Los pozos petroleros ultraprofundos, otra manera de
seguir garantizando la dominación estadounidense sobre México.
por Adán Salgado Andrade
De nueva cuenta, el entreguista, dócil, controlado gobierno panista que (junto con el priísta) mal administra a México, está empleando leguleyos, tramposos, engañosos argumentos a favor de la apertura de lo que queda del petróleo mexicano, pero no para “beneficio de todos los mexicanos”, como los tendenciosos spots televisivos (y que conste que de acuerdo con la nueva ley de medios, ya no se iba a emplear a la televisión o la radio para transmitir propaganda política, que eso son tales amañados anuncios sobre la “riqueza que yace en el fondo del mar”) pretenden mostrar. No, en realidad, como siempre, el ilegítimo, inepto grupo de mal administradores panistas (que no gobernadores) está siendo parte del plan expansionista energético tan necesario a los Estados Unidos, para que ese desperdiciador país siga sosteniendo sus excesivos derroches de energía, cada vez más crecientes, que en millones de barriles de petróleo diarios se ubican actualmente en unos 22.5 (incluidos sus territorios), que significan un 31.3% de la producción petrolera diaria (ver mi artículo en Internet: “La guerra mundial por el petróleo y el gas natural”). Pero el petróleo producido dentro de ese país sólo satisface un 40% de esas glotonas necesidades, además de que sus reservas están declinando muy rápidamente, así que el 60% restante, EU debe de comprarlo, importarlo de países productores, muchos de ellos de regiones lejanas. Por ejemplo, el petróleo comprado del Medio Oriente – de Arabia Saudita, Kuwait e Irak, sobre todo –, poco más de dos millones doscientos mil barriles por día, constituye casi el 25 % de sus importaciones. Nigeria, otro alejado país africano, le vende un millón doscientos diez mil barriles diarios, que por sí solos ascienden a casi un 15% del total de crudo importado. Argelia, Angola y Libia que aportan 903,000 barriles diarios entre ambos, casi 5%, también están lejanos de EU. De Azerbaiján obtiene 134,000 barriles, 1.44%, de Inglaterra, 94,000 barriles, apenas 1%, pero también son lejanos. Así, el costo de comprarles petróleo a esos países, sobre todo por el transporte (barcos-tanque, principalmente), se incrementa, además de que a mayor distancia, mayor es el tiempo que debe de recorrer el crudo hasta las refinerías estadounidenses en donde será procesado en los distintos petrolíferos, especialmente combustibles, que ese país requiere (en las cantidades anteriores, sólo se incluye el petróleo crudo que EU adquiere del exterior, sin tomar en cuenta el total de los otros derivados petrolíferos que también compra, junto con los cuales, EU importa alrededor de 11.1 millones diarios de petrolíferos, de los casi 18.5 millones que el país continental consume, sin incluir el resto de sus territorios, con lo que el consumo asciende a 22.5 millones de barriles diarios, la cantidad que cito arriba). Por otro lado, se trata de regiones conflictivas muchas de ellas, como Irak (en donde ya hay un estado permanente de guerra, desde la invasión anglo-estadounidense, que le cuesta al gobierno del inepto Bush 1000 dólares por segundo y que no se ve para cuándo haya de terminar) o Nigeria, en donde los peligros de inestabilidad política y estallidos sociales son “variables” que están presentes en las estrategias del control político y económico de los planeadores estadounidenses, para quienes es sumamente importante la estabilidad de una región, más cuando ésta le aporta ventajas, como petróleo, para el caso que estamos tratando. Y he ahí que todo viene de maravilla cuando tales planeadores ven en los países petroleros cercanos, como México, una gran, prometedora opción a sus planes energéticos futuros.
Resulta que México, a pesar de la disminución de su producción petrolera, aún exporta un millón 234,000 barriles diarios a EU – de un millón 577,000 que, en promedio, le exportaba durante el año 2006 –, casi 15% de las importaciones estadounidenses de crudo (me refiero, otra vez, sólo al petróleo no procesado). Otro país que le vende petróleo y que es su primer exportador es nada menos que Canadá, que a diario le entrega un millón 784,000 barriles, casi 20% del total importado. Así que entre México y Canadá, obtiene EU cerca del 35% de sus importaciones diarias de crudo. Un tercer país muy importante para las futuras estrategias petroleras de EU es, irónicamente, Venezuela – digo irónicamente porque Hugo Chávez es persona non grata para las necesidades de dominación de EU en Latinoamérica, debido a la evidente posición antiestadounidense del mandatario venezolano –, pues le vende a aquel país un millón 246,000 barriles por día, también casi el 15%. Así, esos tres países resultan sumamente estratégicos para EU, pues le aportan la mitad de sus necesidades energéticas petroleras de importación. Los otros tres países latinoamericanos que le venden el resto del petróleo importado que requiere EU son Ecuador, que entrega 195,000 barriles por día, 2%, Brasil, 171,000, 1.8% y – no podía faltar en esta estratégica ecuación – Colombia, que le surte 113,000 barriles diarios, 1.21%.
El problema para EU son sus reservas probadas, las cuales ascienden apenas a poco menos de 21,000 millones de barriles, que al ritmo del consumo actual apenas le alcanzarán para escasos dos años y medio, así que es extremadamente urgente para esa nación seguir contando con fuentes foráneas confiables que le surtan segura y regularmente todo el petróleo que requiere y seguirá requiriendo, pues, como señalé, su glotonería energética no tiene límites – se estima que de aquí al año 2030, si logramos llegar, EU aumentará su consumo energético en 27%, casi 1% anual, lo que se traduciría en 225,000 barriles más por día, en promedio, por cada año. Por otro lado, el resto de las llamadas “energías alternativas” (eólica, solar, nuclear, biomasa), en los niveles tecnológicos actuales, se estima que no podrán satisfacer las demandas energéticas ni de EU, ni del resto del mundo, así que no constituyen un sustituto real del petróleo, energético que seguirá empleándose masiva e intensivamente en las décadas por venir (con las catastróficas consecuencias para el medio ambiente que tan fuerte dependencia de los energéticos fósiles seguirá provocando).
De los ya citados tres países vecinos que más le venden petróleo, el que cuenta con las mayores reservas probadas es Canadá, quien tomando en cuenta las llamadas tierras “alquitranadas” – de las que actualmente obtiene alrededor de una cuarta parte de su producción diaria, gracias a los modernos métodos para procesar esos yacimientos petrolíferos que hacía años parecía difícil de conseguirse –, posee alrededor de 179,000 millones de barriles (con lo que se colocaría en segundo lugar, después de Arabia Saudita, que sigue a la cabeza, con alrededor de 260,000 millones de barriles probados), que al ritmo actual de producción, 3.1 millones de barriles por día, le durarían casi 160 años. Venezuela, también contando con sus tierras alquitranadas, posee reservas por alrededor de 80,000 millones de barriles. Al ritmo de producción actual, 2.4 millones de barriles diarios, le durarían casi 91 años. Y en esto de las reservas, el que actualmente se queda corto es México, que tras haberse jactado por años de contar con inmensas reservas probadas, ahora resulta que sólo tiene alrededor de 12,400 millones de barriles de petróleo, los cuales, con la producción actual, de alrededor de 3.12 millones de barriles diarios (60% de los cuales son extraídos del declinante yacimiento de Cantarell), no durarán más allá de 11 años. Si además se miden las reservas de los tres países con respecto al consumo estadounidense, las canadienses durarían unos veinte años, las venezolanas, casi diez años y las mexicanas, ¡apenas año y medio! Claro que estos países no le venderán todo su petróleo a EU, pero sólo hago los cálculos para efectos comparativos del potencial petrolífero de cada uno. Evidentemente que Canadá no es un país tan dócil, como para que su vecino del sur lo vuelva parte incondicional en sus futuros planes energéticos (que de alguna manera lo es, mediante el tratado de libre comercio, con el que Canadá se obliga a comprarle y venderle determinados productos a determinadas cuotas), aunque llegado el caso, habrá de aumentar sus exportaciones de crudo a EU. Tampoco lo es Venezuela, al menos mientras Chávez esté en el poder. Por esa razón, es claro aquí, que resultaría vital para EU que se diera un efectivo golpe militar contra Chávez (si, efectivo, no como el que pretendió derrocarlo en abril de 2002 y que por fortuna se frustró) y que se lograra imponer un gobierno incondicional, como el colombiano – o el iraquí en Medio Oriente –, con tal de que Bush y sus halcones pudieran manejarlo a sus anchas, sobre todo, garantizarse la venta irrestricta de petróleo. Por tal razón, no le hubiera venido mal a los planeadores militares estadounidenses que se hubiera dado una guerra, luego del arbitrario, ilegal, infame bombardeo a “guerrilleros colombianos” en territorio ecuatoriano – acción muy seguramente planeada desde la CIA y el Pentágono con esas negras intenciones –, entre Ecuador, apoyado por Venezuela – países que, falsamente se acusa, apoyan a las FARC –, contra Colombia, en el deseo de que si aquéllos fueran derrotados – que sería muy factible, dado que Colombia cuenta con gran ayuda militar de EU, como moderno armamento y asesores militares del Pentágono, además de que no dudarían los estadounidenses en prestar ayuda a su “sufrido” aliado sudamericano –, daría ello lugar a protestas de sus ciudadanos y a la caída de Chávez y Rafael Correa, pero, por fortuna, la diplomacia imperó. Pero aún con Chávez en el poder, es tan preciado el petróleo venezolano para los estadounidenses que a pesar de la retórica revanchista de Chávez hacia Bush y sus halcones, no se pueden éstos dar el lujo de dejar de comprarle crudo a los venezolanos, ni los venezolanos pueden dejar de venderle crudo a sus imperialistas compradores, pues es un 15% de lo que EU compra, y que a un promedio de 100 dólares el barril, dejarían de percibir aquéllos casi 125 millones de devaluados dólares por día, muy importantes para la petrolizada economía venezolana (este es otro grave problema de muchos países latinoamericanos, las monoexportaciones, como el caso mexicano – muy dependiente aún del petróleo –, lo que los vuelve bastante vulnerables a las fluctuaciones en los precios y en las demandas de el o los productos que principalmente exportan, pero a eso ha llevado el modelo neoliberal, a mantener países monoproductores, pues sólo así pueden insertarse en la división internacional del trabajo que las corporaciones han establecido en todo el mundo para sus exclusivas necesidades de obtención de una cada vez más declinante ganancia industrial). Así pues, en esta ecuación entra México a la perfección, sobre todo porque resulta que además de contar con un entusiasta grupo de entreguistas, incondicionales y dóciles mal administradores, dispuestos a apoyar en todo a su patrón estadounidense, el país cuenta con supuestas potenciales reservas del tan necesitado “oro negro” en las aguas más profundas del así llamado Golfo de México, como veremos enseguida.
Y antes que nada, enfatizo lo de supuestas reservas porque aunque muchas compañías petroleras extranjeras ya extraen petróleo de los llamados pozos ultraprofundos – algunas lo hacen desde 1995 –, en realidad muchas de las tan vituperadas “potenciales reservas” que están aparentemente localizadas en la parte media del golfo de México, en donde las aguas alcanzan su mayor profundidad (de 2000 o más metros), no está del todo comprobado que realmente existan. Esto lo ilustra el hecho de que los métodos de localización de mantos petroleros ultraprofundos, empleados por compañías extranjeras, tales como Chevron (estadounidense), Exxon Mobil (estadounidense), Shell (anglo-holandesa), British Petroleum (inglesa), entre otras, son totalmente indirectos y azarosos, consistiendo en la producción de fuertes exhalaciones de aire emitidas por “cañones de aire”, dirigidas hacia el fondo marino, las que al chocar con éste, rebotan en forma de ondas sonoras, las cuales son medidas en su intensidad. De acuerdo con ciertos parámetros, tales ondas rebotadas señalarían si en tal o cual sitio existen posibles reservas de crudo (pero esto es tan azaroso y difícil, que, según un ingeniero de Chevron, equivaldría a “que usted tirara una pelota de béisbol desde una altura de ocho kilómetros y le atinara a la base ¡pero siendo de noche!”) Así, con esa especie de “ultrasonido oceánico” se ha pretendido establecer que los fondos del golfo poseen suficiente potencial de crudo como para aumentar las declinantes reservas de petróleo estadounidenses hasta en un cincuenta por ciento, es decir, existirían, aseguran tales empresas, al menos entre 12,000 y 15,000 millones de barriles del petróleo más viejo hasta ahora descubierto (dataría del periodo terciario). Y como resulta que muchos de esos potenciales depósitos se encuentran justo del lado mexicano del golfo, pues entonces hay que justificar con las pobres intentonas panistas de que allí hay una “gran riqueza”, pero que no podemos disponer de ella si no nos “aliamos” (léase, privatizar también la exploración, como otras tantas actividades de PEMEX que ya están en manos privadas “gracias” a los tramposos Contratos de Servicios Múltiples) con empresas extranjeras. Por otro lado, si, como arriba menciono, muchas compañías ya están explotando esos mantos petroleros ultraprofundos desde hace más de 12 años, cabría preguntarse: ¿qué certeza existe de que tales mantos aún cuenten con suficiente petróleo como para que valga la pena explotarlos y realizar las altísimas inversiones requeridas? (esto porque por el llamado “efecto popote” el petróleo que pudiera estar del lado mexicano ya estaría siendo extraído desde hace tiempo). Además, existen muchas dificultades técnicas, aunadas a potenciales peligros ecológicos de graves consecuencias, como veremos. En la parte en donde se pretende extraer petróleo, la profundidad del mar puede alcanzar más de 2000 metros, lo que generaría una altísima presión de unos 200 kilogramos por cada centímetro cuadrado de superficie, suficiente para hacer que estallaran tanques de oxígeno de buceo, por ejemplo. Luego siguen más de 6600 metros de sedimentos y fondo rocoso. Cuando los barrenos perforan esas partes, se corre el riesgo de que si tocan capas de menor dureza o “huecas”, pueden deshacerse en segundos. Y a esas profundidades, las corrientes marinas dificultan muchísimo las maniobras de perforación y extracción. La empresa Chevron posee en esa parte un campo exploratorio llamado Tahiti, el cual cubre un área de unos 77 kilómetros cuadrados. Allí perfora actualmente un pozo, bautizado como Cajun Express, no tan profundo, 1200 metros, que ha presentado una serie de grandes dificultades técnicas, como las mencionadas. Otro problema es que el crudo, a esa profundidad, está más que hirviendo, pues alcanza temperaturas de hasta 200 grados centígrados, así que mucho de dicho crudo, de antemano, está convertido en calientísimo gas natural y bióxido de carbono, lo que aumenta aún más las presiones de operación, que aunada a la presión por la profundidad del agua y de las capas rocosas y sedimentarias, incrementa muchísimo las probabilidades de riesgos, tales como que las tuberías de extracción estallaran (altamente probable) y que el crudo se derramara incontrolable por todo el fondo oceánico. Un problema más, también de alto peligro, es que en tales profundidades marinas, la temperatura del agua está cercana a la congelación. Si una vez que el crudo estuviera extrayéndose, las tuberías por las que circulara no estuvieran suficientemente aisladas, el acero del que están hechas, por la diferencia de temperaturas (de 200 grados a casi cero grados centígrados), se despedazaría como vidrio... ¡también así se derramaría incontrolable el hirviente crudo, destruyendo y contaminando a su paso el lecho marino, antes de ascender finalmente a la superficie del mar! Todavía no existen, por fortuna, precedentes respecto al grave daño ecológico que derrames así, de petróleo hirviente, provocarían en la ecología marina, pero seguramente serán devastadores.
Sí, los riesgos de que tales instalaciones vayan a sufrir siniestros aumentarán su frecuencia y probabilidad debido a los inherentes peligros que enfrentarán. Baste ver que los accidentes de plataformas marinas provocados por huracanes o tormentas son cada vez más frecuentes y eso que no trabajan a las ultraprofundidades mencionadas antes. Por ejemplo el ocurrido a la plataforma Usumacinta de PEMEX, el pasado mes de octubre, en el pozo Kab-101, en el que lamentablemente murieron 22 trabajadores (las “mandarinas”, embarcaciones supuestamente herméticas, cuyo mantenimiento estaba concesionado a la empresa naviera privada “Oceanográfica” – presumiblemente vinculada con los hijos de Marta Sahagún –, no funcionaron correctamente debido a sus lamentables condiciones), se debió a un huracán, pero los daños fueron mayores debido también a las deterioradas instalaciones de dicho pozo, ya que a los mal administradores panistas no les interesa que aquella empresa dé mantenimiento a su infraestructura productiva, y se engulle casi la totalidad de los ingresos petroleros, seguramente porque así justificarán más fácilmente la entrada de capital privado adicional a PEMEX, aduciendo que ni para dar un mínimo mantenimiento a sus instalaciones tiene dinero la paraestatal. Y ya British Petroleum sufrió la pérdida de una de sus plataformas ultraprofundas, la Thunder Horse, valuada en $5000 millones de dólares, cuando en julio de 2005 el huracán Dennis la destruyó parcialmente. Ubicada en medio del golfo de México, a 240 kilómetros de las costas de Nueva Orleáns, esa mole planea extraer 250,000 barriles diarios de crudo por día, pero a causa del accidente, además de graves problemas de diseño y construcción (por ejemplo, los tanques de balastro que la pretenden mantener a flote los próximos 25 años tienden a corroerse muy pronto), aún no está en producción, lo que se prevé se hará hasta finales de este año. Por fortuna en la fecha del accidente, todavía no estaba bombeando crudo, pues los daños al ecosistema marino habrían sido cuantiosos por tanto petróleo derramado. Si esto le sucedió a BP, que además en esta plataforma está asociada con Exxon Mobil, la que posee 25% de las acciones y BP, el 75% restante, supuestas empresas poseedoras de tecnología de punta, qué puede esperarse que sucederá con el resto de las plataformas ultraprofundas, de las que ya hay unas quince operando, en el caso de huracanes y otros disturbios climáticos, sobre todo ahora que, debido al calentamiento global (otro grave problema más debido a la irresponsable acción del hombre), aquéllos fenómenos naturales serán más frecuentes... ¡como ya señalé, los accidentes en dichas plataformas serán muy frecuentes y los daños en la ecología marina serán incuantificables y bastante severos!
Además los costos de operación de esas plataformas, como en el caso de la Cajun Express, son elevados, de medio millón de dólares diarios, así que los ejecutivos de Chevron consideran que, una vez en funcionamiento, el barril de petróleo costaría unos 40 dólares. Supongamos, entonces, que se “asocia” Chevron con PEMEX. A ese costo por barril, en caso de que el precio de venta fuera de 100 dólares, la utilidad sería de 60 dólares. En un esquema de “asociación”, probablemente Chevron alegaría que arriesga capital, además de la aportación tecnológica, así que pensemos, conservadoramente hablando, que retuviera 60% de tal ganancia (en Brasil, por ejemplo, Petrobras, la paraestatal petrolera de ese país, recibe de las petroleras extranjeras que extraen el crudo brasileño, entre un 10 y un 25% del precio al que éstas vendan cada barril de petróleo, es decir, a un precio de 100 dólares, aquéllas le entregarían entre 10 y 25 dólares, lo que evidencia la inequitativa posición que tiene esa empresa brasileña, en donde, merced a la parcial privatización hecha desde la época de Fernando Henrique Cardoso, cuando el gobierno tenía 87% de las acciones de la empresa, ahora sólo conserva el 40%. Hay actualmente una campaña de varios activistas sociales y expertos para revertir esa situación en la que, irónicamente, se está tomando como modelo a PEMEX, pues aquéllos consideran que está en mejor situación que Petrobras... ¡hasta ahora!). Así, se quedaría Chevron con 36 dólares y PEMEX o, más bien, los negociantes panistas, recibirían 24 dólares, que para ellos sería muy buen negocio, sobre todo porque varios tienen sus “empresitas” listas ya para entrarle en sociedad con las transnacionales en la intentona privatizadora de la paraestatal. Pero para el país, para los mexicanos, eso no es buen negocio, en primera, porque en las condiciones actuales, el costo de extracción por barril para PEMEX en sus pozos digamos que “normales” es de alrededor de 5 dólares, y suponiendo otros 10 dólares en gastos de transportación y otros costos, tendríamos 15 dólares en costos. La cotización actual ha superado incluso los 90 dólares, lo que significaría una utilidad de unos 75 dólares, los cuales prácticamente absorben los mal administradores panistas, sin que le permitan a la paraestatal capitalizarse, tanto para las construcción de infraestructura refinadora, como para el correcto mantenimiento de sus instalaciones, muchas en muy lamentable estado. Además, es claro para cualquier administrador que conviene más al país conservar la totalidad de la exploración, pues la utilidad correspondería completamente a México, no siendo así en el caso de compartirla. Por otro lado, el petróleo extraído sería no para las necesidades internas, sino para surtir las refinerías estadounidenses, pues ese es, de entrada, el plan de EU para México, como arriba expongo, ya que en los planes de los mal administradores panistas se prevé aumentar la producción diaria hasta en cuatro millones de barriles, es decir, así podría vendérsele un millón más a EU, pero por mediación de las empresas extranjeras, no de PEMEX, la que, como dije, sólo se quedaría con parte de las utilidades. Además, parte del dinero recaudado se iría en pagar el costo de las plataformas ultraprofundas, pues las empresas extranjeras buscarán primero que se amortice su inversión, antes de que PEMEX se quede con el total de las utilidades que le correspondan. Se especula que el “negocito” podría ascender hasta unos 300,000 millones de dólares, que equivaldrían a que se operaran unas 300 plataformas que costarían unos 1000 millones de dólares cada una, además de que llevaría diez años, como mínimo, la construcción y operación de dichas plataformas, demasiado tiempo para los planes de los mal administradores panistas de hacer sus grandes negocios.
Por otro lado, por ninguna parte se ve que en los planes panistas se proponga una diversificación petrolera, es decir, de nueva cuenta sólo se prevé exportar crudo, no derivados de éste, los que tienen mayor valor agregado al final, más ganancia, pues. Y eso es evidente en la relación actual de los petroquímicos que México exporta a EU, pues del total de barriles equivalentes, que asciende a un millón 322,000 por día, solamente 88,000 barriles de esa cantidad corresponden a petroquímicos, es decir, menos del 7%. En contraste, Canadá le vende a EU dos millones 360,000 barriles diarios equivalentes, de los cuales 576,000 son productos refinados, es decir, casi 25%. Otro caso es el de Inglaterra, la que le vende a EU un total de barriles equivalentes de 238,000, pero de los que 145,000 son petroquímicos, o sea, casi 156%. Y el que saquemos menos dinero por vender mayoritariamente petróleo crudo, no es todo el problema, sino que por la falta de inversiones en refinerías, por ejemplo, hemos llegado actualmente a que del total del petróleo exportado, unos 42,000 millones de dólares el año pasado, casi 36,000 millones fueron gastados en comprar gasolinas, gas natural y otros petroquímicos, o sea, ¡cerca del 86% de esos ingresos se nos van en recomprar, ya procesado, el petróleo que le vendemos a EU (que es el país que mayoritariamente nos vende productos petroleros), pero mucho más caro! (sí, así como los jitomates que le vendemos, que nos revenden en forma de puré o de jugo de tomate, ¡vaya negocios estúpidos que hace nuestro “gobierno”!). Por ejemplo, cuatro de cada diez litros de gasolina “mexicana” son importados. Eso evidencia que las formas de control neocolonialista, que consideran a países subdesarrollados, como México, como meros exportadores de materias primas, siguen tan vigentes, tal cual lo hicieron España o Inglaterra durante los nefastos tiempos coloniales.
Así pues, las “riquezas que yacen en el fondo del mar” no son para beneficio de los mexicanos, no son para ampliar nuestras reservas, sino que todo lo dicho es parte del plan estadounidense para seguir amoldando a México a sus necesidades futuras, tanto energéticas, como industriales. Sí, así como el Plan Puebla Panamá (PPP), que pretende hacer una región maquiladora desde nuestro país hasta Panamá, muy al estilo chino, de materias primas baratas, recursos energéticos abundantes y salarios muy bajos. O como el proyecto de la generación privada de energía eléctrica (por ejemplo los proyectos eólicos de la Venta, en Oaxaca, totalmente en manos de particulares), ya en funcionamiento, justamente para surtir de energía suficiente a las maquiladoras que surjan del PPP. O los planes para privatizar áreas naturales del país, como manglares y playas, para construir allí, sin que importe para nada el daño ecológico que se provocará, grandes complejos turísticos. O como los proyectos panistas que han hecho de importantes lugares arqueológicos como el Tajín, Tulum o Teotihuacan, foros comerciales para que se presenten estrellas de la farándula nacional y extranjera. O como las “reformas” constitucionales que prácticamente dejaron en manos privadas la casi totalidad de las telecomunicaciones en México. O lo que ya se hace en el campo, de permitir a agroindustrias extranjeras que compren o alquilen ejidos para la siembra de cereales transgénicos, sin obstáculos, ni objeción alguna, a pesar de los potenciales daños a la salud y al medio ambiente que pueden desatar esos organismos alterados artificialmente, como el maíz de Mosanto, con tal de aumentar la producción de granos, no para que tengamos más alimentos, sino para que sean procesados y convertidos en etanol y otros biocombustibles, que serán luego exportados a EU, para que los estadounidenses puedan emplearlos en sus gastalones SUV’s... y así por el estilo.
¡Venga, pues, otro gran negocio panista-priísta, otra entreguista iniciativa, bajo la batuta estadounidense, sea bienvenida una nueva manera de seguir vendiendo y subastando los recursos que le quedan, cada vez menos, a este pobre país!
Contacto: studillac@hotmail.com