Cómo afectó
el insensible cierre de una tienda Walmart
a una
comunidad precaria de Estados Unidos
por Adán
Salgado Andrade
En un trabajo anterior,
me referí a la forma en que el emporio Walmart y su creciente monopolización de
las ventas al menudeo provoca negativos efectos tales como, entre otras cosas,
que se pierdan muchos empleos cada que se abre una tienda de esa cadena (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2013/01/los-negativos-efectos-del-emporio.html).
Un estudio realizado
recientemente por el ILSR (Institute for Local Self-Reliance) señala que se
pierden 150 empleos en el sector de ventas cuando se inaugura una tienda
Walmart, además de que 25% de los negocios cercanos, dentro de 6 kilómetros a
la redonda, cierran sus puertas. Por otro lado, sus prácticas monopólicas
influyen hasta en el tipo de hábitos alimenticios que los resignados clientes
deben de adquirir, pues fuera de una muy restringida oferta de productos
naturales, tales como vegetales, la mayoría de lo ofrecido es comida procesada
o, peor aún, comida chatarra, que ocasiona trastornos alimenticios. El citado
estudio señala que en Estados Unidos (EU), actualmente se queda con uno de cuatro
dólares que gastan los estadounidenses en alimentos y continúa creciendo, ya
que en 37 centros urbanos incluso se queda con el 50% de las ventas.
Por otro lado, esa
cadena ofrece condiciones laborales muy injustas, tanto así que en EU son
frecuentes los paros laborales exigiendo mejores salarios y menores cargas de
trabajo (ver: http://www.salon.com/2012/10/10/walmart_strikers_raise_the_stakes_with_black_friday_ultimatum/?utm_source=OccupyWallSt.org&utm_campaign=edb7a1e66d-Walmart_strikers11_14_2012&utm_medium=email).
Irónicamente, es la
cadena que más empleados tiene en ese país, alrededor de 1.4 millones, así que,
de alguna manera, debe creerse con el derecho de imponer sus propias
condiciones laborales, aunque sean lesivas para los trabajadores, como bajos
salarios. Eso sucede porque EU es un país que desde hace años se ha ido
desindustrializando. Los empleos en el sector industrial han ido decreciendo y
van incrementándose en los servicios, como las ventas, por ejemplo. Y en eso
también Walmart está contribuyendo, pues prefiere importar artículos de bajo
precio de China, que comprarlos en EU, con tal de ofrecerlos más baratos. Por
sí sola, esa cadena importa 20% del total de las compras de EU a China, con lo
que también contribuye a la citada desindustrialización. Así que ahora que el
racista Trump está amenazando con limitar las importaciones chinas, estaría
totalmente en contra de los lucrativos intereses de Walmart.
Y no le ha importado a
esa empresa el mantener a raya a las compañías que le fabrican las mercancías
que llevan su propia marca, como prendas de vestir, por ejemplo, y venderlas a
muy reducidos precios, busca fabricantes que se las hagan muy baratas, justo
como en China o Bangladesh, por mencionar algunos. Para que tales fabricantes
puedan cumplir con los bajos precios exigidos, someten a sus trabajadores a
condiciones extremas de explotación en tales maquiladoras (sweatshops), sin
seguridad, ni prestaciones algunas. De eso fue acusada la empresa, cuando un
incendio en una maquiladora de Tazreen, en Bangladesh, dejó más de cien trabajadores
muertos. Fue revelado que 5 de 14 líneas de producción trabajaban directamente
para la empresa. Aun así, en el 2011 Walmart se negó a implementar un programa
de seguridad contra incendios, el cual pudo evitar la tragedia. El nefasto
emporio alegó que los diez centavos de dólar de incremento en el precio de cada
prenda que costaría implementar el programa “no era financieramente factible”.
¡Miren nada más, no valían diez miserables centavos de dólar la vida de tantos
pobres, necesitados trabajadores! Fue tan evidente la responsabilidad de la
empresa en esa masacre, que muchas organizaciones de derechos humanos y
laborales, incluso estadounidenses, han emitido fuertes protestas (ver: http://usas.org/2012/12/07/stop-walmarts-sweatshop-deathtraps/).
Aquí en México es notorio
el daño que ha ocasionado la incursión de Walmart casi en todos los lugares,
dañando tanto al comercio local, desapareciendo empleos e influyendo en el
consumo local, pues al no haber otras opciones (o desaparecerlas, como señalé),
la gente compra lo que allí se ofrece. Es, pues, la ventaja del monopolio: el
destruir a la competencia y forzar a la adopción de muy convenientes patrones
de consumo, pues muchas veces no compramos lo que realmente requerimos, sino lo
que se nos induce a adquirir.
Además, está comprobado
que Walmart ha impuesto tiendas en donde ha querido, gracias al contubernio con
las mafias del poder local, que a cambio de suculentos “diezmos”, le han
permitido construir sus tiendas en lugares tan emblemáticos y protegidos como
Teotihuacan (ver: http://www.huffingtonpost.com/2012/12/19/wal-mart-mexico-bribe-investigation_n_2331290.html).
Pero así como Walmart
ocasiona negativos efectos que, con el tiempo, se van asimilando por el núcleo
social afectado, igualmente los ocasiona cuando, una vez alterado todo a su
favor, de pronto, la empresa decide, por “cuestiones de la salud de los
negocios de la compañía y permitir que siga creciendo en el futuro”, cerrar un
espacio, como veremos.
Recientemente, el
prestigioso diario inglés The Guardian,
publicó una investigación realizada por el reportero Ed Pilkington, en el que
muestra justo los efectos del cierre de un “súper centro” Walmart en un condado
estadounidense porque ya no resultaba “costeable” (ver: https://www.theguardian.com/us-news/2017/jul/09/what-happened-when-walmart-left?utm_source=esp&utm_medium=Email&utm_campaign=GU+Today+main+NEW+H+categories&utm_term=234322&subid=21873428&CMP=EMCNEWEML6619I2).
Además de mostrarnos la
forma en que Walmart perjudicó con el cierre de su tienda al condado de
McDowell, en el estado de Virginia Occidental, también vemos cómo el supuesto
país más rico del mundo, sufre un cada vez más acelerado deterioro de su
economía, lo que lleva a un igualmente acelerado empobrecimiento de su
población, la que comparte problemas como los que tendrían los habitantes de
país pobre, como México, justamente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2015/11/pobreza-en-estados-unidos-centro-del.html).
Ya hay muchas
estadísticas que muestran lo mal que está EU en tantos rubros, para empezar,
que un 18% de sus habitantes son pobres, o sea, unos 57 millones, mal sistema
de salud (que ahora empeorará si desaparece Trump el llamado Obamacare),
inseguridad, violencia y tantos males, tan típicos del mundo subdesarrollado
(ver: http://www.zmescience.com/other/feature-post/charts-us/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+zmescience+%28ZME+Science%29&utm_content=Yahoo%21+Mail).
McDowell es un condado
rural que sustentó varios años su economía en la producción de carbón, llegando
a su pico en los 1950’s. Cuando los negocios marchaban bien, llegó a tener
100,000 habitantes, muchos de ellos atraídos por el boom del carbón. Sin embargo, cuando el carbón fue gradualmente
sustituido por otros energéticos menos contaminantes, como el petróleo, su
expansión terminó y la población fue disminuyendo gradualmente. Aun así,
Walmart, sin mediar un estudio concienzudo del lugar, decidió establecer un
“súper centro”, no una pequeña tienda, como quizá, habría sido lo más
conveniente. Así, en octubre del 2005, fue inaugurada la tienda, para delicia
de los lugareños, quienes habían estado acostumbrados solamente a pequeños
negocios.
Por supuesto que tal
inauguración acarreó los señalados problemas que el monopolio Walmart provoca
en todos lados. Ente ellos, la desaparición de muchos de los pequeños negocios,
los cuales, aunque no creaban suficientes puestos de trabajo, tampoco
desequilibraban la frágil economía del condado. Esa fragilidad económica la
comenzó a resentir Walmart con los años, pues la disminución en la demanda del
carbón, fue provocando la reducción poblacional y, con ello, la clientela.
Probablemente si sólo hubiera establecido una pequeña tienda, se habría
mantenido (es como aquí, que existen las llamadas Bodegas Aurrera, que son,
digamos, una opción en sitios en donde no habrá una gran demanda, pero que son
operables financieramente para la empresa).
Pero Walmart apostó a
lo grande. Y abrió esa súper tienda, que en su mayor actividad empleó a 300
personas, las que fueron disminuyendo, hasta que, al final, sólo trabajaban ya
140.
Como señalé, no contaba
la compañía con que la declinación del condado se agudizaría en años recientes,
lo que se expresó en su población, la cual, en el 2016, era de sólo 18 mil
personas, o sea, más de cuatro quintos, emigraron a otros sitios, en busca de
empleos o de mejores oportunidades.
Y finalmente, cuando ya
no fue “financieramente saludable para la empresa”, como expresó una vocera de
Walmart al preguntársele el por qué del cierre, a lo que se habían acostumbrado
los habitantes de McDowell, de repente, fue brutalmente finiquitado. Un letrero
que indicaba “La tienda se cerró el jueves 28 de enero del 2016”, fue la nada
sutil partida de Walmart.
Por ejemplo, muchos de
los empleos que había creado la empresa, en compensación con los que había
destruido, se perdieron. Un directivo afirma que se les dieron a algunos
posibilidades de relocalizarlos en otras tiendas. Muchos, resignadamente,
aceptaron, dado que si se quedaban allí, ningún futuro les esperaba. En varios
casos, tuvieron que mudarse de residencia, pues los enviaron a lugares tan
lejanos como Carolina del Sur, distante 600 kilómetros de McDowell. Y los que
no pudieron o no aceptaron su cambio, fueron “liquidados conforme a la ley”.
Pero la pérdida de
empleos, no fue la única afectación, como señala una de las entrevistadas por
Pilkington. Nicole Banks, una chica afroestadounidense de 25 años, trabaja como
oficial correccional en una prisión cercana, ganando solamente 1200 dólares
mensuales, ya sin impuestos (este salario está apenas por arriba del
considerado en el nivel de pobreza, que es de 1085 dólares mensuales). La mitad
se los gasta en pagar su auto y el seguro, en tanto que la otra mitad es para
que ella y su madre coman y paguen los otros gastos que deben de hacer.
Henrietta, su madre, padece una enfermedad congénita del corazón, por lo que
frecuentemente se encuentra hospitalizada. Además, tiene problemas de obesidad,
que se corregirían si tuviera una dieta saludable. “Mucha gente se está
enfermando porque no tienen una dieta saludable, como mi madre. Y ya que la
comida mala es la única barata, pues no tienen alternativa”.
Nicole es la única de
su familia que pudo estudiar una carrera, Pilkington le dice que, como ella es
socióloga, sintetice el problema que ha dejado el cierre de Walmart. “Es
ridículo, la gente en este pobre lugar, no tiene derecho a la salud, no pueden
conseguir empleos y también la buena comida se ha ido. Ni siquiera podemos
satisfacer nuestras necesidades básicas. La gente está muriendo joven”, es su
duro análisis. Lo de la comida lo dice Nicole porque Walmart, con sus agresivas
prácticas podía ofrecer algo de comida natural más barata o la comida que
procesa, también. Pero si la clientela iba disminuyendo, aunque ofrecer comida
barata era como una especie de función social, esa empresa no iba a actuar
samaritanamente. O hay ganancias, o el negocio se cierra, es su filosofía.
Y lo que dice Nicole de
que la gente está muriendo joven, es un hecho, pues de los 3142 condados que
hay en EU, justamente McDowell está en el último lugar, en cuanto a expectativa
de vida, pues para los hombres es de 64 años, que, como señaló el ex candidato
presidencial Bernie Sanders, es la misma de un país africano como Namibia. Vaya
punto muy malo para la “reputación” de EU.
Agrega la chica que “La
familia Walton (los dueños de Walmart) son billonarios. Desarrollaron un
sistema que nos ha empeorado y, encima, nos quitan esas migajas”. Sí, pues son
migajas las que les dieron al condado durante diez años, pero la gente las
aceptó de buena gana. Y, en efecto, al fortuna combinada de los Walton es de
$150 mil millones de dólares, siguiendo la tendencia del capitalismo salvaje de
cada vez más concentrar enormes fortunas en unos cuantos individuos a nivel
mundial.
Mucha gente que
trabaja, justo como Nicole, no puede llegar al final del mes con sus magros
salarios, por lo que piden prestado, emplean los vales de comida del welfare o acuden a un depósito de
alimentos llamado Five Loaves and Two
Fishes (Cinco hogazas y dos pescados), administrado por Linda McKinney y su
hijo Joel. Cada tercer sábado del mes, ellos dan gratuitamente comida enlatada
y otros diarios satisfactores, tales como papel de baño a unas 150 personas, que hasta duermen en sus
autos aparcados en el estacionamiento del sitio, con tal de alcanzar esa muy
necesaria ayuda. No cabe duda que los estadounidenses han caído a niveles nunca
antes vistos de pobreza. El fin del llamado sueño
americano llegó a su fina hace décadas.
Linda McKinney afirma
que la ayuda que Walmart les daba cada mes, la llamada “merma”, como pan, leche
y carne, eran de gran ayuda, pero ahora ya ni eso tienen.
Muchos pobladores también
han recurrido a sembrar hortalizas en sus casas, para sacar un ingreso extra o
hacerse de los alimentos que sus magros salarios no les permiten adquirir. Ya
que es una zona boscosa, con buena tierra, se dan algunos vegetales, como
coliflores, zarzamoras, cerezas, jitomates, zanahorias y fresas. Muchos tienen
gallinas, de las que venden sus huevos. Y no está mal, tener ese tipo de iniciativas,
que pudieran generar un ingreso extra (es algo que siempre he pensado que en
México nos falta desarrollar, que la gente cultivara alimentos, pues de esa
forma se cubrirían aquellos gastos que el precario sueldo que se tiene no
permite sustentar).
También, la salida de
Walmart, afectó la recaudación de impuestos que hacía el pueblo de Kimball,
perteneciente al condado de McDowell, justo el sitio en donde estaba la tienda,
el que recibía $145 mil dólares anuales. Al terminar esa percepción, Kimball tuvo
que recortar a sus empleados y al resto, ponerlos a trabajar con menos sueldo y
sólo cuatro días a la semana.
El gobierno del condado
recibía $68 mil dólares anuales, los que se ocupaban para costear escuelas.
Pero al cerrar la tienda, ese financiamiento se acabó, además de que a sus
empleados les recortó 10% en sus salarios. “Todo lo que le importaba a Walmart
era ver cuántos millones ganaba, nunca se interesaron en ayudar a la
comunidad”, declara el comisionado del condado, Gordon Lambert. “Cuando no obtuvieron
la ganancia que esperaban, se fueron”.
Y así fue. No le
importó a Walmart, que, además de los productos que ofrecía, los “saludables”,
entre ellos, la gente, como comentan a Pilkington, lo viera como un lugar de
encuentros sociales, en donde muchos acudían para platicar con los empleados,
varios, amigos de ellos, sobre cualquier cosa, con tal de sentirse acompañados.
Incluso, se había desarrollado entre los empleados una gran camaradería. Varias
de las empleadas lloraron cuando la tienda cerró, pues, decían, sentían que se
les iba la familia que habían hecho allí, conviviendo con los otros empleados.
En fin, nada de eso
importó a los Walton, los dueños del emporio Walmart, con ventas anuales de
$485900 millones de dólares, equivalente a un 46.45% del PIB mexicano del 2016,
que ascendió a $1.046 billones de dólares. Es decir, esa empresa, por sí sola,
tiene un poder económico equivalente a casi la mitad de la economía mexicana. O
sea, un monstruo.
Aun así, en el 2016,
debido a la crisis mundial, que aún no concluye y tiende a profundizarse,
Walmart cerró 269 tiendas en varios países, de las cuales 154 estaban en EU, o
sea, 57%, lo que muestra lo duro que dicha crisis ha pegado incluso a ese país,
el tambaleante centro del capitalismo salvaje mundial. ¿Cuántos dramas,
similares al descrito, habrán provocado tantos cierres y despidos masivos?
En el caso de su acción
en McDowell, de haber mantenido la tienda abierta, le hubiera beneficiado que,
por primera vez, la gente tuviera una opinión positiva de su influencia, no
sólo por sus monopólicas ventas, sino como impulsor del ánimo social de ese
condado, a pesar de las migajas, que señala Nicole, sólo les dio en diez años.
No, simplemente, si
algo no funciona, aunque sea en beneficio de la sociedad, hay que finiquitarlo.
Ese es el mezquino
razonamiento del capitalismo salvaje.
Contacto: studillac@hotmail.com