viernes, 6 de junio de 2025

Una universitaria gazatí dice que se habría graduado este año, de no haber sido por el genocidio

 

Una universitaria gazatí dice que se habría graduado este año, de no haber sido por el genocidio

Por Adán Salgado Andrade

 

Gaza, hoy, es prácticamente un sitio lleno de escombros y cientos de cadáveres que, de seguro, todavía están entre ellos.

El futuro de los gazatíes se borró por completo, gracias a la genocida acción de los judíos, sedientos de venganza (por algo que ellos mismos han provocado tras décadas de represión y humillación a los palestinos). No les queda nada más que sobrevivir, si es que quieren seguir viviendo.

Y el plan es hacer limpieza étnica, borrar del mapa a Gaza para extender el territorio judío, pues Israel también considera suyas esas tierras (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/11/se-confirma-el-plan-de-los-genocidas-de.html).

Aun así, hay testimonios, que aunque tristes, dejan ver que muchas y muchos gazatíes, todavía tienen esperanzas de que su país se reconstruya y tenga un brillante futuro.

Es el caso de Nadera Mushtha, poeta y escritora que estudia Educación en idioma inglés en la Universidad Islámica de Gaza, quien escribió el testimonio “Cómo es graduarse en la generación del 2025 en Gaza”, publicado por The Guardian, quien agrega como subtítulo “mientras estudiantes alrededor del mundo sueñan con tener salones de clase, los estudiantes en Gaza sólo soñamos con sobrevivir” (ver: https://www.theguardian.com/commentisfree/2025/may/30/gaza-graduating-class-2025).

Abre el articulo una foto de lo que queda de un salón de clases de una escuela, casi destruida por los efectos de balas y bombas lanzados por los genocidas judíos. Una chica de unos once años, mira a la cámara, con curiosidad, su rostro reflejando una obligada resignación ante tantos horrores que siguen cometiendo los asesinos. Hace unos días, los genocidas mataron a 27 gazatíes famélicos que corrían para alcanzar comida de un puesto de ayuda (ver: https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/06/04/mundo/matan-tropas-israelies-a-otros-27-palestinos-hambrientos).

“Antes del genocidio, los estudiantes en Gaza estaban rodeados de libros, no bombas. Despertaban cada mañana por las voces de sus madres, urgiéndoles a que se apuraran para asistir a la escuela, no por los ruidos de bombardeos y gritos. Su objetivo era tener un futuro, trabajar duro para tener una vida mejor para ellos y para su país. Antes de que el genocidio comenzara, mis mejores amigos y yo, íbamos a los restaurantes que estaban cerca de la universidad, platicando, riendo, comiendo y estudiando juntos, bajo un cielo azul, antes de tomar la primera clase. Antes de la guerra, todas las escuelas y universidades estaban vivas, con la energía de estudiantes y maestros. Ahora, muchos de esos edificios han sido reducidos a escombros. El último día en que asistimos a la escuela, fue el 5 de octubre del 2023. Ese día se hizo una división entre la normalidad y el caos, entre la vida y la muerte”, dice Mushtha.

Sí, debe de estar siendo una experiencia traumática lo que está pasando en Gaza.

Sólo imaginen si, por ejemplo, Estados Unidos decidiera atacar a la ciudad de México… ¡nos acabaría en una sentada!, como dice el vox populi. Ahora, imaginen que su casa fuera bombardeada, su escuela, su lugar de trabajo, el Metro, las avenidas, las calles, los parques, edificios, oficinas, escuelas, hospitales… que nos quedáramos sin luz, sin agua, sin drenaje… no sólo eso, sino que vieran morir de un bombazo a amigos o a familiares, despedazados, sintiendo la impotencia por no hacer nada, o que los hirieran en un tiroteo y que no pudieran llevarlos al hospital porque ya no habría hospitales y, de todos modos, durante el trayecto, pudieran matarlos más bombas…

¡Un verdadero infierno, indescriptible!

Así que se comprende muy bien lo que Mushtha quiere decir en cuanto a la división, brutal, de lo que era Gaza y de lo que ahora queda.

Dice que ese último día de clases, la primera era con el Doctor Refaat Alareer, “quien entró al salón con su MacBook y nos leyó un poema, para discutirlo en clase. Sus clases eran magníficas, todos quedábamos extasiados”.

Luego, narra que en la noche del 6 de octubre (del 2023), sentía algo extraño, “no podía dormir, por temor a no despertarme al otro día y llegar tarde a la escuela. Cuando al fin concilié el sueño, me despertó no el sonido de mi alarma, sino las bombas que caían incesantes. Todavía hasta ahora, desearía dormir y despertar para ir a mi universidad, como si esto fuera sólo una horrible pesadilla”.

Sí, cuántos quisiéramos eso, que los problemas que tenemos, graves muchas veces, fueran como una pesadilla y pudiéramos despertar y sentir alivio.

Pero para Mushtha, es una terrible realidad la que está viviendo.

“Miles de estudiantes han sido asesinados por la ocupación, por el brutal genocidio que ha sacudido almas, destruido casas y convertido a cada calle en un sitio para velar a los muertos. Miles más han sido heridos, desplazados o forzados a irse de un refugio temporal hacia otro. Mi maestro de poesía, el Doctor Refaat, que fue un poeta aclamado internacionalmente, fue asesinado en diciembre del 2023”

Dice que desde el inicio del genocidio, la vida ha sido un constante desafío, debiendo vivir en tiendas de campaña, bajo fuego, rodeados de destrucción. “Estos estudiantes han visto escenas que nunca nadie tendría que presenciar: muerte, sangre por todos lados y corazones destrozados”.

Pero señala que a pesar de eso, “la educación permanece como una línea de vida, una pequeña pieza de esperanza y normalidad en medio del horror”.

Claro, pues de esa manera sus atormentados espíritus pueden recibir algún alivio.

“Pero también esos estudiantes han tenido que aprender otras cosas, antes de regresar a sus clases: cómo moverse rápidamente bajo fuego, cómo llevar agua de lugares distantes, cómo sepultar a los seres queridos porque, en Gaza, cada día hay funerales”

Faltan adjetivos para calificar tantas atrocidades cometidas por los genocidas y tanto sufrimiento padecido por las víctimas, estudiantes, como Mushtha, maestros, obreros, comerciantes, artistas, actores… ¡ahora, todos reducidos a parias hambrientos, peleando hasta entre ellos por un pedazo de pan!

Porque a eso los han reducido los genocidas, a que todos los días sean de sobrevivencia o a desear que ya una bomba acabe con sus sufrimientos.

Dice que han regresado a sus escuelas, pero sólo para refugiarse en ellas junto con sus familias. Y, de todos modos, los judíos las han bombardeado, sabiendo que las usan como refugios, justificando que allí se refugian “terroristas” de Hamas (ver: https://www.theguardian.com/world/2025/jun/02/israel-strikes-gaza-schools-strategy).

Dice que muchos han tratado de tomar clases debajo de lonas, guiados por estudiantes universitarios o maestros que todavía son devotos de la educación. Algunos universitarios se inscribieron en enseñanza por línea con universidades locales (¿todavía quedarán?, me pregunto) y otros hicieron trámites fuera del país, buscando un mejor futuro.

Señala que su hermana está en la secundaria y toma clases por ella misma, “pero sólo lo hace por las mañanas, pues es cuando hay luz”

Y si necesitan papel, es muy caro, costando una hoja ¡un dólar” “No es posible que bajen un libro en PDF de cien páginas y lo puedan imprimir, como antes… ¡eso es imposible ahora!”

Mushtha dice que completó su tercer año durante el genocidio, “tomando clases en línea, pero a veces, se iba el internet. Sin embargo, ahí estaba y trataba de no perder una sola clase. Recuerdo que un día estaba tomando una clase por mi celular, escondida detrás de una escalera. Casi no escuchaba a mi maestro porque afuera el cielo estaba rojo de tantos bombardeos”.

“Este año, 2025, se suponía que sería el de mi graduación, el año en que yo estaría entre amigos y colegas, vistiendo togas y birretes, en el auditorio de nuestra universidad. Pero todo ha cambiado. Muchos de nuestros compañeros han sido asesinados, uno tras otro, y nuestro auditorio, fue incendiado y ahora es un refugio. Ellos sustituyeron a los estudiantes que se iban a graduar con tiendas de campaña y a las canciones de celebración, con los sonidos de la muerte”.

Muy poéticamente terrible esta última parte: sí, el auditorio que fue, ya sólo alberga, no a graduados, sino a refugiados en improvisadas tiendas de campaña, no a cantos por el éxito alcanzado, sino a los lamentos por los que van muriendo.

Finaliza Mushtha diciendo que “a pesar del horror, nosotros, los estudiantes de Gaza, seguimos sosteniendo nuestras plumas, como armas de la verdad. Escribimos, aprendemos, soñamos. Nuestras escuelas pueden ser solamente escombros, ¡pero nuestra voluntad es más fuerte que cualquier bomba!”

Esperanzadora frase, siempre y cuando no los alcance un bombazo o un balazo o  mueran de hambre.

 

 

Contacto: studillac@hotmail.com