sábado, 11 de septiembre de 2021

Se han perdido más de dos millones de bitcoins

 

Se han perdido más de dos millones de bitcoins

Por Adán Salgado Andrade

 

Las criptomonedas son producto de complicados algoritmos, que sirven para encriptar las transacciones comerciales de todo tipo, hechas por línea, con tal de que queden registradas como un eslabón de la llamada blockchain. Todo ese esfuerzo, comenzó a premiarse, digamos, con tokens, es decir, las criptomonedas. La primera creada fue el bitcoin  y fue Japón, el primer país en reconocer al bitcoin como medio de pago legal.

El bitcoin es la creación, supuestamente, de un programador japonés, Satoshi Nakamoto, pero muchos investigadores y expertos afirman que ni siquiera existe esa persona y lo han adjudicado a otros, como Paul LeRoux, criminal traficante de drogas a nivel mundial, quien pudo haber diseñado al bitcoin para facilitar sus negocios ilícitos y que no se detectaran (ver: https://www.wired.com/story/was-bitcoin-created-by-this-international-drug-dealer-maybe/).

Al principio, se decía que era “muy seguro, no hackeable, pero ya ha habido varios hackeos y robos de bitcoins, como en el caso de Joby Weeks, un corredor financiero, convertido en anarquista, quien actualmente vive en Acapulco. Hace unos cinco años, llegó a acumular el equivalente, en bitcoins, de 80 millones de dólares. Pudo comprarse, incluso, una mansión de trece recámaras. Fue cuando se los hackearon, es decir, robaron. Y jamás los pudo recuperar. Como él, hay miles de casos similares.

Y ahora que se le impuso como moneda de “curso legal” en El Salvador, la gente se está manifestando, pues es un instrumento, declaran, sólo para ricos y hasta para grupos criminales, que los pueden utilizar más fácilmente para realizar sus actividades delincuenciales, además de que puede ser una simple treta de su presidente, Nayib Bukele, para seguir con sus prácticas irregulares, pues se dice que ha ejercido un “gobierno autoritario, que ha orquestado golpes, que ha negociado con grupos criminales, que ha cooptado a las fuerzas armadas y a la policía” (ver: https://www.wired.com/story/el-salvador-bitcoin-rocky-start/).

Sólo lleva unos días funcionando, y ya la gente se está quejando de su infiabilidad, además de que la aplicación que sirve para administrar la compra y venta de bitcoins, advierte que “no se hace responsable de las pérdidas que el usuario pueda tener al usarla”. ¡Vaya “advertencia”, pues deja a su suerte a los usuarios! (ver: https://www.jornada.com.mx/2021/09/11/economia/020n1eco).

Además, se requiere demasiada energía para minar al bitcoin y a otras criptomonedas. Es tanta la electricidad usada, que equivale a la de un país como Lituania, Eslovenia o Etiopía, pues sus emisiones de CO2 anuales son del orden de 17.29 millones de toneladas, por la cantidad de combustibles fósiles, como petróleo o carbón, requeridos para producir la enorme cantidad de electricidad que requiere tanto trabajo computacional (ver: https://www.zmescience.com/science/emissions-bitcoin-country-17112019/).

Así que minar criptomonedas, contribuirá al calentamiento global, no es ecológicamente sustentable esa actividad.

Por si no bastaran esos problemas, se han “perdido” bitcoins. Se estima que entre 2.78 y 3.79 millones, o sea, entre 17 y 23 por ciento, ya no existen. Es lo que expone el artículo del portal Wired, titulado “Cómo fue que Wired perdió $100,000 dólares en bitcoins”, firmado por Louise Matsakis, en el que narra cómo, en el 2013, esa publicación minó 13 bitcoins, para que pudiera hablar con mayor certeza en qué consistía tal minado y que pudiera escribirse sobre ello (ver: https://www.wired.com/story/wired-lost-bitcoin/).

Comenta Matsakis que en el citado 2013, les envió la desaparecida empresa Butterfly Labs una pequeña computadora para que minaran 13 bitcoins, que actualmente valdrían unos $100,000 dólares. “Pero, perdimos ese dinero, para siempre”.

El problema surgió porque, después de minados esos trece bitcoins, al personal que los había creado, le surgieron cuestiones éticas, “de qué hacíamos con las ganancias de esa operación”.

Robert McMillan, fue el encargado de minarlos.

Explica Matsakis cómo cada vez es más complicado minar los bitcoins, de los que, actualmente, hay unos 18 millones y que cada cuatro años, se parte a la mitad los que pueden hacerse. “Los bitcoins, a diferencia de las monedas convencionales, no son supervisados por bancos o gobiernos, sino que se basan en una red que supervisa computadora a computadora, manejada por mineros voluntarios, que corren software especializado y que se encargan de legitimarlos. Cada diez minutos, todos los mineros en la red, se dan prisa para resolver una serie de complejos problemas criptográficos matemáticos. Las computadoras que ganan, son recompensadas con una fracción de (actualmente) 12.5 bitcoins. (Y este número se divide a la mitad cada cuatro años. Eran 25 cuando nosotros minamos nuestros bitcoins). Normalmente, sólo las computadoras más rápidas de la red, son las que primero resuelven los problemas”.

Así que tuvieron ellos muchas suerte y obtuvieron 13 bitcoins de los 25 disponibles en ese año.

Claro que en ese entonces, como señala Matsakis, era más fácil minar los bitcoins, pues no era tan demandado minar, “pero hoy, por la alta demanda, es un proceso mucho más complicado, así que se requieren computadoras más poderosas y por eso son pocos los que pueden costearlas, así como toda la energía utilizada”.

Como fue tanto el remordimiento que tenían de haber creado esa, para entonces, pequeña fortuna (eran unos pocos cientos de dólares), decidieron que era mejor deshacerse de la “llave” digital que abriría esos bitcoins. Como señalé antes, son simples programas de cómputo, como si ustedes hicieran un archivo, digamos, en Word, y si, de repente, pierden el nombre, perderían el archivo para siempre.

Dice Matsakis que ahora, por tanta complejidad, se requieren de más “llaves”. Si alguien vende bitcoins, entrega esas “llaves”, para que el comprador pueda desencriptarlos y gastarlos. Pero por las aludidas razones éticas, cuando Wired destruyó la llave, sin haber, ni siquiera, tenido la precaución de copiar el número de 64 cifras, que era el código de tal llave, ya no tiene forma de accesar a sus trece bitcoins. “Si esa cartera pudiera revivirse, está encriptada. Para romper tal protección, mediante fuerza bruta, tomaría un inimaginable monto de tiempo. Con esos 64 números, hay más combinaciones posibles que átomos en el universo observable”. Sí, pues es una permutación de diez dígitos, es decir 1064.

Michael Gronager, analista de Chainalysis, citado por Matsakis, dice que todos los bitcoins perdidos “con el tiempo irán apareciendo y supone que entre los bitcoins hay alrededor de un millón, “que se cree pertenecen a Satoshi Nakamoto, el misterioso fundador del Bitcoin, que no las ha tocado desde el 2011”.

Expone Matsakis cómo se han perdido tantos bitcoins, sea que se extravíen las “llaves”, o se descompongan o pierdan los discos duros en donde están almacenados. Muchos, como James Howells, se deshacen de equipo viejo. Howells, tiró una “vieja” laptop, en la que tenía varios bitcoins y ahora no puede recuperarla (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/01/dos-personas-no-tienen-acceso-sus.html).

También, cuando los mineros se olvidan de reclamarlos o cuando los envían a direcciones equivocadas, “se pierden para siempre”.

Gronager afirma que irán “apareciendo”, sobre todo, cuando crezcan de valor, “pues la gente espera que lleguen a cierto nivel, en donde les convenga venderlos”.

Otro analista, Harry Kalodner, dice que es difícil valorar si todos los bitcoins perdidos, realmente lo están, pues, como señala Gronager, puede ser que los estén ocultando por ahora.

Actualmente, existen herramientas que “guardan” los bitcoins hasta una cierta fecha. Y es lo que, dice Matsakis, pudo haber hecho Wired, para que se abrieran en cierto año “y haberlos empleado durante una emergencia financiera”.

Pero, finalmente, son los costos de haber hecho dinero a simples resultados numéricos de complicados algoritmos matemáticos. Y que sólo pueden existir en computadoras, siempre y cuando haya electricidad.

Tendríamos que cambiar nuestro concepto de riqueza, que se refiriera a que habitáramos un planeta saludable, sin la depredación y la contaminación que a diario le ocasionamos.

Ésa, sí, sería verdadera riqueza.

 

Contacto: studillac@hotmail.com