La inocultable, inteligente existencia extraterrestre
Por Adán Salgado Andrade
En la lluviosa noche del 24 de diciembre del 2014, en
sembradíos cercanos al municipio mexiquense de Texcoco algunas personas vieron
luces, sin embargo, no le dieron importancia, pensando que se trataría de
cohetes o algún auto (debido a la lluvia del 24 de diciembre, la navideña celebración
fue inusual y desmovilizadora de reuniones sociales).
En la mañana del 25, con gran asombro, cientos de personas
acudieron al sitio a contemplar y fotografiar, en un campo de cebada, extrañas
figuras geométricas, perfectamente trazadas, que de repente aparecieron, de la
noche a la mañana (ver: http://afondoedomex.com/aparecen-ocho-figuras-extraterrestres-en-sembradio-de-texcoco/).
Por supuesto que no es la primera vez que se forman figuras de
esa naturaleza en campos de cultivo, no sólo en México, sino en otros países.
Ha sucedido muchas veces. Se han reportado más de diez mil casos hasta la fecha
en distintos lugares, y aunque en algunos se ha comprobado que fueron hechos
por humanos, una buena cantidad no tienen una explicación lógica sobre su
origen, sobre todo porque se forman a lo largo de la noche (http://en.wikipedia.org/wiki/Crop_circle).
Pero, como siempre ha sido desde que se ha hablado de la
vida extraterrestre o alienígena, como también se le nombra, persisten tanto
escepticismo, así como censura sobre el tema. Particularmente Estados Unidos
(EU), es uno de los países que más han tratado de controlar y hasta de negar el
tema, siempre que se reportan figuras sobre cosechas o, más aun, avistamientos
o los llamados encuentros cercanos
(en el siguiente link, pueden ver un video filmado por militares mexicanos que,
según las redes sociales, trató de ser censurado por el Pentágono: https://www.youtube.com/watch?v=z3yNWTIrYtU).
Quien esto escribe ha sido testigo de avistamientos,
especialmente en una ocasión, una noche, de uno muy cercano, consistente en,
digamos, “naves” formadas por dos esferas que emitían una fosforescente
luminosidad, una de ellas color púrpura y la otra azulada. Tales esferas
estaban unidas por una especie de estructura cilíndrica, también fosforescente,
de obscura tonalidad. Es un recuerdo muy, muy vivo, a pesar de los años. Las
“naves”, según mi recuerdo, estaban a no más de quinientos metros de altura del
punto en el que me hallaba y debieron de ser grandes, quizá de unos cien metros
de largo. Su comportamiento era algo errático, pues primero pensamos mi padre y
yo (que era con quien me hallaba), que era una sola, la cual, de repente, se
posaba encima justo de nosotros. Luego, se alejaba rápidamente, sin emitir
ruido o propulsión alguna, como si estuviera flotando-levitando, y llegaba de
otra dirección, posándose de nuevo sobre nosotros y así, durante unos minutos.
De pronto, al alejarse, llegaron no una, sino tres “naves” al mismo tiempo.
Flotaron varios minutos sobre nosotros y, por último, tomaron las direcciones
de donde provinieron, alejándose rápidamente, en medio de la obscuridad. Y
quizá una especie de sentido especial (sexto sentido, como se le llama) o algo
así, da la certeza de que es algo totalmente ajeno a este mundo, nada de
“globos” o “fenómenos meteorológicos” o “lumínicos”, con lo que los negadores y
escépticos de tales cuestiones tratan de “explicar” tales avistamientos.
El astrofísico Carl Sagan empleaba una analogía, en cuanto a
la extraterresterialidad, afirmando que si se creía en la existencia de Santa
Claus, al bonachón gordito, suponiendo tres segundos por hogar (considerando
100 millones en ese entonces), le habría tomado tres años y no ocho horas
“dejar todos sus regalos” los 24’s de diciembre. Así, decía Sagan, si se creía
en ese disparate, ¿por qué, entonces, negar la existencia extraterrestre? (ver:
http://todayinsci.com/QuotationsCategories/E_Cat/ExtraterrestrialLife-Quotations.htm).
Más aun, científicos como Frank Drake han propuesto una
ecuación que permitiría calcular el número de planetas que probablemente
podrían tener vida. De acuerdo con los más conservadores cálculos, realizados
en 1961, año en que se propuso tal ecuación, podría haber, tan sólo en la Vía
Láctea, nuestra galaxia, entre 1000 y cien millones de planetas con algún tipo
de vida (ver: http://en.wikipedia.org/wiki/Drake_equation).
Actualizada, la ecuación de Drake, al considerar factores
incluidos por posteriores deducciones, ubica entre 2 y 280 millones los
planetas con vida. Incluso satélites o cometas podrían albergarla, como se
trata de mostrar con la misión de la sonda europea Rosetta, que recientemente
contactó al cometa Churyumov-Gerasimenko y cuyo robot Philae logró descender a
la superficie, pero trabajó muy poco debido a que sus baterías se agotaron
(ver: http://www.space.com/27782-philae-comet-lander-silent-no-batteries.html).
Se espera que el cometa cambie de posición, Philae reciba luz solar otra vez y
funcione de nuevo, para continuar los experimentos.
De hecho, la sonda que explora la superficie del planeta
Marte, Curiosity, proyecto de la
NASA, recientemente halló un poco de gas metano, muy abundante en la tierra, el
cual puede originarse por reacciones orgánicas, aunque también procesos
puramente químicos pueden crearlo (ver: http://www.theguardian.com/science/2014/dec/17/methane-mars-curiosity-rover-life).
Como quiera, sería absurdo pensar que en el infinito
universo, no habría más vida que en este devastado planeta y, más aun, que no
existan civilizaciones, digamos que “inteligentes”. Aunque podría pensarse que,
vista la Tierra y estudiada por otras civilizaciones, se han de preguntar ¿qué
tipo de vida “inteligente” puede destruir y devastar su planeta como lo hacemos
los “inteligentes” humanos?
Y ha habido casos muy documentados de avistamientos, como el
de Roswell, en Nuevo México en 1947, muy negado por el ejército estadounidense,
que aun así, no se aceptan “oficialmente”. Por otro lado, desde ese año, ha
habido distintas “oleadas”, durante las cuales son más frecuentes tales
avistamientos. Dos años antes, en 1945, el 16 de julio, se produjo la primera
detonación nuclear, muy cerca del avistamiento de Roswell, producto del
criminal Proyecto Manhattan, que dio lugar a la infame, letal bomba atómica, la
que de inmediato se empleó en Japón, en donde se lanzaron dos de tales
engendros (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2014/12/dia-de-la-trinidad-el-nacimiento-de-la.html).
Parecería coincidencia, pero justamente luego de las primeras
detonaciones nucleares y subsecuentes “ensayos”, en EU y en muchos lugares,
hubieron oleadas en las décadas sobre todo de los 1940’s, 1950’s y 1960’s de
avistamientos de OVNI’s (quizá, si somos vigilados por alienígenas, como
pudiera ser, se hayan detectado tantos criminales “ensayos nucleares” que se
han realizado y estén al tanto aquéllos de que lidiamos con una muy peligrosa y
mortal energía). Pero, repito, aun con tales masivas evidencias, se sigue
negando o, más bien, censurando, la existencia extraterrestre.
Los testimonios que todavía se han criticado mucho más por
escépticos, censores y negadores de la vida alienígena son las llamadas
“abducciones”, que así se llaman los casos de personas que, supuestamente, han
sido capturadas por alienígenas y analizadas en sus naves. No abundan tales
testimonios, pero unos pocos, indudablemente que tienen suficientes bases para
que se tomen en serio.
Quizá uno de los más conocidos y polémicos sea el que narra
el libro The interrupted journey (El
viaje interrumpido), escrito en 1966 por John G. Fuller, acerca de la
experiencia que tuvieron el matrimonio de Betty y Barney Hill la noche del 19
de septiembre de 1961. Este fue un muy documentado caso que, incluso, no salió
a la luz de inmediato, sino ya cuando un irresponsable “reportero”, sin el
consentimiento de aquéllos, dio a conocer su experiencia, pero de manera tan
amarillista e inexacta, que hasta pensaron los Hill en demandarlo por libelo,
pero un abogado les aconsejó que no había bases muy sólidas para hacerlo y que
sería mejor que ellos dieran a conocer directamente los detalles de su
experiencia y que quizá la mejor forma sería mediante la publicación de un
libro, lo que se hizo casi cinco años después de lo sucedido.
Así, los Hill refirieron su historia, parte de la cual fue
conocida mediante sesiones de hipnosis, debido a más de dos horas de su viaje
de regreso de vacaciones de Canadá, de las que no recordaban absolutamente
nada. De allí, el título del libro, por ese viaje
interrumpido. Tales sesiones fueron practicadas por un psiquiatra, el
doctor Benjamin Simons, con doctorado en psiquiatría, quien las efectuó, a
petición de aquéllos, ya que deseaban averiguar la parte olvidada de la extraña
experiencia que tuvieron aquella noche.
Los Hill era un matrimonio interracial, sin hijos (Betty no
pudo tenerlos), ambos personas educadas, además de defensoras de los derechos
civiles en EU. Barney era afroestadounidense, trabajaba como administrador de
una oficina postal, además de ser delegado en Portsmouth (donde vivían) de la
NAACP (Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color), miembro de la
Comisión de Derechos Humanos de los Estados Unidos e igualmente pertenecía a la
mesa directiva del Programa para el Combate a la Pobreza del condado de
Rockingham. Betty, blanca, por su parte, era trabajadora social y también
voluntaria de la NAACP, además de que era representante de la ONU para
coordinar programas de ayuda a pobres a través de la Iglesia
Unitaria-Universalista. Se trataba, pues, de personas serias, responsables y,
sobre todo, educadas, sin afanes de buscar una oportunista fama. Incluso
Barney, no creía en objetos voladores no identificados y cosas por el estilo.
Benjamin Simons era un renombrado psiquiatra, quien, en todo
momento, durante las sesiones de hipnosis, se negaba a creer en la cuestión de
la abducción y sólo después de varios meses de confrontar los testimonios de
ambos, fue que aceptó tal cuestión como una posibilidad que explicara los
problemas post-traumáticos que la pareja tuvo luego de esa ocasión (él fue
quien hizo el prólogo del libro, explicando su encuentro con los Hill y cómo se
desarrollaron las sesiones de hipnosis).
Todo eso se aclara de antemano en el libro, justo para
evitar las críticas, que de todos modos las hubo, de que se tratara del
testimonio de gente ignorante y, sobre todo, oportunista.
Los Hill nunca buscaron un beneficio económico de la obra,
sólo trataron de reivindicar su historia y, especialmente, de reivindicarse
ellos, como personas normales, responsables y trabajadoras, que se enfrentaron
con algo demasiado inusual y único en sus vidas.
De entrada, la parte del relato que sí recordaban fue la de
su encuentro con un OVNI esa noche, en la desierta carretera que corría por las
llamadas Montañas Blancas de New Hampshire. Eran casi las once, cuando Betty
observó una extraña nave que se acercaba y se alejaba erráticamente de ellos,
lo cual sucedió por varios minutos. En cierto momento, vieron que la nave
“aterrizaba” en un claro del bosque. Fue cuando Barney, animado por su esposa,
se atrevió a bajarse del auto, un Chevrolet Bel-Air 1957, tomar los binoculares
y dirigirse hacia la nave. Se acercó lo suficiente como para distinguir con los
binoculares “ventanas” al frente de la nave, la que tenía forma elíptica, y a
“hombres” que lo observaban. De allí, tuvo la sensación de que querrían
apoderarse de ellos, corrió al auto y arrancó precipitadamente, muy espantado,
diciéndole a Betty lo que presentía. Aceleró a fondo y no paró, sino unos
kilómetros adelante, cuando la nave, de nuevo, los persiguió, perdiéndose tras
una montaña, luego de lo cual, al pasar una curva, varios “hombres” les
hicieron la señal de detenerse, lo cual describe Barney, no como si él
realmente hubiera querido hacerlo, sino que el motor del auto se detuvo.
A partir de ese momento, el resto de la experiencia, como
señalo antes, se obtuvo bajo hipnosis. El doctor Simons fue quien los indujo en
ese estado y tras confrontar los recuentos de ambos sobre lo sucedido, se pudo
precisar que tanto Barney, como Betty fueron, a su vez, puestos en trance,
luego de que el auto se detuvo, y conducidos de inmediato hacia la nave, la que
posaba algunos metros adelante, en medio de algunos árboles.
Ambos, afirman, fueron “analizados” con extraños aparatos,
asegurándoseles que no se les haría daño si cooperaban, como así fue. Los
despojaron de su ropa, dejándolos con sus prendas interiores. A Betty, incluso,
le hicieron una prueba de embarazo con una especie de larga sonda, que le fue
introducida por el abdomen. Al sentir ella un terrible dolor, refiere, uno de
los humanoides se le acercó, alarmado, le tocó la frente, y de inmediato el
dolor desapareció. El “hombre” hasta le pidió una disculpa, diciéndole que de
haber sabido que la sonda le provocaría dolor, no le habrían practicado tal
“examen”. “¡Quedé muy agradecida, de verdad!”, exclamó Betty en una de las
sesiones de hipnosis, viviendo el momento como si aun hubiera estado ella allí,
dentro de la “nave”.
A Barney, igualmente, lo dejaron en calzoncillos, y lo que
llamó especialmente la atención de los humanoides fue que él usara placa dental
y Betty no. Lo que ésta les trató de explicar, diciéndoles que conforme pasaban
los años, los humanos debían de emplear placas dentales. Eso de la “edad”, fue
algo que no comprendieron aquéllos, por más que Betty trató de explicarles de
lo que se trataba, ni tampoco entendieron qué eran “frutas” o cosas así.
Algo que refiere Betty en sus testimonios fue que uno de los
“hombres” era muy amable con ella y hasta “sonreía”. Incluso, se pusieron a
“platicar”, en lo que los análisis de Barney terminaban, y Betty dice que lo
hacían en “inglés”, que el individuo “hablaba muy bien”. Más adelante, cuando
el matrimonio confrontó sus narraciones, estuvieron de acuerdo en que, más que
“hablar”, aquellos seres se “comunicaban” mediante telepatía.
Un muy especial detalle narrado por Betty fue que, dada la
confianza que el humanoide le dio, ella le pidió una prueba para demostrarle al
mundo que había tenido realmente esa increíble vivencia, a lo cual aquél
accedió, regalándole una especie de “libro”, que al abrirlo Betty, mostraba
extraños, ininteligibles signos para ella. El humanoide le preguntó que si ella
entendía y Betty le respondió, sonriente, que no, y aquél le correspondió con
una sonrisa. Sin embargo, cuando Barney ya estaba listo pata salir de la nave,
uno de los examinadores se acercó al que había regalado el “libro” a Betty,
parecieron discutir, y, en seguida, aquél se acercó a ella y se lo quitó,
diciéndole que los demás no deseaban que quedara constancia de que el
matrimonio había sido abducido, que era mejor mantener en secreto dicha
cuestión por “seguridad” de todos. Betty le reclamo, entonces, que “¡Nunca,
nunca harán que me olvide de esto y de una manera u otra, lo recordaré toda mi
vida!”.
También narra Betty que el hombre le mostró un mapa en donde
le señaló de dónde procedían ellos, a pesar de que ella se declaró totalmente
ignorante en cuanto a conocimientos espaciales (se ha confrontado el plano que
Betty “reconstruyó” muy exactamente, bajo el trance hipnótico, con cartas
siderales, y se especula que una fuente de radio llamada CTA-102, puede ser el
origen de emisiones radiales inteligentes, justo en donde el alienígena le
señaló a Betty que era el sitio de donde ellos procedían).
Tanto la nave, como la fisonomía de los humanoides coincide
con los borradores hechos durante las sesiones por Betty y Barney. La nave es
descrita como una enorme estructura elíptica, con ventanas laterales y el
interior, recorrido por pasillos que daban a escotillas, las que permitían el
paso a las áreas en donde fueron revisados. Los humanoides no poseían labios y
sus ojos eran alargados lateralmente hacia las sienes, sin cabello, bajos de
estatura (1.50 a 1.60 metros, según sus recuentos), y vestían una especie de
uniformes obscuros.
Y aunque parezca algo increíble, los Hill siempre
sostuvieron, hasta su muerte (Barney falleció en 1969, de un derrame cerebral. Betty,
en el 2004 a los 85 años) que la experiencia fue real. De hecho, la parte de su
relato que se obtuvo mediante hipnosis, corresponde a un lapso de dos horas en
que, de repente, aparecieron en un sitio 35 kilómetros delante de donde vieron,
por primera vez, a los humanoides pedirles que se detuvieran, durante las
cuales no recordaban absolutamente nada, pero tenían indicios de que algo
extraño, en verdad, les había ocurrido. Betty, sobre todo, soñó varias veces lo
“olvidado” luego de que los detuvieron y los llevaron a la nave, y coincidió
exactamente con lo que narró bajo hipnosis. El doctor Simons, posteriormente a
su inicial escepticismo, se convenció de que lo sucedido tenía que ver con
algún encuentro con cuestiones extraterrestres.
Betty, por muchos años, hasta su deceso, dictó conferencias
sobre lo sucedido y fue una ferviente creyente de la vida alienígena.
La NICAP (Comité Nacional de investigaciones sobre los
Fenómenos Aéreos), a través de uno de sus miembros, el mayor retirado Donald
Keyhoe, tuvo mucho que ver para que el caso de los Hill mereciera la atención
de expertos, miembros del comité y que, finalmente, hasta un libro se haya
escrito sobre el tema. De hecho, la NICAP ha sido siempre muy estricta para
aceptar fenómenos alienígenas como válidos (http://www.nicap.org/).
Y es a partir de su experiencia, que han surgido relatos
similares, algunos de los cuales pueden considerarse reales (ver por ejemplo: https://www.youtube.com/watch?v=naPXx3tBXP8).
Como comento arriba, las abducciones, dentro de la
parafernalia de evidencias extraterrestres, son las más increíbles, quizá
porque no pueden corroborarse realmente, excepto por aquéllos que realmente las
han vivido.
De todos modos, se crea eso o no o se sigan negando el resto
de las evidencias, la vida extraterrestre inteligente está allí, en algún o
algunos planetas de este ilimitado universo.
Y si han visitado alienígenas a este devastado planeta,
seguramente es porque poseen tecnologías mucho muy superiores a las nuestras,
sobre todo en cuestión de viajes espaciales (estamos tan en pañales en esto de
los viajes interplanetarios, que tomó a las sondas Voyager que viajan desde 1977, 38 años, llegar apenas
a los confines de nuestro sistema solar, habiendo recorrido apenas poco más de 18
horas y 18 minutos equivalentes de distancia tiempo-luz (ver: http://voyager.jpl.nasa.gov/where/).
Una de las más recientes cintas de Ridley Scott, Prometheus
(2012), propone que todas nuestras creencias religiosas, sobre todo las referentes
a los dioses, pudieran ser, simplemente, manifestaciones ocurridas hace muchos milenios
de vida alienígena, la cual, pudo, incluso, traer la “vida inteligente” de la
que provenimos. En varias culturas antiguas tales manifestaciones extraterrestres
han sido tratadas como deidades (por ejemplo, en algunos de los códices mayas
se muestran extrañas figuras que representan algo así como ovnis o a alienígenas.
Ver: https://www.youtube.com/watch?v=IPnbYsjgnFE).
Y quizá también por eso sea tema tabú la existencia
extraterrestre, pues si un día llegaran alienígenas a demostrarnos que ellos
son los “dioses” a los que adoramos y fueron quienes crearon todo nuestro
sistema de creencias “divinas”, sería un total shock para los poderes
religiosos fácticos que nos controlan, como si nos liberaran, repentinamente,
de las cadenas de idolatrías fanatizadoras y enajenantes que nos han subyugado
por siglos.
Mientras eso no suceda, la vida alienígena seguirá siendo
censurada, o negada, que es peor, y la arrogancia de pensar que somos los
únicos seres con vida, además de “inteligentes”, en este enorme universo,
seguirá permitiendo que depredemos y destruyamos este planeta, gracias
justamente a esa “inteligencia”, que de algún lugar debió de provenir.