Conversaciones
casuales sobre dispendio, negligencia
médica, fraudes electorales y narcopolicías
por Adán
Salgado Andrade
En ocasiones, basta
escuchar casuales conversaciones, para darnos cuenta de la brutal realidad que
vive este depredado, saqueado país, para darnos cuenta de todos los diarios
oprobios a los que la mafia en el poder, junto con los gansteriles poderes
fácticos, nos someten, con tal de seguir conservando sus mezquinos,
materialistas intereses.
Voy a referir cuatro pláticas
que dan mucho en qué pensar, sobre los grados de descomposición social,
corrupción y falta de valores a los que hemos llegado, agravados aun más por la
nefasta influencia del capitalismo salvaje.
A quien llamaré Pedro,
platicando sobre lo que hace, me cuenta que es “cuarta generación” de
proveedores de carpas y equipo para espectáculos y eventos sociales. “Sí, mi
tío es ya tercera generación. Te puedo decir que casi no tiene competencia,
sólo otros dos, Vergara y… no recuerdo qué otra empresa, pero él le surte al
gobierno todo lo que se necesita cuando se organizan ferias o presentaciones,
todo lo de las carpas, las sillas, las mesas… y lo que se necesite”, dice. Su
sueldo, como es “familia”, es de dos mil pesos por evento. “Ahorita, por
ejemplo, estamos llevando todos los tablones y sillas que se van a necesitar
para las casillas de las elecciones locales (se refiere al pasado referendo del
4 de septiembre, hecho en esta ciudad para seguir simulando que existe
“democracia”). Es un chingo de trabajo, porque, imagínate, son cientos de
casillas, y en unas, nos piden dos tablones y más sillas, así que hay que estar
repartiendo por toda la ciudad. Mi tío tiene varios camiones, pero no se da
abasto, en serio, pero así gana. Fíjate, se acaba de comprar un Audi, así, que
lo compras por internet, y que tú le pones lo que quieras, que asientos de
cubo, que tablero de tal color… ¡lo personalizas, como quien dice!”, exclama
Pedro, ufano. Sí, pues alguien que tenga la exclusividad, o casi la única, de
surtir ese tipo de infraestructura, debe de percibir muy buenos ingresos, así,
como para comprar autos personalizados en línea. Los tablones los alquilan en
cien pesos, y las sillas, en veinte pesos, así que imaginemos que sean unos
tres mil tablones y diez mil sillas. Se van a pagar medio millón de pesos por
ese inútil “ejercicio democrático”.
Y es que abundan los
dispendiosos eventos organizados por la mafia en el poder, con tal de simular
“apertura democrática” – en el caso de las elecciones – o su interés por la
“cultura” – como las ferias o las caras presentaciones de cantantes o bandas
norteñas –, que requieren cuestiones como carpas, mesas, sillas, equipos de
sonido, tarimas… y más innecesarias cosas que se pagan con nuestros impuestos.
Le pregunto sobre las
carpas. “Ah, fíjate, ahorita que está la feria de las culturas (indígenas) en
el Zócalo, todas esas carpas, las surte mi tío. Son las más caras, porque son
de aluminio, además de que se deben de colocar sobre una lona, para que no
queden en el suelo, que es importada de Alemania… sí, ésas se cobran a…
trescientos pesos el metro cuadrado y son… déjame ver… son como veinte por
treinta… seiscientos metros cuadrados por carpa, así que se pagan más o menos
ciento ochenta mil pesos por cada una”, declara, así, con una expresión de
“¿¡pero qué se le va a hacer, no!?”. Vaya si resulta costosa cada una de esas
carpas. Considerando además que son varias, quizá unas veinte, la mafia
mancerista local debe de erogar algo así como tres millones, seiscientos mil
pesos, tan sólo por ese evento “cultural” (absurdo, pues supuestamente son para
promover los valores, artesanías y manifestaciones culturares de los pueblos
indígenas, pero expulsaron a todos los danzantes mexicas del lugar, estúpida
contradicción). Si ese es el costo promedio, imaginemos cuánto se gasta en
todos los espectáculos que se organizan semanalmente en varias partes de la
ciudad. Y muy seguramente para que al tío de Pedro le den exclusividad, debe de
aportar el obligado diezmo, o sea, el
diez por ciento del costo del contrato, con tal de acceder a tan lucrativo
negocio. Ese “pago” es la obligada retribución que los mafiosos en el poder
cobran para conceder tan dispendiosos contratos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/11/de-corrupcion-y-diezmos.html).
“Sí, y ya, como mi tío
le sabe al negocio, también fabrica aquí las carpas, para que le salga más
barato y no las tenga que importar”, abunda Pedro. Pues siendo el tío tercera
generación en ese ramo, sería muy raro que no hubiera buscado la forma de
ahorrar costos y aumentar sus ganancias.
Le pregunto que en
dónde vive su tío, y me dice que en ciudad Netzahualcóyotl. “¿No le han metido
sustos los mafiosos de por allí?”, le pregunto. “¡Sí, de hecho, anda con
escolta, una avanzada y otra, atrás, sí, porque ya lo han querido secuestrar!”,
afirma Pedro. Claro, si maneja tan millonarios contratos, se entiende que pague
por seguridad, como hace mucha gente ya en esta ciudad, que, incluso, adquiere
costosos vehículos blindados, para protegerse de los que ansían apoderarse de
sus vastas fortunas (ver: http://www.forodeseguridad.com/artic/discipl/4179.htm)
“Pero aunque su casa es
muy grande, no tiene nada, más que sillas”, agrega. Pues qué penoso que una
existencia dedicada enteramente a acumular riqueza, tenga sus costo, el que deba
viajar escoltado o que viva en una casa sin muebles. Es cuando uno se pregunta
si ¿vale la pena vivir para enriquecerse? No lo creo, pero como es una
exigencia del capitalismo salvaje, muchos lo ven como el leit motif de sus vidas. Absurdo.
Continuando con la
conversación, me dice Pedro que otro tío se dedica al giro de la comida. “Sí,
también, aunque tienen mucha competencia, en eso, sí, pero como dan los mejores
precios, pues casi siempre ganan los contratos. Lo más que hemos hecho con él,
han sido ¡cincuenta mil tamales!”, exclama Pedro. “¿A cómo sale cada tamal?”,
le pregunto. “A ocho noventa”, me responde. Me extraña eso y le digo “¿por qué,
no, a nueve pesos?. “A, es que, como te digo, le dan la chamba al mejor precio,
y si otro los da a nueve pesos, pues tú los ofreces diez centavos menos, pero,
aun así, se le saca bastante a la comida”, afirma, categórico. Cincuenta mil
tamales, a ocho pesos, con noventa centavos, serían $445 mil pesos. Bastante
dinero para una tamaliza. Pero así de
dispendiosa es la mafia en el poder, con tal de simular preocupación social.
Le deseo a Pedro el
mejor de los éxitos, que el negocio siga beneficiando a varias generaciones más
de su familia, que seguramente, con el derroche de recursos que hacen los
delincuentes que tenemos en el poder, a pesar de las recurrentes crisis
económicas, seguirá prosperando.
La segunda conversación
la sostengo con un vendedor de recaudo, a quien he ido conociendo a lo largo de
los años (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2016/06/conversando-con-un-vendedor-de-recaudo.html).
Roberto, así lo llamo,,
me platica algo muy triste, que da cuenta de la carencia de valores y de ética
profesional que personas como “doctores” tienen. Refiere que en julio asistió a
unos quince años de una sobrina nieta, hija de una hija de un hermano de él,
allá, en su pueblo natal, en Puebla. “Fíjese que ella hasta me sacó a bailar el
vals, sí, la fiesta estuvo muy bonita, bailó con sus chambelanes y todo. Yo fui
el padrino de bebida y, ya sabe, compramos como treinta cartones de cerveza y
una caja de tequila y así, para que no faltara nada, ¿no?”, dice Roberto. Y fue
que habló a los tres días de la fiesta, para avisarle a su hermano que había
que entregar los cartones de cerveza, que éste le dijo que debía de ir al
pueblo porque su sobrina estaba muy grave. “Me dice que Karla, mi sobrina, estaba
muy grave, porque, fíjese que como estuvo lloviendo el día de la fiesta, pues
ella se puso mala de la tos por la humedad, es muy delicada. Ya iba a salir de
la secundaria, nada más le faltaba un examen, pero iba muy bien, era bien
aplicada mi sobrina. Entonces, pues que la llevan con el doctor, un particular,
y que, así, sin preguntar nada, le inyectan antibióticos, y mi sobrina era
alérgica, y pues que le provocan una reacción muy fuerte, sí, se puso bien
grave, su carita se le hinchó refeo y se le puso toda negra, pobrecita”, dice,
triste. Cualquier médico, por muy incompetente que sea, pregunta, a la hora de
recetar algo, en particular, antibióticos, si el paciente es alérgico, es su obligación hacerlo. En este caso, el
no haber preguntado si Karla era alérgica, no me parece que haya sido por una
falla en el protocolo, sino, muy probablemente, para cobrar un extra por la
administración de medicamentos, surtidos por él mismo, además de la consulta.
Eso puede comprobarse por la parte que sigue del desafortunado relato.
“Entonces, ese pinche
médico, que la interna, porque tiene un hospital el cabrón, y ya la tuvo allí,
que dándole medicinas, poniéndole suero y así, ¿no? Pero como seguía muy mala,
pues ya mejor decidimos llevarla a Puebla, para que la atendieran bien, y que
ese cabrón dice que no podíamos sacarla hasta que no pagáramos ¡doce mil pesos
por los tres días que la habían tenido hospitalizada! Y, mire, como yo sabía
que iba a haber gastos, pues iba preparado, me llevé cincuenta mil pesos en
efectivo, por lo que se necesitara. Entonces, que le digo al cabrón médico que,
nada más porque no quería hacer un escándalo y romperle su madre, le pagaba,
pero que eso era tener muy poca madre”.
Sí, una grave falta de valores y de ética, que concluyó una semana después de
la fiesta de los felices quince años de Karla, con su muerte, debida a una
mortal reacción alérgica a antibióticos administrados por un inescrupuloso negociante,
no médico, que, además de la fatalidad que ocasionó, encima les cobró
“hospitalización” por lo que su falta de moral ocasionó. Crueles ironías de la
vida.
Consternados como
estaban por tan absurda muerte, nada hicieron sus abuelos y familiares. Incluso,
el ofrecimiento de agentes judiciales de que investigarían, pero que se le
debía de practicar una autopsia a la fallecida chica, fue rechazada. “Mi
hermano y mi cuñada dijeron que no, que para qué, que ese pinche doctor iba a
pagar algún día”, agrega Roberto, compungido. “Pero, fíjese que el abuelo de la
niña, el papá de su mamá, me dijo ‘Yo, nada más me voy a esperar unos tres
meses, cuatro, al fin que ya sé el movimiento de su pinche hospital. En la
entrada, está una recepcionista y arriba, está ese cabrón… sí, me lo voy a
chingar, pero si hay otra persona antes, ni modo, me los chingaré a los dos’,
eso me dijo, sí, y se lo creo, porque allá son bien cabrones, tienen armas, y
el que la hace, la paga”, sentencia Roberto. Pues no sería la forma más
adecuada de actuar, pienso, pero es entendible, porque si no hay “justicia”
legal, entonces, la gente la toma por su propia mano. A falta de escrúpulos
médicos, falta de escrúpulos sociales. La ley de talión, pues. A eso nos lleva
tanta falta extrema de valores.
La siguiente
conversación la sostengo con quien llamaré don Mario, habitante del municipio
de Huichapan, Hidalgo, que me platica de lo fraudulentas que fueron las
recientes “elecciones”, en las cuales volvió a ganar la mafia priísta, con su
corrupto candidato Humberto Lugo, de la gansteril dinastía de los Lugo de dicho
estado, quien sustituyó a la mafia en funciones, que no es otra que la
bautizada como PVEM, palera de aquélla, así que todo queda “en familia”. “Mire,
la gente, con perdón de usted, es bien pendeja, se la marean, y muchos, sobre
todo las personas mayores, votaron por el PRI nada más porque, dicen, sus
padres y sus abuelos, votaron por ese partido… o sea, que es como una pinche
tradición…¿no? Lo peor es que lo que no saben es que ese tal Lugo, nada más va
a estar unos meses, porque luego se lo va a jalar el gobernador (Omar Fayad, otro
tipo igualmente mafioso, del que ya me he referido en un artículo anterior) y
lo va a poner como secretario y, entonces, va a cobrar doble, lo de presidente
municipal y lo de secretario, nada más para que vea cómo son de corruptos…¡pero
la gente, no entiende, y sigue votando por ese pinche partido!”, exclama
molesto don Mario, con justificada razón. “Aquí, hubo un candidato
independiente que, a mi modo de ver, era honesto con lo que decía, muy joven, y
le echaba ganas, pero, no, no quieren el cambio, tienen miedo, ¿cómo ve?”. Por
desgracia, no es sólo la apatía, la que ha imposibilitado un real cambio en
este saqueado país, sino, también, el miedo al cambio, no salir de la zona de
confort, satisfacerse con las migajas, si las hay, que da la mafia en el poder,
aunque sólo se sobreviva un día más. Así que miedo y apatía son perfecta
combinación para que aquella mafia, se siga reproduciendo, a pesar de tanta
violencia, severa crisis económica, desaparecidos, miles de asesinados,
altísima corrupción y muchos otros males que tienen a este país en el
lamentable estado en que se halla.
Por desgracia, lo que
sucedió en Huichapan, se podría generalizar a todo el estado de Hidalgo – y a
todo el país –, en donde coerción y cooptación dieron nuevamente el gane a la
mafia priísta, en medio de crecientes corrupción, violencia, marginación y
pobreza (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2016/07/de-visita-y-conversando-en-la-huasteca.html).
La ultima conversación
que referiré, surge cuando platico con quien llamaré Luis, sobre la matanza que
la mafia en el poder, a través de sus esbirros de la Policía Federal, provocó
en Nochixtlan, Oaxaca, cuando un grupo de maestros opuestos a la imposición mal
llamada “refirma educativa”, realizó varios bloqueos en ese municipio oaxaqueño
(ver: http://www.jornada.unam.mx/2016/08/31/politica/005n1pol).
La cruda narración de los hechos, hecha
por varios testigos, de cómo esos brutos mataron a gente inocente, intentaron
entrar a patadas al hospital a donde llevaron a los heridos, y arrojaron bombas
lacrimógenas, pareciera que sucedió en Afganistán o Irak, pero, no, sucedió en este país secuestrado por
narcopolíticos.
“Pues eso no es de sorprender”, dice
Luis, quien refiere que, como su familia es de Sinaloa, le han platicado de
varias cosas que, aunque ya son sabidas, no dejan de azorarnos al escucharlas.
“Mi primo vive allá, y pues se dedica a la mala vida. Un día fue a la
universidad a vender marihuana y que lo agarran los policías. Y que le dicen
‘Mira, nada más porque te agarramos en un lugar público, no te llevamos con el
jefe’, y que le enseñan una foto de un celular en donde estaba uno de los jefes
del cártel del golfo, que ése le dijeron que era, ‘pero si te volvemos a
agarrar vendiendo en donde no debes, te llevamos con él para que te mate y te
haga cachitos, ¿entendiste?’. Entonces, fíjate, que los mismos policías, que
dizque están para cuidarte, trabajen para los narcos, pues está grueso, ¿no?”,
refiere Luis, entre risueño e irónico.
Sí, no es de sorprender lo que acaba de
platicar Luis, pero sí da una idea de los niveles de ingobernabilidad a los que
hemos llegado en este país, en donde la mafia en el poder sólo se preocupa por subastar lo que nos
queda de recursos naturales, de que las maquiladoras exploten a sufridos
obreros y obreras mexicanas que trabajan en esos sitios por pura necesidad y
que deje operar a sus anchas a sus cómplices, los narcotraficantes y
delincuentes que no están en los puestos políticos, sino que actúan en las
calles, en perjuicio de toda la sociedad trabajadora, como todos nosotros, que estamos siempre en riesgo de
ser asaltados o, peor aun, asesinados por criminales, tanto con uniforme, como
sin él. Si, es la ley de la selva la que impera en México.
Y se agrava la diaria violencia, la
impunidad, el terrorismo ejercido por la mafia en el poder, la crisis económica
debida a sus erradas políticas “económicas”.
Así que, seguramente, irán en aumento
pláticas como las referidas, que hablen sobre el cotidiano caos en que se ha
convertido este violento, pobre país.
Contacto: studillac@hotmail.com