martes, 6 de septiembre de 2016

Conversaciones casuales sobre dispendio, negligencia médica, fraudes electorales y narcopolicías



Conversaciones casuales sobre dispendio, negligencia
 médica, fraudes electorales y narcopolicías
por Adán Salgado Andrade

En ocasiones, basta escuchar casuales conversaciones, para darnos cuenta de la brutal realidad que vive este depredado, saqueado país, para darnos cuenta de todos los diarios oprobios a los que la mafia en el poder, junto con los gansteriles poderes fácticos, nos someten, con tal de seguir conservando sus mezquinos, materialistas intereses.
Voy a referir cuatro pláticas que dan mucho en qué pensar, sobre los grados de descomposición social, corrupción y falta de valores a los que hemos llegado, agravados aun más por la nefasta influencia del capitalismo salvaje.
A quien llamaré Pedro, platicando sobre lo que hace, me cuenta que es “cuarta generación” de proveedores de carpas y equipo para espectáculos y eventos sociales. “Sí, mi tío es ya tercera generación. Te puedo decir que casi no tiene competencia, sólo otros dos, Vergara y… no recuerdo qué otra empresa, pero él le surte al gobierno todo lo que se necesita cuando se organizan ferias o presentaciones, todo lo de las carpas, las sillas, las mesas… y lo que se necesite”, dice. Su sueldo, como es “familia”, es de dos mil pesos por evento. “Ahorita, por ejemplo, estamos llevando todos los tablones y sillas que se van a necesitar para las casillas de las elecciones locales (se refiere al pasado referendo del 4 de septiembre, hecho en esta ciudad para seguir simulando que existe “democracia”). Es un chingo de trabajo, porque, imagínate, son cientos de casillas, y en unas, nos piden dos tablones y más sillas, así que hay que estar repartiendo por toda la ciudad. Mi tío tiene varios camiones, pero no se da abasto, en serio, pero así gana. Fíjate, se acaba de comprar un Audi, así, que lo compras por internet, y que tú le pones lo que quieras, que asientos de cubo, que tablero de tal color… ¡lo personalizas, como quien dice!”, exclama Pedro, ufano. Sí, pues alguien que tenga la exclusividad, o casi la única, de surtir ese tipo de infraestructura, debe de percibir muy buenos ingresos, así, como para comprar autos personalizados en línea. Los tablones los alquilan en cien pesos, y las sillas, en veinte pesos, así que imaginemos que sean unos tres mil tablones y diez mil sillas. Se van a pagar medio millón de pesos por ese inútil “ejercicio democrático”.
Y es que abundan los dispendiosos eventos organizados por la mafia en el poder, con tal de simular “apertura democrática” – en el caso de las elecciones – o su interés por la “cultura” – como las ferias o las caras presentaciones de cantantes o bandas norteñas –, que requieren cuestiones como carpas, mesas, sillas, equipos de sonido, tarimas… y más innecesarias cosas que se pagan con nuestros impuestos.
Le pregunto sobre las carpas. “Ah, fíjate, ahorita que está la feria de las culturas (indígenas) en el Zócalo, todas esas carpas, las surte mi tío. Son las más caras, porque son de aluminio, además de que se deben de colocar sobre una lona, para que no queden en el suelo, que es importada de Alemania… sí, ésas se cobran a… trescientos pesos el metro cuadrado y son… déjame ver… son como veinte por treinta… seiscientos metros cuadrados por carpa, así que se pagan más o menos ciento ochenta mil pesos por cada una”, declara, así, con una expresión de “¿¡pero qué se le va a hacer, no!?”. Vaya si resulta costosa cada una de esas carpas. Considerando además que son varias, quizá unas veinte, la mafia mancerista local debe de erogar algo así como tres millones, seiscientos mil pesos, tan sólo por ese evento “cultural” (absurdo, pues supuestamente son para promover los valores, artesanías y manifestaciones culturares de los pueblos indígenas, pero expulsaron a todos los danzantes mexicas del lugar, estúpida contradicción). Si ese es el costo promedio, imaginemos cuánto se gasta en todos los espectáculos que se organizan semanalmente en varias partes de la ciudad. Y muy seguramente para que al tío de Pedro le den exclusividad, debe de aportar el obligado diezmo, o sea, el diez por ciento del costo del contrato, con tal de acceder a tan lucrativo negocio. Ese “pago” es la obligada retribución que los mafiosos en el poder cobran para conceder tan dispendiosos contratos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/11/de-corrupcion-y-diezmos.html).
“Sí, y ya, como mi tío le sabe al negocio, también fabrica aquí las carpas, para que le salga más barato y no las tenga que importar”, abunda Pedro. Pues siendo el tío tercera generación en ese ramo, sería muy raro que no hubiera buscado la forma de ahorrar costos y aumentar sus ganancias.
Le pregunto que en dónde vive su tío, y me dice que en ciudad Netzahualcóyotl. “¿No le han metido sustos los mafiosos de por allí?”, le pregunto. “¡Sí, de hecho, anda con escolta, una avanzada y otra, atrás, sí, porque ya lo han querido secuestrar!”, afirma Pedro. Claro, si maneja tan millonarios contratos, se entiende que pague por seguridad, como hace mucha gente ya en esta ciudad, que, incluso, adquiere costosos vehículos blindados, para protegerse de los que ansían apoderarse de sus vastas fortunas (ver: http://www.forodeseguridad.com/artic/discipl/4179.htm)
“Pero aunque su casa es muy grande, no tiene nada, más que sillas”, agrega. Pues qué penoso que una existencia dedicada enteramente a acumular riqueza, tenga sus costo, el que deba viajar escoltado o que viva en una casa sin muebles. Es cuando uno se pregunta si ¿vale la pena vivir para enriquecerse? No lo creo, pero como es una exigencia del capitalismo salvaje, muchos lo ven como el leit motif de sus vidas. Absurdo.
Continuando con la conversación, me dice Pedro que otro tío se dedica al giro de la comida. “Sí, también, aunque tienen mucha competencia, en eso, sí, pero como dan los mejores precios, pues casi siempre ganan los contratos. Lo más que hemos hecho con él, han sido ¡cincuenta mil tamales!”, exclama Pedro. “¿A cómo sale cada tamal?”, le pregunto. “A ocho noventa”, me responde. Me extraña eso y le digo “¿por qué, no, a nueve pesos?. “A, es que, como te digo, le dan la chamba al mejor precio, y si otro los da a nueve pesos, pues tú los ofreces diez centavos menos, pero, aun así, se le saca bastante a la comida”, afirma, categórico. Cincuenta mil tamales, a ocho pesos, con noventa centavos, serían $445 mil pesos. Bastante dinero para una tamaliza. Pero así de dispendiosa es la mafia en el poder, con tal de simular preocupación social.
Le deseo a Pedro el mejor de los éxitos, que el negocio siga beneficiando a varias generaciones más de su familia, que seguramente, con el derroche de recursos que hacen los delincuentes que tenemos en el poder, a pesar de las recurrentes crisis económicas, seguirá prosperando.
La segunda conversación la sostengo con un vendedor de recaudo, a quien he ido conociendo a lo largo de los años (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2016/06/conversando-con-un-vendedor-de-recaudo.html).
Roberto, así lo llamo,, me platica algo muy triste, que da cuenta de la carencia de valores y de ética profesional que personas como “doctores” tienen. Refiere que en julio asistió a unos quince años de una sobrina nieta, hija de una hija de un hermano de él, allá, en su pueblo natal, en Puebla. “Fíjese que ella hasta me sacó a bailar el vals, sí, la fiesta estuvo muy bonita, bailó con sus chambelanes y todo. Yo fui el padrino de bebida y, ya sabe, compramos como treinta cartones de cerveza y una caja de tequila y así, para que no faltara nada, ¿no?”, dice Roberto. Y fue que habló a los tres días de la fiesta, para avisarle a su hermano que había que entregar los cartones de cerveza, que éste le dijo que debía de ir al pueblo porque su sobrina estaba muy grave. “Me dice que Karla, mi sobrina, estaba muy grave, porque, fíjese que como estuvo lloviendo el día de la fiesta, pues ella se puso mala de la tos por la humedad, es muy delicada. Ya iba a salir de la secundaria, nada más le faltaba un examen, pero iba muy bien, era bien aplicada mi sobrina. Entonces, pues que la llevan con el doctor, un particular, y que, así, sin preguntar nada, le inyectan antibióticos, y mi sobrina era alérgica, y pues que le provocan una reacción muy fuerte, sí, se puso bien grave, su carita se le hinchó refeo y se le puso toda negra, pobrecita”, dice, triste. Cualquier médico, por muy incompetente que sea, pregunta, a la hora de recetar algo, en particular, antibióticos, si el paciente es alérgico, es su obligación hacerlo. En este caso, el no haber preguntado si Karla era alérgica, no me parece que haya sido por una falla en el protocolo, sino, muy probablemente, para cobrar un extra por la administración de medicamentos, surtidos por él mismo, además de la consulta. Eso puede comprobarse por la parte que sigue del desafortunado relato.
“Entonces, ese pinche médico, que la interna, porque tiene un hospital el cabrón, y ya la tuvo allí, que dándole medicinas, poniéndole suero y así, ¿no? Pero como seguía muy mala, pues ya mejor decidimos llevarla a Puebla, para que la atendieran bien, y que ese cabrón dice que no podíamos sacarla hasta que no pagáramos ¡doce mil pesos por los tres días que la habían tenido hospitalizada! Y, mire, como yo sabía que iba a haber gastos, pues iba preparado, me llevé cincuenta mil pesos en efectivo, por lo que se necesitara. Entonces, que le digo al cabrón médico que, nada más porque no quería hacer un escándalo y romperle su madre, le pagaba, pero que eso era tener muy poca madre”. Sí, una grave falta de valores y de ética, que concluyó una semana después de la fiesta de los felices quince años de Karla, con su muerte, debida a una mortal reacción alérgica a antibióticos administrados por un inescrupuloso negociante, no médico, que, además de la fatalidad que ocasionó, encima les cobró “hospitalización” por lo que su falta de moral ocasionó. Crueles ironías de la vida.
Consternados como estaban por tan absurda muerte, nada hicieron sus abuelos y familiares. Incluso, el ofrecimiento de agentes judiciales de que investigarían, pero que se le debía de practicar una autopsia a la fallecida chica, fue rechazada. “Mi hermano y mi cuñada dijeron que no, que para qué, que ese pinche doctor iba a pagar algún día”, agrega Roberto, compungido. “Pero, fíjese que el abuelo de la niña, el papá de su mamá, me dijo ‘Yo, nada más me voy a esperar unos tres meses, cuatro, al fin que ya sé el movimiento de su pinche hospital. En la entrada, está una recepcionista y arriba, está ese cabrón… sí, me lo voy a chingar, pero si hay otra persona antes, ni modo, me los chingaré a los dos’, eso me dijo, sí, y se lo creo, porque allá son bien cabrones, tienen armas, y el que la hace, la paga”, sentencia Roberto. Pues no sería la forma más adecuada de actuar, pienso, pero es entendible, porque si no hay “justicia” legal, entonces, la gente la toma por su propia mano. A falta de escrúpulos médicos, falta de escrúpulos sociales. La ley de talión, pues. A eso nos lleva tanta falta extrema de valores.
La siguiente conversación la sostengo con quien llamaré don Mario, habitante del municipio de Huichapan, Hidalgo, que me platica de lo fraudulentas que fueron las recientes “elecciones”, en las cuales volvió a ganar la mafia priísta, con su corrupto candidato Humberto Lugo, de la gansteril dinastía de los Lugo de dicho estado, quien sustituyó a la mafia en funciones, que no es otra que la bautizada como PVEM, palera de aquélla, así que todo queda “en familia”. “Mire, la gente, con perdón de usted, es bien pendeja, se la marean, y muchos, sobre todo las personas mayores, votaron por el PRI nada más porque, dicen, sus padres y sus abuelos, votaron por ese partido… o sea, que es como una pinche tradición…¿no? Lo peor es que lo que no saben es que ese tal Lugo, nada más va a estar unos meses, porque luego se lo va a jalar el gobernador (Omar Fayad, otro tipo igualmente mafioso, del que ya me he referido en un artículo anterior) y lo va a poner como secretario y, entonces, va a cobrar doble, lo de presidente municipal y lo de secretario, nada más para que vea cómo son de corruptos…¡pero la gente, no entiende, y sigue votando por ese pinche partido!”, exclama molesto don Mario, con justificada razón. “Aquí, hubo un candidato independiente que, a mi modo de ver, era honesto con lo que decía, muy joven, y le echaba ganas, pero, no, no quieren el cambio, tienen miedo, ¿cómo ve?”. Por desgracia, no es sólo la apatía, la que ha imposibilitado un real cambio en este saqueado país, sino, también, el miedo al cambio, no salir de la zona de confort, satisfacerse con las migajas, si las hay, que da la mafia en el poder, aunque sólo se sobreviva un día más. Así que miedo y apatía son perfecta combinación para que aquella mafia, se siga reproduciendo, a pesar de tanta violencia, severa crisis económica, desaparecidos, miles de asesinados, altísima corrupción y muchos otros males que tienen a este país en el lamentable estado en que se halla.
Por desgracia, lo que sucedió en Huichapan, se podría generalizar a todo el estado de Hidalgo – y a todo el país –, en donde coerción y cooptación dieron nuevamente el gane a la mafia priísta, en medio de crecientes corrupción, violencia, marginación y pobreza (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2016/07/de-visita-y-conversando-en-la-huasteca.html).
La ultima conversación que referiré, surge cuando platico con quien llamaré Luis, sobre la matanza que la mafia en el poder, a través de sus esbirros de la Policía Federal, provocó en Nochixtlan, Oaxaca, cuando un grupo de maestros opuestos a la imposición mal llamada “refirma educativa”, realizó varios bloqueos en ese municipio oaxaqueño (ver: http://www.jornada.unam.mx/2016/08/31/politica/005n1pol).
La cruda narración de los hechos, hecha por varios testigos, de cómo esos brutos mataron a gente inocente, intentaron entrar a patadas al hospital a donde llevaron a los heridos, y arrojaron bombas lacrimógenas, pareciera que sucedió en Afganistán o Irak, pero, no, sucedió en este país secuestrado por narcopolíticos.
“Pues eso no es de sorprender”, dice Luis, quien refiere que, como su familia es de Sinaloa, le han platicado de varias cosas que, aunque ya son sabidas, no dejan de azorarnos al escucharlas. “Mi primo vive allá, y pues se dedica a la mala vida. Un día fue a la universidad a vender marihuana y que lo agarran los policías. Y que le dicen ‘Mira, nada más porque te agarramos en un lugar público, no te llevamos con el jefe’, y que le enseñan una foto de un celular en donde estaba uno de los jefes del cártel del golfo, que ése le dijeron que era, ‘pero si te volvemos a agarrar vendiendo en donde no debes, te llevamos con él para que te mate y te haga cachitos, ¿entendiste?’. Entonces, fíjate, que los mismos policías, que dizque están para cuidarte, trabajen para los narcos, pues está grueso, ¿no?”, refiere Luis, entre risueño e irónico.
Sí, no es de sorprender lo que acaba de platicar Luis, pero sí da una idea de los niveles de ingobernabilidad a los que hemos llegado en este país, en donde la mafia en el poder sólo se preocupa por subastar lo que nos queda de recursos naturales, de que las maquiladoras exploten a sufridos obreros y obreras mexicanas que trabajan en esos sitios por pura necesidad y que deje operar a sus anchas a sus cómplices, los narcotraficantes y delincuentes que no están en los puestos políticos, sino que actúan en las calles, en perjuicio de toda la sociedad trabajadora, como todos  nosotros, que estamos siempre en riesgo de ser asaltados o, peor aun, asesinados por criminales, tanto con uniforme, como sin él. Si, es la ley de la selva la que impera en México.
Y se agrava la diaria violencia, la impunidad, el terrorismo ejercido por la mafia en el poder, la crisis económica debida a sus erradas políticas “económicas”.
Así que, seguramente, irán en aumento pláticas como las referidas, que hablen sobre el cotidiano caos en que se ha convertido este violento, pobre país.


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