martes, 3 de junio de 2025

No deja de haber gente sin escrúpulos que busca enriquecerse rápidamente

 

No deja de haber gente sin escrúpulos que busca enriquecerse rápidamente

Por Adán Salgado Andrade

 

En este sistema materialista – el capitalismo salvaje – se le ha inculcado desde siempre a la gente que sólo triunfa aquél que, haciendo lo que desee, se vuelva rico, para que pueda comprar todo lo que se le antoje, sobre todo, lujos.

Y abundan los ejemplos, desde aquellos millonarios (Bezos, Zuckerberg, Musk…) que, supuestamente, tienen sus grandes fortunas a costa de ¿grandes esfuerzos? (por lo general, han sido golpes de suerte, combinados con la falta de escrúpulos y mezquindades para llegar a donde están. Recurren a prácticas intimidatorias, sobrexplotadoras, sin importarles sus empleados. Amazon y Tesla, por ejemplo, tuvieron trabajando a sus empleados durante la pandemia, sin proporcionarles, al menos, equipo adecuado para laborar. Ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/04/negligencia-de-amazon-con-sus.html).

No sólo “legítimamente”, digamos, sino criminalmente. Por ejemplo, el empresario finlandés-alemán Kim Dotcom (1974), había construido un emporio y se había hecho millonario, apropiándose “ilegalmente” de propiedad intelectual, como música, películas y otros contenidos, que guardaba en un sitio llamado Megaupload. Todas las descargas eran gratuitas y ganaba dinero con la publicidad que acompañaba a tales contenidos. En enero del 2012, con lujo de violencia, el FBI, coordinado con la policía de Nueva Zelanda (sitio en donde Dotcom pensó que nunca sería molestado), todo su material fue confiscado, junto con sus casas, autos y demás posesiones, además de que se la pasó un tiempo  en la cárcel. Actualmente el sitio ya sólo opera como servicio de nube (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2013/03/el-capitalismo-salvaje-y-su-salvaje.html).

En otro caso, dos hombres vendían drogas por Internet, el que cada vez se está empleando más y más para realizar ese tipo de comercio, sobre todo a través de la llamada Dark Web, que son sitios clandestinos, digamos, a los que sólo pocos pueden acceder. Uno de ellos era Alexander Cazes, operador de AlphaBay, uno de los mencionados sitios en donde el tráfico de estupefacientes, tanto compra, como venta, se hizo muy bien durante varios años, hasta que al tipo lo atraparon, a pesar de que se había ido a vivir a Tailandia (se sentía muy seguro allí). Se suicidó en la prisión. El otro caso fue de un iraquí, Alaa Allawi, quien se puso a fabricar Xanax y OxyContin falsos, el primero, para la ansiedad, y el segundo, para el dolor cancerígeno, a los que agregaba metanfetaminas, “al cálculo”. Como no era pareja la cantidad en las tabletas que elaboraba, muchos de sus clientes murieron por sobredosis. Terminó en prisión, con varios años de sentencia (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/03/venta-de-drogas-por-internet-hizo-ricos.html).

Otro caso es el expuesto por la revista tecnológica Wired, titulado “La épica subida y caída de un rey de las ventas de las drogas psicodélicas por la Dark-Web”, firmado por Andy Greenberg, quien agrega como subtítulo que “viajes interdimensionales, sexo con aliens, comunión con Dios. Todo es posible con sólo unos gramos de DMT. Akasha Song produjo millones de dosis y de dólares en sus laboratorios secretos, hasta que los federales le cayeron” (ver: https://www.wired.com/story/rise-fall-dark-web-psychedelics-kingpin-dmt/).

Akasha Song (que así se había puesto por ser un nombre místico, pero que en realidad se llama Joseph Clemens) quiso hacerse rico, vendiendo la droga llamada DMT (N,N-Dimethyltryptamina, contenida naturalmente en plantas, animales e, incluso, humanos) que se extrae de un árbol, jurema preta, pulverizando su corteza y, mediante un proceso, se obtiene aquélla, aunque también se usa para cosméticos, por eso no es ilegal importarla. “El DMT es un poderoso compuesto psicodélico, capaz de inducir breves viajes que sorprenden al cerebro, a estados de la consciencia que serían inaccesibles o, incluso, algunos de sus usuarios creen, lleva a otros planos de la realidad”, dice Greenberg.

Akasha, alguna vez de joven la probó y le hizo alucinar que estaba con extraterrestres. Siguió fumando esa sustancia, muy contento, teniendo tantas fantásticas alucinaciones, que hasta le hizo cambiar su vida. “Algo fenomenal me sucedió y me dije, tengo que aprender a hacer esta cosa”.

Una mujer le enseñó a hacerla, usando la corteza de la jurema preta, además de lejía y del solvente nafta. De allí, puso su laboratorio, pequeño, al inicio. Colocó anuncios en la Dark Web, de que se vendía el DMT y comenzó a crecer muy rápido. Tenía a un amigo, Coinflip (éste, se puso ese apodo, porque Akasha, todo lo resolvía con un volado, que es coinflip, en inglés), quien fue el que le estuvo ayudando muchos años para hacer la droga, puesto que crecían y crecían sus ventas.

Su laboratorio también creció, pues llegó a ganar hasta 15 mil dólares diarios.

Las dosis las enviaba por correo, cuidándose de que no compraran sus ayudantes muchas estampillas en las mismas oficinas postales, para no levantar sospechas.

Como era de extracción humilde, no tardó en usar las fáciles ganancias para comprar cuanto se le antojaba y a viajar, mientras dejaba a sus ayudantes a que le hicieran la droga y la distribuyeran. Él, sólo se encargaba de cobrar, en bitcoins, pues es la criptomoneda por excelencia que usan los vendedores de drogas, porque piensan que no los rastrearán (aunque ya es posible ubicarlas, para desgracia de ellos).

Pasaron los meses y le seguía yendo bien, cada vez mejor. Usaba la ya mencionada AlphaBay para realizar todas sus transacciones, feliz de que pasara tan desapercibido y que nunca lo hubieran molestado policías o federales.

Sus viajes continuaron, junto con su hijo, el de la primera esposa, la cual había muerto por sobredosis (dice Akasha que fue algo muy traumático para él).

Luego, se volvió a casar. Con ese matrimonio tuvo una hija, pero pronto se divorció. Eso lo hizo en sus años mozos, antes de que se pusiera a fabricar DMT.

Uno de los lugares a los que viajó, ya como el rey del DMT, como era considerado, fue a Hawái y se enamoró de una chica que era, al inicio, hippy, Jules, y con ella se entendió muy bien, le confesó lo que hacía y se fueron otra vez a Estados Unidos, a Colorado, en donde rentó una casa muy grande, pues tenía que caber también su laboratorio.

Como siempre sucede, esos tipos buscan tener mucho dinero y gastarlo a manos llenas, viviendo los lujos que de niños no tuvieron. Se compró una SUV Mercedes-Benz de $150,000 dólares y vestía ropa de lujo, como Luis Vuitton, y otras marcas muy caras, por el estilo.

A Jules también le compraba ropa costosa y le cumplía cualquier capricho. En una ocasión, le dijo ella que quería comer tacos, pues nunca los había probado. Akasha, sin más, compró dos boletos de avión para irse a Puerto Vallarta y complacerle su antojito.

Los problemas comenzaron cuando una vez se incendió su laboratorio y de allí, aunque logró establecer otro, se le fue cayendo el negocio. Incluso, para abaratar costos, fue a Brasil, para comprar directamente la corteza de jurema preta, que allí abundan esos árboles. Consiguió el kilo, por mayoreo, en $26 dólares, en lugar de los $100 que pagaba habitualmente.

Sin embargo, ya los federales le habían echado el guante, como se dice, desde años atrás, pero como el DMT no es opioide, pues tampoco como que había una base sólida para atraparlo.

De todos modos, al final, mediante una treta que los del FBI tramaron con una prima de él, le confiscaron un envío de varios kilos de la corteza que su asociado en Brasil, José (pues Akasha ya lo había hecho su socio, para que le enviara regularmente cargamentos de la corteza),  le había mandado.

Quisieron usar como prueba a ese cargamento de corteza de 300 kilos, creyendo los del FBI que todo era droga, pero el abogado defensor de Akasha les dijo que no todo era droga, sino que luego del proceso de obtención, sólo quedarían 3 kilos. De hecho, se hizo el procedimiento, para cerciorarse de que era cierto.

Y eso lo salvó, además de que en Colorado, el DMT se despenalizó por esas fechas.

Gracias a esas circunstancias, una sentencia que originalmente pudo haber sido de 40 años, se redujo a 24 meses y de esos, ya había cumplido él, 8. Y le redujeron más, por “buena conducta”.

Hoy, ese “emprendedor” de 47 años, calvo, rubio, de ojos azules y barba de chivo totalmente canosa,  vive con un amigo rico que lo mantiene, en una casa que está cerca de la casa en donde fue arrestado, en la primavera del 2022, finalmente, junto con Jules y el dueño de dicha casa.

Jules se había embarazado, pero cuando Akasha fue enviado a la cárcel, dice ella que abortó. “La verdad, no sabía qué hacer, así que preferí abortar”. Eso es algo que todavía no le perdona aquél (allí se ve que es machito Akasha).

Parecería una historia sacada de la serie Breaking Bad, pues hasta a un químico contrató Akasha, al que le pagó $150,000 dólares iniciales y luego $10,000 dólares mensuales para que le ayudara a “optimizar” el proceso. Y así fue, pues en su época de auge, llego a vender hasta 10 kilogramos mensuales, que eran miles de dosis.

Ganó millones de dólares.

Pero así lo perdió todo, de un plumazo.

“Aunque, la verdad, con dinero o sin dinero, me siento libre, de verdad, siempre lo he sido”, le dijo a Greenberg.

Claro, eso lo comenta porque no está en la cárcel, para su fortuna, y lo están manteniendo.

No creo que diría eso si estuviera preso.

Pero algún consuelo debe de tener.

 

Contacto: studillac@hotmail.com