martes, 29 de mayo de 2018

Conversando con una masajista de Chiapas


Conversando con una masajista de Chiapas
por Adán Salgado Andrade

A quien llamaré Estela, se encuentra en la ciudad de México porque está tomando un curso de terapia física. “Es para enderezar a la gente que se le enchueca la espalda o que se le zafan los huesos”, explica. Viene de Pichucalco, Chiapas. Ese poblado está a una hora de Villa Hermosa, Tabasco, ciudad que se movía gracias a la actividad petrolera. Sin embargo, debido a la privatización de Pemex, disfrazada de “reformas estructurales”, que la mafia priísta ha impuesto durante el peñato, la economía de todo Tabasco ha mermado brutalmente. Le comento que he leído que la reducción de operaciones de las instalaciones de Pemex ha afectado mucho a ese estado. “¡Sí, está muy dura la situación!”, enfatiza Estela, con el acento, un poco gutural, que entrecorta algunas consonantes, típico de los tabasqueños. “Antes, casi toda la gente se iba a trabajar a Vila Hermosa, pero ya no, hay mucho desempleo” (ver: http://www.excelsior.com.mx/nacional/2016/05/16/1092855).
Y por eso está tomando el curso, para tener más opciones ocupacionales remunerativas. Dice que ella se dedica a dar masajes. “¡Pero no tengo muchos clientes. Y les tengo que cobrar poco. Un masaje relajante de todo el cuerpo, se los cobro en doscientos pesos, porque más, no lo paga la gente, aunque tenga dinero!”, dice. Valga comentar que esos masajes en un spa de lujo, son cobrados en no menos de mil quinientos pesos. Sus clientes son ganaderos o comerciantes, la gente que no ha sido tan afectada por los recortes a la actividad petrolera. Pero los que si trabajaban para Pemex o empresas que le proporcionaban algún servicio, han sido quienes más se afectaron. Muchas de esas empresas quebraron. Y empleados, tanto de Pemex, o de las empresas que le trabajaban, han sido despedidos por miles. Uno de ellos fue el esposo de Estela. “Sí, él es ingeniero eléctrico, y trabajaba para una empresa de sistemas y telecomunicaciones, pero cuando comenzaron con los recortes, lo despidieron”, dice Estela, resignada. Ya abunda que él, cuando recién lo conoció, trabajaba en una plataforma petrolera. “Le iba bien, ganan muy bien los que trabajan en las plataformas. Se estaba catorce días y descansaba catorce días. Aunque a veces hacía doble turno, eran 28 días, pero se lo pagaban como extras y era más dinero”. Dice que lo malo era que casi no podían comunicarse. “Tenía una tarjeta y me hablaba de rapidito, en la noche, como a las once, ya que no tenía nada qué hacer. Me preguntaba cómo estaba, cómo estaba el niño – recién había nacido el único hijo que tienen, que actualmente tiene cinco años – y así, pero bien rápido”, dice Estela. Por eso dejó ese trabajo su esposo.
Luego, laboró para Telmex y, después, estuvo en CFE (Comisión Federal de Electricidad). Allí, le iba muy bien, pero cuando la empresa privada que le trabajaba a Pemex le ofreció un puesto de gerente, no lo pensó más, pues el dinero era muy bueno. “Le duró poco el gusto, porque como al año, lo corrieron”. Y, desde entonces, no ha vuelto a conseguir empleo. “Como sabe arreglar cosas, abrió un taller en la casa, pero no le cae mucho trabajo”. Dice Estela que, al estar tan difícil la situación, por medio de una empresa, se le ofrece a la gente trabajar en maquiladoras de Ciudad Juárez o de Matamoros. “Pagan muy poco, pero de todos modos se van, porque en el pueblo, no hay nada”.
Con todo lo que su esposo ganó en Pemex, se pudo hacer una casa en Comalcalco, también cerca de Villahermosa. Pero Estela no quiso vivir allí. “No me gusta esa casa, pero dice que es para nuestro hijo”. Viven en la casa que heredó Estela de sus papás. “El terreno es grande, tiene como veinte metros de frente, por treinta de fondo. Atrás, es puro patio y enfrente, hay espacio para meter dos carros. Tenemos mangos, aguacates, piñas… hasta nopales, pero son unos nopales que no dan espinas”. Sí, es la típica casa de provincia, de terrenos grandes, con árboles y muchas plantas, sobre todo allí, en donde la tierra es tan fértil.
La hermana de Estela le ha ayudado mucho a ella. “Me dijo que me ayudaba con este curso”. Eso, gracias a que su hermana tiene solvencia, pues trabaja como enfermera, además de que su esposo posee un hotel de mediano tamaño. “Es como de treinta y cinco habitaciones”. “Quizá puedas dar masajes y terapias allí, ¿no?”, pregunto. “Sí, puede ser”, dice Estela, pensativa. Supongo que todo lo que pueda contribuir a mejorar su situación económica y la de su familia, es bienvenido.
Por lo pronto, han buscado otras opciones. Una, es un amigo de la familia de ella, “anda en la política”, dice. “Es muy buen amigo, desde que era yo niña, lo conozco”. Ese amigo les ofreció a ella y a su esposo realizar actividades proselitistas. A su esposo, como sabe arreglar electrodomésticos, lo envía a gente que solicita reparación que de una lavadora, una plancha y así. A Estela, como es masajista, la envía con personas que requieren un masaje o un cuidado de salud sencillo. “Nos manda en una camioneta y nos paga trescientos cincuenta pesos por visita”. Eso es libre, dice. Es otra ayuda extra. “Tratamos de ahorrar, pero hay cosas que no puedes evitar, como el aire acondicionado en verano, que hacen cuarenta grados… es un horno la casa. Cuando se usa, pagamos ochocientos, mil pesos de luz”. ¿Qué hacen los que no tienen aire acondicionado?, le pregunto. “Pues se duermen en el patio, pero cuando hay moscos… ¡es horrible!”, exclama.
Dice que también Ciudad del Carmen está “muerta”. “Vas y todo mundo está buscando empleo, pero no hay nada. Como te digo, es que el petróleo era lo que movía todo. Ya nada más los que viven del turismo o los comerciantes son los que todavía tienen trabajo”, dice.
Le pregunto si Pichucalco se inunda. “Sí, como no, pero como nosotros estamos en alto, gracias a Dios, no nos ha tocado… hasta ahorita”. Dice que las inundaciones se han agravado porque una hidroeléctrica que queda cerca tiene años sin funcionar y en época de lluvias “como nada más la usan para almacenar agua, pues se colma por las lluvias y abren las válvulas para que se vacíe, y esa agua va a dar a Villahermosa y a otros lugares”. Claro, es la consecuencia de que, como la actual mafia en el poder ha privatizado más de la mitad de la producción eléctrica, las empresas privadas, sobre todo españolas, producen electricidad con caros sistemas termoeléctricos o con granjas eólicas, haciendo a un lado las hidroeléctricas. Ha sido una exigencia, con tal de que CFE les compre más cara la luz que producen. Pero he ahí los problemas que ocasionan, además de que CFE ya casi sea sólo una cobradora de electricidad cada vez más cara, que haya inundaciones por hidroeléctricas que no se usan más. A esos niveles de sacrificios y daños ambientales y urbanos ha cedido la mafia en el poder, con tal de que miles de empresas extranjeras hagan muy buenos negocios en muchos rubros.
Para venir al curso, que es los viernes, sale los miércoles en la noche. El autobús, que le cobra quinientos pesos, hace doce horas. Llega en la mañana del jueves a una terminal que está por la Lagunilla. Se está quedando con unos primos de su esposo, que viven en la colonia Santa Cruz Meyehualco. La recogen de la terminal, pero ella se va sola a Ixtapaluca, que es en donde está tomando las clases. “Mi esposo no quería que viniera, pero le dije que ¿qué quería, que me la pasara encerrada, nada más esperando a ver cuándo consigue trabajo?”. Le pregunto que quién cuida a su hijo. “Pues entre él y mi papá”, dice, sonriendo. Su padre tiene setenta y dos años y vive con ellos. “Pero ya tiene muchos achaques… le digo que es por la edad, como toda su vida se la pasó trabajando en el campo, por eso, digo yo”.
Estela quiere seguirse superando. Después del curso, desea aprender otras cosas, pues sólo así, piensa, tendrá más alternativas.
El caso de Estela, como el de cientos de miles de mexicanos, ejemplifica cómo han afectado tantas imposiciones hechas por la mafia en el poder, con tal de beneficiar sus mezquinos intereses y los de los gansteriles grupos “empresariales” que los apoyan, los que, como dijo López Obrador recientemente, sólo han estado robando al país.
Por fortuna, Estela y su esposo han hallado algunas alternativas para sobrevivir y sortear la actual crisis. Pero para cientos de miles, cada día y el futuro, se tornan cada vez más y más inciertos.