martes, 10 de diciembre de 2024

El agua potable se ha ido privatizando en todo el mundo

 

El agua potable se ha ido privatizando en todo el mundo

Por Adán Salgado Andrade

 

El agua dulce, como se le llama a la que puede beberse (no porque esté dulce), es un imprescindible bien de toda la humanidad. Y aunque el planeta posee vastas cantidades de agua (aproximadamente 1,728 trillones de metros cúbicos: 1,728,000,000,000,000,000 m³), la mayor parte es salada, 97 por ciento.

El 3% restante, propiamente el agua dulce que consumimos, si bien nunca ha estado repartida equitativamente alrededor del planeta, ahora por los trastornos climáticos, el desperdicio y el consumo excesivo, cada vez se concentra en un muy reducido número de regiones. Aproximadamente 50% del agua dulce es propiedad de unos seis países (Brasil, Canadá, Indonesia, China, Estados Unidos y Colombia), en tanto que la otra mitad está muy mal distribuida. Pero incluso estas cifras ya resultan controvertidas, pues, por ejemplo, en el caso de Canadá, resulta que lo que antes se afirmaba, que posee alrededor de un quinto de las reservas mundiales de agua dulce, no es así, como informó hace tiempo la Academia de Ciencias de Canadá, la que señala que una cosa es la cantidad de agua que contiene ese país en sus grandes lagos y otra, muy distinta, la que se renueva cada año, que es la que llueve, corre por ríos y arroyos y recarga tanto a los lagos, como a los acuíferos. Y cita que en realidad el agua renovable en Canadá sólo representa 6.4% del total mundial, además de que los lagos canadienses no almacenan tanta agua como pudiera pensarse, pues con la cantidad del líquido que circulara por los ríos y arroyos de los que se alimentan, en sólo tres años y medio aquéllos se llenarían, es decir, en poco más de tres ciclos hidrológicos anuales, así que si dejara de llover, la humanidad entera, no sólo Canadá, se quedaría sin agua dulce en menos de tres años, pues consumimos en doce meses lo que la naturaleza renueva en quince.

Así que como en el capitalismo salvaje todo se mercantiliza,  el agua, cada vez se convierte más en un objeto de lucro que da elevadas ganancias a las pocas empresas que comercian con ella. Esas empresas lo hacen de dos formas: una, por la distribución de agua potable en una ciudad y, dos, vendiéndola embotellada.

En México, por ejemplo, en distintas entidades, la distribución de agua potable ya se privatizó, no es un servicio que, por obligación, debería de dar el Estado, pues el agua es un derecho humano de todas las personas. Como es algo imprescindible, la ganancia para esas empresas es constante y segura. Nadie podría decir “¡No les voy a comprar agua!”, pues sería hasta mortal. Ya en la Ciudad de México, Coahuila, Nuevo León, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, Sonora y Veracruz, la distribución de agua potable se ha dado total o parcialmente. Y, lejos de mejorar, en muchos lados ha empeorado tal distribución, pues lo que les interesa a las empresas no es brindar un buen servicio, sino mantener y elevar sus ganancias lo más posible (ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Privatizaci%C3%B3n_del_agua_en_M%C3%A9xico).

Y en todo el mundo se está dando ese proceso de privatizar la distribución. Actualmente,  en 31 países, incluidos México, Cuba, Estados Unidos, Hungría, República Checa, Estonia, Polonia, Bulgaria, Rumanía, España, Alger, Arabia Saudita, Ghana, Honduras, Marruecos, Ecuador, Colombia, Chile, Brasil, Armenia, Filipinas, Indonesia, Malasia, Sudáfrica, Senegal, Mozambique, Gabón, Costa de Marfil, Inglaterra, Francia y China ya está, igualmente, parcial o totalmente privatizada la distribución del agua (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Water_privatization).

Como pueden ver, muchos países son africanos, pobres, en donde debería de ser pública la distribución. Pero, como señalé, es un preciado, imprescindible bien, no dejarían de comprarla, así que es un excelente negocio para compañías privadas que se enriquecen, digamos, de la sed de la población.

Como últimamente es cada vez más difícil que el agua potable o la disponible cumpla con los niveles sanitarios para que sea consumida por las personas, se da la segunda manera en que también grandes corporaciones especulen con ella, vendiéndola en forma de agua embotellada. Y las ganancias que obtienen son astronómicas.

Por ejemplo, en México, un metro cúbico cuesta en promedio $188.25 pesos, o sea, $0.18825 pesos por litro, o sea, menos de veinte centavos (ver: https://www.eleconomista.com.mx/estados/Nuevo-sistema-tarifario-estatal-de-agua-necesario-Imco-20230831-0135.html).

Un garrafón de veinte litros, de la marca Bonafont, cuesta $65 pesos, es decir, $3.25 pesos por litro, es decir ¡1,726 por ciento! más le gana a cada litro vendido. De un metro cúbico, que le costara ese precio, obtendría tal empresa 50 garrafones, $3,250 pesos, $3,062 de ganancia sobre el líquido, 1,626 por ciento más de lo pagado ya sea a las empresas que se lo surtan o de los pozos que tiene “permitido” perforar y explotar.

Y es el gran problema actual, que mientras poblaciones enteras están sufriendo de falta de agua por sequías o catástrofes climáticas, las corporaciones que controlan la venta de agua embotellada, están ganando con creces, comercializando el vital líquido.

Dos artículos de The Guardian exponen esa grave situación.

Uno, es el titulado “Firmas extranjeras extraen millones de litros de agua de acuíferos ingleses para embotellarla”, firmado por Grace Livingstone, quien agrega como subtítulo que “Coca-Cola extrae la mayor cantidad de agua dulce que cualquier otra empresa de bebidas, de acuerdo con una petición de transparencia de información” (ver: https://www.theguardian.com/environment/2024/nov/25/foreign-firms-taking-billions-of-litres-from-uk-aquifers-to-make-bottled-water).

“Coca-Cola tiene una licencia para extraer 1,590 millones de litros de agua cada año de la región de Sidcup, Kent, para fabricar sus bebidas. Además, tiene derecho a tomar otros 377 millones de litros para sus marcas de agua embotellada Glaceau Smartwater y Abbey Well de la región de Morpeth, in Northumberland”, señala Livingstone.

Esas regiones son cruzadas por ríos, justo lo que requiere esa abusiva empresa, y otras, para fabricar sus venenos embotellados (además, con la consecuente contaminación producida por tanta basura plástica que dejan tantos miles de millones de botellas para contenerlas).

Y no sólo sucede allí, sino que, por ejemplo, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, la embotelladora local de Coca-Cola, la ha dejado sin agua, por sobrextracción. A falta de agua potable, los habitantes no tienen más remedio que tomar su veneno embotellado, lo que ha incrementado la incidencia de enfermedades como la diabetes, que redunda en una mala calidad de vida para cientos (ver: https://www.sinembargo.mx/3442469/en-san-cristobal-chiapas-no-hay-agua-para-la-gente-coca-cola-es-rey-y-tambien-la-diabetes-nyt/).

“La compañía francesa Sources Alma es una de las mayores distribuidoras de agua embotellada de Inglaterra, la que surte a Tesco y Asda, además de producir su propia marca, Aqua Pura. A través de su subsidiaria inglesa Roxane, tiene el derecho de extraer 1,500 millones de litros del líquido de Armathwaite, Cumbria (en donde también pasa un río), para producir el agua embotellada de la marca Ashbeck, perteneciente a los almacenes Tesco. También usa grandes cantidades de agua de Stafordshire, para otra marca de Tesco, la Elmhurst, pero esta agua de manantial es proporcionada por una tercera compañía, la South Stafordshire Water plc, así que las cantidades que extraen no están a disposición del público”.

Igualmente, el gigante suizo Nestlé, que está también en todo el mundo, “tiene derecho a extraer un total de 880 millones de litros de agua para sus marcas Buxton y Pure Life, de sus concesiones en Derbyshire y Pembrokeshire, cuando adquirió la empresa galesa Princes Gate en el 2018”.

También esas regiones tienen acuíferos y ríos, la materia prima que emplean esas empresas y que, como ya mencioné, les resulta baratísima, pero que venden carísima.

Además, como siempre, esos gigantes dedicados a la alimentación, siempre andan buscando monopolizar la producción de lo que sea. En este caso, la adquisición de Princes Gate. Aquí, Coca-Cola ha adquirido marcas como Santa Clara, que produce leche, o Jugos del Valle y Corporación del Fuerte, que producen jugos, y que eran empresas mexicanas, las cuales duraron décadas siéndolo. Pero como seguramente el dinero ofrecido es muchísimo, los dueños de las empresas que son compradas por fuertes transnacionales, ceden y se quitan de problemas compitiendo contra monopolios que, de todos modos, los aniquilarán en poco tiempo.

Otras empresas que lucran con el agua son la alemana Schwarz, que embotella el líquido para las tiendas Lidl, que puede extraer 460 millones de litros por año. Y la empresa Danone, que también anda por todos lados, ha adquirido Harrogate Spring Water, de donde puede extraer 460 millones de litros anuales.

En Escocia la empresa Highland Spring es la que domina. Extrae 1,850 millones de litros anuales. Perteneciente a un millonario, el señor Mahdi Al Tajir (Bahréin, 1931), asegura que “sólo extrae 32 por ciento de la cantidad de agua permitida y que no percibe un impacto notable en los ríos y acuíferos debido al agua que extrae”. Claro, nunca van a hablar en su contra.

Es curioso cómo en muchos países del “primer mundo”, viven a sus anchas millonarios pertenecientes a naciones pobres, antes dominadas por aquéllos. Por ejemplo, ya hay infinidad de chinos que han comprado emblemáticas, antiguas construcciones (como la Antigua Casa de Moneda) o clubes de golf (el Wentworth) en Inglaterra (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/03/el-neocolonialismo-chino.html).   

Y de todos modos, son muy apoyadas todas las empresas por su asociación, la Asociación del Agua de Fuentes Naturales (AAFN), quien señala “mínimos impactos”. “En Inglaterra, es de apenas 0.05 por ciento; en Escocia, 0.2 por ciento y en Gales, 0.08 por ciento”.

Pero como señaló la ONU en un reporte reciente, “aunque es mínima la extracción, emplean la mejor agua del país”.

No sólo eso, sino que como tienen la capacidad de perforar pozos o extraerla de ríos y purificarla, sin muchos problemas, en épocas de crisis, como cuando el país es azotado por huracanes o intensas tormentas (la Bert o la Darragh recientemente), ganan muchísimo al vender cientos de miles de botellas a los necesitados damnificados, como está sucediendo también en Valencia, España, azotada hace unas semanas por la DANA, una intensa perturbación atmosférica que vertió en un día el equivalente de lluvia de todo un año, ocasionando severas inundaciones, acompañadas de ríos de lodo, que provocaron más de 250 fallecidos y daños millonarios a infraestructura, casas y cientos de vehículos y mobiliario (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/11/inundaciones-y-sequias-extremas-golpean.html).

Justamente en el 2022, señala Livingstone, granjeros de Ludchurch, Gales, se quejaron de que mientras ellos enfrentaban restricciones de agua por la sequía, Nestlé continuó extrayendo millones de litros del agua local. En algunos casos, hasta las tierras se están hundiendo pues como varios acuíferos ya están secos, el suelo sufre subsidencia  (ver: https://www.walesonline.co.uk/news/nestl-extracting-millions-litres-water-24851403).

Pero ni eso detiene a esas lucradoras empresas, las que en conjunto controlan el 83 por ciento de las ventas de agua embotellada de Inglaterra, y que la comercializan como “agua mineral natural”, “agua de manantial” y “agua embotellada”, ésta, la que proviene de las redes de agua potable.

En el mundo, nada menos que Coca-Cola es la que “más agua embotellada vende, pero la marca que predomina es Pure Life, de Nestlé”.

Como siempre, la Agencia Ambiental de Inglaterra dice que “la concesión de licencias es muy estricta y si se daña el ambiente, podemos revocarlas”. Pero nada más alejado de la realidad, pues mientras esas empresas sigan pagando impuestos y “ayudando a impulsar la economía local”, ahí seguirán, extrayendo y vendiendo agua que pertenece a la sociedad.

El segundo artículo es el titulado “’No es sequía, es saqueo’: las villas españolas en donde la gente está obligada a comprar el agua que es de ellos”, también firmado por Grace Livingstone, quien agrega como subtítulo que “España está atrapada cada vez más frecuentemente entre sequías o inundaciones y un grupo se enriquece con estos extremos: las compañías multinacionales que se adueñan del agua, forzando a airados ciudadanos a comprarla embotellada” (ver: https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2024/nov/23/spanish-villages-people-forced-to-buy-back-own-drinking-water-drought-flood).

Una foto del seco valle del Lecrín, en Andalucía, abre el artículo. La tierra se ve muy seca y hay arbustos de olivo, languideciendo por la falta de agua. Todo el sitio se ve muy deshidratado (en uno de mis recientes viajes a España, a Ribarroja, municipio cercano a Valencia, pude constatar las altas temperaturas, de 30º C o más, que ya se dan en meses como agosto, y que en sus alrededores, los campos están muy secos, por los que son pocos los que están sembrados).

Como menciono arriba, Valencia fue golpeada duramente por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), la que ocasionó muchos fallecidos, además de incontables estragos que llevarán años en resolverse. Ya España es uno de muchos países en que la catástrofe ambiental se está manifestando intensamente desde ahora (ver:  https://www.bbc.com/mundo/articles/c0rg1qy8pqwo).

Pero antes de las fuertes inundaciones, Valencia ya sufría “el otro extremo de la catástrofe ambiental: la sequía”.

Livingstone da testimonios de personas como el de Roser Albó Garriga, quien vive en las montañas de Cataluña y que vio, con horror, cómo las inundaciones se apoderaban de Valencia. “Aquí, sufrimos mucho de sequías. De repente, llueve mucho, pero luego vienen tres o cuatro años de sequías. Las lluvias torrenciales, no resuelven la falta de agua y lo peor es que casi toda esa agua se va al mar, pues las tierras están tan resecas, que no la pueden absorber”.

La madre de Roser, Rosita Garriga, de 81 años, comenta que “antes había muchos manantiales, abundaba el agua, pero ya no, ya todos están secos. Y, la verdad, pienso que también la culpa es de las empresas que venden agua embotellada, pues extraen mucha y ya hasta están secando los pozos”.

“Hay seis embotelladoras en un radio de 16 kilómetros, incluyendo una, propiedad de Nestlé y otra, de la multinacional francesa Danone. Bombean agua mineral del acuífero existente bajo la sierra montañosa de Montseny y la envasan en botellas plásticas para venderlas en España y fuera del país”. Cataluña tiene la más alta existencia de embotelladoras de España, pues se han concedido 27 licencias de extracción. ‘Llevan más agua los camiones tanque, que la que corre en nuestras corrientes’, dice Rosita, resignada.

La mujer dice que antes plantaban de todo, pero ya no. “Difícilmente puedo sembrar algo”. Y como la corriente de agua de la que antes se surtían se secó, debe de comprar agua embotellada. “Compro cada mes  24 garrafones de cinco litros de agua. ¡Y me cuestan 67 euros ($1,432 pesos). Nos está arruinando ese gasto!”.

Lo mismo sucede en Hostalric, un pueblo medioeval, rodeado de un muro, en donde su alcalde, citado por Livingstone, Nil Papiol, refiere que “sí, también tenemos problemas con el agua, pero yo creo que debe de hacerse un buen estudio regional para ver cuántos recursos hídricos tenemos, pues no podría afirmar que las embotelladoras tienen totalmente la culpa”.

Pero es claro que si los cauces han disminuido, lo menos que pueden hacer esas empresas es no seguir bombeando agua. O si lo hacen, que en épocas de secas, la regalen. De esa manera, se ganarían a toda la gente. Pero eso sería como pedirle a un rico que donara toda su fortuna, pues lo que menos desea el capitalismo salvaje es ser generoso. Durante la pandemia, una empresa estadounidense, criadora de cerdos, prefirió matarlos masivamente con gas, porque no había trabajadores que los sacrificaran y procesaran, además de que no se estaban vendiendo, en lugar de, por ejemplo, regalarlos a la gente o procesarlos y regalar su carne (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/08/rastro-de-eeuu-asesina-cerdos.html).

Señala Livingstone que en febrero del 2024, fue declarada en Cataluña una emergencia hídrica, pues había sufrido la región 40 meses de escasas lluvias. “Hubo restricciones, como multar al 80 por ciento de la población, incluyendo a la gente de Barcelona, si empleaban más de 200 litros de agua (supongo que inspectores revisaban los medidores del líquido), que también se impusieron en algunas industrias y en la agricultura. Pero para las embotelladoras, no hubo límites”.

Como señalé antes, muy seguramente fluyó el dinero para “autoridades” corruptas que les permitieron actuar a sus anchas. Y también con la justificación de que esas embotelladoras llevan empleos, las dejan que hagan lo que quieran. Antes, en la región, había hasta cascadas que circulaban por húmedos, espesos bosques, “pero durante la sequía, tuvieron que conectar las tuberías a una planta desalinizadora, distante 20 kilómetros del lugar, para las cocinas y baños de los habitantes”.

En efecto, cada vez más las costosas desalinizadoras están siendo la opción para proveerse de agua, pero ello ocasiona un gran empleo de electricidad, además de los desperdicios que genera la actividad, como la salmuera resultante, y que al consumir tanta electricidad, generan mucha contaminación por la huella de carbono que dejan (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/08/las-contaminantes-muy-demandantes-de.html).

En la localidad de Gualba, también cercana, el acalde, Jordi Esmandia, hasta tuvo que pedir que camiones transportaran tinacos de agua “y aunque trató de estirar el presupuesto, esa agua apenas pudo satisfacer la mitad de las necesidades de la gente, así que muchos tuvieron que adquirirla por su cuenta”.

Aquí sucede lo mismo, pues en zonas de la ciudad como Ixtapalapa, casi siempre sin agua o escasa, mucha gente debe de cooperarse para adquirir una pipa de agua (que cuesta en promedio $2,038 pesos una de diez mil litros), para llenar sus tinacos y cisternas.

En esa época, Aquaservice, les ofreció repartir agua en dispensadores plásticos, casa por casa “y aunque ya pasó la emergencia, deben de seguirla comprando, pues hicieron un contrato que no puede romperse”.

Señala Livingstone que esa empresa extrae agua de cuatro sitios en España “y es propiedad de American Liquid Packaging Systems, una de las filiales de la empresa prestamista californiana Amidi Group, la que también es dueña de Chemtex, una compañía que distribuye resinas plásticas para empaques y contenedores”.

¡Negocio redondo!, pues seguramente también hace los recipientes en donde les vende el agua.

Muy seguramente es como lo que hacen repartidoras de agua en garrafón como Bonafont, que cada semana acude a los hogares, les vende garrafones llenos y recoge los vacíos. Esta empresa también hace sus garrafones y cuando no se tienen, se deben de adquirir en un promedio de $55 pesos.

No sólo es un gran negocio extra, sino que eso está contribuyendo más y más al desperdicio plástico, como señalo antes, pues esos garrafones tienen una vida útil, luego de lo cual se comienzan, no a degradar, sino a desintegrarse, pues está muy mal entendido lo de los plásticos “biodegradables”, porque no se biodegradan, sino que comienzan a deshacerse, convirtiéndose en microplásticos, los que ya son un verdadero problema global y que ya se acumulan hasta en el cerebro de las personas, sin que al momento se conozcan los daños a la salud que ocasionarán (ver: https://www.theguardian.com/environment/article/2024/aug/21/microplastics-brain-pollution-health?utm_source=dlvr.it&utm_medium=twitter).

Pero, como siempre, las empresas no aceptan que tienen culpa de la escasez, “y que sólo usan 0.03 por ciento de los recursos subterráneos totales de España, de acuerdo con la Asociación Española de Agua Mineral, quien pidió un estudio al Instituto de Geología y Minería. En España se establece un flujo máximo, cuando se concede una licencia, lo que garantiza el nivel de agua de cada manantial y sus sustentabilidad”.

Pero, insisto, para que se granjeen con la sedienta población, deberían de regalarles agua en época de secas. No se quedarían pobres y hasta quedarían muy bien.

Sin embargo, pobladores como Carles Lumeras, citado por Livingstone, no están convencidos. Perteneciente al Grupo Coordinado de Protección de Montseny, se puso a contar desde las 6 hasta las 22 horas, cuantos camiones salían de cada empresa, cargados con paquetes de agua. Vigilaron a cuatro embotelladoras, incluyendo una de Nestlé y contaron 185 camiones que salían de las plantas cada día. Calcularon que esos camiones transportaban unos 5.6 millones de litros por día, equivalentes a 1,800 millones de litros al año”.

Eso serían 1,800,000 metros cúbicos, 1.8 kilómetros cúbicos de agua, tan sólo de cuatro plantas. Puede no parecer mucho, pero sí debe de afectar el nivel de los pozos en épocas de secas.

“Aunque son cifras no muy precisas, en todo el mundo es claro que fuertes volúmenes de agua son extraídos. En el 2023, 408,000 millones de agua embotellada fueron vendidos y esa cifra se espera que crezca a 425,000 millones para este 2024, de acuerdo con datos de la firma de análisis Euromonitor International. Y a pesar de las preocupaciones por el empleo de plástico, el volumen de agua embotellada ha subido en más de 50 por ciento en los últimos diez años. Y es un gran negocio: en el 2023, las ventas globales totalizaron $312,000 millones de dólares”, señala Livingstone.

¡Claro, lo importante son las jugosas ganancias que deja ese estupendo negocio, que explota la sed de la gente, cada vez más creciente a falta del vital líquido o de fuentes seguras!

Ni tampoco les importa seguir generando tanta basura plástica, la que sólo una poca es reciclada, menos del 7 por ciento.

Las cuatro empresas que casi controlan el comercio de agua embotellada son, en ese orden, Coca-Cola, Danone, Nestlé y PepsiCo “y han ido adquiriendo a empresas locales para monopolizar todo el negocio”.

La citada marca Bonafont, que controla mucho del mercado de agua embotellada, pertenece justamente al Grupo Danone, empresa francesa fundada en 1919, que comenzó haciendo yogurt, que distribuía en hospitales y ahora es un gigante global de alimentos, que tuvo en el 2023, ventas por $29,020 millones de dólares, poco menos de la mitad de las remesas que recibió México de nuestros paisanos en Estados Unidos en el 2023, que fueron de $63,622 millones de dólares. ¡Bastante dinero, como ven, de comerciar con la necesidad de alimentarse y de beber de la población mundial!

Rosa María Fernández, habitante de Dúrcal, también en Andalucía, ha iniciado una campaña contra una embotelladora que se construyó muy cerca de donde vive y contra dos más que se proyectan edificar en la región. “Perforaron un pozo de ¡250 metros! ¡Nos están dejando sin agua! Un manantial del que tomábamos agua, ya se secó. Y un pozo, disminuyó su nivel ocho metros”, dice la preocupada mujer, que ya se volvió activista y ha logrado unir a todo el pueblo en contra de que se edifiquen las otras dos embotelladoras que se tienen planeadas. Todos portan playeras con leyendas como “No a las embotelladoras, paren el saqueo” o “No somos la España vaciada, ni seremos la España vacilada”. Realmente, sólo la unión y la acción social, pueden contrarrestar el poder de esas corporaciones, pues su colusión con las mafias en el poder local y federal, las vuelve casi invulnerables.    

La embotelladora que le pusieron tan cerca, “perturbando la tranquilidad que antes teníamos”, es copropiedad del grupo español de alimentos Grupo Fuertes y la empresa francesa Alma “la que también tiene varios pozos en Inglaterra”. Dice Fernández que puede ver las luces de la planta desde su terraza toda la noche, pues “bombean las 24 horas del día”.

Aunque hay comunidades como Lanjarón, también andaluza, famosa por sus “aguas medicinales”, muy concurrida por locales y turistas que toman o se bañan en ellas (imagino que es como en Chinahuapan, Puebla, famoso por sus aguas termales y su laguna). La planta local embotelladora, que se estableció en los 1950’s, fue adquirida por Danone en 1992, “y como siempre ha dado empleos al sitio y se ha inmiscuido en muchos proyectos municipales, nadie ha protestado en su contra, justo porque todavía hay agua en abundancia”.

Sin embargo, hay habitantes como José Antonio Ramos, ex alcalde de Lanjarón, que aunque siempre ha apoyado fervientemente a Danone por los empleos que da, bien pagados, ahora que se pretende expandir, no está muy de acuerdo. “Sí, no caerían mal otros 3,000 empleos, pero no a costa de quitarnos el agua”, dice, consternado.

Menciona Livingstone todo los problemas en que se ha inmiscuido Danone con otras de sus plantas, que ha comprado a empresas locales, como lo sucedido en el 2023, en Montevideo, Uruguay, en donde manifestantes salieron a la calle golpeando botellas de agua vacías, en protesta por la falta de agua. Tres años de sequía habían casi acabado con las reservas de agua potable para surtir a la gente, así que las “autoridades comenzaron a mezclar la que había con agua de mar, lo que la convirtió en imbebible, por lo que la gente tuvo que comprar agua a Salus, una empresa que antes era uruguaya y que Danone adquirió en el 2000. Era lo que más airó a la gente, tener que comprar su necesaria agua de una empresa extranjera” (ver: https://www.theguardian.com/world/2023/jul/11/uruguay-drought-water-google-data-center).

También menciona la fuerte sequía que sufrió Monterrey en el 2022, que casi se quedó sin agua la ciudad y no había ni para tomar, “mientras que empresas como Coca-Cola estaban extrayendo agua subterránea para hacer sus bebidas, incluyendo su agua mineral Topo Chico” (ver: https://www.theguardian.com/global-development/2022/jul/28/water-is-the-real-thing-but-millions-of-mexicans-are-struggling-without-it).

Y en muchos sitios más debe de suceder lo mismo, que la gente no tiene agua ni para beber, pero que mezquinas empresas multinacionales (o globales, como quieren hacerse llamar, para decir que son mundiales, no de un solo país), obtienen jugosas ganancias comerciando con la sed.

El encargado de la ONU, sobre la situación del agua, Pedro Arrojo-Agudo, señala que “la comercialización del agua, convertirla en una commodity, es inmoral. Vender agua embotellada es privatizar una necesidad humana, todos la necesitamos para vivir. Es como si embotelláramos el aire que respiramos. Además, debemos ya de prohibir el empleo de botellas plásticas, las que están provocando un desastre ambiental. Debemos de ver como un derecho humano el derecho a agua de calidad. Los gobiernos deben de proveer de agua bebible a la población, sobre cualquier interés privado y planear con anticipación cuando se den sequías u otras emergencias”.

Sí, muy bien lo que dice. Por desgracia, no pasa de condenarlo y ya. Es como cuando la ONU ha condenado el genocidio en Gaza, no pasa de allí, y de declarar que es un delito de lesa humanidad.

En Valencia, señala Livingstone, sigue la emergencia sanitaria, tras las graves inundaciones y todo el lodo arrastrado provocados por la DANA. Y aunque se han reparado casi todas las tuberías de agua, “se recomienda que el agua se hierva o que se tome embotellada. Sin embargo, las embotelladoras tienen acceso a agua subterránea, cristalina, que está mejor protegida contra la contaminación que ríos y embalses”.

La mencionada Roser Albó Garriga, que ya se ha dado cuenta de todo lo que está provocando el cambio climático, como el cambio de los hábitats que antes les eran tan preciados, dice que “anteriormente, teníamos muchos manantiales, abundaban. Todo era muy bonito. Nunca pensé que tendría que comprar agua para beber. El año pasado (2023) hasta les pedimos a nuestros vecinos que viven más abajo, que nos regalaran cubetas de agua para lavarnos las manos. Así que ver a diario camiones que se van de aquí llenos de botellas de agua, la verdad ¡me rompe el corazón!”, dice, muy triste, los ojos conteniendo las lágrimas.

Pero a las embotelladoras, eso no les rompe el corazón.

Al contrario, les garantizará un creciente negocio mundial, a medida que la catástrofe ambiental incremente sequías y otros desastres ambientales.

Para ellas, por fortuna, aumentará la sed mundial y, en consecuencia, su lucrativo negocio de comerciar con ella.

 

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