Cero tolerancia o de
represivas leyes para violarse
por Adán Salgado
Andrade
La muy procapitalista escritora Ayn
Rand, mentora del sector más conservador y reaccionario de Estados Unidos (EU),
señalaba dos cuestiones que incomodan bastante a sus seguidores. Una de ellas
es que, de acuerdo con su “objetivismo”, creer en Dios es absurdo, algo que,
definitivamente, para los muy religiosos republicanos es inaceptable, pues si
algo los distingue es su “profundo” amor por la religión, sobre todo porque
ésta es una muy lucrativa ocupación.
Un conservador cálculo indica que tan sólo en ese país la iglesia católica, a
pesar de los escándalos de pederastia en que se ha estado involucrando
recientemente, de sus ingresos, gasta alrededor de 170 mil millones de dólares
anuales (ver: http://www.slate.com/articles/business/moneybox/2013/03/catholic_church_and_pope_francis_religious_institutions_are_exempted_from.html).
Si eso es lo que gasta tan sólo la
iglesia católica, imaginemos los miles de millones que en conjunto los cultos
en EU deben generar. Así que más que profesar una fe, parecieran las religiones
ser muy buenos negocios.
El otro incómodo señalamiento de Rand
hacia los “gobernantes” (los que yo prefiero llamar mafiosos en el poder, pues
eso son), es que, desde su coto de control, ejercen poderes fácticos que
parecieran responder más a un cártel gansteril, que a un así llamado
“gobierno”. Una de sus obras en las que más critica a la llamada “regulación
gubernamental”, es la novela “Atlas Shrugged” (Atlas Subyugado), larguísimo
escrito (1084 páginas de menuda letra en su edición original de 1957, publicado
por Signet Books) en el que, comparando tal regulación con lo que sucedía en
esos años en la URSS, hace una velada crítica al “socialismo” (esto porque
Rand, nacida en la Rusia zarista, tuvo que enfrentar con sumo dolor, el que su
acaudalada familia lo perdiera todo a causa de la revolución bolchevique.
Emigraron a EU, deslumbrándose ella al ver por primera vez Nueva York, desde el
barco en que llegaba. Desde entonces, decidió defender a ultranza al
capitalismo).
Sin embargo, era también una crítica a
las políticas keynesianas que aplicaban los gobiernos de aquellos años, no
tanto por convertir al capitalismo en un sistema “más justo”, sino porque, tras
las constantes, características crisis en las que cae tal sistema, se pensó,
con algo de razón, que “regulando” la economía mediante intervención estatal
(con empresas estatales o paraestatales), se podrían acabar o mitigar tales
crisis (lo que sí, es que, si no se acabaron, en efecto, se mitigaron, pues no
eran tan graves como las que actualmente vivimos. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2008/11/el-convenenciero-capitalismo-salvaje.html).
En un párrafo de la mencionada novela,
Rand escribe, en la boca de un personaje, Dr. Ferris, un emisario
gubernamental, que trataba de que un acaudalado industrial de la metalurgia,
Hank Rearden, inventor de un súper acero, quien actuaba sólo “en su propio
beneficio y no en el de la sociedad”, entendiera por qué el “gobierno” estaba
imponiendo tantísimas restricciones: “¿Pensó usted que realmente queremos que
esas leyes sean respetadas? La verdad es que más deseamos que se violen. Es mejor que usted entienda que no está
tratando con un montón de principiantes, pues así comprenderá que esta no es
una época para que nos andemos con sutilezas. Vamos tras el poder y realmente
lo vamos a lograr. Ustedes sólo son apostadores sin importancia, pero nosotros
sabemos cuál es el verdadero truco y es mejor que usted esté al tanto. No hay
modo de controlar a hombres inocentes, no. El único poder que cualquier
gobierno tiene es el de acabar con los criminales. Así que si no hay
suficientes criminales, uno los hace.
Uno impone tantas cosas que serán un crimen, que es imposible para los hombres
vivir sin violar las leyes. ¿A ver, quién quiere una nación de ciudadanos
respetables de la ley? ¿Qué se ganaría con eso? Pero sólo apruebe la clase de
leyes que ni pueden ser observadas, ni ejercidas, ni objetivamente interpretadas
y usted crea una nación de violadores de la ley y entonces usted se hace rico con las sanciones. Así que ese es el sistema,
señor Rearden, ese es el juego y una
vez que usted lo entienda, será más fácil para nosotros tratar con usted” (p. 411,
subrayado mío).
Quizá sea esta cita una de las más
ejemplares de la panfletaria novela, sobre todo por su agudeza en cuanto a
sentenciar que, en efecto, las “leyes” se hacen cada vez más complicadas y
represivas, que es más fácil “romperlas” o “medio cumplirlas”, en el mejor de
los casos.
Más adelante, otro personaje, un
obscuro individuo deseoso de hacerse de una gubernatura, muy molesto porque en
el tren donde viaja, la máquina descarriló, por falta de mantenimiento a las
vías férreas, reflexiona que “el hombre
no vive y no necesita vivir mediante la razón”.
En efecto, a pesar de que somos
supuestos seres racionales, en estos
decadentes, represivos tiempos, no parece que apelar a la razón sea, en efecto,
el conductor de nuestra existencia. Los poderes fácticos son quien menos la
emplean, los que controlan al planeta mediante gansteriles imposiciones que
nada tienen que ver, en efecto, con la razón, pero sí con sus mezquinos
intereses, sobre todo económicos, guiados por el decadente capitalismo salvaje
(ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2014/08/la-estructura-mafiosa-de-los-poderes.html).
Es, en efecto, con la “aprobación” de
absurdas y, más bien, represivas leyes, que al ciudadano común, como apunta
Rand, se le hace más y más propenso a violarlas. Y no sólo eso, sino que, como
bien señala el párrafo referido, las mafias en el poder se benefician con las
penas pecuniarias (monetarias) que imponen. Multas, fianzas, impuestos… y más
penalizaciones, “legales” o no, son mucho muy lucrativas. Por ello es que, en
el caso de la “aplicación de justicia”, son los pobres, incapaces de pagar
extorsiones o fianzas, los que mayoritariamente terminan en la cárcel, muchos
de ellos acusados falsamente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/07/otros-presuntos-culpables.html).
Miles más son acusados por delitos
menores, como robos simples a súper
mercados, por ejemplo, lo cual hacen por extrema necesidad (ver: http://www.redpolitica.mx/metropoli/por-robo-simple-28-mil-personas-estan-presas-en-df).
En todo lo dicho, algo que se aplica
muy convenientemente es el concepto llamado “cero tolerancia”. Dicho concepto,
conocido en el idioma inglés como Broken
Windows Theory (teoría de las ventanas rotas), fue desarrollado en 1982 por
el sociólogo James Q. Wilson y el criminólogo George L. Kelling y su principal
argumento es que al vigilar y monitorear áreas urbanas para prevenir (y
castigar) “pequeños crímenes”, tales como vandalismo, beber en la vía pública o
evadir casetas de cobro (en Nueva York, por ejemplo), se ayuda a crear una
“atmósfera de orden y respeto a la legalidad, que puede llevar a la prevención
de crímenes más serios” (ver: http://en.wikipedia.org/wiki/Broken_windows_theory).
Esa muy cuestionable “teoría
anti-crimen” fue aplicada totalmente por Rudolph Giuliani en Nueva York, quien
fuera alcalde de dicha ciudad de 1994 al 2001. Como resultado, tanto la
intolerancia, así como brutalidad policiacas fueron en aumento, hasta llegar a
los niveles actuales, en donde los “más sospechosos” son generalmente personas
de raza no blanca, tales como latinos o afroestadounidenses. Fueron muy famosos
casos como el de Abner Louima, inmigrante haitiano, quien por un altercado
menor, frente a un centro nocturno, fue brutalmente golpeado, torturado y
sodomizado por “policías” neoyorquinos. Otro caso fue el de Patrick Dorismond, también
afroestadounidense, quien trabajaba como guardia de seguridad. Fue asesinado
por un “policía” que se hizo pasar como un comprador de marihuana. Como
Dorismond le reclamara que él no era traficante de drogas y comenzara a
forcejear con aquél, dicho “policía” le disparó a quemarropa en el pecho.
Sin embargo, el más sonado caso fue el
del joven Amadou Diallo, asesinado el 4 de febrero de 1999. El inmigrante
guineano de 23 años fue balaceado frente
a su domicilio por cuatro “policías” vestidos de civil, quienes formaban la
ya desaparecida Unidad Contra Crímenes Callejeros. Ésta unidad “policiaca”,
fundada en 1971, actuaba en clara violación a las libertades y derechos
humanos, pues sus miembros operaban vestidos de civil, haciéndose pasar por
traficantes de drogas o proxenetas, con tal de, según ellos, “descubrir” a los
culpables de felonías. Con Giuliani, esa unidad se reforzó aun más. Sin
embargo, tras asesinar a mansalva a Diallo, a quien dispararon 41 tiros, 19 de
los cuales penetraron su cuerpo, esa banda de brutales “agentes” se disolvió.
El único “delito”, si así puede llamarse a lo que cometió Diallo, fue llegar
muy tarde a su casa y tratar de sacar su identificación cuando los “policías”,
desde su auto, se la pidieron. Como la credencial del muchacho estaba dentro de
un porta-credenciales metálico, aquéllos supusieron que se trataría de un arma
y, miedosa y cobardemente, vaciaron sus armas. A pesar de ello, los cuatro
fueron absueltos.
Aun así, contrario a la lógica, la
brutalidad e intolerancia policiacas, sobre todo hacia no blancos, continúa no
sólo en Nueva York, sino en muchas ciudades estadounidenses. Basta señalar uno
de los casos más recientes, el de Michael Brown, adolescente afroestadounidense,
quien a pesar de estar desarmado y no oponer resistencia a un “arresto”, fue
asesinado de varios tiros (ver: http://www.cnn.com/interactive/2014/08/us/ferguson-brown-timeline/).
Y son afroestadounidenses los que
llenan mayoritariamente las cárceles de EU (ver: http://www.naacp.org/pages/criminal-justice-fact-sheet).
Giuliani, en su momento, se jactó de
que su “cero tolerancia” había bajado los crímenes en Nueva York. Sin embargo,
investigaciones serias, mostraron que ya antes de su aplicación, habían
comenzado a bajar los índices de criminalidad, sobre todo gracias a algunos
programas de reconstrucción del tejido social aplicados en esa ciudad.
Es evidente que la criminalidad no se
combate sólo atacando sus consecuencias, sino reconstruyendo el tejido social,
a partir de programas de integración social, de aplicación de actividades
artísticas y humanísticas (enseñanza de música o pintura, por ejemplo),
creación de empleos con salarios dignos (no con salarios de hambre, que no son
solución), implementación de servicio social, actividades deportivas, entre
otras estrategias, tal criminalidad puede, si no eliminarse, sí disminuir. Especialmente
se ha contemplado la enseñanza artística y humanista como una efectiva manera
de disminuir los índices de violencia y delincuencia que vivimos. Véase, por
ejemplo, la cinta “Escritores de la libertad”, protagonizada por Hillary Swank,
basada en la historia verdadera de una profesora de enseñanza media – high
school –, que asignada a dar clases en una escuela enclavada en un barrio pobre
de alta criminalidad, logra sacar adelante a todo su grupo, mediante
actividades que consistían en escribir, dibujar, realizar visitas a museos, conocer
personajes famosos y así. El arte, pues, es transformador (ver: http://www.jorgemiyagui.com/#!tx-arte-y-transformacion-socia/co58).
Volviendo a la “cero tolerancia”,
ahora ésta es más que conveniente, no sólo para “combatir al crimen”, lo que
menos logra, sino a cualquier forma de sedición o activismo social. En todo el
mundo, se “criminaliza” ya a cuestiones como manifestaciones, tal cual sucede en
España, por ejemplo, en donde ya es un “delito” manifestarse. Esa infame,
represiva imposición, bautizada por activistas como ley mordaza, criminalizará la protesta ciudadana, sobre todo la que
se haga frente al Congreso de los Diputados o ante la sede oficial del
Ejecutivo español. Este esperpento, defendido por el fascista Rajoy, también
pretende que quien se oponga a un embargo y desalojo (desahucio) de una
vivienda que ya no se pueda pagar, por las razones que sean, será “criminal” (la
brutal crisis ha golpeado tanto a los españoles, que más de una cuarta parte de
la población trabajadora, unos seis millones está desempleada. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/06/asi-esta-golpeando-la-crisis-en-una_16.html).
Aquí, en la vecina entidad del Estado
de México, también como justificación al combate de la “delincuencia organizada”,
se aprobó una absurda “ley” que criminaliza a la persona que circule en un auto
sin placas y sin tarjeta de circulación, la que podría pasar de uno a tres años
de cárcel. Así, se criminaliza a cualquiera (ver: http://www.alfadiario.com.mx/articulo/2015-01-21/52121/a-la-carcel-quien-circule-sin-placas-en-edomex).
También ha servido excelentemente la “cero
tolerancia” para la farsa que es el “combate al terrorismo”. Todas las
creaciones de EU, a través de la CIA, tales como Al-Qaeda o el más reciente
Estado Islámico (EI), han logrado perfectamente su objetivo de crear una
especie de islamofobia global que sataniza, muy convenientemente, a casi todos
los árabes, con tal de favorecer los intereses territoriales, petroleros y
económicos de EU y compinches, (el eufemísticamente llamado “Occidente”. Ver: http://www.argenpress.info/2015/01/frustran-complot-terrorista-en-el.html).
No sólo eso, sino que el “combate al
terrorismo” está aboliendo o restringiendo severamente las libertades civiles y
derechos humanos en todo el mundo, pero sobre todo en EU, en donde a partir de
los muy sospechosos y mediáticos ataques a las torres gemelas el 11 de
septiembre del 2001 por “terroristas”, se dio pie a una serie de abusos y
violaciones, sobre todo a árabes, como menciono antes. El llamado “Departamento
de Seguridad Doméstica” (DHS) se constituyó durante la presidencia de George
Bush y aprobó una serie de severas “leyes” que autorizan, entre otras cosas, el
permanente espionaje de ciudadanos, tanto estadounidenses, así como del resto
del mundo que sean considerados “sospechosos”, tal y como ha informado el ex
analista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward Snowden, actualmente
refugiado en Rusia (ver: http://en.wikipedia.org/wiki/Edward_Snowden).
Incluso, se espió a personajes
importantes, tales como la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff o incluso al
mafioso, corrupto Enrique Peña Nieto (mientras que Rousseff protestó
enérgicamente, Peña Nieto, servilmente, nada cuestionó).
Y son tan cínicas las “autoridades”
estadounidenses, comenzando por el propio presidente Obama, que se insiste en
que gracias al espionaje que desde hace años se realiza, se “han evitado más
ataques terroristas”, lo cual es falso, como el propio Snowden afirma (ver: https://firstlook.org/theintercept/2015/01/23/edward-snowden-shares-billing-nsa-official-privacy-conference/).
Además, la “amenaza terrorista” es un
muy buen negocio y conforme se incrementan las represivas “medidas de
seguridad”, aumentan las ganancias de lo que yo llamo miedoempresas, por tanto costoso equipo de “seguridad” que debe de
adquirirse y emplearse forzosamente en aeropuertos y otras instalaciones,
impuesto desde EU (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2007/11/la-amenaza-terrorista-el-nuevo-gran.html).
Igualmente tal “amenaza terrorista” ha
servido para justificar una masiva militarización en muchos países, pero más
que combatir al “terrorismo” o la criminalidad, tal militarización ha servido
perfectamente para reprimir cualquier forma de activismo social. Se ha empleado
lo que Naomi Klein llama “la doctrina del shock”,
la que precisamente justifica el recrudecimiento de la represión “gubernamental”
y la imposición de arbitrarias medidas anticonstitucionales de excepción
(toques de queda o la ya mencionada militarización), con tal de “restituir la
paz social” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2009/03/la-muy-oportuna-descomposicion-del.html).
En México, empleando tales “argumentos”,
una criminal acción de la mafia en el poder fue el aún no aclarado caso de la desaparición de 43 normalistas de la
normal rural de Ayotzinapa, que ha sacudido la opinión pública y al activismo a
nivel mundial. A esos jóvenes, tan sólo por atreverse a exigir más recursos
para su abandonada escuela, los trataron como criminales y, según testimonios
recientes, supuestos “policías” los capturaron y los entregaron a verdaderos
delincuentes, para que los asesinaran y desaparecieran (ver: http://www.jornada.unam.mx/2015/01/23/politica/005n1pol).
Ese infame, vergonzoso hecho es criminal, represiva intolerancia. Por
desgracia, la mafia en el poder, con todo su poder mediático, combinado con una
lamentable falta de generalizada consciencia, está desgastando el movimiento en
apoyo a los 43, así como, en su momento, logró ir atenuando la masacre de
octubre de 1968, la que ha quedado más como un hecho histórico, que como una
triste, vergonzosa realidad que aun seguimos viviendo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2014/12/de-desapariciones-propaganda-comadrera.html).
Y no sólo en el activismo social se
aplica la “cero tolerancia”, sino que incluso en las labores que la gente
desempeña para sobrevivir, como en la llamada economía informal. Gracias a ésta, es que sobreviven millones de
personas en todo el planeta, aproximándose su valor bastante al PIB de EU,
siendo de poco más de once billones de dólares (11,000,000,000,000) anuales.
Pues bien, como las actividades
informales, cuestionablemente se dice, tienden a “perjudicar” a los “negocios
formales” (las empresas, de todos modos, se benefician de la venta informal de
sus productos), más que a las mafias en el poder (aunque no “cobren “
impuestos, finalmente se benefician de la constante extorsión que aplican al
sector informal, con tal de dejarlo trabajar), de repente, se aplican decenas
de restricciones que hacen muy difícil que alguien informal se “formalice”.
Mucha gente ha preferido cerrar sus locales, dado que ante tanta restricción,
sobre todo arancelaria (impuestos y sanciones por todo), lo que les quedaría al
final sería menos de la cuarta parte de lo que requieren para sobrevivir. Es el
caso de un hombre que me cuenta su caso. Él y su madre operaban un pequeño
restaurante casero, “informal”, digamos (fonda, como aquí se les llama). Hace
poco lo cerraron. Al cuestionarlo de por qué lo habían hecho, me platicó, sin
tapujos, “porque llegaron inspectores y me pidieron los permisos y licencias de
todo, que sanitarias, que de riesgos, que de protección al ambiente, que
registro ante hacienda… no, la verdad es que no hubiéramos podido seguir. Si con
trabajos sacábamos para irla llevando… no, por eso, mejor, cerramos”.
Como de todos modos deben de seguir
sobreviviendo, optaron por repartir comida en otros establecimientos o entre
los clientes que asistían habitualmente a su extinto restaurante. Claro, al
final, ese cierre es una menor competencia para cadenas de restaurantes o
tiendas en las que se vende comida chatarra, por ejemplo. Sí, pues pareciera
que sólo el big money, o sea, los
grandes negocios, comparsa de los mafiosos en el poder, son los que logran imponerse,
sobre todo en estos cruentos tiempos de profunda crisis económica
Pero no sólo negocios “informales” son
cerrados debido a severas, casi incumplibles, restricciones, sino, incluso,
establecimientos acreditados y formales. Tal es el caso de lo que en entrevista
me refirió una doctora que labora en una conocida cadena de farmacias de
genéricos (las conocidas como Farmacias Similares). En el 2014, la Cofepris (Comisión
Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios), realizó sorpresivas e
intimidantes “revisiones”, incluso cuando la doctora tenía en consulta a algún
paciente. “¡Llegaron de repente, me sacaron al paciente y me exigieron que les
mostrara todo, expedientes, historias clínicas, recetas, el kit de emergencia…
y como las otras doctoras tenían un desorden, yo fui la pagana. ¡No sabe la
impotencia y la rabia que sentí cuando me pusieron el sello, frente a todos mis
pacientes, de Clausurado!”. Por la
forma en que platica sobre ese arbitrario, prepotente evento, pareciera que eran
esos “inspectores”, más que trabajadores de un “organismo gubernamental”,
miembros de un cártel delincuencial, tipo “La familia michoacana”, quienes
ejecutaron tan artera acción.
Sorprende que en este caso la
mencionada Cofepris haya actuado tan
diligentemente, cuando no ha sido así con tantos “accidentes” ocasionados por
la megaminas, por ejemplo, como la de Buenavista del Cobre, en Sonora, la que
derramó millones de litros de desperdicios lodosos y acuosos contaminados con
cianuro y otras letales sustancias (ver: http://www.milenio.com/estados/rio_Sonora-contaminacion_en_el_rio_Sonora-Rio_Sonora_afectado_0_361164065.html).
No paró allí lo que me narra la
afligida doctora, sino que por el cierre, se descuidó la seguridad del
consultorio y ocurrió un robo. “¡Se llevaron más de veinte mil pesos de sustancias
controladas y equipo!”, lamenta. Así que por la clausura y el tiempo que tomó
dejar el consultorio apto de nuevo para la atención médica, seis meses
permaneció cerrado. “¡A esas personas no les importó dejarme sin trabajo!”,
reclama indignada la doctora.
Ahora tiene que cumplir al pie de la
letra con cuestiones tales como historias clínicas, aunque los pacientes vayan
una sola vez y con expedientes, si van más de dos veces. “¡Mire – señala a
cuatro pilas de papel acumuladas al fondo del consultorio –, todas esas son
historias clínicas, son como 7500, que son las que llevo, nada más de agosto
para acá!”. Y también me enseña los expedientes, los que guarda en un
archivero. “Los de cofepris me dicen que use una caja de cartón, pero yo les
dije que no, que yo prefiero un archivero bien,
no sea que hasta por eso otra vez nos quieran clausurar”.
Cuestionada de por qué no emplea una
laptop, por ejemplo, para evitarse tanto papel, exclama “¡No, ya ve lo del robo
que le dije, no, me la vayan a robar y nadie me responde, no, no, prefiero
seguir acumulando papeles y más papeles!”. Dice que prefiere seguir gastando en
todo eso, copias de historiales clínicos, impresión de recetas, que ella debe
de sufragar de su bolsillo. No recibe salario, sólo lo que cobra de cada
consulta, debiendo dar un porcentaje a la empresa. “¡Fíjese, nos exigen estar
mejor que en los hospitales públicos!”, reclama, lo cual es verdad, pues quienes
hemos asistido alguna vez a “clínicas” u hospitales públicos, nos podemos
percatar de que las condiciones tanto de equipo, atención, urgencias,
internamiento, medicamentos, así como sanitarias, entre otras, no son las
mejores (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2009/03/los-deficientes-servicios-publicos.html).
En fin, como hemos revisado, es, en
efecto, en todo el planeta, mucho más fácil y lucrativo para los poderes
mafiosos, fácticos, crear “criminales” promulgando “leyes” absurdas, estúpidas,
represivas, de “cero tolerancia”, que perseguir y hallar a los verdaderos
delincuentes, cientos de los cuales se encuentran mimetizados entre las
mafiosas cúpulas de poder que nos subyugan y controlan desde siempre.
Contacto: studillac@hotmail.com