viernes, 16 de abril de 2021

Migrantes usan compartimientos de trenes de aterrizaje para huir de sus países

 

Migrantes usan compartimientos de trenes de aterrizaje para huir de sus países

por Adán Salgado Andrade

 

La búsqueda de una vida materialmente mejor, es lo que subyace como principal motivo para personas de naciones pobres, sobre todo, para migrar hacia países que les ofrezcan mejores perspectivas económicas. Esta razón, es seguida de la falta de seguridad que muchas de esas personas viven en sus países de origen, como amenazas del crimen organizado, creciente violencia, inseguridad, por secuestros, por ejemplo, o regímenes autoritarios, como en Myanmar que, en este momento, con el infame golpe de los militares, han sido asesinadas más de 700 personas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/02/en-myanmar-los-golpistas-estan.html).

Se estima que en el 2019, alrededor de 272 millones de personas estaban fuera de sus países de origen, viviendo legal o ilegalmente en otras naciones, de los cuales, 48 por ciento, eran mujeres y 52 por ciento, hombres y el 74 por ciento de todos ellos, estaban en edades para laborar, de los 20 a los 64 años (ver: https://publications.iom.int/system/files/pdf/wmr_2020.pdf).

Y para viajar, tales migrantes usan cualquier medio disponible. Muchos, caminan, como lo hacen en las caravanas que salen de Centroamérica hacia los Estados Unidos. O viajan sobre trenes, empleando el que aquí llaman la Bestia, que varios han perdido la vida, al caer de los vagones y ser arrollados (ver: https://apnews.com/article/3f10eb2156ca4d78995e10b5636a27ca).

Otros, son transportados en camiones, dentro de sus cajas de carga. Muchos, han sido hallados muertos, debido al alta temperatura generada dentro de esas cajas, combinada con la falta de oxígeno (ver: https://www.chicagotribune.com/hoy/ct-hoy-8460686-hallan-decenas-de-migrantes-muertos-en-un-camion-story.html).

Y los de países africanos, emplean frágiles, cargadas embarcaciones, para alcanzar el “sueño europeo” y mueren cuando esos botes se hunden (ver: https://www.aljazeera.com/news/2021/4/16/at-least-20-migrants-die-in-vessel-sinking-off-tunisia).

Así que los migrantes, sobre todo, los ilegales, además de haber sufrido en sus países de origen pobreza e inseguridad, varios son los que fallecen en el intento.

De todos modos, su desesperación por escapar de sus países, los ha llevado a emplear peligrosas formas de viajar, hasta en los interiores de los espacios que contienen a los trenes de aterrizaje de aviones.

Es lo que expone el artículo de The Guardian, titulado “Fuera y en el aire: el misterio del hombre que cayó del cielo”, firmado por Sirin Kale, que añade el subtítulo de que “En el 2019, el cuerpo de un hombre cayó de un avión de pasajeros, en un jardín en el sur de Londres. ¿Quién era él?” (ver: https://www.theguardian.com/world/2021/apr/15/man-who-fell-from-the-sky-airplane-stowaway-kenya-london).

Comienza Kale señalando que un testigo, Wil, un ingeniero de sistemas, el domingo 30 de junio del 2019, vio cómo descendía del cielo, el cuerpo de un hombre. Ese cuerpo, cayó en medio del jardín de la casa de John Baldock, de una zona acomodada. Ambos, quedaron estupefactos.

Ese hombre, había caído de un avión de la línea Kenya Airways, vuelo KQ 100, un Boeing 787-8, que iba de Nairobi, capital de Kenia, hacia Londres. Eran las 9:35 horas locales.

Las autoridades del aeropuerto, fueron avisadas y hallaron dentro del compartimiento del tren de aterrizaje una mochila con pan, una botella de Fanta y un par de tenis, “equipo elemental de sobrevivencia”, cita Kale a Paul Graves, el policía encargado de investigar quién había sido ese desafortunado.

Todo indicaba que el hombre había abordado el avión, subrepticiamente, en el aeropuerto Jomo Kenyatta de Nairobi, lo cual constituía un grave problema para los administradores de ese sitio, pues actualmente tiene grado uno, o sea, pueden volar sus aviones directamente a Estados Unidos.

Cabe decir que Estados Unidos, dentro de su paranoia antiterrorista, se abroga la autoridad internacional de establecer qué países son seguros, cuáles, no, y si no lo son, sus instalaciones, como los aeropuertos, son también considerados inseguros. La lucha “antiterrorista” es un muy buen negocio para varias empresas estadounidenses (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2007/11/la-amenaza-terrorista-el-nuevo-gran.html).

Señala Kale que aunque los migrantes y sus intentos por cruzar mares o fronteras, ya no son noticia, el hecho de que un keniano haya tratado de salir de su país en el compartimiento del tren de aterrizaje de un avión, sí lo fue, pues no se oye todos los días.

Pero no es nuevo. Kale señala que, de acuerdo con la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, “de 1947 a febrero del 2020, 128 personas alrededor del mundo intentaron viajar de esa forma. Más del 75%, murieron. Esto, no sorprende. En cualquier fase, la muerte inminente es casi segura. La persona puede caer del avión cuando está despegando, como le pasó al adolescente de 14 años, Keith Sapsord, en febrero de 1970, quien cayó del compartimiento del tren de aterrizaje de un Douglas DC-8, que viajaba de Sidney a Tokio, poco después de que la nave despegara. Si el polizonte sobrevive el despegue, puede ser aplastado por el tren de aterrizaje al retraerse a su sitio. Así fue como, en julio del 2011, el cubano Adonis Guerrero Barrios, de 33 años, murió sobre la Habana, después de esconderse en un Airbus A340 que iba a Madrid”.

Y de todos modos, si nada de eso sucede, es probable que muera por hipotermia, pues cuando el avión está volando, la temperatura desciende a los -54º C, mortal para la mayoría.

Pierden el conocimiento y, cuando el avión aterriza, caen. Es lo que seguramente le sucedió al keniano que cayó del citado avión KQ 100.

Que algunos sobrevivan a la congelante temperatura, según una teoría sostenida por Stephen Veronneau, es porque sus cuerpos “hibernan”. Se han dado casos de personas que, aparentemente, murieron por congelación, pero fueron revividos, pues por la baja temperatura, el ritmo cardiaco disminuyó mucho, pero el corazón, no les dejó de latir. Eso sucedió en febrero del 2011, en Dinamarca, cuando 13 adolescentes y dos maestros que viajaban en un bote que zozobró, cerca de un fiordo congelado, no murieron, a pesar de la frígida temperatura y fueron reanimados poco a poco. “Aunque algunos siguen sufriendo consecuencias, pudieron hacer vidas relativamente normales”.

Dice Graves, el investigador, que no es muy difícil que los polizontes entren al compartimiento del tren de aterrizaje, “pues las llantas altas y varias hendiduras, los ayudan a ascender”.

Cita Kale el caso del polizonte que viajó escondido en un avión, el cubano Armando Socarras Ramírez, quien fue el primero de esa nacionalidad en hacerlo, en junio de 1969. Y a pesar de que sufrió hipotermia, perdió el sentido y que cuando el avión aterrizó, lo hallaron cubierto de hielo, milagrosamente, sobrevivió. “Actualmente vive en Virginia, y dice que Dios no quiso que se muriera”.

Sin embargo, el keniano no corrió con la misma suerte. Y a pesar de que Graves estuvo investigando mucho en Kenia sobre su identidad, nada pudo hallar. El sensacionalista portal noticioso Sky News, hasta urdió una historia, pagando a una familia de Kenia, para que “reconociera” que el fallecido se llamaba Paul Manyasi, pero periodistas kenianos, comprobaron que era un fraude.

Así que, finalmente, el hombre que cayó del cielo, fue sepultado en el cementerio de Lambeth, al que sólo asistió un representante de la embajada de Kenia.

“Sólo podemos pensar lo que sufrió ese pobre hombre, quien subió al avión, sufrió congelante temperatura, perdió el conocimiento a medio viaje y cuando el tren se abrió, cayó de él y fue a dar a un jardín”, señala Kale.

Sí, por desgracia, ese pobre desconocido, murió en su intento por lograr una vida mejor.

Y al paso de empobrecimiento que el capitalismo salvaje impone día a día, serán más y más los migrantes que traten de viajar peligrosamente e, irónicamente, mueran, buscando una vida mejor.

 

Contacto: studillac@hotmail.com