domingo, 26 de enero de 2014

Vaclav Smil y la ciencia consciente



Vaclav Smil y la ciencia consciente

Por Adán Salgado Andrade

La época actual se caracteriza por dar un fuerte énfasis a la ciencia y a la tecnología, derivada de aquélla. Se asegura que el avance en el conocimiento “resolverá” de un plumazo todos los graves problemas que nos afectan hoy día, tanto social, económica, como ambientalmente. Por fortuna, existen hombres como el profesor Vaclav Smil, quien, además de ser un prolífico autor científico, con más de 36 libros editados a la fecha, afirma que la ciencia no lo es todo, ni siquiera la constante innovación, la cual se ha sobrevalorado, pero que, como afirma Smil, no solucionará las cosas si no se acompaña de una razonada acción consciente por parte de los grupos fácticos que dominan actualmente el planeta.
Nacido en 1943, en el protectorado alemán de Bohemia y Moravia, hoy república Checa, el profesor Smil, estudió ciencias en la universidad Carlos, de Praga y en la universidad de Pensilvania. Tras la invasión soviética de 1968 a Checoslovaquia, emigró en 1969 a los Estados Unidos, y en 1972 se fue a Canadá, a Winnipeg, en donde reside actualmente y es profesor emérito de la universidad de Manitoba, en la cual enseña Medio Ambiente.
Últimamente ha adquirido fama adicional (que no necesita, pues por sí mismo es una personalidad muy sobresaliente), debido a que Bill Gates ha afirmado que es un gran admirador del profesor y ha leído muchas de sus obras. “Recomiendo mucho que lo lean”, ha dicho Gates en muchos foros.
Y no es para menos, pues las opiniones del profesor Smil no son nada convencionales, a pesar de provenir de un estudioso de la ciencia, pues evidencian, también, su gran sentir humanista, como veremos.
En una entrevista reciente, hecha por Clive Thompson (Wired, diciembre 2013), cuestionado cómo es que ha producido tantos libros, respondió sin ambages que sigue la técnica de Hemingway, quien “sabía el secreto” y que consiste en escribir 500 palabras todos los días. Pero sus palabras no son huecas, ya que los campos de la ciencia que ha analizado son muchos y de una forma bastante crítica, como comento antes.
Por ejemplo, Smil afirma que una nación que deja de producir, como lo está haciendo Estados Unidos, pronto se colapsará, dado que la manufactura es la que forma al segmento de la clase media baja, la más abundante en ese país. El ir acabando con las industrias de fabricación, ha ido mermando los empleos, así que el resultado son los que tienen y los que no tienen.
Eso es cierto, puesto que la diferenciación social da paso a las protestas y a movimientos de reivindicación, como los movimientos que se han dado en los últimos dos años, particularmente el de Ocupa Wall Street, que fue una protesta masiva de jóvenes que han salido de las universidades estadounidenses y no tienen trabajo, pues todos los trabajos, sobre todo de manufactura y hasta de administración, se han ido a otros países.
Y eso, la desindustrialización estadounidense, ha sido en gran parte la culpable de la creciente decadencia, tanto económica, como tecnológica, que Estados Unidos ha ido experimentando desde la década de los setentas (ver mis trabajos:
En otra ocasión, Smil ha sido cuestionado acerca del libro escrito por el periodista Thomas Friedman, “El mundo es plano”, en el que este superficial autor afirma que “no hay diferencias ya y todo el mundo está gozando de un buen nivel de vida”. Esas sandeces fueron severamente cuestionadas por Smil (e incluso por otros científicos y pensadores), afirmando que “Lo superficial puede estarse aplanando (las mismas marcas, autos, dispositivos, los mundos de Sony, Toyota y LG pueden encontrarse desde Seúl a Soweto). Pero, por debajo, las diferencias (económicas, pero también culturales y, las más desalentadoras, las religiosas), en realidad se están ensanchando. Esto no sólo sucede en China o en la India (países en donde, en efecto, las aguas de la abundancia están llevando a flote relativamente a todo mundo, pero, en especial, a las clases medias urbanas, a las que les va mejor que hace décadas), sino que siempre ha sido así, generación tras generación, incluso en Estados Unidos y Canadá, en donde actualmente la inequidad está creciendo a pasos muy agigantados. Piénsese en los 50 millones de estadounidenses que sobreviven gracias a los cupones para comida. Es difícil creer cómo Friedman pudo equivocarse así”.
En efecto, lo que afirma Smil es indudable, ya que la inequidad existente en países como China o la India, a pesar de su supuesto “milagroso” crecimiento económico es más que evidente. En particular, en China, a pesar de sus grandes avances económicos, hay millones de personas sobreviviendo con sueldos de hambre en fábricas o en el campo o como vendedores ambulantes por las calles de las desiguales ciudades de dicho país. También ha descuidado bastante su medio ambiente, pudiendo provocar una catástrofe ecológica tanta anárquica industrialización, ya que se ha convertido en la maquiladora del mundo (ver mis trabajos al respecto: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/01/el-sobrevalorado-y-anarquico.html
Por otro lado, en efecto, nunca antes la desigualdad había crecido tanto en todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos, algo aberrante, siendo ese país el centro del capitalismo salvaje mundial. Pero son precisamente las contradicciones de tal sistema, las que han llevado a que haya ya 50 millones de pobres en Estados Unidos
Y sigue abundando el profesor Smil durante la entrevista a la que aludo arriba, sobre por qué un país requiere de seguir fabricando para seguir innovando. Señala que la mayoría de las innovaciones, las mejores, sobre todo, se dan dentro de la industria, en plena acción, no en los institutos o laboratorios nacionales, como ha pretendido hacer Estados Unidos. “Vea las pantallas LCD. Muchos de los avances provienen de conglomerados industriales de Corea, como Samsung o LG. En Estados Unidos, lo único bueno que se ha hecho últimamente el el cristal Gorilla, pero porque lo fabrica Corning (empresa estadounidense de componentes electrónicos) y ésta gasta 700 millones de dólares en investigación cada año”.
Se le rebate que Estados Unidos aún innova, pero que fabrica en otros países (outsourcing). A ello, Smil declara que eso es absurdo. “Mire, como ejemplo, el Boeing 787, el Dreamliner, el avión tuvo demasiados problemas, además de que se retrasó como tres años. ¿Y por qué?, porque grandes partes de él se subcontrataron para hacerse en otras partes. Ese 787 no es un avión hecho en Estados Unidos, es un avión ensamblado en Estados Unidos. Algunos materiales se hicieron en Italia, las baterías, en Japón y éstas, comenzaron a incendiarse en pleno vuelo. El control de calidad no está en Estados Unidos”.
También en eso tiene razón el profesor Smil, pues lo que ha hecho el capitalismo salvaje con la deslocalización de la manufactura a otros países, como China, ha tenido el efecto de que, aunque los precios de fabricación han bajado, en muchísimos casos, se ha sacrificado la calidad. Varias veces, embarques completos han debido devolverse a China, pues resultaron defectuosos los productos o no se fabricaron de acuerdo a las especificaciones (además, es claro de que en el capitalismo salvaje, cada vez más se da la tendencia de hacer productos que duren poco, lo que se conoce como la obsolescencia programada. Ver mi trabajo:
Se le cuestiona si los empleos creados por la tecnología de la información pueden sustituir a los manufactureros. Y contundente replica que no, que esos son trabajos fungibles, reemplazables fácilmente. “Usted puede contratar gente de Rusia o de Malasia y eso es lo que las compañías están haciendo”.
En efecto, aquí, el profesor Smil se refiere nuevamente al concepto de outsourcing, pues el capitalismo salvaje, actualmente no sólo envía a otros países las labores de ensamblaje, sino también, labores administrativas, organizacionales y así. Por ejemplo, una empresa en Estados Unidos puede contratar un call center en México para que dé servicios de atención a sus clientes, pagando diez veces menos que si lo hiciera en Estados Unidos (ver mi trabajos:
Se le pregunta nuevamente si el entrenar estadounidenses para fabricar objetos sería la mejor solución. “Claro – responde –, sólo dos países han hecho esto bien, Alemania y Suiza. Ambos, han mantenido fuertes sus sectores manufactureros y comienzan a enviar a los chicos a programas de aprendices. Usted se está algunos años, dependiendo de la habilidad, y estará en posibilidades de hacer un BMW, inclusive. Y como comenzó joven y aprendió de gente mayor, sus productos no tienen competencia en calidad. Allí es donde todo comienza”.
Sobre lo que Smil ha dicho en cuanto a que Apple podría fabricar totalmente sus teléfonos en Estados Unidos, aquél afirma que “¡No es un secreto! Apple tiene enormes ganancias. Fácilmente podrían hacer todo en casa. De hecho, el iPhone no está hecho en China, está ensamblado en China, con partes hechas en Estados Unidos, Japón, Alemania, Malasia, Corea del Sur y así. El costo no es el trabajo. Pero los trabajadores deberían de tener la suficiente habilidad para sentarse ocho horas y ponerse a soldar todas las pequeñas piezas, eso es todo. Pero ya no cuentan ustedes con trabajadores calificados”.
Se le trata de refutar que Apple es una compañía “innovadora” y que por eso fabrica sus productos en otros países. A lo que el profesor, irónico, replica que “¡Vaya, qué historia! No paga impuestos, todo hecho afuera y, aún así, todo mundo la venera. El nuevo iPhone, nada nuevo hay en él. Sólo el color dorado, nada más. Pero, no importa, si la gente se deja engañar sólo con el color, pues así la seguirán engañando”.
Se le pregunta luego sobre la energía, retomando sus afirmaciones de que la energía alternativa, la llamada renovable, no puede escalarse, o sea, que no podría llenar todas las necesidades energéticas. “Me gustan las energías renovables, pero ésas podrían emplearse si estuviéramos en 1950 y el consumo, como en ese entonces, fuera de 66,615 kilowatt-hora per cápita. Pero en 1950, poca gente empleaba aire acondicionado. Ahora, se demanda energía, y mucha, todos los días y crecen las necesidades año con año. Es muy difícil satisfacer eso con aire y viento. Por ejemplo, tome el caso de Alemania, país en donde se subsidia bastante el viento y el sol. Cuando no hay viento ni sol, los alemanes echan a andar sus viejas plantas eléctricas de carbón. El resultado es que Alemania ha incrementado mucho sus importaciones de carbón de los Estados Unidos y las emisiones de gases efecto invernadero se han incrementado de 917 millones de toneladas métricas en el 2011 a 931 millones en el 2012, pues están quemando más carbón estadounidense. ¡Es absurdo!”
También en eso tiene razón el profesor Smil, pues, en efecto, las energías renovables, las llamadas ecoamigables, no alcanzarán a satisfacer las necesidades del desperdiciador sistema capitalista salvaje, que para sobreproducir, debe de consumir más y más energía, mucha de la cual, sólo sirve para hacer más y más basura, pues el ciclo consumista impuesto es el de comprar, usar, tirar. Por eso es que, ante la evidencia de que las energías renovables no serán suficientes para satisfacer el desperdicio energético, sobre todo de Estados Unidos, se están explotando las llamadas energías no convencionales, como el gas natural de esquisto, cuya extracción implica serios daños al medio ambiente y contaminación permanente de los millones de litros de agua necesarios para el proceso (ver mis trabajos:http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/05/mas-energia-o-mas-desperdicio.html
Sobre la energía nuclear, quizá el profesor tenga una opinión ambivalente, pues señala que, por un lado, muchos países desarrollados están renunciando a ella, tales como Alemania, Italia, Francia o Japón. Pero que otros, tales como China, por sus crecientes requerimientos energéticos, siguen fabricando y empleando reactores nucleares, aunque algo más seguros. Señala que el problema es que se precipitó el empleo de los reactores nucleares en los años cincuentas. Por eso es que son tan peligrosos y poco prácticos. Y aunque los nuevos diseños de reactores son supuestamente más eficientes y seguros, de todos modos tienen un límite. Smil llama a esa tendencia, la de lograr “más eficiencia energética”, la “maldición de Moore”, pues “es imposible lograr que se suba la eficiencia de una planta nuclear así, como la de un procesador, no. A lo mucho, en el laboratorio se logra el 40%, pero ya en la realidad, no se obtiene más del 15 o 20%. Y no vamos a llegar al 100%, como predica la ley de Moore, no, usted no puede obtener el 100% de eficiencia, ¿no? Y lo mismo sucede en la agricultura. Sí, podemos aumentar el rendimiento de las cosechas un poco, regándolas y agregando abono, pero tiene un límite, no podemos duplicar el rendimiento cada dos años. La ley de Moore tampoco aplica en las cosechas”.
En efecto, como afirma el profesor, el empleo de la energía nuclear también tendría su límite, pero, además, es una energía que produce residuos radioactivos sumamente peligrosos y muy perdurables en sus dañinos efectos (algunos duran activos hasta dos millones de años. Ver mi trabajo:  http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/07/el-mortifero-legado-nuclear.html).
Luego se le pregunta si la solución es hacer productos que sean más eficientes en el uso de energía. A lo que el profesor Smil, correctamente responde que tampoco es esa la solución, pues de qué sirve que se hagan autos más eficientes, por ejemplo, si se hacen muchos más millones, en proporción a los autos que eran menos eficientes. “Ahora, gastamos más aluminio, más acero, más vidrio y así. Mientras sigamos en este absurdo ciclo material de comprar, vender, tirar, no bastará con la innovación”.
Para él, la única salida es reducir el consumo. Ejemplifica diciendo que, por ejemplo, su casa consume menos electricidad porque ha procurado que sea más pequeña y, sobre todo, que esté muy bien aislada, de tal forma que no sufra demasiado ni con el frío, ni con el calor. “Mi esposa y yo redujimos la casa. Me tomo dos años hacerlo. Ahora vivimos en una casa de 186 metros cuadrados, sin grandes lujos, pero me he ocupado más en aislarla. Aumenté el aislamiento 50% en todas las paredes, hasta el sótano aislé. No sale muy caro. Y lo comparamos con nuestros vecinos, con sus casas enormes y mal construidas. Yo pago por la electricidad que consumo en todo el año, lo que ellos pagan tan solo en enero. Entonces, pues hay que tener eso, una casa súper eficiente, un auto súper eficiente. Yo uso un pequeño Honda Civic, que me da 17 kilómetros por litro”.
Como comento antes, tiene mucha razón el profesor Smil en señalar que la culpa de todo es el excesivo consumismo al que el capitalismo salvaje nos ha forzado a acostumbrarnos, pues por eso han aumentado nuestros requisitos energéticos. No sólo eso, sino que el medio ambiente está siendo cada vez más depredado y destruido. Obvio, con tales acciones, nuestra  propia destrucción está cada vez más cercana.
Se le comenta sobre su punto de vista más “positivo”, que es el de la comida, pues Smil ha afirmado que comiendo menos carne y desperdiciando menos comida, se podría alimentar a diez mil millones de personas. “En efecto, gastamos mucha energía en cosechar millones de toneladas de maíz y soya. Y casi todo eso lo empleamos en criar animales a escala industrial, pero, además, les damos antibióticos. Por si fuera poco, tiramos 40% de lo que producimos. Si comiéramos menos, alcanzaría para más personas. Comemos 100 kilos de carne en promedio. Si sólo ingiriéramos 20 kilos, alcanzaría para más personas. De todos modos, el problema son los antibióticos y la forma tan inhumana en que crían a los animales”.
También tiene razón el profesor, ya que la comida que ingerimos no es del todo saludable, pues los animales se engordan y manejan como si fueran piezas de una máquina y se tratan de combatir las infecciones que contraen durante esos insalubres procesos mediante grandes cantidades de antibióticos, con lo cual, lo único que se está generando es la creación de bacterias cada vez más resistentes a tantos antibióticos, como la Ecoli, que ya ha ocasionado varias muertes en EU, al encontrarse en carne de supuesta “primera calidad”, que se hallaba contaminada con ese patógeno (ver mi trabajo:
Yo agregaría que el otro problema de las crecientes carencias alimentarias que millones de personas en todo el planeta sufren es tanto por la desigual distribución del ingreso, los cambios climáticos tan severos, que están cambiando los ciclos hidrológicos, provocando largas sequías en ciertos lugares e inundaciones en otros, el que millones de toneladas de granos, como maíz o soya, se empleen para hacer biogasolinas, pero también el acaparamiento que un puñado de empresas, como Cargill, Tyson, Monsanto y otras, hacen de los alimentos, manejándolos a su antojo, monopolizando su distribución y manipulando los precios a su favor, aumentándolos cuando así les convenga, y otras sucias prácticas, sin importarles que cada cinco segundos muera de hambre una persona en el planeta (ver mi trabajo: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/08/la-muy-lucrativa-adictiva-engordante-y_01.html).
Y, también, en efecto, el gran desperdicio alimentario que existe por malas prácticas, tanto de almacenamiento, transportación y pésimos hábitos de consumo. Según estimaciones recientes, cada año se desperdician un tercio de los alimentos que producimos, esto es, unas 1300 millones de toneladas. ¡Terrible situación!
Por último, se le cuestiona si la solución a muchos de nuestros problemas tiene que ver con mejores políticas económicas, mejor educación, mejores prácticas comerciales, o sea, menos que ver con tecnología y más que ver con cuestiones sociales. “Exacto, hoy, como usted sabe, todo se quiere resolver con ‘innovación’. Tenemos problemas y la gente busca ‘mágicas soluciones’, como si fueran el maná que les cayó a los israelitas para salvarlos del desierto. Es como si dijéramos: ‘No hay que cambiar el sistema educativo o el sistema tributario. No hay que mejorar nuestro gobierno inepto. Hay que esperarnos a que expertos en tecnología nos inventen algo nuevo para que todo se arregle’. ¡Y no es así, no, el problema es que se ha hecho creer que con innovaciones tecnológicas estaremos mejor y no es así!”, finaliza el profesor.
También eso es cierto, pues veamos el mundo en que vivimos, tan tecnificaco, tan internetizado, todo son redes sociales, gadgets, smart pones, autos híbridos muy eficientes… y, sin embargo, cada vez somos más violentos, más egoístas, millones siguen muriendo de hambre, de enfermedades curables cada año. El 80% de los supuestos “avances científicos” tienen como primera aplicación el diseño de armas más sofisticadas, más exterminadoras, para eso ha servido la “racionalidad”, para asesinarnos más rápidamente en el menor tiempo posible (es un gran negocio la fabricación y venta de armas, de más de un billón de dólares anuales. Ver mi trabajo: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/12/ferias-de-armas-exhibicion-de-fuerza-de.html).
Es una absurda soberbia la que posee la humanidad hoy día, pensando que podrá conquistar al planeta, cuando se ha visto que somos tan vulnerables a los fenómenos naturales, los que, en cualquier momento, sea un terremoto, un tsunami, un huracán, un tornado, una sequía… pueden matar a millones de personas.
Cada día destruimos los recursos naturales, a pesar de que nos servimos de ellos, sobreexplotándolos, pero contaminándolos irremediablemente. Mas, al hacerlo, no sólo estamos acabando con el planeta, sino con nosotros mismos. Quizá es lo que se requiere o, más bien, lo que el planeta necesita, con tal de deshacerse de la especie más depredadora que lo ha habitado.