Conversando con una microempresaria
por Adán Salgado Andrade
Vivimos muy duros y difíciles
tiempos. El capitalismo salvaje ha hecho añicos a la economía mundial, la que
pasa por una profunda fase de contracción y desaceleración, de la cual no se ve
una pronta salida. No sólo empresas o personas, sino países enteros, como
Grecia, han caído a niveles de precariedad nunca antes vistos. Ni siquiera los
supuestos “milagros” económicos, como China, han podido escapar a la presente
catástrofe económica (ver: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2016/01/china-economic-crisis-coming-160111090000623.html).
La actual debacle económica, que
inició en el 2008, con el estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados
Unidos, no sólo no ha sido superada, sino que tiende a agravarse (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2008/11/el-convenenciero-capitalismo-salvaje.html).
Por lo mismo, la gran mayoría de
los sectores sociales padecen los estragos que aquélla está ocasionando.
Particularmente en nuestro país,
las equivocadas medidas que la mafia en el poder ha impuesto, tales como la
subasta de sectores claves, como los energéticos (las estratégicas Pemex y
CFE), el aniquilamiento del campo, la desindustrialización (hoy importamos
mucho más que en épocas anteriores), la reducción presupuestaria (la que,
claro, sólo afecta al grueso de la sociedad, pero no a los privilegios de los
mafiosos en el poder) y tantas otras erróneas medidas, acentúan más la
precariedad. El número de mexicanos pobres se ha incrementado sustancialmente
en los últimos diez años y hoy día casi ochenta millones se encuentran en tal
situación (ver: http://www.jornada.unam.mx/2016/03/30/opinion/024o1eco).
Ya he escrito antes sobre cómo sobreviven
personas, especialmente de la clase trabajadora, y las penurias por las que transitan,
con tal de “irla llevando”, aun con una preparación universitaria o experiencia
laboral (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2008/12/sorteando-la-crisis_28.html
y http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2015/12/conversando-con-una-demostradora-de.html).
Pero no sólo los asalariados,
sino otros sectores sociales, digamos, autogestivos, con más recursos, también
padecen tales estragos, como veremos.
Tuve una conversación hace unos
días con una microempresaria, a la que llamaré Minerva.
Minerva estudió la carrera de
ingeniería civil en la UNAM y luego una maestría en sistemas de transporte.
Hacia 1998, Minerva y con quien
actualmente es su esposo, fundaron un despacho de ingeniería, que, al
principio, se especializó en el diseño de proyectos y supervisión de obra.
“Sí, pues nos animamos y pusimos
el despacho. Tuvimos buena suerte, porque por tantas obras que el gobierno
estaba haciendo en ese entonces, comenzamos a tener mucho trabajo, tanto de
diseño de proyectos, como de supervisión”, dice Minerva.
“La verdad que fue cuando
comenzamos a afianzarnos y gracias a eso, logramos crecer y consolidar la
empresa”, recuerda.
Pero los problemas económicos ya
mencionados, les han pegado duro, aunque se han logrado mantener. “Mira, pues
es que hemos tenido que hacer otras cosas, porque, si no, si dices, ‘a eso, no
le entro’, pues los potenciales clientes, se van con quien si pueda hacerlo”.
Así, el despacho de Minerva,
además del diseño de proyectos y supervisión de obra, actualmente también se
dedica a la determinación de precios unitarios y a auditorías, pues también se
dedican a la gerencia de proyectos . “Sí, es que nos contrata el gobierno para que
revises que un proyecto que una empresa le haya hecho, esté bien justificado en
sus gastos y les pague o que si tuvo algún problema con una obra, que demuestre
que hicieron las cosas bien”.
Eso es lo que el despacho está
haciendo actualmente, trabajando para la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes (SCT), auditando a una de las empresas que se encargaron del
proyecto carretero Mazatlán-Durango, el que ha presentado innumerables
problemas constructivos, además de daños a la ecología y afectación a tierras
antes ejidales (ver: http://www.sinembargo.mx/27-09-2013/767732).
“Nos sacamos la rifa del tigre, de verdad, son cosas muy delicadas, pero no te queda de
otra”, dice Minerva. “Es que quieren justificar todo como gastos. Por ejemplo, que, según ellos, tuvieron sus máquinas
paradas y que eso cuesta dinero. Ah, pero, tú les dices, sí, pero si les dieron
la partida presupuestal en febrero, ¿cómo es que se pusieron a trabajar hasta
mayo, no?”
Le pregunto qué hacen ellos, entonces. “No, pues aplicas el reglamento,
porque no se trata de que les laves su cochinero, ¿no? Y si es algo que se
pueda comprobar como gastos, lo haces, pero, si no, pues les decimos, ‘miren,
esto, así, no se puede comprobar’ y entonces, tienen que ver otra manera de
hacerlo, pero todo apegado a reglamento, muy
minucioso. Y, fíjate, hasta te presentan facturas que si existen, pero que
fueron canceladas. Pero como todo revisas, pues les dices que no, que esas no son válidas. Y te la pasas leyendo y
leyendo todo, sí, imagínate, de ¡cuatro años de obra, todo, lo que son las bitácoras,
facturas, todo… es muchísimo trabajo, de verdad! Pero si no se pueden
justificar esos gastos, se los dices y entonces viene lo de las reclamaciones. Ahorita, ya vamos a entregar
dos reclamaciones y luego tres y así, hasta terminar con la revisión. Entregas lo
que se llama el libro blanco, en
donde incluyes todo, facturas, pagos, bitácoras… ¡todo!”.
Me pregunto, al escuchar eso, cuántas empresas harán lo mismo, que
busquen “legitimarse”, a pesar de los fraudes y la corrupción en que incurren
al no hacer las cosas bien, con tal
de ganar más. Y esas deleznables prácticas se dan aquí y en todo el mundo, por
desgracia.
Y es que en el caso del proyecto mencionado, muchos de los graves
problemas constructivos que presenta se deben al empleo de materiales de mala
calidad, no de la que el nivel de seguridad habría requerido. Al decir de
muchos de los usuarios de dicha vía, “está igual o peor de construida que la
autopista México-Acapulco”. Vaya declaración.
Dice que también están pro resolverles si les dan la revisión de la línea
doce del metro, la que también estuvo plagada de “irregularidades”, o sea,
corrupción, desde el principio. “Esa va a ser otra súper labor, de verdad, imagínate,
revisar también todo lo de los años que se tardaron en construirla y luego,
cuando la cerraron, que la repararon, pues también, sí”. Sin embargo, está
contenta, pues implica que siguen teniendo trabajo y eso es mejor a no tenerlo,
concordamos.
Otro problema que enfrenta el despacho de Minerva, como muchas empresas
que le trabajan al “gobierno”, es el atraso en los pagos. “Fíjate, le
trabajamos al Inifed (Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa),
para algunos arreglos que se han hecho a escuelas. Desde el año pasado les
entregamos las obras terminadas y es la hora de que no nos han pagado. Nos
deben ¡tres millones de pesos, que ya, nosotros, también debemos! Es que
trabajamos con créditos bancarios y si no pagamos, pues nos cobran intereses y va
subiendo tu deuda… pero, pues no te queda más que esperar a que te paguen”,
dice, resignada.
Sí, es un grave problema. Menciona que incluso amigos que tenían, como
ella, sus propias microempresas, han debido de cerrarlas, pues no pudieron
cobrar los adeudos que el “gobierno” tenía con ellos. “Sí, no les quedó más que
buscarse un trabajo de nuevo”. Es triste, pues se acaba con un proyecto que
quizá ya llevaba algunos años funcionando. Y es algo que está sucediendo con
decenas de empresas, que están quebrando porque no les pagan los organismos
públicos que contrataron sus servicios. Es el caso, por ejemplo, de Pemex,
empresa que debe alrededor de cincuenta mil millones de pesos a sus
proveedores, muchos de los cuales se han endeudado mucho o han debido cerrar
sus negocios (ver: http://eleconomista.com.mx/industrias/2016/01/25/pemex-adeuda-50000-millones-sus-proveedores).
Otro problema son las arbitrarias “cuotas” que el Instituto Mexicano
del Seguro social (IMSS) les cobra. “En el 2012, le trabajamos a Bancomer unas
ampliaciones. Y que llegan los inspectores del IMSS y que nos dicen que
debíamos ¡doscientos mil pesos de cuotas! No, pues nos inconformamos y
entonces, ¡que nos revisan todos los papeles, así, como si fueran de Hacienda,
en verdad, como una auditoría, cosa que no deben de hacer! Pero, bueno, los dejamos,
con tal de que comprobaran que no debíamos eso. Al final, de todos modos les
pagamos, pero sólo once mil pesos, no lo que querían, así que sí nos convino
que nos revisaran ¡hasta los botes de basura!”, dice Minerva, irónica.
Claro, se entiende que la mafia en el poder, en medio de la crisis y
del enorme endeudamiento al que ha llevado a este empobrecido, saqueado país,
quiera ratear dinero de donde y como se pueda, le comento.
Sin embargo, Minerva no deja de ver otras oportunidades para prestigiar
las funciones de su despacho, así que actualmente se prepara como PMP (Project management professional), para
oficializar la gerencia de proyectos. “Sí, eso lo he estado haciendo los
sábados de ocho de la mañana a dos de la tarde. Y además, he tenido que
estudiar inglés, que es ¡mi coco!, de verdad, pero es que el examen te lo
aplican en inglés y me lo hacen en mayo, así que, fíjate, debo de atender el despacho,
a mi familia, y además estudiar lo del PMP los sábados… ¡termino casi loca!”. El
curso no es barato, aunque ella logró obtener una beca, por lo que solamente
debió de pagar diez mil pesos. Pero en una institución como el Tecnológico de
Monterrey, el curso de PMP cuesta alrededor de cincuenta mil pesos, así que no
es cualquier inversión la que se hace, pienso.
Minerva acaba de hacer una “simulación” del examen y no lo pasó, le
faltaron algunos puntos para llegar al ochenta por ciento. “Debo seguirme
preparando”, dice, sonriendo. Sin embargo, además de que es difícil tal examen,
por los conocimientos y que se aplica en inglés , tiene que pagar 520 dólares
cada que lo presente y sólo le dan tres oportunidades, y si no lo aprueba,
tendría que tomar de nuevo ese caro curso. Así que, como puede verse, todo es
dinero y más dinero. Este sistema todo lo mercantiliza.
La otra urgencia es lo de la auditoria de la SCT, la que deben de
entregar en junio. Le pregunto que en dónde tiene sus oficinas, y me dice que,
por fortuna, como el terreno en donde está su casa es muy grande, allí las
hicieron desde el principio. “Pero, por ejemplo, para lo de la auditoría,
tuvimos que rentar unas oficinas en Mazatlán y allí tenemos empleados, así que
tengo que ir seguido para allá, ¡con todo lo que tengo que hacer! Pero así es
esto, debes de ir a donde esté el trabajo”. También si es un proyecto que
requiera más oficinas, la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción se
las renta. “Pero tampoco puedes estar rente y rente, pues son gastos y si no te
pagan pronto, te endeudas… y nunca acabas, ¿no?”
Los empelados que tienen, de fijo, son ocho, pero ahorita, gracias a la
auditoría y a algunos otros trabajos, tienen veinticuatro. “Tratamos de
conservarlos lo más que se puede, porque, cuando necesitas más, no es fácil
conseguirlos, sobre todo con experiencia”, dice Minerva.
Platicamos de la parte humana. Al respecto, Minerva considera que ha
perdido mucho de la vida que le gustaba tener. “Fíjate, antes me encantaba el
alpinismo, sí, me iba a subir que el Popo o la Malinche. Y también me gustaba
pilotear planeadores… ¡pero ya nada de eso puedo hacer, pues te absorbe el
trabajo! Y me da mucha tristeza, porque era muy activa, tenía una súper
condición… y ahora, no, ya hasta caminar me pesa, en serio. A veces, tengo que
ir al Centro, caminando, claro, porque en coche ¡es una locura! Y de verdad que
rápido me canso y hasta me fastidio. Y antes, no, era de que podía caminar y
caminar dos, tres horas, y no me cansaba. Como que el trabajo y, sobre todo, tu
familia, tus hijos, te van absorbiendo”.
Tocamos también el punto de las medidas que se tomaron recientemente en
la ciudad por los elevados niveles de contaminación, como la de imponer el Hoy no circula, a todos los vehículos,
sean del engomado que sean. “¡Ay, no, es algo tonto, pues así no controlas la
contaminación y nada más afectas a los que, de verdad, debemos de movernos a
grandes distancias. Mejor que cierren fábricas, que descentralicen la ciudad,
que modernicen el transporte de carga y que haya, en serio, buen transporte,
porque si yo viera que puedes transportarte para todos lados rápido y con
seguridad, sí, que no te vayan a robar, ¡júralo que dejo mi auto!”.
Estoy de acuerdo con ella. Le digo que siempre he pensado que si
hubiera diez líneas paralelas del metro de norte a sur, que cruzaran toda la
ciudad de México y otras diez, que la cruzaran de oriente a poniente, se
tendría un excelente sistema de transporte, así, como en Nueva York, que casi
en cada esquina hay una estación del subway.
“Pues sí, pero, ya ves, aquí nada más quieren copiar supuestas
‘soluciones’ de países adelantados, que tienen otras condiciones, como lo de
las bicicletas, que sí funcionaría si existiera un respeto a los ciclistas y
que hubiera vías adecuadas, como la ciclovía de Reforma, pero es la única,
porque, la verdad, fuera de allí, es un suicidio andar en bicicleta en esta
ciudad”, agrega, con lo cual, concuerdo.
“Luego, se les ocurre hacer andadores, como en La Viga (se refiere
Minerva a una supuesta vía pedestre que a las autoridades se les ocurrió hacer,
y que llaman “parque lineal”, muy europeo,
de 500 metros de longitud con un costo de 70 millones de pesos), y yo que paso
casi diario por allí, no he visto ¡una sola persona, en serio, ni una, caminando por allí! Son gastos
absurdos, porque, dijeras, sí lo está usando la gente, pero no, nada de eso”.
Minerva mira su reloj y me dice que ya debe de irse. Le agradezco que,
a pesar de todas sus ocupaciones y preocupaciones, se haya dado unos minutos
para platicar conmigo, que haya compartido todos sus logros y también sus
problemas, que, como todos, no nos queda más que tratar de resolver y continuar
sorteando la difícil situación a la que nos ha llevado este deshumanizado,
materialista sistema.
Contacto: studillac@hotmail.com