Sociedad y depredación ambiental
por Adán Salgado Andrade
Maney, municipio de Huichapan,
Hidalgo. Una nueva bandera de lucha en muchos países es la ambiental, aquélla
que se enfrenta a las mafias empresariales y políticas, las que en ceñido
contubernio, actúan para que el capitalismo salvaje se siga proveyendo de
materias primas para sus desperdiciadores, contaminantes y depredadores
mecanismos de decadente preservación.
Me encuentro en este empobrecido
municipio hidalguense, que además de la evidente precariedad en la que viven la
mayoría de sus habitantes, desde 1986 debe, igualmente, soportar los daños
ambientales y a la salud que ha ocasionado la operación de la planta cementera
perteneciente a CEMEX.
De por sí, la producción del
cemento en condiciones “normales” es lesiva al ambiente, tanto por los humos
que producen los hornos, que deben de fundir a 1450 grados centígrados la
piedra caliza y la lutita requeridas, de lo que resulta el clinker, así como por los finos polvos que dejan las diferentes
etapas de trituración y molido de tales materiales y del cemento mismo, una vez
que sale muy caliente de tales hornos. Se estima que la fabricación de cemento
es responsable del 5% de las emisiones globales de bióxido de carbono (ver: http://www.moleconomics.org/files/sustainability%20documents/EmissionReductionofGreenhouseGasesfromtheCementIndustry.pdf).
CEMEX ha sido demandada en países
como Estados Unidos o Inglaterra, precisamente por la contaminación que produce
la fabricación de cemento y por negarse a instalar equipo especial que ayude a
disminuir dicha contaminación (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Cemex).
Pero la mencionada cementera, no
conforme con eso, ahora quema basura, tanto porque es más barato, en lugar de
emplear combustóleo o gas, como porque es también un muy buen negocio, como más
adelante veremos. Es un problema que ya se ha denunciado varias veces, pero
persiste (ver: http://www.jornada.unam.mx/2013/05/14/estados/032n1est).
No muy lejos del lugar en donde
me encuentro, se levanta la blancuzca estructura de la planta, de tanto polvo
acumulado por tantos años de operar casi continuamente. Se le ve amenazante,
desafiante ante cualquier acción que pudieran tomar los habitantes en su
contra, ya fuera para obligar a sus dueños a no seguir con la quema de basura
o, en el mejor de los casos, a cerrarla definitivamente.
Este día se ha convocado a una
junta informativa a los habitantes de Maney, en donde expertos y activistas
sociales exponen experiencias y testimonios que denuncian los graves problemas
ambientales que tanta tolerada depredación ha provocado en este neocolonizado
país.
El sitio es un “salón escolar”,
iluminado magramente por dos amarillentos focos. El pobre mobiliario consta de
desvencijadas, disparejas bancas, que se nota que en años nunca han sido
reparadas, ni siquiera con una mano de pintura. Al frente, luce un pequeño
pizarrón, en cuya reducida superficie no parece haber mucho espacio para una
clase formal, a menos que se esté borrando constantemente. Es un sitio
deprimente. No se quiso prestar el “auditorio” para la reunión, pues está,
dicen los munícipes, “adornado” para la fiesta de fin de cursos.
De todos modos, mujeres y hombres
de todas las edades se congregan, con tal de atender con gran interés las
distintas intervenciones que tienen lugar, enterándose a lo largo de la reunión
que el problema que padecen en Maney no es único, sino que se suma a la serie
de infamias que la entreguista mafia en el poder ha consentido desde hace
lustros y que, incluso, ha modificado a su antojo las, de por sí, laxas
“leyes”, con tal de permitir a gansteriles empresas de todo tipo y
nacionalidad, que sigan con sus contaminantes, depredadoras acciones para
hacerse de los recursos naturales que aún nos quedan, destruyendo a su paso
otros, mucho más valiosos aun, tales como los bosques, las selvas, los ríos,
los litorales, los suelos… sin los cuales, una vida digna para los habitantes
de este país, y del mundo entero, no es posible.
Por desgracia es una tendencia
que no sólo sucede aquí, sino que ya es la regla impuesta por el capitalismo
salvaje en todo el planeta, al que sólo le interesa seguir obteniendo una
ganancia, por magra que ésta pueda ser, con tal de continuar reproduciendo su
decadente existir. Ya hasta el calentamiento global, una de tantas
consecuencias de la bárbara depredación ambiental, es muy buen negocio para
muchas inescrupulosas corporaciones (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2014/03/el-muy-lucrativo-calentamiento-global.html).
Inicia la intervención una
académica de la Universidad Autónoma del Estado de México, la que expone el
problema concreto que han ocasionado las cementeras que operan en el país, 35,
para ser exactos. Todas esas empresas han ocasionado daños ambientales en los
lugares en que operan, pero sólo en cinco de los sitios en donde están
establecidas, se han iniciado acciones sociales en contra de ellas.
Eso sucede, por ejemplo, con la perteneciente
a la compañía Apaxco, la que opera en el Estado de México, cuyos humos y polvos
invaden todo alrededor de donde se localiza, contra la que ha habido denuncias
y acciones legales desde el 2010, cuando se funda el grupo Pro-Salud (ver: http://archivo.eluniversal.com.mx/nacion/175434.html).
Luego, se refiere concretamente
al caso de Maney, donde ya también se han iniciado acciones contra la cementera
perteneciente a CEMEX, pues la contaminación ocasionada por ésta, ha dejado
inútiles completamente las tierras aledañas, y ya no es posible producir
cultivo alguno, lo que también ha incidido en incrementar la pobreza de los
lugareños, quienes han debido dedicarse a otra cosa o, incluso, a trabajar,
algunos, en la cementera, con tal de procurarse un magro sustento. Plantas y
animales, además de la gente, claro, también han sido afectados, así como el
río que pasa por el lugar, irreversiblemente contaminado con tanto desecho
proveniente de la planta.
Pero la académica enfatiza que,
como menciono arriba, el problema ya es más grave desde que CEMEX comenzó a
incinerar basura en sus hornos. Otro expositor, el biólogo Jorge Tadeo Vargas
Juvera, señala que además de ahorrarse mucho en combustóleo o gas, que es lo
que debería de emplear la planta para alimentar los hornos, es un muy buen
negocio, pues la basura que quema, una buena parte proviene del Distrito
Federal, la capital del país, en donde tanto desecho producido ya no tiene en
donde almacenarse. “¡Fíjense, la cementera le está cobrando al DF un millón de
dólares mensuales por la quema de tanta basura!”, declara aquél, y que toda esa
basura, incluida la del municipio de Huichapan – en donde se ha prohibido
terminantemente a los trabajadores de limpieza seleccionar los desperdicios,
excepto las latas y objetos metálicos –, se va almacenando en un sitio, con los
problemas adicionales que aglomerar tanto desperdicio ocasiona, que ya una vez,
incluso, se incendió y no pudo controlarse por varios días (ver: https://www.youtube.com/watch?v=6-NTHoktZBA).
Así que resulta difícil pensar
que la cementera, en un acto de probada ética, renuncie al buen negocio de la
quema de basura, a pesar de todos los daños a la salud y al medio ambiente que
esté ocasionando con su ilegal, inmoral acción, obviamente tolerada y
auspiciada por la mafia local, el esbirro priísta que agrega a su absurda
nomenclatura la de “verde ecologista” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2015/04/corrupcion-y-contaminacion-industrial.html).
La incineración de PET y otros desperdicios
plásticos produce gases muy tóxicos, los cuales, entre otras cosas, elevan los
índices de cáncer pulmonar, asma, bronquitis, entre otros males, además de que
los humos, una vez que se van aglutinando y se depositan en el suelo, lo
contaminan también, envenenándolo irreversiblemente, y nada puede sembrarse
allí (ver: http://www.saskwastereduction.ca/assets/upload/pdf/plastics-pdf/effects-of-buring-plastics.pdf).
Por cierto, que se menciona en la reunión
que la lucha contra la cementera la inició un sacerdote, quien no tardó en ser
removido por la curia local debido a su activismo. Véase cómo, hasta la
manipuladora iglesia, igualmente gansteril, es compinche de las mafias locales.
Interviene luego una activista proveniente
de la comunidad de Atitalaquia, cercana a Tula. Esta comunidad, igualmente
hidalguense, también es presa de negligencia, corrupción, daños ambientales y a
la salud de sus habitantes, tanto de la mafia municipal, así como federal.
Refiere que el 7 de abril del 2013, estalló la planta agroquímica ATC (ver: http://www.jornada.unam.mx/2013/04/08/estados/031n2est).
La explosión ocasionó que miles de
kilogramos de sustancias sumamente tóxicas se desperdigaran por los municipios
cercanos, pero fue en Atitalaquia, en donde se localiza el parque industrial en
el que, aseguró la activista, sigue operando la planta, pero con otro nombre, a
pesar del desastroso accidente, en donde los efectos al ambiente y a la salud
de los pobladores han sido mayúsculos. La activista refiere, en angustioso
tono, las graves enfermedades que se han manifestado desde la explosión, que no
existían antes de ésta, tales como cáncer de muchos tipos, graves males
respiratorios, enfermedades de piel, leucemia y otras. Pero a pesar de las
evidencias de que son debidas al esparcimiento de los tóxicos químicos, debidos
al estallido de la planta, ni empresa, ni las mafiosas “autoridades” atienden
sus llamados a que sea revisado su caso y que se tomen las medidas médicas,
ambientales y compensatorias que los daños ocasionados requieren. Tuvieron que
formar un frente para exigir solución (ver: https://es-la.facebook.com/pages/Asociaci%C3%B3n-de-Afectados-por-Agroqu%C3%ADmicos-ATC-Atitalaquia/119915341539750).
Explica que su caso ha sido turnado incluso
a un activista social, el sacerdote Raúl Vera, con tal de que se les haga caso,
pero negligencia y silencio imperan. Y asegura que expertos han indicado que
Atitalaquia actualmente está ya entre los lugares más contaminados del planeta,
pues es considerado el desastre allí como el tercer peor que han tenido lugar
mundialmente, comparable incluso al de Bhopal, en India, cuando en 1984, una
fuga de una planta de pesticidas de la empresa estadounidense Union Carbide,
dejó más de quince mil muertos y cientos de miles de discapacitados
permanentemente. Hasta la fecha, persisten sus letales efectos (ver: http://www.redicecreations.com/article.php?id=13417).
“Sólo nos queda seguir luchando y
organizándonos ante tanta injusticia”, sentencia la activista finalmente.
En efecto, si la lucha por sus
reivindicaciones no es hecha por la propia gente, no sólo por los afectados,
sino por todos nosotros, los ciudadanos de este depredado país, nadie más la
hará, muchos menos los corruptos, mafiosos “políticos”, quienes sólo recurren a
la gente en tiempos electorales, con tal de ser elegidos y continuar con la
entrega del país al capitalismo salvaje.
También se exhibe en la reunión un emotivo
documental sobre la lucha que han emprendido pobladores de la región de la
sierra norte de Puebla, los que por varios años han tratado de proteger sus
recursos naturales de la depredación capitalista. Este trabajo cinematográfico
independiente retoma varios testimonios de hombres y mujeres de distintas
comunidades de esa zona serrana, quienes declaran que, por ningún motivo,
aceptarán que empresa alguna trate de imponer allí una megamina o extracción de
gas natural, mediante fracking.
La megaminería, que ya ocupa una tercera
parte del país, destruye irremediablemente el ambiente en donde opera, pues
además de ser irracionalmente ineficiente – se requiere una tonelada de
material pétreo, por ejemplo, para obtener una onza, 32 gramos, de oro cuando
mucho –, emplea millones de litros de cianuro y otros tóxicos para la obtención
del metal y millones de litros de agua, la que es contaminada
irreversiblemente. Por ello, los recientes intentos de la mafia en el poder
para igualmente privatizar el agua y hacerla casi de uso exclusivo de las
mafiosas corporaciones extractivas. También las tierras aledañas y acuíferos
cercanos a una megamina quedan contaminados permanentemente. Dichas tierras
quedan infértiles y los acuíferos, envenenados, no aptos para el consumo humano,
sin mencionar que los enormes cráteres que ocasiona la remoción de millones de
toneladas de material rocoso, que son visibles desde el espacio, provocarán
daños aún no determinados (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2013/05/los-destructivos-irreversibles-efectos.html).
Igualmente, el fracking, como se le llama al
contaminante método para extraer gas de esquisto, es una muy contaminante y
depredadora técnica que emplea millones de litros de agua por cada pozo que se
opere, la que también es contaminada permanentemente por todos los tóxicos,
peligrosos químicos que se le agregan en el proceso. Como no se puede
reutilizar esa agua, se inyecta de nuevo al subsuelo, por lo que se contamina
tanto a éste, así como a los acuíferos que se encuentren allí, además de que se
provocan temblores. Por lo que además de emplear millones de litros de agua, la
contamina permanentemente, así como a otras fuentes de agua dulce (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/05/el-gas-natural-de-esquisto-el-regreso.html).
Ese par de depredadoras, destructivas
actividades son las que pretenden imponerse en la zona de la sierra norte
poblana, y es por ello que los pobladores se han unido para conformar un frente
y oponerse a cualquier intento de depredación de sus tierras y recursos
acuíferos. Su lucha ha logrado trascender y la han llevado a otros lugares del
país (ver: http://www.jornada.unam.mx/2014/06/21/cam-sierra.html).
Termina le reunión.
Quizá todo lo que se ha dicho reavive entre
los asistentes la esperanza de que la lucha local contra la cementera triunfe
algún día.
O que, al menos, se percaten de que su
problema no es único y es parte de una serie de arbitrariedades e injusticias
que se cometen cotidianamente en muchas partes del país – y del mundo, claro –
y que, eventualmente, debe de construirse un frente nacional, y hasta mundial,
que combata tanta infamia, tanta corrupción y mafiosas asociaciones entre
depredadoras empresas y los gansteriles, así llamados, “políticos”, cuyo único
objetivo es el irracional enriquecimiento, ser parte del uno por ciento que
controla a sus anchas a este destruido planeta, en donde, por las impuestas
condiciones del capitalismo salvaje, de absurda sobreproducción, consumimos en nueve
meses lo que le lleva al planeta año y medio en crear, ocasionando esa
destructiva tendencia un déficit ambiental que nos conduce cada vez más
rápidamente a nuestro aniquilamiento masivo.
Sí, quizá con esa convicción, todos salimos
del sitio, reflexivos.
Volteo hacia la iluminada cementera, la que
nunca para. Sus luces, visibles incluso a la distancia, invaden todas las
noches a Maney.
No, imposible pararla, ni siquiera por un día.
Eso significa dejar de ganar buen dinero para sus dueños y accionistas. No, a
seguir quemando basura y haciendo cemento, que para eso se construyó.
Y al diablo con el daño ambiental y la salud
de la gente.