos del Tesoro estadounidense, los cuales pagan una tasa más o menos fija (un 4.5% en la actualidad), que aunque baja es más “segura” que las acciones empresariales. Así, un interés bancario en un préstamo, que puede llegar hasta un 50% anual, implica que por cada 100 dólares prestados, aquél, con la mano en la cintura, cobrará 50 sin hacer absolutamente nada. Esto que Lenin llamó “capital parásito” es la actual tendencia, como dije, pues no es lo mismo obtener después de un largo y, muchas veces, complicado proceso industrial un 5% de utilidad, que invirtiendo en un banco o en las casas de bolsa (empresas que perciben sus ganancias de la simple especulación) para recuperar, como señalé, hasta un 50%. Y por ello varias empresas buscan entrarle a le especulación. Se calculan actualmente en unos 11 billones de dólares ($11,000,000,000,000, equivalentes al PIB de EU) los capitales especulativos rondando por todo el mundo para ver en dónde está el siguiente buen negocio e hincarle el diente. De éstos, una buena parte son los llamados “derivativos” (derivatives), que son instrumentos especulativos de muy alto rendimiento, pero sumamente volátiles e inestables. Ese buen negocio es muy fácil lograrlo a través de los créditos. Empresas de cualquier tipo buscan a toda costa vender a crédito, más que al contado. Automotrices como General Motors, Ford o VW, a través de sus divisiones financieras, venden sus autos a crédito, con lo que obtienen más dinero que si los vendieran al contado. Supongamos que una persona compra un auto de $40,000 dólares a crédito. Comienza con dar un enganche, digamos del 30%, que en este caso sería de $12,000 dólares. El resto lo paga a cuatro años con una tasa anual pensemos del 10% sobre el capital insoluto. Si el cliente es puntual, durante el primer año la deuda restante de $28,000 dólares implicará $2,800 de intereses extras. Si paga a razón de $7,000 dólares anuales, le quedarán $21,000 para el siguiente año, los que generarán $2,100 dólares. Para el tercer año, deberá $14,000 dólares, lo que generará $1,400 dólares. Por último, en el cuarto año, todavía deberá $7,000 dólares, que le generarán 700 dólares más. Así, el auto eleva su precio en $7,000 dólares, es decir, estará costando finalmente $47,000 dólares, aunque en la realidad se esté depreciando durante esos cuatro años. Y, claro, que si el cliente lo desea renovar, la empresa le pagará cuando mucho la mitad del precio de lista original (y eso si está en muy buenas condiciones). Y así sucede con todo lo que se vende “a crédito”. Por ello, no sólo los bancos, sino muchas empresas ya están ofreciendo tarjetas de crédito propias, como el caso de la mencionada Wal-Mart, que casi fuerza a sus clientes a adquirir una, pues nada hay como la especulación financiera para incrementar las ganancias. Por si fuera poco, aquí la permisiva Secretaria de Hacienda ya autorizó a esa empresa a ¡crear su propio banco! Y para ello empleará sus propias tiendas, claro. Ya podemos pensar cuál será el tipo de publicidad: “¡Venga a Wal-Mart donde no sólo podrá comprar, sino pedir dinero prestado con las más bajas tasas de interés, para que nos compre más!”... sí, porque seguramente, así como hace quebrar otros negocios que venden lo que vende aquélla cadena, querrá adueñarse de los clientes de otros bancos ofreciendo servicios financieros más baratos. No es nuevo esto aquí, por supuesto, pues la cadena de tiendas Elektra, empresa de Televisión Azteca, también tiene su “propio banco”, el “Banco Azteca”, con lo cual el negocio de la venta es redondo, dado que generalmente dicho banco les “presta” a sus clientes para que compren directamente en las tiendas. Seguramente así será el esquema de Wal-Mart. Y el hecho de que esta empresa y muchas otras establezcan bancos o negocios financieros, se debe a que poseen una gran cantidad de capital acumulado, el cual genera gastos si no se pone a funcionar, es decir, a generar ganancia. ¡Vaya ironía del sistema capitalista, la de que poseer enormes fortunas, su leit motif, cuesta mucho si se las mantiene ociosas!
Aquí, las llamadas Afores, supuestos esquemas de aportación pensionaria complementaria a la otorgada por el gobierno, más que para beneficiar a los trabajadores, quienes están obligados a aportar obligatoriamente (o sus patrones) una cantidad de dinero quincenal de sus nóminas, benefició al sistema bancario “mexicano” (lo cual es también ya falso, pues más del 85% de la banca es extranjera), pues gracias a dicha imposición se hizo de frescos capitales que actualmente rondan los $75,000 millones de dólares. Y no sólo eso, sino que también se “adecuaron” las leyes para que los bancos que manejan todo ese dinero, puedan invertir en lo que deseen: desde títulos gubernamentales, hasta acciones empresariales. Y en el caso de que las acciones de tal o cual empresa no hayan funcionado bien porque aquélla no haya vendido o haya quebrado, pues con esa quiebra se irá el dinero invertido. Estos reales peligros ya se han presentado en EU, país en donde muchos fondos de pensiones (los fondos mutualistas, como se les llama) ¡se han perdido debido a fraudes o malas inversiones! Entre 1999 y 2003, conservadoramente se calcula que se perdieron fondos de pensiones por ¡16,000 millones de dólares!(1) (más o menos el equivalente a lo que los mexicanos laborando en EU mandaron el año pasado de remesas). Y no sólo eso, sino que existe una infame pasividad del gobierno de Bush en el sentido de que resignadamente se pierden $4,000 millones de dólares anuales de las pensiones de los ciudadanos debido, sobre todo, a malos manejos o a “fallidas” inversiones, como en empresas que quiebran. Esperemos a ver cuándo comienza a suceder eso en México con las Afores, que cuando alguna quiebre por “malas inversiones”, millones de trabajadores se queden sin su “parte complementaria” de pensión y se les dé una palmada en el hombro, diciéndoles “ni modo, Pancho, te quedaste sin dinero para tu vejez”.
Incluso, a nivel de gobiernos, este afán por entrarle a la especulación es galopante. Por ejemplo, se estima que los jeques árabes, a pesar de seguir nadando en petróleo, aprovechando los altísimos precios de éste, quizás pensando en el futuro no tan lejano en que se agoten sus yacimientos, han comprado o invertido fuera de sus países alrededor de un billón de dólares ($1,000,000,000,000) en precipitadas compras de acciones de empresas (éstas porque prometen un rendimiento al final del plazo de cotización). Solamente en bonos del tesoro estadounidense poseen los árabes ¡$67,000 millones de dólares!, con lo que, junto con chinos y japoneses, le ayudan a EU a aliviar algo de su enorme déficit gubernamental (¡claro, pues el gobierno de Bush con su belicismo – la guerra de Iraq, que ya monta más de $300,000 millones de dólares – y la baja de impuestos a las empresas – ver mi artículo en internet “Bush, el buen amigo de las corporaciones” – ha gastado más de lo que obtiene aquél por aranceles y servicios!). Y justamente la enorme insolvencia a la que están llegando los Estados Unidos por las enormes deudas que penden sobre gobierno, corporaciones y ciudadanos, han ido debilitando al dólar a nivel mundial, de tal modo que se ha ido cambiando el esquema tradicional de invertir en dicho país con la plena certeza de que el capital depositado allí iba a rendir excelentes frutos. Los capitales de los ávidos inversionistas están yéndose a otros países (Rusia, China, Europa...), a otras bolsas “más seguras” que les ofrezcan más “certeza”. Y dicha tendencia, sacar capitales especulativos de EU, llevará a profundizar la desaceleración económica estadounidense que ya se está produciendo (Ver mi artículo en Internet “Hacia una nueva recesión estadounidense y mundial”), con su consecuente efecto global en todo el orbe, pues como ya he mencionado en otra parte, EU, que concentra aproximadamente un tercio del producto mundial bruto, es el principal consumista e impulsor del capitalismo y al caer económicamente, nos arrastra a todos.
Por otro lado hay que mencionar que el capital especulativo es altamente desvalorizador y pauperizador, no sólo de las empresas, digamos, productivas (las que fabrican, pues), sino de los propios gobiernos, pues, por ejemplo, los bonos gubernamentales que compran empresas extranjeras para obtener de ellos buenos intereses en millones de dólares, rinden dicho dinero, justamente de las actividades económicas de tal o cual país, el cual decide sacrificar el bienestar de su gente en aras de entregarles a tales empresas la riqueza generada por la producción nacional. Crisis como la mexicana de 1994 o la Argentina del 2000 se explican, justamente, por los altos niveles especulativos que son capaces de borrar de un plumazo las reservas en divisas extranjeras de un país, sobre todo ahora, con la llamada globalización financiera, gracias a la cual es posible realizar operaciones especulativas al minuto desde cualquier parte del mundo con solo una computadora que esté conectada al Internet y sacar así dinero de un banco “nacional” para depositarlo en el extranjero. Y en cuanto a las empresas productivas, el hecho de estar obligadas a cumplir con los rendimientos prometidos por las acciones que venden, constituye una fuerte presión, en el sentido de que si los negocios no “marchan bien”, no subirán las acciones, los inversionistas no tendrán el incremento prometido de su capital y, si la situación es muy grave, aquéllos pueden obligar a dicha empresa a reestructurarse (reducir su personal y eficientar sus operaciones), a venderse a otra compañía o, peor, pueden llevarla a la quiebra sus exigencias. Últimamente muchos CEO’s (así se conoce a los presidentes de las empresas, los chief executives officers) han debido renunciar a sus puestos por no haber logrado que la empresa para la que laboraban rindiera los intereses accionarios prometidos. Y si los inversionistas tuvieran más visión, podrían darse cuenta del hecho de que si una empresa no vende lo suficiente en estos tiempos de crisis es, justamente, por la saturación del mercado, lo que lleva a una generalizada baja en el consumo (General Motors, por ejemplo, cada año reduce su producción debido a la fuerte competencia de empresas automotrices asiáticas. Incluso, Toyota ya superó la producción anual de GM de vehículos).
Y esto del crédito, evidentemente se retroalimenta con la gran cantidad de gente (sobre todo de los llamados niveles medios), que es víctima de los bajos salarios y las impuestas necesidades de consumo (digo impuestas, porque muchas no son realmente vitales para la existencia, pero sí forman parte del consumismo que sustenta al sistema capitalista), cae obnubilada por la “grandiosa oportunidad” de comprar a crédito o pedir un préstamo bancario (para comprarse carros, casas, computadoras... lo que sea), aunque luego, los intereses y la deuda les imposibiliten pagar lo adquirido y los bancos les embarguen el auto o el departamento adquirido mediante dicho crédito. No obstante, las tarjetas de crédito bancarias son las ganadoras en el consumo a “plazos”, a pesar de que muchas llegan a cobrar intereses que anualizados montan hasta el 50% en varias de ellas. Y, por desgracia, en países como México, el que la gente compre con los “plásticos”, e incluso pague las escuelas, desde la primaria, hasta la universidad de sus hijos mediante crédito, se equipara a un malogrado “boom” económico, siendo que, en realidad, esa tendencia mostraría que cada vez el consumo real, es decir, al contado, disminuye, y se sustituye por un crédito que quizá endeude para varios años, si no es que para toda la vida, a los solicitantes de aquél, por lo que no debería ser motivo de orgullo, sino, más bien, de preocupación, ya que en todo el mundo se está aplicando el sistema estadounidense de endeudarse ahora y pagar en el futuro. De hecho, a nivel de país, la fuerte deuda externa e interna de los Estados Unidos está en la base de las recurrentes crisis que ese país sufre (Ver mi artículo en Internet “Hacia una nueva recesión estadounidense y mundial”). Y aunque ese esquema aparentemente ayude por lo pronto al capitalismo, en el futuro puede ser más perjudicial que benéfico, pues se podría dar una generalizada situación de insolvencia que borrara de un plumazo las expectativas de ganancia y llevara a una quiebra generalizada. Pero mientras los intereses devengados sean pagados, la especulación seguirá siendo un gran negocio, aunque haga quebrar a empresas o países enteros, como ya mencioné.
Narcotráfico: el segundo gran negocio
En cuanto al narcotráfico, estaríamos refiriéndonos a una actividad netamente ilegal, de acuerdo a los actuales estándares institucionales. Por supuesto, dicha situación, la ilegalidad, ha hecho de ese lumpen-negocio una muy lucrativa fuente de riqueza, como sucedió durante la famosa prohibición estadounidense de los años 20’s, cuando se ilegalizó el alcohol, lo cual constituyó un excelente negocio para las mafias que manejaban centros ilegales de venta de bebidas etílicas. Se calcula, conservadoramente hablando, que anualmente el narcotráfico monta alrededor de ¡$400,000 millones de dólares! (un 60% del PIB mexicano. De hecho, en la jerga economista estadounidense, se le conoce como Producto Nacional del Narco), de los cuales, unos $150,000 millones deben su origen nada menos que a los Estados Unidos (además, primer consumidor mundial de drogas, lo que, de entrada, explica también tantos millones gastados en aquéllas)(2), o sea, más de la tercera parte. Así, ese comercio de estupefacientes se infla gracias, justamente, a la ilegalidad mencionada, por lo que podríamos establecer que, debido a ella, no se ha legalizado ni existe el más mínimo interés en legalizar el tráfico de drogas, merced a las altísimas utilidades que ello genera (el tráfico humano es igualmente lucrativo, aunque no alcanza las cifras tan altas del narcotráfico – ver mi artículo en internet “Tráfico humano”), además del efecto multiplicador que tienen los narcotraficantes, quienes gastan varios millones de dólares en armamento (metralletas, bazookas, granadas, explosivos y en general armas de alto poder), equipos de transporte (aviones, barcos, submarinos, camionetas blindadas, camiones, autos de lujo, etc.)(3), equipos logísticos y electrónicos (computadoras, servidores, transmisores, radares, bloqueadores de señales, radios de telecomunicación, celulares, localizadores satelitales, etc.), equipos y sustancias para el procesamiento de la droga (sustancias químicas, equipos de laboratorio, construcciones, etc.), además del personal especializado en cada uno de los aspectos mencionados que requieren para llevar a cabo sus operaciones. Evidentemente tales adquisiciones son funcionales al sistema dado que significan, al fin de cuentas, consumo, aunque provenga de los narcotraficantes, y para el caso, serán mejores para el capitalismo dichos grupos de narcos que, digamos, obreros que apenas si pueden comprar comida con sus bajísimos salarios. Un claro ejemplo de esto lo tenemos en los propios Estados Unidos, país que se jacta de estar “atacando permanentemente” al narcotráfico. Célebre fue la visita que en junio de 1999 hizo el todavía director del mercado de valores de Nueva York (NYSE), Richard Grasso, a Colombia, en donde se encontró con un líder guerrillero, Raúl Reyes, de las FARC (Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia)(4), con quien, para la foto, hasta se abrazó. La visita de Grasso, se especuló en ese entonces, tenía la intención de llegar a acuerdos con la FARC o con quien fuera (lo que en Wall Street llaman “llamadas frías”, para contactar con gente con quien aún no se hacen “buenos negocios”), para evitar la iniciativa que dicha organización marxista quería iniciar para descriminalizar el tráfico de cocaína, o sea, que se hiciera “legal”. Pero, por supuesto, eso era algo totalmente inconveniente para los Estados Unidos, quienes se opusieron terminantemente al intento de los rebeldes. Claro, eso se explica porque en ese país, EU, anualmente se estima que se “lavan” (o sea, se vuelven legales) entre 500 mil y un billón de dólares ($500,000,000,000-$1000,000,000,000), de los cuales entre $100,000 y $200,000 millones tan sólo corresponden al narcotráfico. Y por supuesto que eso se realiza dentro de las instituciones financieras “legales”, tales como el NYSE, corredurías, empresas, bancos como el Citibank entre muchas otras. Así que la legalización del tráfico de drogas sería muy dañino para la economía mundial, especialmente la estadounidense, pues se estarían dejando de percibir los $400,000 millones mencionados, la mitad para EU, con el esperado efecto multiplicador negativo: desaceleración económica, bajas en las ventas de empresas o quiebras, bajas en los depósitos bancarios, bajas en los índices bursátiles, bajas en las utilidades de los inversionistas, con lo que, también, se afectaría la actividad especulativa de la que hablo arriba. Y con tal de cambiar de manos de las FARC los dineros de los narcotraficantes colombianos ligados a ellos – que el señor Grasso no pudo lograr(5) – a otras más amigables a los intereses estadounidenses, se estableció el famoso “Plan Colombia”, el cual, bajo un aparente esquema de “ayuda” a los campesinos para que cambiaran de cultivos ilegales a legales y de “auxilio” al gobierno en el combate al narcotráfico, en realidad era para lograr que se mantuvieran los depósitos de los narcos en “respetables instituciones crediticias” como bancos. Se presume que Citibank, adquirió en México a Banamex, con la finalidad de asegurarse el dinero del narcotráfico latinoamericano hacia EU, gran parte del cual fluye precisamente a través de México (90% de la cocaína consumida en EU. Solamente en el año fiscal del 2004 habían $10,200 millones de dólares aquí, cuya procedencia no pudo “explicarse” por ningún ingreso legal) y es lavado en bancos como aquél. No sólo ha mantenido EU a toda costa la ilegalidad del tráfico de drogas, sino que incluso alienta la producción de estupefacientes. Un claro ejemplo de ello es que en Afganistán, país con un gobierno títere controlado por EU, la producción de heroína se ha incrementado ¡36 veces con respecto a los niveles que había durante la época del Talibán!, de acuerdo a reportes de la propia Oficina Nacional para el Control de la Droga (ONDCP), dependiente directamente de la Casa Blanca. En 2001, último año de la administración talibanesa, existían unas 1700 hectáreas sembradas con amapola. Para el 2002, ya en pleno control estadounidense, aquéllas se elevaron a 31200 y en 2003, ¡nada menos que a 61600 hectáreas! (81000, según la ONU, cifras que, según los expertos, son mucho más creíbles que las de la ONDCP). Resulta, pues, bastante extraño que con control militar estadounidense y todo lo que ello implica, Afganistán haya aumentado considerablemente su producción de narcóticos, la cual en el 2003 llegó a 3600 toneladas (3,600,000 kg.) según la ONU. Con estas altísimas cifras, ¿podríamos aún dudar de que el narcotráfico es un muy buen negocio para los EU y que mantenerlo ilegal es como verdaderamente se obtiene el big money?
Así que esas bandas organizadas de narcotraficantes, ejercen un verdadero poder económico a nivel mundial. Por ejemplo, en un país tan aparentemente honesto como Japón, la llamada yakuza, la mafia organizada japonesa, ligada fuertemente al narcotráfico, se estima que está detrás del 30% del endeudamiento “malo” que ocasionó la actual crisis económica de la que no termina de salir dicho país. Pero también los narcotraficantes ejercen su nefasta influencia en los ámbitos social y político. Por ejemplo, aprovechan la enorme necesidad de las personas a las que “ofrecen trabajo” para casi obligarlas a entrar al tráfico y la venta de estupefacientes ilegales, prometiéndoles sumas de dinero muy atractivas para el aparente “fácil trabajo” que se les encomienda, tal como transportar en sus estómagos bolsas con cocaína o llevar “paquetitos” en la cajuela de un auto (En la muy buena película “María llena eres de gracia” se muestra el drama tan terrible que sufren mujeres colombianas que se emplean como contenedores humanos de cocaína en sus estómagos y lo que puede ser fatal cuando las bolsas con la droga llegan a estallar dentro de sus entrañas). Esa necesidad económica también se traslada a otros sectores, como las fuerzas policiales y militares, cuyos miembros, igualmente mal pagados, sobre todo los mandos bajos y medios, se entusiasman ante la idea de dinero fácil y participan ofreciendo “protección” o “inmunidad” a los narcotraficantes, alentando con ello el problema de la altísima corrupción, azote mundial que rebasa ya toda posibilidad de control institucional. Pero no termina esto ahí, sino que esa especie de “cáncer social” sigue elevando su nivel de actuación a esperas mucho más altas, llegando a funcionarios públicos (jueces, directores, secretarios, gobernadores, presidentes...), de tal forma que se pude hablar en la actualidad de la existencia de narcogobiernos (el de Bush, entre ellos), pues es tanta la influencia del narcotráfico, que de alguna manera el poder institucional se comparte con aquél, se corrompe. Por ejemplo, México es un evidente caso de cómo ese narcopoder está invadiendo y corrompiendo muchas esferas gubernamentales, además de que lo muestra: en el presente año han sido ejecutadas más de 1200 personas (unas 7000 en lo que va del sexenio foxista), entre narcoempleados traidores, miembros de bandas rivales, víctimas colaterales de tiroteos, policías e importantes autoridades (jefes policiacos, por ejemplo) e, incluso, ha habido muestras de que su nivel de influencia ha llegado a muy altos cargos (aquí, por ejemplo, el gobernador de Morelos, Sergio Estrada Cajigal, se ha sostenido que tiene nexos con el narcotráfico, pero gracias a su filiación panista, la del partido en el poder, no ha pasado a más).
Finalmente, la cuestión de que el tráfico de drogas haya aumentado tanto su influencia y poder en todos los ámbitos, se debe no sólo al hecho de que los canales de distribución se han incrementado en todos los países, por ser el excelente negocio del que ya hablamos, sino también a la situación más grave de que cada vez más las drogas son empleadas por la gente, especialmente los jóvenes, como un escape a las críticas condiciones de vida impuestas por un sistema consumista que equipara el éxito personal con la cantidad de dinero que se posea. Como muchas personas no han logrado aún hacerse ricas, buscan, entonces, olvidarse de su desafortunada(6) situación empleando cocaína, heroína, marihuana, éxtasis, anfetaminas, solventes(7)... y si para poder comprarlas tienen que meterse también a venderlas, pues lo harán, entrando en un irreversible círculo vicioso en el cual ellos pierden y hasta mueren(8), siendo que los únicos ganadores, como señalé, son bancos, casas del bolsa, corporaciones, funcionarios y, por supuesto, los narcotraficantes asociados a ellos.


Agradeceré sus comentarios a: studillac@hotmail.com

NOTAS:
1) Uno de los más recientes fraudes, se debió a la mano del especulador Eddie Stern, hijo del mal afamado Leonard Stern, quien hizo su fortuna y la de sus kids, vendiendo alimentos para mascotas. Eddie Stern creó en 1998 una empresa de especulación, Canary Capital, con la cual, valiéndose de los fondos de pensión, incrementó más la fortuna familiar (estimada en ese entonces en $3000 millones de dólares), a cambió de defraudar a los pensionados, muchos de los cuales habían invertido los ahorros de toda su vida, y dejarlos sin pensión y sin futuro.
2) No paran en ingenio y recursos los narcotraficantes para satisfacer dicho consumo. En febrero del 2004 la policía de Carolina del Norte interceptó un cargamento de cocaína con valor de $30 millones de dólares dentro de un trailer que llevaba juguetes ¡nada menos que a una tienda de la cadena Wal-Mart!
3) Cuando en México se “aseguran” bienes de narcotraficantes, sorprenden los vehículos de superlujo y los armamentos de alto poder, mejores que los policiacos, que se decomisan, así como las costosas residencias en donde son localizados aquéllos.
4) Pongo en cursivas lo de revolucionarias porque, por desgracia, las FARC, en mi opinión, han perdido ya ese carácter revolucionario debido a varios aspectos, entre ellos, sus conexiones con el narcotráfico en Colombia.
5) De todos modos, la junta directiva del NYSE “agradeció” sus esfuerzos y por ello lo ratificó en agosto de 2003 en el cargo hasta el 2007 y aumentó los “beneficios económicos” a que tiene derecho cuando se retire en nada menos que ¡136 millones de dólares, para que el señor Grasso pueda tener una confortable vejez!
6) Desafortunada en cursiva porque no me parece que el hecho de no ser rico sea un “grave problema”. En todo caso, eso se ha querido imponer en este sistema tan materialista que, como dije, basa el éxito personal en el éxito monetario. Y sólo mediante la conciencia social generalizada, que nos haga regresar a los verdaderos valores humanos, como la solidaridad, la compasión, la cultura, el arte... nos iremos desprendiendo de ese pseudo-valor, cuando apreciemos que es más importante, por ejemplo, cuidar el medio ambiente o que no haya hambre en el mundo.
7) Éstos, legalmente vendidos por ser sustancias industriales “permitidas”.
8) Más de 22,000 personas mueren tan sólo en los Estados Unidos por problemas asociados a la drogadicción.