Economía informal, la verdadera alternativa de empleo en la crisis
Por Adán salgado Andrade
Dentro del capitalismo salvaje,
la tendencia a crear empleos es contraria a la necesidad de aumentar la
producción, así como las ganancias. Es por ello que, por más que se diga que se
trate de impulsar la creación de empleos, sobre todo en los llamados países
“desarrollados”, es en realidad falso, puesto que lo que se busca es ir
incorporando el llamado know how, o
sea, las habilidades de los obreros empleadas dentro de la producción, en los
instrumentos de trabajo, los cuales se han ido mejorando para dejar al trabajador
sólo como una extensión de las máquinas, muchas de las cuales están totalmente
automatizadas. En Estados Unidos, por ejemplo, esa es una marcada estrategia,
en donde en los últimos años, el nivel de explotación por obrero empleado, o
sea, su rendimiento con respecto al salario pagado, se ha incrementado
considerablemente, por lo que ahora cada uno produce mucho más, en promedio,
que hace años, además de que su salario ha disminuido relativamente con
relación a lo que se percibía hace años (ver en este mismo blog mi artículo: Desempleo
en EU, agudizada tendencia del capitalismo salvaje del incremento en la
desocupación
A ello hay que sumar que también
existe el problema en dicho país de la desindustrialización, es decir, que
muchos de los llamados blue collar jobs
se ha preferido exportarlos a países con salarios mucho más bajos, como China o
México, con la consecuente baja en la creación de empleos en el sector
industrial. Basta revisar los sitios estadounidenses que ofrecen trabajos y la
mayoría son en el sector servicios, tales como tiendas departamentales,
restaurantes de comida rápida, cines… en fin, la clase de empleos que muestran
la decadente tendencia de Estados Unidos en todos los aspectos (ver en este
mismo blog mi artículo “En busca de los signos de la decadencia
estadounidense”:
Por tal razón, tanto la creación
de nuevos empleos es decreciente, o sea, no va en proporción a la población
económicamente activa, e igualmente los salarios han ido disminuyendo
relativamente con los años en todo el mundo, de tal modo que no es suficiente
ya contar con un sueldo para vivir,
sobre todo, el llamado salario mínimo, que es el que la mayoría de los
trabajadores en el mundo perciben, y es el que se mantiene, por simples razones
de ganancia, ya que entre menos le cueste al capital pagar salarios, su
plusvalía, o sea, su ganancia, subirá considerablemente.
Así, muchas personas en todo el
planeta han elegido trabajar por su cuenta, dado que en la mayoría de los
casos, sus ingresos serán mayores a lo que ganarían en una empresa percibiendo
el salario mínimo. Aquí en México, por ejemplo, el salario mínimo vigente es de
alrededor de 65 pesos por día, menos de 2000 pesos mensuales (considerando que
se le pague al trabajador el mes completo). Ese miserable salario ahora será mucho
más pírrico, gracias a la llamada “reforma laboral”, la cual castigará todavía
más a esas percepciones de muerte, al hacer posible el pago por hora (que sería
de $7.50 en las condiciones actuales), así como también someterá a niveles de
explotación mucho más bárbaros a toda esa gente.
Y la mayoría de la que elige
trabajar por su cuenta, lo hace dentro de la llamada economía informal, la cual día a día tiende a ser más importante,
sobre todo en estos tiempos tan difíciles, en los que las contradicciones del
capitalismo salvaje y sus constantes, cada vez peores, cíclicas crisis, han
llevado a una aguda semi-parálisis de la actividad económica y a una dramática
elevación del desempleo a nivel mundial.
Percibiendo la importancia que la
economía informal tiene y tendrá en el futuro cercano, el periodista Robert
Neuwirth recientemente publicó un libro titulado “El ascenso global de la
Economía Informal”, en el cual refiere, justamente, la trascendencia que como
posibilidad de creación de empleos implica dicho sector.
Neuwirth considera a la economía
informal, tal y como se le toma generalmente, o sea, como una actividad
remunerativa que no está controlada por el estado, o sea, no paga impuestos, ni
se vale de permisos para ejercerla. Y excluye, también de acuerdo a las normas
internacionales, a todas aquellas actividades ilícitas, tales como vendedores
de droga, de objetos robados… en fin, las que son criminales, ilegales. Es decir, no entra en la
economía informal la venta, por ejemplo, de un arma, pero, sí, la venta de un
paquete de pilas o de unos pantalones.
Es muy importante hacer esa
aclaración, pues no debe de confundirse la actividad de un vendedor informal,
que no está haciendo nada ilegal, pero sí
informal, es decir, tolerado, no pagando impuestos, con la de un vendedor
de droga o un traficante de personas, pues en estos dos últimos casos, hablamos
de actividades meramente criminales. Y éstas, no son defendibles en ningún país
De acuerdo con las estimaciones
de Neuwirth, actualmente la economía informal a nivel global es tan importante
que su monto anual, estimado como si fuera el PIB de un país, es de $10
billones de dólares (10,000,000,000,000), lo que significa que el valor de la
actividad en su conjunto, sería segundo, después de Estados Unidos. Dicha
alternativa económica emplea a la mitad de los trabajadores del mundo y para
muchos es una actividad permanente, gracias a la cual, perciben un salario más
alto y decente que trabajando en una empresa formal, como señalé antes. En el
siguiente mapa, se muestra el nivel actual que representa la economía informal
en todo el mundo. Como puede apreciarse, es en África y en muchas partes de
Latinoamérica, Europa, Rusia y Asia en donde más ha crecido la informalidad,
dado que es en esas regiones en donde la proporción de desempleo y pobreza se
han incrementado a tales niveles que o las personas buscan cómo sobrevivir o el
capitalismo salvaje, dejará, sin mayor preocupación, que literalmente mueran. Para el caso de China, por
ejemplo, aunque se señala que en ese país, el líder en producción de venta de
productos piratas, la informalidad asciende a tan sólo entre 0 y 10%, es muy
probable que sea mucho mayor, ya que un importante sector de su población
realiza actividades económicas, no sólo vendedores, digamos, sino pequeñas
empresas que operan sin los registros y permisos debidos. En suma, puede
decirse que en todos los países la informalidad es una alternativa de vida.
Neuwirth se refiere a la economía
informal como el Sistema D, puesto que la letra D es la inicial del vocablo francés débrouilllard, que significa ingenioso,
sí, referido justo a una persona que usa su ingenio para sobrevivir dentro de
este sistema salvaje, en el que los que menos importan son los millones de
millones de pobres, en aumento año con año, que buscan una alternativa de vida
ante sus enormes carencias.
Y enfatiza que tal alternativa
seguirá creciendo puesto que la gente, del nivel económico que sea, necesita
seguir consumiendo, alimentándose, vistiéndose… a pesar de las crisis o épocas
de bonanza que el sistema presente. Según sus perspectivas, para el año 2020,
dos tercios de los trabajadores del planeta estarán dentro de la economía
informal.
Claro que para que eso sea
posible, para que existan baratijas que sigan alentando tal actividad existe
una fuente y dicha fuente es, justamente, China, que se ha convertido en la
maquiladora del mundo, con todo y las consecuencias ambientales y la acentuación
del autoritarismo, con tal de mantenerla en ese estatus (ver en este mismo blog
mi artículo: “El sobrevalorado y anárquico crecimiento económico chino”:
A estas alturas, es claro que los
productos chinos, la gran mayoría de dudosa calidad, juegan un papel muy
importante en el impulso de la economía informal, pues cuando vemos a alguien
ofrecer un producto que quizá necesitemos, como una lámpara, digamos, y si ésta
es más barata que una pieza de pan, es suficiente para animarnos a adquirirla, aunque realmente no sea necesaria. Y,
claro, con más razón compraremos algo que necesitemos, una herramienta, por
ejemplo, si su precio es ridículamente bajo, como aquí, en México, que muchos
de esos productos cuestan veinte pesos o menos.
Sin embargo, como señala
Neuwirth, no sólo son las baratijas chinas las que alientan la economía
informal, sino muchas grandes corporaciones que ven en la venta informal, otro
canal de distribución por el que no deben de pagar impuestos. En efecto, es
común ver aquí en México, que los vendedores ambulantes, parte sustancial de la
informalidad, distribuyan productos de conocidas marcas, como pastas dentales,
detergentes, alimentos… los cuales son vendidos “por debajo del agua”, o sea,
sin reportarlos, ya que de esa forma, no causan impuestos y son ingresos extras.
Incluso, de esa manera se “deshacen” de productos defectuosos, pretextando que,
como tienen alguna falla, los deben de vender a menos del costo, y por eso,
justifican, no deben de pagar impuestos. Y es en esos casos, también, que la
economía informal, los vendedores ambulantes, en este caso, les caen de
maravilla.
Neuwirth ejemplifica con el caso
de África, en donde se ha desarrollado muchísimo la economía informal, dado que
al ser el continente en donde se encuentran los países con los ingresos más
bajos del mundo, por necesidad florece la informalidad, pues de otra forma, las
necesidades de una población mayoritariamente pobre, no serían satisfechas, ni
siquiera las más fundamentales. Menciona el caso de la empresa nigeriana UAC
Foods, que se ha extendido por varios países de África occidental. Aunque dicha
empresa posee hoteles y restaurantes, también distribuye un producto, un
alimento, llamado Gala, que es una empanada de salchicha, muy demandada por su
bajo precio, y que sirve muy bien para quitar el hambre. Como ese producto no
se vendería en establecimientos formales,
la empresa lo distribuye por medio de vendedores ambulantes que lo venden en
las calles de muchos países.
Algo similar, en el caso de
México, es la venta de los tradicionales tamales, que, en general, es hecha por
vendedores informales, los que los preparan y los venden en alguna esquina de
alguna calle de tantas que forman miles de ciudades y pueblos del país.
También menciona el caso de la
telefonía celular, en donde, dado lo costoso del servicio, en África, la
mayoría de la gente adquiere tiempo-aire comprando fichas. Una empresa que
percibió tal tendencia y que vende de esa forma el servicio es MIN, la que
acapara 40% de la telefonía celular. A sus distribuidores les regala sombrillas
en donde se anuncia que en tal sitio se vende tiempo aire (aquí, en México,
poco a poco tiende a generalizarse la venta de tiempo-aire por montos pequeños,
en lugar de por planes, dada la precarización que sufrimos año con año).
Otro ejemplo que cita es el de
los teléfonos celulares dobles, desarrollados especialmente para el mercado
africano, los cuales pueden funcionar con dos chips, o sea, pueden operar para
dos compañías, pues en caso de que una persona desee hablar al número de una
empresa, es más barato que pertenezca a la misma y no llamando desde otra.
Y también se refiere Neuwirth al
hecho de la piratería, por ejemplo, que se “copian” productos caros, que se venden
a un mucho menor precio. Sin embargo, bastantes empresas, sobre todo chinas,
están prefiriendo sacar marcas, digamos, propias, comparables, al menos en
presentación, a los productos líderes (aquí, habría que mencionar el hecho de
que muchos de los maquiladores chinos, al conocer de principio a fin el proceso
para fabricar, por ejemplo, un celular, deciden sacar su propia marca, la que
al final es muy parecida al producto que maquilan, como celulares parecidos a
un i-phone, supongamos).
Y lo que Neuwirth menciona para
el caso africano, muy bien se podría aplicar en México, pues, para comenzar,
cada vez son más abundantes los trabajadores que laboran por cuenta propia,
sobre todo en la informalidad, que los que lo hacen en empresas registradas o
para el gobierno, siendo una muy importante válvula de alivio para nuestras
crecientes necesidades de empleo (tan importante es la informalidad, que el
desempleo se mantiene digamos que bajo en comparación a países como España, por
ejemplo, ya que se toma en cuenta en los censos económicos a las personas que
tengan empleo, sea éste informal o no). Y no sólo la informalidad se da aquí en
las calles, sino también en pequeñas empresas no registradas, las que se encargan de surtir los productos
suministrados por la informalidad (en Ciudad Netzahualcóyotl, por ejemplo,
abundan los establecimientos informales de este tipo, que lo mismo fabrican
juguetes piratas baratos, que ropa o
muchos otros artículos).
Así, en México, hay alrededor de
14 millones de personas en la informalidad, desempeñando una labor que, como ya
referí, les permite obtener mejores ingresos que al estar laborando como obrero
o empleado.
Y realmente es una situación
hasta cómoda para la mafia que gobierna este país, pues de esa manera los
planes oficiales para “crear” empleos “formales” se aplazan, dado que la gente
ve cómo irla pasando por sus propios medios (ver en este mismo blog mi
artículo: “Sorteando la crisis”:
Y abundan los ejemplos de cómo
personas de distintos niveles, ocupaciones, nivel educativo… ven en la
informalidad una alternativa de vida.
Es el caso de Leticia, quien
estudió la carrera de biología en la UNAM, y que obtiene un ingreso aceptable,
aplicando uñas de silicón.
“La verdad es que no me va mal…
diario aplico dos o tres arreglos, y cobro entre doscientos cincuenta y
trescientos pesos”, me comenta. Agrega que le alcanza muy bien para sus gastos
y cosas extras. Está estudiando una especialidad y haciendo uñas, se costea
todo. “He buscado trabajo, pero no hay… o me pagan muy poco, dando clases, por
ejemplo. Por eso mejor voy a seguir con las uñas hasta que encuentre algo
mejor”, declara, sin dudarlo. Acude a las casas y se va haciendo de clientas
conforme las van recomendando. “Vale mucho que hagas bien tu trabajo, sí”. En
efecto, Leticia hace muy bien las uñas, que son de silicón, como dije, a las
que aplica colores y finas figuras al gusto de la clienta en turno.
Es claro que la originalidad
cuenta en un mercado tan competido, como el arreglo de las uñas, razono (y, en
general, diría que es una regla que se aplicaría en cualquier oficio, la originalidad
o tratar de hacerlo lo mejor posible, cuenta mucho).
Doña Sara es una señora de 67
años, que toda su vida se ha dedicado a hacer la limpieza en casas, de entrada
por salida. “¡Uy… si yo le contara mi vida… pero de esto me he mantenido
siempre, de limpiar casas. Antes, estaba de planta, pero eran muchas jodas,
pues nunca una descansa, porque siempre los patrones le están pide y pide
cosas… y se acuesta muy tarde y se levanta muy temprano”, me platica, muy
alegre. “Ya, luego, mejor comencé a trabajar de entrada por salida… y así me la
llevo. Sí, también tiene sus dificultades, pues a veces me toca ir muy lejos,
pero, pues voy a donde me llamen, no puedo darme el lujo de dejar
oportunidades… ya ve cómo está la cosa de difícil… todo tan caro, tanta gente
sin trabajo… y aquí me voy a estar, limpiando casas, hasta que el cuerpo
aguante”, me dice, en resignado tono. Gana doscientos cincuenta pesos por día
y, para su fortuna, en todas las casas le dan de desayunar y de comer y a
veces, le ayudan con los pasajes. “Como le digo, pues a ver hasta cuándo puedo
darle… pero ahorita lo que me preocupa es que dicen que tengo piedras en la
vesícula… y, pues, ahí, sí, a ver qué Dios dice”, agrega, con una reflexiva
mirada hacia… hacia un incierto futuro, supongo.
Luis se gana la vida vendiendo
cajas para DVD’s, CD’s, DVD’s y similares. “Pues aquí me ves, en chinga todos
los días… de las diez a las siete…ocho… a veces me va bien y vendo que
quinientos, setecientos pesos… otras veces, nomás vendo doscientos,
trescientos… yo me gano cien o trescientos pesos, dependiendo de lo que venda.
Pero a la semana me quedan mil quinientos, dos mil pesos. Ésos, no me los gano
en una fábrica y por eso sigo en esto”, me cuenta. Aunque, muchas veces, pasa
la “camioneta” (los policías encargados de despejar de ambulantes las calles
del centro de la ciudad), y tienen que esconder su mercancía, so riesgo de que
se las quiten. Cuando eso sucede, ya no puede vender en todo el día. Gajes del
oficio, pues.
Sí, son sólo algunos de los
problemas enfrentados a diario por millones de trabajadores que en todo el
mundo se dedican a la informalidad, siendo sus propios patrones.
Y, en efecto, hasta que el
“cuerpo aguante”, será su límite laboral, dado que viven en un sistema que día
a día los excluye más y más y los va dejando sin futuro.
Qué bueno que la informalidad les dé esperanzas.
Contacto: studillac@hotmail.com